Título: Narcisista artificial
Autora: Kasomicu
Resumen: Es posible amar a tu reflejo, y si este no lo es más con mucha más razón.
Advertencia: Narcisismo y frotismo. Ah, e incesto.
—Se ven bien —dijo admirando sus trenzas recién
hechas.
—Sí, se ven estupendas —secundó el otro que era
idéntico (realmente idéntico) a él.
—Duh, no lo preguntaba, lo afirmaba.
El moreno rió y negó con la cabeza. —Modestia, ¿qué
es eso?
—Exacto —asintió Tom.
—Y bueno, ¿ahora a dónde vamos? —preguntó el otro Tom.
—No lo sé. ¿A dónde quieres ir?
—¿Piensas lo mismo que yo?
—¡Zapatillas! No sabes, vi unas geniales, como para
correr, y también otras para escalar que me encantaron. Y sé que te enamorarás
al verlas —aseveró Tom.
—Ojalá sean tan buenas como las describes, aunque
conociendo tus gustos sé que las adoraré. —Salieron del todo de la peluquería y
se dirigieron a la segunda planta para ir a la tienda de calzados.
Habían salido desde temprano, les encantaba pasar
tiempo juntos, ya que no solo eran iguales físicamente sino también en cuestión
de gustos y carácter, y si bien para algunos aquellos significaría que chocasen
de alguna u otra forma, ellos se la pasaban genial. Era como tener al ser más
perfecto del mundo al lado, Tom sabía que era narcisista, y eso solo le
aumentaba el morbo a la relación que tenía con el otro Tom.
Básicamente se
resumía a ello, una relación por el físico, lo demás eran gollerías del asunto,
como que comprasen lo mismo y disfrutasen de ir a los mismos lugares.
—Son cómodas, prácticas y lucen genial. Me las llevo
—le dijo Tom al dependiente de la zapatería, el chico aún anonado frente a la
presencia de los jóvenes idénticos asintió como autómata y se llevó las
zapatillas.
—¿Y de aquí a dónde vamos?
—Ya pareces loro repitiéndome la misma pregunta, sé
paciente, aunque sé que te gustará —le movió las cejas seductoramente y Tom
sonrió.
—Ok, sorpresas.
…
La sorpresa no iba más allá de un baño en la tina
compartido y champagne. Pero esos detalles eran esenciales puesto que a Tom le
encantasen, cosas simples como esas, algo que ambos disfrutaban y que después
de que la copa cayera estrepitosamente al piso terminara en ambos saliendo de
la tina a pasos torpes y con las toallas mal ajustadas a sus cinturas buscando
no pisar los trozos de cristal.
—¿Qué se supone que estamos haciendo? —dijo Tom
entre risas mientras era tomado por la espalda.
—Estamos jugando, uhmn —susurró contra la piel del
contrario consiguiendo que se erizase.
—¿A qué jugamos? —preguntó con la voz más grave,
sintiéndose ofuscado por el deseo que iba recorriéndole el vientre.
—No lo sé con exactitud, iremos descubriéndolo en el
camino —respondió Tom para lanzar a su igual a la cama y quitarse la toalla
presuroso, dejando al descubierto su miembro rojizo y henchido de sangre.
—¿Es mi turno? —masculló Tom mirándolo con lascivia
mientras se tocaba su erección por sobre la toalla.
—¿Esperarás invitación alguna? —mencionó el moreno.
Los ojos de Tom brillaron en señal de picardía y con una sonrisa que señalaba
lo mismo se quitó la toalla y la lanzó.
—Ven —le
llamó y cuando lo tuvo cerca asió del cuello para luego comenzar a besarlo.
Sabía cómo rozar sus labios, sabía con precisión
cómo tocarle, sus cuerpos eran idénticos, sus rostros igual; cada cicatriz,
cada recoveco. El sabor de sus lenguas, incluso aquello era igual. La sensación
que le embargaba a Tom era como masturbarse, pero a niveles estratosféricos,
como una máxima masturbación, una apreciación de su cuerpo a otro estrato,
donde otras manos (que en sí no eran otras porque de ajeno no tienen nada) le
provocasen placer, otros labios que son sus labios al mismo tiempo le besasen y
le estimulasen hasta hacer su cabeza explotar de solo pensarlo.
—Eres hermoso —dijo un Tom.
—Tú también.
Comenzaron a empujar contra sí, haciendo chocar sus
cuerpos en sincronización para obtener un placer inesperado gracias a la
fricción. Ambos sudorosos armando un cuadro que a Tom se le hacía excitante y
deseaba que hubiesen espejos para apreciarlo desde todos los ángulos.
Siguieron meciéndose, en aquella danza sensual que
los acercaba al cielo, al cual sentían bajo las yemas de sus dedos. Ambos
querían gritar, desfogarse de toda esa tensión existente en ese instante.
Pronto iría a pasar los retorcijones en su vientre se lo avisaban, el sentir
apretados sus testículos también. Sus dedos de sus pies se estiraron y la
esencia blanquecina dio su aparición entre sus cuerpos.
—Mierda.
—Sí, mierda. Necesito fumar.
—Me traes un cigarro a mí también —pidió Tom. Su
igual asintió y se sentó en la cama comenzando a rebuscar en el cajón de la
mesilla. A Tom se le ocurrió cerrar los ojos para descansar un poco pero una
pesadez lo invadió al punto de no poder volver a abrirlos—. Ough. —Cuando lo
consiguió el ambiente era otro pero seguía desnudo, podía sentir el sol de la
mañana alumbrarle y unos fuertes brazos abrazándole en un gesto protector.
Miró al rostro del dueño de los brazos. El rubio que
roncaba y tenía legañas y barba incipiente. Bill. Su Bill de todas formas.
Había sido un sueño. El pecado culposo de Tom es que
era narcisista, a veces demasiado y
como si no fuese suficiente prueba el hecho de que se acostase con su gemelo,
porque lo de ellos no era algo físico aunque no habría porqué mentir, también
formaba parte importante de su relación, también tenía esa clase de sueños, en
los que en un mundo paralelo existía otro Tom y era su amante.
Rió ante la idea y abrazó a Bill, no estando
dispuesto a dejar esa cama así se hubiese despertado, porque si bien disfrutaba
de sus sueños, adoraba su realidad más que a nada.
o.o
ResponderEliminarEsto fue...¡Genial! me imaginé a Tom con Tom(?
xdd,me gustó mucho,es super :D wiiiiii -corré emocionada-,ahora sí puedo comentar:D ¡no más lectora fantasma!
Imaginándome a Tom con Tom... algo distinto, pero me gustó xD
ResponderEliminarLa escena me recordó al video Sober de Pink, donde ella está sobre una cama y con una chica que es ella misma.
:megusta: