En fin, dejando de lado mi gayness cof cof. Este fic lo hice para el Primer Rally Twincest de un blog. Inicialmente iba a ser un oneshot, pero como me gustó la idea, la desarrollé y salió un minific de tres capítulos y un epílogo. Estoy editándolo para quitar ese molesto calificativo que usaba en entonces (pelinegro, eww). Y bueno eso. Sé que algunas odiarán a Tom, pero deben comprenderlo, tiene una jodida fobia.
Título: Colores.
Autora: Kasomicu
Clasificación: NC-17
Género: Humor.
Resumen: Colores llamativos le gustan a Tom, y Bill aprende a cogerles un cariño especial
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen (Sino jugaría con ellos a las Barbies tan genial tener mi propia Barbie hiphopera y mi Ken gato ejem…). Pero la trama y demás sí. No se busca ofender con esto.
Capítulo 1: Magenta
Magenta,
de ese color era pañoleta que había comprado en el bazar, frente a los ojos
atónitos de su madre. Esta le reclamaba lo inadecuado que era ese color para un
varón, a él le iba y le venía lo que le dijese. Eran sus asuntos, y los de Tom,
el cual prefería los colores llamativos, a diferencia suya que había
desarrollado una afición acérrima a las prendas oscuras, para todo, desde
camisetas, hasta ropa interior.
Había
decidido acompañar a su madre a las compras sólo con la intención de comprar
aquella prenda. Conocía con certeza el camino que tomaba su progenitora para ir
al súper. Para evitar fallos, la había incluso seguido un par de veces antes de
acompañarla con su previo conocimiento. Al ir de compras, se detuvo frente al
bazar y avisó que iría a comprar esa pañoleta. Simone le siguió el paso,
sorprendida de lo poco que había tardado en el elegir algo, y que no fuese en
el sitio a donde se dirigían. No que Bill planease llegar allí de todos modos.
Bill
se acercó a pagar y regresó donde ella. Ella asintió por inercia y salieron del
lugar, prefería no preguntarle mucho a sabiendas de que no se enteraría de nada
y, por el contrario, se formaría más preguntas.
En
medio del camino, Bill se dio golpeó su frente, murmurando como mantra ‘Idiota,
idiota’. Su madre se giró en su dirección, dudando si preguntarle o no. Estaba
exasperándose, en especial por la escena que estaba armando en la calle.
—¿Qué
te pasa? —masculló Simone entre dientes, mirando de reojo a las personas,
imaginándose lo que estas podrían estar pensando de ella y la ‘escenita’ que
estaba armando su hijo.
—¡Mi
tarea! ¡Olvidé hacerla! ¡Joder! Mañana tengo que entregarla y sé que ese
profesor hijo de puta no tendrá consideraciones conmigo sino la presento…
¡Mierda! —gritó Bill.
Simone
lo miró boquiabierta y con el rostro comenzando a coloreársele.
—Vete
a la casa. —No se necesitó más que oír esa voz turbada por la furia para que
Bill se fuese de allí.
Cuando
estuvo lejos de la visión de su madre. Sonrió de lado.
—Estúpida.
…
—¿No
podías ser más estúpido?—mencionó Tom con la pañoleta en mano.
—¿Y
tú no podrías ser menos marica y dejarme besarte sin tenerme asco?—contraatacó
Bill mientras se cruzaba de brazos y soplaba para ahuyentar a su mechón que
volvía obstruirle la visión.
Tom
se sonrojó y miró a un lado, apretando a la prenda de seda entre sus dedos con
la misma fuerza que lo hacía con sus labios.
—No
es asco, es solo que la saliva en mi boca…—se removió en su sitio frente a la
sola idea. Y que realmente solo era una idea, porque nunca antes había besado a
nadie, o mejor dicho, ‘realmente’ besado, ya que los besos que se daba con su
hermano no pasaban de un breve roce de labios.
Y
aquello hubiese bastado. Si no fuese que Bill había perdido la paciencia y
ahora prácticamente le exigía uno de esos besos, con lengua, dientes y
principalmente, saliva. Tom se había rehusado a tomarle en serio. Alegando que
eso era de mayores, hasta que Bill vio a sus compañeros hacerlo. Y ahí acabó su
posible excusa.
Miró
de nuevo a la prenda que había situado en su regazo. Tenía un color llamativo,
muy parecido al fucsia, pero agradable a la vista. Negó con la cabeza. No iría
a convencerse por medio de un color… no que tuviese otra opción, él mismo había
dicho —sin verdadera intención de ser tomado en cuenta—, que si Bill quería
besarle, pues tendría que buscar algo para que no se rozasen en sí.
