Capítulo
4: Tom (Catorce)
Se había despedido con la excusa de que tenía
deberes que hacer y el ruido que hacían los pequeños le molestaba, lo hizo a
sabiendas de que Bill no se tragaría el cuento pero accedería al verle su
rictus de incomodidad. Apenas salió de esa casa comenzó a correr como hacia
mucho no hacía, como cuando necesitaba esa sensación de que el viento se estuviese
llevando todas sus dudas e inquietudes a cada tramo, como cuando se iba al
claro en el bosque al divorciarse sus padres. Pero en ese entonces huía de
cosas… negativas, de los gritos que ya no eran más como esas discusiones
subidas de tono, sino esta vez tenían la intención de herir. Ahora huía de sus
sentimientos, aunque Tom sabía que era imposible conseguirlo; sin embargo,
deseaba escapar de esos deseos que se negaba a afrontar por más que no fuesen
recientes.
“Quizá en ello radica el problema”, pensó, “las
cosas no son más como antes por más que me intente convencer de lo contrario”.
Al tener once años era diferente, no había
compromisos de por medio, era básicamente un juego. Ahora… implicaba muchas
cosas, ¿dónde quedaba el chico heterosexual que era hasta antes que Bill
llegase? Y se volvía a preguntar por qué era Bill capaz de trastocar tanto su
mundo. Se tocó las sienes, no le gustaban otros chicos, suponía que sí le
gustaban las chicas, porque había estado con algunas y le gustaban lo suficiente
como para besarlas, aunque no lo suficiente como para tomarles importancia.
Qué demonios era lo que sucedía en su cabeza. Cuando
tenía once años… ese era el problema, ya no los tenía, y de alguna u otra forma
seguía viviendo a base de esos recuerdos, de las mordidas, los besos, las
lamidas, ¿estaría dispuesto a estar con Bill? ¿Lo suyo podía ser algo más que
amistad? Bill quería que lo suyo fuese algo más, pero…
Se jaló un par de rastas en señal de frustración y
se tiró en el pasto.
Miró al cielo con los ojos achinados. Necesitaba
pensar con claridad y lo único que tenía en la cabeza eran
los labios de Bill
cerca de los suyos, a un tramo de encontrarse. Se cubrió el rostro con sus
manos.
…
Anémona se quitó el abrigo y lo colgó en el
perchero, luego miró a Gordon y le sonrió, recibiendo en respuesta el mismo
gesto.
—¡Tom, hijo! ¡Vine más temprano hoy, baja! —gritó la
mujer no obteniendo respuesta. Frunció el ceño y subió las escaleras,
encontrando abierto el cuarto de su hijo pero, a la vez, vacío.
Sacó su móvil de su bolsillo y utilizó marcación
rápida para llamarlo, encontrando el teléfono sobre la mesilla de la
habitación. Bajó los escalones y suspiró.
—De seguro salió con una de esas chicas, pero quiero
decirle que ya estoy aquí. Mira la hora. Lo que no sé es cómo poder comunicarme
ahora que se ha olvidado su celular, podría llamar a una de esas chicas para
ver si está con él y que me lo pase pero no entiendo cómo funciona su móvil, el
mío es más básico. Ay, estos jóvenes con sus aparatos —mencionó Anémona. Gordon
rió.
—A ver pásamelo y te ayudo a buscar —ofreció el
hombre. Anémona asintió y se lo pasó.
Desbloqueó el celular y comenzó a buscar en los
contactos los nombres que Anémona le decía, pero en la agenda le llamó la
atención uno en especial “Bill”, al ver los datos del contacto encontró que la
foto del identificador de llamada era una en donde su hijo estaba en la cocina
de esa casa poniendo una cara graciosa.
—¿Sucede algo, Gordon? —preguntó Anémona extrañada
por la expresión en el rostro del hombre, sin contar que ya no tecleaba nada y
no le había dado respuesta sobre el número de aquellas muchachas.
—No, nada, nada —mintió. Bill conocía al hijo de
Anémona, eran amigos por lo visto y, principalmente, mantenían contacto. Eso
significaba que podría verlo e increparle por todos los sufrimientos que le
hicieron pasar a él y a su madre desde que se escapó.
…
—¿Qué pasó? Traes una cara, sin contar que tienes
algo de harina debajo de tu barbilla —mencionó Gustav apenas Bill entró en la
casa.
—¿Sí? —dijo intentando quitarse con desinterés la
harina del rostro—. Digamos que no tuve un buen día, Gus.
