miércoles, 14 de noviembre de 2012

Fanfic: Catorce. Capítulo 5: Impacto


¡Disculpen la tardanza! Es que estaba dándole un aspecto más ordenado al blog, espero les guste. De paso agradecer a Aliss, tanto por su amistad y por el hermoso header que ha hecho. Es un amor, le daré mi primogénito xD. En fin, este capítulo es algo difícil para mí, tanto lo fue escribirlo, como releerlo, es duro, empero, espero les guste. Y me alimento a base de comentarios. 

Capítulo 5: Impacto.

—Hakuna matata, hakuna matata, hakuna matata —canturreaban Lilith y Tim al ver la película que le había puesto Bill. Tom se había acomodado junto a Bill en el sillón mientras que los pequeños se encontraban tirados sobre la alfombra, y en definitiva a lo que le tomaban principal atención no era a Timón y Pumba, sino a los ojos del contrario.

Tom se mordió el labio cuando Bill buscó su mano y la apretó. Tom giró el rostro sonrojado.


—¡Billy, mira, mira, cómo cambia Simba! —chilló emocionada Lilith despertándolos de su ensimismamiento y haciendo que se soltasen las manos de inmediato.

Lilith le sonrió junto con Tim y regresaron su vista a la pantalla, Bill se acercó a Tom y le robó un beso.

—Bill —siseó Tom.
—¿Qué? —masculló Bill lamiéndose el labio como saboreando la esencia de Tom. Tom se sonrojó aún más 
y miró a los niños—. Créeme —susurró—, están concentrados en la película y casi ni existimos para ellos.
—Podrían voltear, ¿y qué les diríamos? —dijo entre dientes.
—Que tus labios piden ser besados, simple como eso.

Tom sonrió y se mordió el labio inferior sonrojado. —Eres tonto —masculló.

—Pues no interesa qué tan tonto sea mientras te guste, ¿o sí? ¿Uhmn? —se acercó a él para olisquearle las rastas y luego dejarle un par de besos en su cuello, la piel de Tom se erizó y sintió cosquillas.
—No hagas eso —suplicó Tom mordiéndose la boca para no reír.
—Con que eres cosquilloso —susurró contra su cuello y Tom se estremeció.
—Sí —admitió ahora sintiendo algo en su vientre calentarse.

Bill lo abrazó contra sí, a pesar de que Tom se resistió, aprovechándose de su fuerza y le llenó el cuello de besos para luego ir subiendo por su quijada hasta sus labios y finalmente mordiéndolos.

—Biiill —se quejaba Tom. Luego Bill se los chupó y comenzó a besarlo con mayor profundidad haciendo que se echase para atrás en el sillón—. Nouhg Biill, loos niños…

Bill empotró a Tom contra el sillón y Tom cerró la boca y puso sus manos sobre el pecho de Bill.

—Muy rápido —dijo Tom con la respiración acelerada.
—Tienes razón y soy medio burro.
—¿Por caliente?
—No, porque están los niños presentes.

Tom rió y se acomodaron en el sillón de forma que no se vieran en una escena comprometedora.

Y así pasaron lo que quedaba de la película, tomados de la mano pero manteniendo una distancia prudencial que no los delate.

Cuando llegó la hora de despedirse porque Dunja había llegado, Bill se ofreció a llevar a Tom a su casa y él aceptó gustoso con tal de pasar más tiempo con Bill.

En el camino fueron tomados de la mano, Bill robándole mordidas de vez en cuando y abrazándole por la espalda hasta que llegaron con unas sonrisas risueñas en los rostros.

—¿Me recogerás mañana? —preguntó Tom tomando las manos de Bill, este le lamió los labios, para besarlo de nuevo, deshaciendo el roce de sus manos y sujetándole el rostro.
—¿Qué crees?
—Que sí, porque no puedes pasar un día sin verme —musitó Tom sonrojado y mordiéndose el labio inferior. Bill lo miró fijamente y sonrió.
—Exacto —respondió Bill. Lo que no notaron es que estaban siendo observados desde la puerta de Tom.

Anémona se cubrió la boca y comenzó a llorar silenciosamente desde el umbral de la puerta, Gordon la consolaba dándole un abrazo. No podía creer que su pequeño estuviera con un hombre en vez de una mujer, y que fuera un hombre con una diferencia de edad muy marcada. ¿Cuándo había sucedido eso? ¿Cómo ella lo había permitido? ¿Quién demonios era ese hombre que besaba de esa forma a su bebé?