El
pez moriría por su propia boca.
Bill
se sentó a su costado y puso instintivamente una mano en la nuca del otro,
acortando la distancia entre sus rostros. Tom puso ambas manos sobre la boca
del otro.
—¡Espera!
Déjame ponerme esto…
Bill
bufó y le ayudó a hacer un nudo a la altura de las rastas de su hermano, para
mantener cubierta toda la zona de boca.
—Terrorista
—dijo Bill mientras soltaba una risilla. El mayor rodó los ojos—. Ok, ¿me
dejas…?—dejó la pregunta en el aire a la espera de que Tom le respondiese con
un gesto aprobatorio.
Tom
sintió su corazón acelerarse y asintió levemente.
Bill
apoyó sus manos sobre los hombros de su gemelo y se acercó más a su rostro,
hasta tenerlo a escasos centímetros del contrario. Lo miró a los ojos, viendo
cómo un brillo extraño rasgaba en ellos... tragó saliva y sintió cómo sus manos
le sudaban, cerró los ojos y plantó sus labios sobre los de Tom, sintiendo la
suavidad de estos a través de la tela.
Quería
explorar más su boca. La ansiedad que le carcomía había vuelto con mayor
intensidad, y pasó con torpeza su lengua por sus labios, delineándolos con
curiosidad, con los ojos entre abiertos que observaban atentos a las reacciones
de Tom; su sonrojo imposible de ocultar y su ceño fruncido, se negaba abrir sus
ojos.
Estaba
humedeciendo ya la pañoleta, con temor a que Tom detuviese el contacto, pegó
sus labios de nuevo, cerrándolos y abriéndolos sobre él, colando su lengua
entre sus pliegues forzando a que más tela ingresase en la boca del de rastas,
pasó con cuidado la lengua por el paladar del otro, haciendo sentir en claro su
piercing en la lengua y Tom se quejó. Lo que Bill no supo es que si fue por el
gusto, o por molestia. De todas formas se alejó después porque terminó siendo
empujado.
Tom
se quitó la pañoleta de forma precipitada y la lanzó a un costado de la cama. Con
las mejillas encendidas, los ojos brillantes y la mandíbula tensa.
—Esa
cosa no sirve para nada, sentí toda tu baba en mi boca —se quejó Tom sin
atreverse a mirarle a los ojos.
Bill
no dijo nada, sujetó su laptop y se fue a su habitación, haciendo sonar un
reverendo portazo a su salida.
Tom
pasó su palma por sobre su ingle. Le había gustado demasiado el beso, más de lo
que se atrevería a confesar. ¿Su ‘fobia’ a la baba? Se había esfumado junto con
la sangre a dirección sur.
Tenía
que deshacerse de ese problema antes de que viese a su madre o ésta entre
abruptamente a su habitación. No iría a tocarse, no sabía cómo y le daba asco
lo que podría resultar de aquel experimento.
Miró
a un costado. Ahí estaba su portátil, lo puso sobre su cama y lo prendió de
inmediato, San Google disiparía sus dudas, y si no… en el camino acabaría
bajándosele.
…
Bill
decía entre dientes todos los improperios que, a sus cortos catorce años, había
podido aprender. Por ese instante odiaba a Tom. Lo detestaba por ser tan nena a
veces, sin embargo, también se odiaba a sí mismo, porque lo que le había dicho
Tom hería su orgullo, lo hacía sentirse inseguro. No besaba bien, no lo
suficiente como para que su hermano se olvidase del asco a la saliva y se dejase
llevar.
Se
acomodó los cascos escuchando Boulevard
of the broken dreams mientras encendía su correo. Quería distraerse, quizá
podría acosar a Andreas solo para pasar el rato. Descartó la idea al recordar
que era la promoción de su hermana y él no estaría en casa. Bufó y buscó en el
buscador algún manga que leer.
Tragó
saliva cuando vio a una de esas colegialas típicas del anime. Solo en ese
momento reparó en el calor que había pasado desapercibido por su cólera tras el
beso. Miró a ambos lados como temiendo ser descubierto y siguió viendo la
imagen.
…
Tom
se sentía estúpido por aún no entender su laptop. No comprendía por qué su
correo se prendía apenas él encendía la computadora. ¿Es que acaso tenía vida?
