Fanfic: Celos. Capítulo 3: Quince años.

Gracias a las que comentaron <3. Por cierto, quisiera saber si L, la que me comenta, la tengo entre mis contactos de facebook, porque me cae bien xD.

Y este capítulo es más largo. Más celos de Bill. Hablando de celos, me gustaría que si alguna vez lo han sentido me cuenten su experiencia, yo celo a mi ex, pero ella no sabe ._. es patético, y me sigue gustando Dx. En fin ehem. xD

Quince años

Hacía calor. Tomie estaba afinando su guitarra en la sala. Sus padres no estaban y Bill había decidido que era un día demasiado soleado como para siquiera moverse de su cama. A él le gustaban los días soleados, pero no encontraba otra buena excusa para mantenerse allí, soltando quejidos por el calor sofocante que lo abrumaba. Pensó en componer junto a Tomie, sin embargo, ella salía ahora más seguido y casi no se veían, eran prácticamente como extraños. Temía sentirse incómodo, es decir, era ella, su gemela, ¿cómo siquiera pensaba en que podría sentirse así? Si no se paraba para comprobarlo al estar junto a Tomie se mantenía como una estúpida hipótesis suya.

Pateó el cubrecama que se había enredado con su pie. La tela cayó al suelo y eso lo obligó a que se sentase a recogerla. Suspiró, dejaría ya sus ideas raras y afrontaría la situación. Nada ganaba haciéndose dramas por ello, solía pensar mucho en vano.

Se peinó el cabello con los dedos y abrió la puerta después de tallarse los ojos. Tomaría algo de agua para despertarse del todo y luego se bañaría, evidentemente tendría que ver a Tomie al bajar las escaleras. Podía oírla desde arriba.

Caminó descalzo por los escalones y vio a Tomie sentada estilo indio en el suelo. Podía verle los hombros desnudos al traer una camiseta sin mangas, también notaba sus pechos al no estar sujetos en un sostén deportivo y al su ropa no ser tan ancha como lo era habitualmente. Recibió una sonrisa tímida por parte de ella y vio cómo posaba su palma sobre las cuerdas para detener el sonido.

—Hasta que te levantaste, marmota —chanceó Tomie. Bill se quedó contemplándola, el sol hacía que sus ojos brillasen en una tonalidad que no había apreciado antes. Se preguntaba qué había pasado con esa niña que se ensuciaba en el lodo junto a él en las luchas, esa pequeña que lloraba cuando le enceraban las rastas y había jurado ser diferente al resto de chicas, por ser muy femeninas y antipáticas. Tomie era femenina, a su forma pero antipática no, su hermana le caía bien, dentro de todo, así luciera diferente seguía siendo la misma por dentro, la que él quería más que a nada—. ¿Qué tanto me ves, eh feo? Yo ya desayuné, porque sabía que esperarte sería morir de inanición, pero si quieres puedo acompañarte.

—¿Mamá nos dejó algo preparado? —preguntó saliendo de su ensimismamiento. Tomie arqueó una ceja y bufó.

—¿Hablamos de la misma madre? Jo, coge tu bol y sírvete cereal, que eso he hecho yo —indicó Tomie mientras se levantaba y dejaba su guitarra a un lado. Bill asintió y se dirigió a la cocina.

La rubia bostezó y se acomodó en la silla. Bill la observó de reojo, se daba cuenta que podía pasársela así durante mucho tiempo ininterrumpido sin aburrirse, como si fuese a descubrir algún nuevo lunar que le saliese en el cuello o pudiese ver algún trozo de piel en un descuido, se sentía extraño por eso. Él era su hermano, los hermanos no se veían de esa forma, ¿no? Tragó saliva mientras cerraba la caja de leche y sacaba la de cereales.

—Uhm, Tomie, ¿puedo… preguntarte algo? —Tomie frunció el ceño.

—Depende… si piensas obligarme a maquillarme es un rotundo no. Ya sabes que prefiero lucir una ‘belleza natural’ como diría Georg —dijo Tomie medio en broma medio en serio pero con una sonrisa en el rostro. Bill negó—. Oh, ok, escúpelo.

—¿Con quién has estado saliendo estos días? ¿Es… un amigo o algo? —preguntó.

Tomie enrojeció de repente, abrió y cerró la boca para luego lamerse los labios por el nerviosismo.

—Bill, uhmn, ¿prometes no decirle a mamá después de que te cuente? Es que la conozco y sé cómo se pondrá si es que se entera y no quiero que nada cambie —pidió. Bill sintió un mal sabor de boca, sin embargo, asintió. Tomie sonrió de nuevo, con las mejillas encendidas—. Estoy saliendo con alguien.

Crick-crack.

Bill sintió algo romperse dentro suyo al escucharla decir eso. Y lo único que se le ocurrió hacer fue sonreír, como un completo idiota que prefería verla feliz.

—Joder, que me da pena contarte esto pero somos gemelos y… ya no me aguanto. Es Andreas, ni se te ocurre decir que es gay o algo así, yo también lo pensaba, sin embargo, resultó que era bisexual y mierdaaa. Besa como no sabes —se mordió el labio mientras miraba a un costado recordando, la sonrisa de Bill se congeló—. Es… whoa, así WHOA, hay más confianza con eso de que hemos sido como hermanos al conocernos desde pequeños, entonces no tengo que fingir o avergonzarme de algo o siquiera que haya esa etapa de conocerse antes de ir a la mera acción, tampoco es que quiera ser una fácil como las tías que se levanta Georg en los conciertos pero… ¿sí me entiendes, no? Ah, no sabes qué bien se siente.

Tomie se apoyó contra la silla con una sonrisa soñadora en el rostro. Bill deshizo su gesto y apretó sus puños.

—¿Te has acostado con él? —cuestionó intentando no sonar rudo.

Tomie negó y rodó los ojos. —Todavía no, no seas tonto. Lo máximo a lo que hemos llegado habrá sido a tocarnos por encima de la ropa y eso —confesó mientras se alzaba de hombros. Bill sintió arcadas al imaginarse aquello.

Quiso tener a Andreas frente a sí y golpearle, golpearle hasta que el rostro se le llenase de marcas que le recordasen que debía mantenerse alejado de su hermana.

—¿Estás enamorado de él? —interrogó, esta vez con la garganta hecha una nudo. Tomie le miró extrañada.

—No, solo me gusta.

—Tengo que salir —avisó para luego levantarse de la mesa y lavar su bol.

—¿Te acompaño?

—No —respondió casi a la defensiva. Se secó las manos y se dirigió hacia su habitación.

Tomie le observó irse con cierto deje de preocupación en su rostro.