—Cálmate, Anémona —intentó tranquilizar Gordon—, llama a Tom y yo me encargaré de hablar con ese muchacho.
—¿En serio harías eso por mí? —interrogó Anémona con las lágrimas surcándole sus mejillas. Gordon asintió y ella temblando de dolor y furia miró hacia su hijo—. ¡TOM TRÜMPER, VEN ACÁ EN ESTE INSTANTE!

Bill y Tom giraron sus rostros al oír el grito de Anémona, Bill abrió sus ojos en toda su extensión al ver a su acompañante.

—Mierda —soltó—. Tom debo irme ahora, lo siento pero es en serio.
—Oh no, mi mamá, Bill, intentará separarnos.
—Nada podrá hacerlo, te lo prometí, no me alejaré de nuevo.
—¿Lo juras?
—Sí, pero ahora mismo debo irme —barbotó Bill. Tom asintió y se dirigió hacia su madre con el semblante alicaído.

Bill intentó correr pero no consiguió evitar que Gordon lo sujetase por el brazo. La puerta de la casa de Anémona se cerró y él sabía lo que vendría.

—Tú eres un bastardo. ¿Sabes por las penurias que nos has hecho pasar a tu madre y a mí? ¿Sabes que casi se vuelve loca pensando que estabas muerto, que la tuve que llevar al psiquiatra y este, a su vez, a un centro donde la tuvieron una semana a base de pastillas amarrada a la cama para que recuperase la compostura? ¿Qué se ha vuelto casi alcohólica? —zarandeó a Bill y el muchacho lo miró asustado. Algo de culpabilidad anidándose en su vientre, después de todo era su madre, la que había estado ausente y había permitido que lo llevasen a ese horrible lugar que lo convirtió en un monstruo—. Y tú feliz de la vida andando de marica y para colmo, abusador de menores, yo sabía que ese había sido tu maldito problema al ser expulsado de la escuela, que habías andado de acosador de un niño y claro que ibas a ser una mala influencia enseñándole cómo te daban por culo al hacerle lo mismo a un pobre crío que…
—¡CÁLLATE LA PUTA BOCA! —chilló Bill no soportándolo más, él no lo conocía, Gordon no lo había criado, porque si su madre había sido ausente ese hombre que había aportado su esperma para que naciera era menos que eso y ahora se atrevía a insultarlo como si supiera de su vida.
—¡A mí no me grites carajo! ¿Quién putas te crees mocoso? ¡Eres nadie! ¡Un asqueroso enfermo maricón que cuánto apuesto se prostituyó para no morir de hambre todo este tiempo! —le gritó mientras le jalaba con más fiereza. Las lágrimas de Bill afloraron silenciosas de sus mejillas—. ¡Lo sabía! Te quedas callado porque es verdad, muerdealmohadas de mierda, ¡debiste haber sido una jodida paja mía!
Bill se removió con más fuerza y le golpeó el brazo como para le soltase.
—¡A mí no me vas a pegar! —soltó Gordon mientras le daba un golpe tan fuerte que le hizo tambalearse y girar el rostro.

“No estoy aquí, no estoy aquí, no estoy aquí”, recitaba mentalmente como cuando aquellos amantes de una noche lo penetraban con violencia y sus asquerosas manos le recorrían el cuerpo.

Gordon siguió golpeándolo al punto de hacerlo caer y aovillarse. No intentaba defenderse por más que sabía hacerlo, no por nada había estado en una jodida escuela militar con una manada de mastodontes más grandes que él que intentaban golpearlo e incluso violarlo como a los otros, solo por el placer de hacerlo, de sentirse dominantes.

“No estoy aquí, no estoy aquí, no estoy aquí”

Nadie lo iba a salvar, como siempre, iba a estar solo, como siempre, porque él era un monstruo, era una simple cosa sin valor que todos podían hacer de Bill lo que quisieran para su beneficio porque no era nadie. 
¿No había sido así siempre?

No sentía dolor. No ahora. Solo percibía el viento frío del claro a donde iba a esconderse. A él no lo estaban golpeando, porque Bill solo tenía cinco años y era su madre la que estaba siendo maltratada a manos de ese hombre, que intentaba defenderse con un palo de la silla rota que se había partido con el impacto de su cuerpo con violencia por el empujón de su padre, ella gritaba, que Gordon era un demente, y él le repetía que Simone no era nadie, solo una vil puta a la cual debió patear cuando estaba embarazada para que hubiera perdido al engendro que tenían ahora, que era la loca histérica que no sabía serle una buena mujer, una buena cocinera, una buena amante.

Bill no estaba ahí. Bill había aprovechado el momento para salirse por la puerta de la cocina y correr todo lo que le permitían sus piernecitas delgadas y había corrido tanto que le faltaba el aire y se sentía mareado. 
Había llegado a un lugar donde no había árboles y todo era pasto, estaba muy iluminado y podía sentir que tocaba el cielo con sus pequeñas manitas. Él quería estar arriba con las nubes nocturnas, perderse en la noche, ser una estrella más del montón para que así su padre no lo pudiese encontrar.

Ese iría a ser su lugarcito especial por siempre.


—¿No me vas a responder, Tom? Te lo vuelvo a repetir, ¿qué hacías besuqueándote con ese hombre? ¿De dónde lo conoces? ¿Te hizo algo más? ¿Te tocó donde no querías? —preguntó sin parar Anémona con el rostro entre espantado y enojado.
—Sí, me tocó el pene y me lo chupó porque yo se lo pedí —respondió Tom enojado, no sabiendo de dónde había sacado esas palabras y esa actitud, se cubrió la boca de inmediato, pero seguía enojado.
—¡¿Qué?! ¿Cómo es eso posible? ¿Desde cuándo están pasando estas cosas Tom Trümper?
—Ok, no me… hizo eso, pero ¡es mi novio! Tú tienes un novio, ¿por qué yo no puedo tenerlo? —contratacó. Novio, novio, novio, novio, la palabra se repetía en su cabeza y su rostro se enrojecía pareciendo más un tomate que un humano.
—¡Porque es mayor y y y y es hombre! ¡Tú también eres hombre se supone debes tener una novia no un novio! —barbotó su madre, sin darse cuenta que sus argumentos no eran válidos para Tom.
—Mira mamá, solo son cinco años de diferencia no es que fuera qué grande que digamos, y sobre lo que es hombre, pues pues —su sonrojo se acentuó, si es que eso era posible—, soy gay y eso no es malo, deberías saberlo mamá, es algo normal, Andy es gay también y… eso.
—¡Tú siempre has salido con chicas, hijo! Ese muchacho es una mala influencia para ti y Andy no es gay, solo es delicado.
—¡No es mala influencia! ¡Y me besé con él cuando tenía once años! Ya era gay para entonces mamá, y Andreas sí es gay mamá, si yo me he besado con mi novio, a él ya se lo han follado. —Anémona se cubrió la boca no pudiendo creer que su nene hablase así—. ¡Y no me mires así! No es como si fuese algo anormal, y si tú no respetas mi decisión nunca te lo perdonaré, no te pido que sonrías, solo que lo aceptes, porque sea Bill o no mi novio yo seguiré siendo gay y y y eso, así que no permitiré que me alejes de él.

Anémona no entendía en qué momento su pequeño retoño se había convertido en el hombre que tenía delante.

Ahora que no hablaban podían escuchar los gritos que estaba soltando Gordon. Anémona había entendido bien, ¿Gordon era padre de ese chico y ahora esos golpes sordos eran los que le estaba propinando Gordon a su propio hijo?

Tom entendió lo mismo porque corrió en dirección a la puerta para abrirla mostrando la escena de Gordon golpeando brutalmente a un Bill que estaba indefenso en el suelo. Tom quiso llorar y Anémona se cubrió la boca de nuevo no creyendo que su pareja fuese capaz de hacer eso.

—¡Gordon, suéltalo o ahora mismo traigo a la policía! —gritó Anémona. Gordon se percató de que estaba siendo observado y se detuvo.
—Pero amor, él estaba… estaba aprovechándose de tu hijo… y yo…—intentó justificarse.
—No hay excusas para que alguien sea golpeado de esa forma, lárgate de aquí ahora mismo y no quiero que te vuelvas a acercar a mi casa, a mí o a mi hijo, incluso a ese muchacho —amenazó Anémona—, que por si lo olvidas, es tu hijo.

Gordon empalideció e intentó acercarse a ella.

—Anémona por favor…
—No des un paso más o llamo a la policía —sacó su celular de su bolsillo y el hombre retrocedió.
—Cariño, no tienes por qué…
—¡Lárgate! —chilló Tom viendo aterrorizado cómo había quedado Bill después de la golpiza que había recibido y peor aún, cómo no reaccionaba. Tenía que acercarse.
—Oye mocoso malcriado a mí no me…
—Largo, Gordon. —Anémona marcó el teléfono en cualquier número para espantarlo, y Gordon huyó. 
Tom corrió en dirección a Bill y su madre lo siguió.
—Bill, Bill, despierta, Bill, reacciona.
—Creo que está en estado de shock, hijo —intentó consolarlo su madre pero Tom lloraba sobre el rostro inconsciente de Bill.
—Debemos llevarlo al hospital, hacer algo mamá —dijo Tom con el rostro descompuesto y las lágrimas surcándole las mejillas. Anémona acarició el rostro a su hijo.
—Por ahora hay que curarlo en casa, puede que se asuste al estar en un lugar extraño y el verte lo tranquilizará —masculló Anémona y junto con Tom metieron a Bill dentro de la casa, algunos vecinos que miraban por la ventana apagaron sus luces y se fueron a dormir.


—Prometiste que nada nos iba a alejar de nuevo, Bill, lo prometiste y hasta mi mamá me deja estar a tu lado, solo mírame y dime que todo estará bien, vuelve a llamarme Once, ¿sabes? Yo me hice las rastas porque así era uno de los chicos que te encerró ese día en el armario, pensé que él había sido con el que me habías confundido e infantilmente me hice las rastas para ser ese chico, aparte que dijiste que sería bueno hacerme algo en el cabello, como tú porque no te gustaba lo rubio que era. Y —le sonrió al rostro de Bill aunque seguía sin despertar—, si eso te sonó tonto, te sonará más tonto y cursi la razón por la que me hice el piercing, tú solías morderme ahí, en ese lado de la boca y quería algo que me recordase el que eras real, el que volverías, porque me lo habías prometido,  aparte de que el mismo día en que me dijiste lo del pelo mencionaste que me debería hacer un piercing si me quedaba cicatriz, ¿recuerdas cuando me mordiste tan fuerte que sangré? Uhm —acarició su mejilla con la contraria y se hundió en su cuello mordiéndose el labio.

No quería alejarse de él, su mamá le había curado las heridas visibles pero Bill seguía sin despertar y eso no hacía más que atormentar a Tom.

Recordó cómo lo conoció, desde el momento en que lo encontró con la pelota de uno de sus compañeros, todo ensangrentado creyéndole cuando le dijo que había matado a un niño, muy tontamente ahora que lo analizaba, y luego enterándose que se había peleado con uno de sus compañeros y por eso había salido golpeado y siendo sancionado sacándolo del salón por haber provocado el lío.

Y recordaba también su muñequera de púas y como esta le había espantado en su momento por los rastros de sangre, no sabiendo que con eso se defendía Bill de sus compañeros porque a veces se pasaban con él, debido a que si bien era uno de los más altos de la clase eso no era sinónimo de que fuese el más fornido, seguía siendo un flacucho ante la visión de los demás, muy pálido y enjuto, de aspecto enfermizo.

Claro, ahora era completamente distinto, tenía más color en el rostro aunque unas notorias ojeras, tenía mucho más desarrollada su musculatura y había crecido otro poco más, dándole un aspecto intimidante que ligado a su cabello largo y negro, que él mismo le había confesado que apenas consiguió dinero al salir de la escuela militar lo gastó en un tinte porque no toleraba a su propio reflejo al verse rubio y con el cabello corto a más no poder, y sus ojos fieros que ya no tenían rasgos de inocencia como en sus tiernos dieciséis ni sus facciones eran tan redondeadas, ahora las tenía más angulosas mostrando un Bill mucho más masculino y que provocase miedo, al menos en los demás, en Tom no, él seguía observándole como el chico de reacciones cambiantes que le regalaba dulces, que luego se enteró por su propia boca que lo hacía para no gastar dinero en mota, y que nunca lo lastimaría.