—¿Problemas con tu “amiguito”? —soltó el rubio con
evidentes ganas de molestar.
—Pues sí, exactamente eso fue lo que sucedió. La
cagué y no quiero que digas nada al respecto, Gustav. Iré a darme un baño. —Se
retiró tras lo dicho y Gustav se acomodó las gafas, dándose cuenta que ese niño
era más importante para él de lo que Bill demostraba.
Bill se metió a la habitación y casi como autómata
se preparó para ingresar a la ducha, estando bajo el agua intentó meditar sobre
los sucesos.
¿Estaba mal lo que él había hecho?
—Carajo, soy un puto loco. ¡Por supuesto que está
mal! Yo soy el único de los dos que se ha follado a hombres y él… sigue siendo
un niño —susurró entre dientes—. ¡Me dejé llevar! —golpeó la pared y luego se
apoyó contra esta, con el agua aún recorriéndole el cuerpo pero no pudiendo
calmarle los nervios que se tensaban por la situación que estaba atravesando—.
Soy un imbécil, deberé disculparme mañana.
Con ese pensamiento atravesándole la cabeza siguió
duchándose, rascándose la piel como si con aquel acto pudiese borrar todo lo
que había hecho.
…
Tom entró a su casa con nubarrones en la mente, y
justo después de hacerlo, recordó que por todo lo que pasó había olvidado
mostrarle a Bill dónde quedaban los departamentos del señor Zimmerman. Caviló
si aquello significaría más aturdimiento para él al tenerlo cerca, bufó, él
mismo se había alegrado con la idea de tenerlo cerca inicialmente.
—¡Tom! ¿Dónde estabas? ¿Por qué no llevaste tu
celular? Dios mío, lo que pudo haberte pasado, hijo —musitó la mujer con tono
de preocupación mientras acortaba la distancia y lo abrazaba.
—Mamá solo… fui al bosque, pero estoy bien. Aparte
no sabía que estabas aquí —se defendió Tom.
—¿Qué otras cosas haces en mi ausencia, eh? ¿Ya
comiste? Te ves pálido.
—Mamáaa —soltó Tom con fastidio. Gordon asomó el
rostro por el umbral de la cocina.
—Hola chico —saludó.
—Hola —respondió con cierta molestia en la voz—. No
sabía que él estaba aquí.
—Estamos saliendo, hijo. Sé amable —pidió—. Y no me
cambies de tema, prométeme que no andarás en el bosque, es peligroso, hay
animales por ahí que podrían morderte o algo.
—¿Te refieres a los conejos? Sí, de que podrían
morderme podrían hacerlo pero dudo que me lastimasen en sí. —Anémona se puso
las manos en las caderas.
—Ve a darte un baño y luego baja a cenar.
—Ya mamá.
…
Bill se puso a jugar con su celular a la espera de
que tocase el timbre de la salida. Estaba nervioso y necesitaba hacer algo para
que las ansias no lo carcomiesen.
Los chicos comenzaron a salir y Bill no se atrevía a
levantar la vista de la pantalla de su móvil. Se mordía la lengua incluso.
Esperaba que Tom se le acercase, con miedo de que quizá pensase que ejercía
algún tipo de presión en él si es que tomaba la iniciativa. “Esto es estúpido”,
pensó, “no debería ser tan difícil, es peor si le doy importancia al asunto,
con eso lo haría sentir más incómodo”.
Suspiró y se levantó del asiento, buscando a Once.
“No, ya no es más Once, debo convencerme de ello”, sentenció mentalmente.
Cuando lo ubicó, se acercó y al intercambiar miradas
ambos se sonrojaron.
—Uhmn, hey tú —saludó.
—Hola —respondió al saludo.
—¿Cómo te fue hoy? —preguntó comenzando a caminar
junto con él.
—Pues nada nuevo, clases aburridas y eso, avancé mi
tarea en el receso para tener tiempo y ahora sí enseñarte los departamentos del
señor Zimmerman —dijo Tom evitando la mirada de Bill al observar el piso,
apretando ligeramente la correa de su mochila.
—Uhmm… me parece bien, eh. Tom quería disculparme…
—¿Qué? —le interrumpió Tom con expresión extrañada.
—¿Qué dije? Aún no termino —mencionó con una
sonrisa.
—¿Cómo me llamaste? —Bill en un principio frunció el
ceño pero luego parpadeó e hizo una “o” con la boca comprendiendo.
—Te dije Tom, ¿por qué así te llamas, no? ¿O es que
te cambiaste de nombre en estas horas que no nos vimos? —chanceó.