Las
ventanillas de las conversaciones comenzaron a salir. Se arrepentía de agregar
a personas que ni reconocía por el nombre, y peor, que no estaba en condiciones
de hablarles. Cerró todas las charlas sin siquiera responder al saludo, y abrió
el navegador. Su problema seguía palpitando en sus pantalones.
…
Bill
se puso como ‘desconectado’ en su correo para
no ser molestado mientras se pasaba los dedos por sobre el pantalón y
seguía mirando las fotos de esas colegialas. Con un siseo, abrió un botón de
aquella prenda que tanto le estorbaba cuando sonó el tono de una conversación
abierta, era Tom.
El
moreno lo maldijo de nuevo y optó por no responderle, se supone que estaba
desconectado entonces no había forma que Tom lo confirmase.
Ahora
iba bajando su cierre, cuando de nuevo sonó el tono molesto ese que no había
desactivado por pura pereza. Abrió la ventanilla notando con vergüenza lo que
decía: ‘Sé que estás ahí, por si no lo recuerdas, imbécil, tienes una opción
donde el resto puede ver lo que escuchas y así estés como desconectado veo en
letras azules que escuchas Green day’.
Bill
quiso golpearse a sí mismo. Desertó de su idea de masturbarse, al menos por
ahora y se dispuso a responderle, preguntándole qué es lo que quería. Tom le
explicó que el navegador no le permitía entrar a Google. Bill rodó los ojos, y
le explicó lo que tenía hacer, pero no entendía. Le dijo después que entrara al
cuarto con su portátil y que le explicaría, y le respondió que no podía salir
de su habitación.
Como
él tampoco iría a hacer eso, dio clic a la opción vídeo llamada, donde le
explicaría con palabras habladas y mímicas, lo que tendría que hacer. Por más
absurda que sonara la situación en sí.
Cuando
Tom aceptó. Estaba notoriamente nervioso. Bill aún estaba algo resentido pero
no lo hizo notar.
—…
y no trata de algo fuera del otro mundo, solo debes actualizar presionando el…
—sin tener la intención inicial de verle los pantalones a Tom, Bill lo había
hecho, interrumpiendo sus instrucciones y frunciendo el ceño de inmediato—.
¿Estás excitado?
El
rostro de Tom pasó por varios matices de rojo y negó con la cabeza. Bill se
acomodó de tal forma que Tom pudiese verle los pantalones y notar que no era el
único.
—¿Has
estado viendo porno, uh? —preguntó Bill con voz ronca. Tom volteó el rostro.
—¡Por
supuesto que no! —chilló—. ¿Qué me crees?
—Un
crío con las hormonas a flor de piel, nada más que eso… ah sí, un bastardo que
finge que no le gusta algo cuando al final termina con un empalme por solo un
besito —chanceó Bill con un tono de malicia. Tom hizo amago de cerrar la
conversación—. Hey, no te he terminado de explicar…
—Tú
solo te estás burlando de mí y me muestras que también te has excitado, eres
estúpido —se quejó Tom, aún no dando por terminada la conversación.
—Mira,
sé que no querrás venir acá y yo no iré allá, tengo una solución a tu
‘problema’ y te la diré si te interesa, eso claro, con una condición —advirtió
Bill con un brillo extraño en los ojos.
Tom
lo observó desconcertado. No iría a tocarse, eso lo sabía Bill. Ahora se sentía
tan caliente que no le importaba nada, curiosamente la charla con su hermano no
amedrentaba su excitación.
—Ok,
dilo.
—Quiero
mirar —masculló Bill mientras se pasaba la lengua por su labio inferior. Tom
tragó saliva, empezando a arrepentirse.
—¿Qué-qué
debo hacer?
—¿Recuerdas
la pañoleta que te di? Tenla a la mano, también tu crema esa que te pones
después de bañarte. —Tom no esperó más y fue por lo que le indicó su hermano, no
molestándose en mencionar que no era cualquier crema sino humectante para que
la piel no se le pusiera tosca.
Se
acomodó como sea sobre la cama, Bill le indicó lo evidente. Había dicho que
quería mirar, así que cambió su posición poniendo el portátil entre sus piernas
mientras obedecía a lo demás, que incluía bajarse los pantalones.
—Te
repito, Bill. No me tocaré el… tú sabes—recalcó.
—Y
no he dicho que te lo toques… agarra la pañoleta y ponle la crema—indicó.
Tom
siguió la instrucción y siguió sin entenderle el punto. Bill dijo que
necesitaba bajarse los bóxers, Tom hizo caso sumamente sonrojado por cómo se iba
tornando la situación y por sentir cómo le palpitaba contra su vientre.
Siseó
por el dolor. Bill le señaló la pañoleta y luego su miembro. El de rastas lo
miró interrogante. Su hermano rodó los ojos y se deshizo de las ropas también,
tomando el suyo entre sus dedos y masajeándolo levemente. Tom miró a un
costado.
—Haz
eso, pero con el… ough, la… cosa esa —mencionó Bill acezado.
Tom
asintió e imitó sus actos. Maravillándose frente a la nueva sensación, y no
pudiendo evitar sonrojarse al ver a Bill hacer lo mismo. Observar sus mejillas
pálidas teñirse de rojos, su respiración acompasada, y sus labios entre
abiertos, esos que ya había probado y los cuales eran los causantes de esto.
No
se tocaba, no se sentía a sí mismo y le era más fácil el movimiento con la
crema. Se sentía muy bien. En especial al no hacerlo solo, al estar haciendo lo
mismo y al mismo tiempo con Bill, hasta en ese instante unidos. Lo quería, por
su paciencia, por no mandarlo al demonio, por siempre estar disponible para él,
por entender sus silencios, y protegerlo durante ellos.
Lo
deseaba.
No
se imaginaba con alguien más, no se había sentido así antes, o cuando se
despertaba entre sueños así, era porque lo recreaba a Bill, en momentos tan
simples como darse un beso de buenas noches, o durante un abrazo que compartían
cuando aún dormían juntos. Lo quería todo con él, solo con él.
Sin
poder contenerse más, gritó su nombre cuando soltó su esencia. Bill lo hizo
después de Tom, no pudiendo tolerar escucharlo decir su nombre con esa voz y en
ese momento final.
Lo
veía tan frágil con la saliva escurriéndosele por la quijada y el pecho
alzándosele. Quería correr a su cuarto y abrigarlo, poner su oído sobre su
pecho hasta que se normalizase su respiración, pero se mantuvo en su sitio,
disfrutando de su propio clímax.
—Di-jis-te
que-e no me ensuciaría.
—Mentí.
Tom
cerró la conversación. Bill se puso contra la puerta que los separaba. Lo había
sentido tan cerca, y esperaría lo necesario para volver a sentirlo así, y
cuando Tom se sintiese seguro y no temiera más, estaría allí, dispuesto siempre
solo para él.
Wow, es increible, me pareció más intenso ese beso a traves de tela y ese..uhm acto, que cualquier escena erotica que haya leido :$
ResponderEliminarAdemas Tom me parece taaaaan frágil, a mi tambien me darian ganas de abrazarlo :L
Sube pronto y cuidate <3 Besos
Aww ese Tom es una ternura:3
ResponderEliminarme gustó ese beso y tambien la escena subida de volumen:D
yo adoró esa canción de Green Day,y se me hizo chistoso que Tom le dijiera eso XD
‘Sé que estás ahí, por si no lo recuerdas, imbécil, tienes una opción donde el resto puede ver lo que escuchas y así estés como desconectado veo en letras azules que escuchas Green day’.
Tom es taaan tierno,que Bill no aguanta violarselo XD
espero con ansias el siguiente :D
Saludos~
Yo me lo había leido en thf, pero lo hago de nuevo y es como si fuera la primera vez. Ese Tom tan marica xD Pero es una monada de nene *-*
ResponderEliminarTa quiero los demás colores, si no estoy mal está el Cian (QUE NO ES LO MISMO QUE EL AZUL, DUH -en palabras de este Tomi xD) Peri como amé el amarillo con todo y el impermeable y eso *w* Ya, mejor me callo~
Saludos!
:megusta:
ResponderEliminarMe encantó la situación, y como para todo lo que involucra contacto físico tiene que haber un intermediario.
Tom y su miedo a esos ''encuentros cercanos'' xD. No lo entiendo, pero bueno, alguna razón tendrá jaja. Supongo que se irá acostumbrando, ¿cierto?
Muy bueno =D
Besos y abrazos! ^^
Cuando leí que a Tom le daba asco la saliva me quedé de WTF? pero conforme más leía se me hacía algo muy...tierno (? me gustó mucho como ambos sin ni siquiera tocarse se podían dar mucho placer ~ <3
ResponderEliminarMuy bueno ^^