Casi sin notarlo se percató que había recuperado una de sus manías de pequeño, morderse la boca, y recordaba que lo había vuelto a hacer desde que recibió la nota de Bill, y también rememoraba lo mucho que le había sido difícil quitarse esa costumbre. Sonrió contra la piel del moreno y siguió llorando en silencio.

En definitiva Bill volteaba su mundo. Y no es que se quejase.


Anémona se limpió con el pañuelo las comisuras de sus ojos y después esnifó. Hacia mucho que no lloraba por un hombre, pero ahora no podía evitarlo, se sentía cruel por lo que había hecho.

No había permitido que llevasen a ese joven al hospital porque sabía que denunciarían a Gordon, no que ella pensase que regresaría con él, no después de haber visto de los actos brutales que era capaz, sino porque de todas formas no quería que lo perjudicasen de alguna manera.

Se preguntaba si acaso siempre elegiría a los peores hombres, aunque, debía ser sincera, su exmarido, Jörg no era uno malo, Anémona había sido la que había terminado por cansarlo al punto de que ni desease verla en pintura. Suspiró, quizá estaba destinada a estar sola, pensó con dramatismo.

El error se cometía una sola vez, se decía a sí misma, si es que Gordon volvía a hacerle algo a aquel muchacho ya no lo pasaría por alto. En ese instante se cuestionaba si había hecho bien en no llevarlo a un hospital, debido a que se había desmayado, no, debía estar bien.

…O de eso se quería convencer.


Tom se estaba desesperando. Cogió su móvil y marcó el número de Andreas, la mamá de su amigo era enfermera y podría ayudarle. Después de un breve saludo y pasar de las quejas de su mejor amigo, que le decía que un principio se había visto tentado a colgarle y no hablarle, pero que terminó pasándole con su madre al contarle que se trataba de una emergencia. Y luego le hizo caso, ubicando a Bill en el suelo, ya que le había dicho que había sido algo erróneo ubicarlo casi sentado, con las piernas levantadas por una silla. Los ojos caramelo de Bill hicieron que el corazón de Tom volviera a latir a un ritmo normal.

—Bill… —se limitó a decir. El mayor sonrió débilmente pero tras ello lo miró confundido.
—¿Quién eres? —soltó con voz pastosa.

Tom quiso lanzarse por la ventana o jalarse las rastas hasta quitárselas. Pero solo titubeó y creyó que el padre de Bill le había cagado, sí, incluso pensó palabras malsonantes, con ese comportamiento tan de neanderthal al golpearlo brutalmente. Quiso llorar, sin embargo, se mordió el labio inferior y miró en dirección a sus rodillas, y sus puños que se apretaban más conforme la impotencia le llenaba.

Echó la culpa a Gordon, a su madre, al estúpido coche que se había arruinado haciendo que esta conociera a Gordon, a todos. Todos tenían la jodida culpa, seguía pensando improperios que había escuchado decir a sus compañeros y visto en series de televisión, ¡era un jodido complot para que él no pudiera ser feliz!

Desde antes, con sus compañeros molestándolo, con la tonta psicóloga que lo separó de Bill, con sus padres divorciándose, incluso con Bill no regresando pronto siendo besado y tocado por esos hombres, uyy su mente había tomado un camino escabroso. Si Bill tenía el descaro de recordar a esos torpes y no a él, se enojaría mucho con Bill.

Frunció el ceño y se desquitó con sus pobres palmas al presionar sus uñas en ellas. Ya su boca le sabía a acero, seguro estaba sangrando. Se preguntaba cuánto había pasado con el rápido discurrir de sus pensamientos. Cuando volvió a ver a Bill, se le nublaron los ojos, lo veía tan lastimado y confundido, aún recordaba cómo estaba al abrir la puerta. No podía odiarlo, no podía enojarse con él por más que lo tildaran de débil. Ahí con el único que debería enojarse era con Gordon por haberlo maltratado al punto de hacerlo perder la memoria. Más le valía ir al hospital para ver qué tan grave habían sido los golpes. Esnifó por la nariz y notó que estaba llorando.

La expresión de Bill cambió pero no pudo notarlo al estar ya su visión borrosa por las lágrimas.

7 comentarios:

  1. NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!

    Que hijo de pu.... LO DEJO SIN MEMORIA!!!!
    NOOOOO no no no!!! Mierda cuando ya todo se veia bien NO!!!! dios amo la Fic amo TODO!!!
    TIENES QUE SUBIR EL SIGUIENTE POR FAVOR!!!!