—Tú nunca antes me has llamado por mi nombre —señaló
lo evidente. Bill asintió.
—Pero creía que era lo correcto, es decir, ya no
tienes más once años, ¿no? Por más que te siga viendo como un crío de esa edad
temeroso porque le devuelva la pelota ya… no lo eres más —lo último lo dijo
casi entre dientes mirando a un costado—. Por lo mismo yo… yo quería
disculparme, por lo de ayer, fue algo estúpido, impulsivo, por lo mismo
estúpido, siempre hago cosas como esas, no que siempre ande besando a gente,
sino que. ¿Me estoy haciendo líos, verdad? —preguntó mientras se rascaba la
nuca, Tom asintió con los labios hechos una línea fina—. Uhmn, lo que quería
puntualizar es que no me arrepiento pero a la vez sí por lo que sucedió ayer,
es decir, no me arrepiento porque sí quería besarte, pero sí me arrepiento
porque no fue la forma, aparte sería egoísta y no quiero obligarte a nada por
más que me muera por morderte los labios como cuando tenías once.
Bill se desesperaba por no saber lo que acontecía en
la cabeza de Tom. Vio cómo se mordisqueaba el labio inferior y se sintió
doblemente idiota por ponerlo nervioso.
—Hey, hey, no tienes que decir nada. No te estoy
comprometiendo con nada de esto, en serio —advirtió Bill sintiéndose culpable.
Tom negó con la cabeza.
—No, no es eso.
—¿Entonces qué es, Tom? Puedes decírmelo —instó.
—Es que… dijiste que para ti siempre sería Once y sé
que he crecido, que con eso y quizá también por el hecho de haber estado
distanciados muchas cosas han cambiado entre nosotros pero no quiero dejar de ser
Once. Ahora soy yo el que no sabe si se explica, eh… ayer, me quedé pensando en
las cosas que habíamos pasado, y he concluido que si bien las cosas han
cambiado, también mi visión sobre ti y y y ahora sé que tú-ú uh —el sonrojo que
tenía se acentuó—, que tú-ú me gustabas a los once y y y eso no ha cambiado.
¡Pero eso no es todo! Antes de que digas algo más, es… difícil de entender.
»No, de entender no, es difícil aceptar todo esto
para mí porque no te veía antes, y antes mi gusto era más platónico porque era
un criajo, en cambio ahora estoy más grande y ya sé lo que es tener un gusto
por alguien, sé lo que es tener novia y eso pero usualmente andaba con chicas y
no me ha gustado ningún chico entonces el que vengas y ¡bum! Fue como una
bofetada a mi realidad, a lo que creía que era, a lo que me había hecho creer.
¡Quiero seguir siendo tu Once! Pero no a pasos apresurados, yo-o soy muy
inexperto y me da… miedo. —Tom tomó aire después de su perorata y giró el
rostro notando que Bill había bajado el suyo hasta ponerlo a su altura y que
traía una sonrisa inmensa.
—Me equivoqué.
—¿Ah?
—Sigues siendo el mismo niño temeroso pidiéndome la
pelota.
Tom bajó la mirada y Bill lo sujetó por su brazo.
—¿Y ahora? —preguntó Bill para luego morderse el
labio.
—¿Ahora qué de qué?
—¿Ahora te conviertes en mi Catorce?
—¿En tu Catorce? —preguntó con una sonrisa.
—Sí, la combinación del Once que solías ser y el Tom
que eres ahora, uhmn —musitó Bill.
—Pues entonces sí, soy tu Catorce —farfulló Tom
sonriente—, aunque claro, si gustas puedes llamarme Tom.
—También —cedió Bill sonriente—. ¿Me permites
besarte? Prometo ser gentil, al menos la primera vez —soltó y Tom se sonrojó.
—Pero tengo novia —contradijo Tom con una sonrisa
pícara.
—No, no la tienes, y si alguna chica anda tras de
ti, me encargaré personalmente de que deje de hacerlo —advirtió Bill con mirada
amenazante—. Sigues sin responder mi pregunta.
—Uhmn, déjame meditar… —Bill lo interrumpió al
tomarlo por el rostro y besarlo, acariciando sus mejillas para luego hundir sus manos entre sus rastas,
jalando una juguetonamente y mordiendo su labio para después divertirse con su
piercing.
—Estoy pensando seriamente en volver a perforarme la
lengua, tendría más cosas con que jugar y creo que tú estarías de acuerdo,
podría enseñarte —masculló Bill.
—Lento.
—Oh sí, tenemos que ir de a pocos —musitó para
después morderle la mejilla—. Eso me lo debes permitir, lo hacíamos antes. —Tom
se sujetó la zona mordisqueada con expresión de asombro—. Y ahora debemos
apresurarnos para llegar donde los niños.
—Extrañaba tus mordidas.
—Lo sé.
—Qué modesto —mencionó Tom sonriente y Bill le guiñó
un ojo.
…
Tom traía una sonrisa boba en el rostro al regresar
a su casa, ya le había mostrado el departamento a Bill, y el señor Zimmerman
había estado más que gustoso de aceptarlo como inquilino. Lo tendría cerca, y
eso provocaba una sensación placentera en su vientre, como un cosquilleo, quizá
eso era lo que los demás llamaban “mariposas en el estómago”.
Se sonrojó ante la idea, eso era para chicas, y él,
a pesar de que le gustase Bill, no era una chica ni tampoco le gustaría
comportarse como una, ni siquiera se consideraba gay.
Bufó, prefería no atolondrarse con esas ideas aún,
de solo imaginar lo que pasaría cuando Andreas se enterase ya era suficiente.
Si es que su amigo iba a estar de ánimos de hablarle.
¿Cómo categorizar lo suyo con Bill ahora? ¿Qué eran?
¿Eran acaso…?
Se mordisqueó el labio inferior y abrió la puerta de
su casa, esperando encontrarla vacía, cortando la dirección de sus pensamientos
al no ser así.
—Hola Tom —dijo Gordon con una fingida sonrisa, Tom
correspondió al gesto con la misma apatía—. Tu mamá ha salido a comprar unas
cosas, de nuevo está temprano en casa, esperemos que no te metas en apuros
—sonrió intentando hacerlo sentir en confianza fallando en el intento—. ¿Cómo
te va en la escuela, tienes amigos?
—Sí —respondió ecuánime.
—¿Y fuera de la escuela? ¿Conoces muchachos del
barrio, uh? —preguntó otra vez, Tom se sintió algo incómodo por la insistencia
en el tema de los amigos, ¿es que acaso ese casi desconocido y ajeno a él le
interesaba su vida social? ¿Por qué? Tom pensaba que ni se le ocurriera
intentar llegar hacia su mamá por medio de él.
—Ehmn… sí.
—¿Y son mayores que tú? —Tom frunció el ceño, Gordon
soltó una risilla nerviosa—, solo me preocupo por ti. —Tom se aguantó las ganas
de rodar los ojos—. A veces juntarse con personas mayores es peligroso.
¿Qué insinuaba? Por un instante, a Tom se le pasó
por la cabeza que aquel hombre pudiera saber de la existencia de Bill, pero
decantó de esa idea al saberla absurda ya que no existía ninguna conexión entre
ambos.
Luego pensó que podría contárselo a su madre ya que
ese hombre no era de confianza.
—No, tienen mi edad —mintió. Gordon asintió
sonriendo con la sonrisa más falsa que pudiera existir.
—¿Así que son varios? —interrogó de cuenta nueva.
Tom se resistió a las ganas de responderle “a ti qué te interesa” y simplemente
bufó.
—Sí.
—Y, ¿cómo se llaman?
Tom arqueó una ceja preguntándose si en serio ese
hombre le hacía ese tipo de preguntas.
—¿Para qué quiere saberlo?
—Simple curiosidad, pequeño —le removió las rastas
en un acto que pretendía ser cariñoso o de confianza pero que solo hizo sentir
más incómodo a Tom.
—Ya llegué, hola cariño, ¿cómo te fue en tus clases?
—preguntó Anémona mientras Gordon la ayudaba con las bolsa del súper.
—Bien, lo de siempre, escuchar, escribir, dar oral,
típico de las clases.
—Ay cariño, te noto tan seco, antes me contabas con
detalles lo que hacías. Bueno, por cierto, tu amiguita esa, con la que saliste
el otro día ha estado llamándote insistentemente, ¿por qué no le devuelves las
llamadas? —acomodó las cosas en el aparador mientras hablaba.
—Porque no me gusta, mamá, ella es demasiado…
—Sí, vi cómo vino vestida el otro día, por Dios, fue
como sino tuviera dinero para aumentarle tela a su ropa. Las jovencitas de
ahora, pero encontrarás una, cuando tengas por lo menos treinta años.
—Mamáaaa —se quejó Tom porque no solo le hacía pasar
vergüenza, sino que había público presente es decir Gordon.