    ResponderEliminar
  2. ¿Qué? No me digan que Bill perdió la memoria. Puto Gordon, ya estaba llendo bien todo... Me molesta, pero no puedo esperar para saber cómo sigue.
    Saludos Nadir. Espero con ansias el proximo~
    Me encanto.

    ResponderEliminar
  3. ¡¡Joder!! FUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU ¡Gordon hijo de puta! Cómo lo odio, todavía que no se ocupa de Bill se atreve a hacerle tal brutalidad. Se me hizo el corazón chiquito cuando lo estaba golpeando y Bill se repetía ''No estoy aquí'' Entiendo que haya sido difícil este capítulo.
    Si Bill perdió la memoria, espero que tampoco recuerde todo lo que tuvo que hacer para sobrevivir, que por lo menos recuerde poco antes de conocer a Tom (porque es obvio que no lo recuerda, para él, no lo ha conocido)
    Aish, ya quiero ver qué pasa después )=
    Está buenísimo este fic, siempre dejándome picada. Espero el capítulo que sigue, ojalá no demores mucho jeje. Pero no importa lo que tardes, yo estaré aquí esperando. Oh y me encantó el nuevo diseño del blog, la imagen principal está preciosa.
    Besos y abrazos!! <3

    ResponderEliminar
  4. Está bien... puedo perdonarle cosas a Anémona, sólo porque es una mamá paranoica y sobreprotectora... lo que no significa que voy a dejar de aborrecerla todavía, pero¡Mientes con todos los dientes, tú no tendrás hijos! D: No puedo creer que hayas engañado a Aliss de ese modo! DDD:
    Por otro lado, no sé si debería maldecir o no a Bill, así que esperaré el siguiente capítulo para poder despotricar a gusto en contra de alguien c:

    ResponderEliminar
  5. Si te soy sincera al empezar a leer Catorce estaba como: uhm :I en parte porque habian cambiado las cosas y en parte porque hacía mucho que no leía nada tuyo no conseguía encontrarle el punto, leía palabras pero me costaba sentirme como cuando leía Once en el otro foro. Debo decir que a partir del capítulo 4 y ahora con este esa sensación ha vuelto completamente. Me encanta volver a leer a Bill diendo esas cosas y siendo como es él y más ahora que se les ve como adolescente enamorados... Te felicito por eso y te agradezco que no hayas dado un giro tan radical porque de verdad que me gustaba tu historia y la seguiré leyendo pase lo que pase :)

    #Saludos y acostumbraré a comentar más a menudo ahora que retomé c: Cuídate <33

    ResponderEliminar
  6. Anémona...Te perdonó por ser protectora,pero te odio aun así!

    No pobre Tom,siento el dolor en mi, ¡no puedo superarlo!
    GORDON TE ODIO MALDITO IDIOTA!

    y esperaré con ansias el proximó cap:D
    Me pasaré a comentar ahora :D

    ResponderEliminar
  7. Neee, para que es uno de esos chistes de mal gusto de Bill. Seguro el muy gil se está haciendo el desmemoriado, pero en cuanto vea a Once/Catorce llorar así todo pobrecitu se le va a ir el alma al suelo por ser tan malo xD
    O eso espero D:
    Llega a perder la memoria en serio y me la corto, ah re que no tengo... ok, basta xD
    Maldito Gordon ¬¬ ¿cómo le va a pegar así? ¿cómo puede decirles todas esas cosas tan feas? ¡Es su hijo! Gil de mierda :@
    Y Simone, que se deje de hacer la loca choborra y que busque a su hijo si tanto lo quiere. Eso de andar dando pena por los rincones no me va. Además todo lo que le pasa lo merece, por haber sido tan mala madre con Bill. Si ella le hubiera dado tan solo un poquito de atención, si lo hubiera cuidado como es debido, su hijo estaría en casa sanito y feliz. Por su culpa Bill pasó por cosas horribles y ahora ella tiene el tupé de llorar... No la tengo enfrente que sino le doy una que...ok ok ok, creo que me lo estoy tomando muy personal xD

    En fin, me voy. Y espero que actualices prontito ^^ ¡Acordate de avisarme en face cuando lo hagas!
    Un abrazooote \(._.)/

    ResponderEliminar