—Es que mi amor —se acercó a Tom y le tomó por las
mejillas—, yo solo me preocupo por ti. Eres aún muy chico para entender y
disfrutar a plenitud lo que son las relaciones, eres mi bebé todavía, algo
crecidito y que pronto me pasará en altura pero seguirás siendo mi bebé.
—Mamáaaa —se resistió a que le llenase de besos la
cara pero era demasiado tarde. Gordon se limitó a reírse y Tom se sonrojó.
…
Gustav trotaba en un solo sitio con sus baquetas en
mano cuando llegó Bill, se rió y Bill frunció el ceño.
—¿De qué te ríes? —preguntó extrañado.
—De la cara de imbécil que traes, ¿qué pasó? ¿Te
reconciliaste con tu amiguito o qué?
—¿Qué comes que adivinas? —dijo para tirarse sobre
el sofá con una sonrisa risueña.
—Como te dije, lo supuse por la cara de tarado que
llevas, ¿ya se dieron un abrazo y las manitas prometiéndose que no volverá a
suceder? —fastidió Gustav.
—No, aún mejor, nos besamos —confesó Bill. Gustav
dejó de trotar y le golpeó en la cabeza
con una baqueta—. ¡Ouch! ¿Por qué la agresión?
—¿Eres imbécil de nacimiento o te formaste así con
los años? —cuestionó Gustav con semblante serio.
—No tengo idea de a qué te refieres, ¿te has fumado
algo?
—No, el que parece que ha vuelto a fumarse porros
eres tú —acusó el rubio.
—Oye, más respeto, ya estoy limpio desde hace mucho,
o bueno, semanas —farfulló Bill.
—Entonces explícame por qué demonios andas besando a
un criajo —musitó Gustav.
—Hey, no es como si lo hiciese en contra de su
voluntad y aparte solo nos llevamos cinco años.
—“Solo nos llevamos cinco años” —imitó con voz
burlesca el de gafas—. Tú eres mayor de edad y él tiene catorce años, ¿no lo
ves?
—No, y si vas a molestarme al respecto mejor me voy
a dormir. Gracias por tu apoyo —soltó sarcástico y subió por las escaleras.
OMG OMG OMG OMG! Extrañé a catorce ;-; No dejes de escribir esta maravilla please! y...y...la próxima vez que nos veamos te invito caramelos de limón x3. Yumi xd
ResponderEliminarOhhhhhhhhhhhh, por tooooooooooodos los dioooooooooooooses. Extrañaba a estos niños, carajo, extrañaba un jodido mucho a estos niños. TSSSSK, ya quiero ver más progresos, coño, amo los progresos de esa relación~
ResponderEliminarNo desvarió más, porque me pongo mal cuando leo este fic xD
AHHHHHHHH!!!! >.< lendo =w= hace mucho que esperaba el capitulo 4 *o* no dejes de subir esta historia es muy buena :D
ResponderEliminar¡AL FIIIIIIIIIIIIIIN!
ResponderEliminarJoer, ya extrañaba esta historia, casha T_T,te meteré terrorsh para que publiques pronto el cap 5 >-<
Si!!! Ya había estado esperando este capítulo, me emocioné mucho con el beso, justo lo que quería que pasara :now kiss: xD =3 Waaaaaa qué hermoso!! Espero el que sigue =D
ResponderEliminarBesos y abrazos ^^
AKSFJSLKHGVKSLF HOLA, ME SECASTE, CHAU
ResponderEliminarAscanya
JODER!!!!!,muero muero muero, por favor sube el otro!!!!
ResponderEliminarAl fin puedo comentar~
ResponderEliminartuve que recordar en qué me había quedado del fic y es que cuando dejo de leer por mucho tiempo le pierdo la ilación u_u
Amé el beso correspondido y que ahora le dirá Catorce *-* ¿qué más pasará entre ellos dos? Espero no tardes en publicar.
Omg, amo a Gustav xD Tan genial, pegándole con la baqueta jajjaja.
ResponderEliminarTenías razón, este no lo publicaste en THF.es, o al menos yo no lo leí :D
Me encantó el cap, me encanta el humor que le pones. La mala onda de Bill pero que a la vez es juguetón, como sarcástico, no se jaja. Pero me gusta mucho la personalidad que le creaste.
Y Once/Catorce, estoy enamorada de ese nene tierno que no sabe cómo aceptar sus sentimientos, que los teme pero aún así permanece junto a Bill.
Ay, ay ay, el amor... :p
Por cierto, soy Marilin Liquitay o BitchUnleashed ^^
Me voy a leer el que sigue :D