sábado, 12 de marzo de 2016

Fanfic: Once versus Tom. Capítulo 8: Intercambio


Capítulo 8: Intercambio


Las pesadillas y terrores nocturnos habían desaparecido, el rezago de la relación con Bill, y los años de espera aún estaban ahí, sin embargo, solo dolía si pensaba en ello. 

Odiaba que las mariposas convalecientes aletearan en su vientre, justo donde tenía el tatuaje, haciendo que lo recordara cuando menos quería. Pero Bill era su pasado, y Luca su presente y futuro.

O de eso quería convencerse.


Con Luca fueron al claro, Tom quería saber cómo iba a reaccionar al ver ese hermoso paisaje. Quería tener recuerdos ligados a ese lugar que no fueran con Bill.

—Sí, es un sitio bonito pero, ¿qué podríamos hacer aquí? Sin contar que hay mosquitos y es molesto —dijo Luca—. ¿Puedes dejar de fumar, por favor?

Tom soltó el cigarro y aplastó la colilla con su pie.

—Hay muchas cosas que podemos hacer aquí.

—¿Con los mosquitos molestándonos con su ruido y picándonos hasta donde la espalda pierde su santo nombre? No lo creo, Tom.

—Arruinas la magia.

Luca lo miró y sonrió.

—Está bieeen, si quieres, hagámoslo aquí. Pero si me pican los mosquitos te responsabilizarás tú —dijo Luca.

—No se trata de eso, yo tenía alergia a los mosquitos y ahora no la tengo. El punto es que… no quieres hacerlo, y no quería tampoco tener sexo aquí. Lo que buscaba es… no sé, algo especial, leer aquí, escuchar canciones, jugar, qué sé yo —explicó Tom, Luca torció la boca.

—¿Leer aquí? No le veo el chiste, hay mucha luz, sí, pero no lo encontraría cómodo. ¿Escuchar canciones? Suena bien, pero no traje computadora o un iPod. ¿Jugar? Ya estamos grandecitos, ¿no crees? Mira, ese sitio es bueno para relajarse, sí, pero no para pasar una tarde aquí. Pero depende de cada percepción supongo, y si quieres podemos quedarnos.

—¿Sabes qué? Vámonos a mi casa.

—No te resientas, Tom.

—No, no te preocupes —soltó evasivo.


Tom estaba estudiando con Luca, y él en lugar de estudiar, estaba jugando con su móvil.

—Se supone que es trabajo en grupo, eh —mencionó Tom, Luca bufó.

—Tomi, te falta relajarte. Te tensas mucho queriendo ser el primero en todo. Es la universidad, todos aprenderemos, solo que a un nivel distinto —comentó
Luca, restándole importancia con un gesto.

—Bueh, pero no pondré tu nombre si no haces nada en el trabajo.

—Está bien, pásame la laptop.


Si bien Luca subió sus calificaciones no logró el mismo puntaje alto que Tom, por lo que Luca no iba a hacer los viajes internacionales, sin contar que Tom estaba interesado en hacer un intercambio en Francia debido a que allí habían museos de la ciencia de comunicación, y sus maestros le habían dicho que se desperdiciaría si se quedaba en Alemania a terminar su carrera.

Así que eran seis meses en un país donde no dominaba del todo el idioma y tenía que saberlo para poder comunicarse y dar las mejores exposiciones.

Era un reto personal que planeaba cumplir.


Encerronas en la biblioteca, noches sin dormir, leer libros que eran hasta tediosos y no por su grosor, sino por su contenido, el hecho es que se estaba matando estudiando, así nunca hubiera sido así ahora quería aplicar para el intercambio.

Cuando quería dormir, se ponía los cascos y subía la clase de francés al máximo volumen, para que mientras dormía absorbiera el francés de forma inconsciente.

También tenía que prepararse para el examen que daría, ese determinaría si él aplicaba al intercambio o no. Y el jodido examen era en francés, para variar.

Merde.

Sí, también había aprendido groserías en francés, aunque eso su madre no supiera por su salud mental. Rió ante su idea de rebeldía tan infantil.

No tenía tiempo ni para pensar en sí mismo, pero su madre sí lo hacía, por lo que lo obligaba a comer junto con Alina y Arabelle. Ellas se encargaban de jalarle de las cornrows para que él hiciera caso. Tenían poder de convencimiento.

En Francia, quisiera o no, tendría que hacer ejercicio porque estaba perdiendo su musculatura.


—Mamá, papá, tengo que hablar con ustedes —dijo Tom, luego de haberlos reunido.

—Dinos, hijo.

Tom se rascó la nuca y miró el suelo.

—Ustedes saben que estoy con muy buenas calificaciones en mi carrera…

—Y estamos orgullosos de ello —acotó Anémona sonriente, Alina también sonreía, al mismo tiempo que babeaba. Arabelle jalaba de la barba a Jörg mientras todo sucedía.

—Lo agradezco en verdad, y bueno, para mi carrera es muy importante el viaje que tengo que hacer ahora, y quería saber si ustedes me iban a dar el permiso, porque estoy interesado en hacer un intercambio, duraría seis meses, seis meses que estaría en Francia —explicó Tom, rogando internamente que sus padres aceptaran.

—El dinero no sería un problema —farfulló Jörg—. Pero no tienes familia allá, ¿cómo estarás tanto tiempo solo?

—Por el dinero ni se preocupen, yo aún tengo mis ahorros de las canciones que compuse. Sobre lo otro, pues íbamos a estar en una casa de familia de uno de nuestros maestros, ellos acogen a alumnos y pagándoles una cantidad, nos dan comida y habitación —explicó Tom.

—¿Pero te comunicarías con nosotros, no bebé? Porque sabes que nos preocupamos por ti. Sería una vídeollamada diaria, sin importar la hora —ordenó Anémona, Tom sonrió porque eso era un sí.

—Sí, sin falta, para ver a mis princesas —exclamó Tom, acariciando la mejilla de Arabelle y jugueteando con un mechón de cabello de Alina.

—Y a tu reina —bromeó Anémona en alusión a ella. Tom asintió.


Llegaba a comprender muchas cosas que sus profesores y compañeros en ciclos superiores le habían contado, como que se confundiría a hablar en alemán, inglés y francés. A veces se le escapaban ideas, e incluso pensamientos, en otros idiomas ajenos a su lengua natal.


—Tom, ¿por qué estás como zombi y casi nunca te veo? —preguntó Andreas.

—Porque estoy estudiando y preparándome para el examen para aplicar a un intercambio.

—¿Intercambio? ¿A dónde?

—Francia.

—Uhmn, ¿no será que quieres ir por Bill?

—No seas idiota —exclamó Tom, con el ceño fruncido. Tom no tenía ni idea de en qué ciudad estaba Bill, y tampoco quería averiguarlo, él estaba bien con Luca, bueno, no del todo bien porque chocaban mucho y básicamente solo se encontraban para tener sexo, y ahora casi ni eso porque no tenía tiempo.

—¿Y si te lo encuentras? —insistió Andreas. Tom rodó los ojos.

—Nada, lo saludaré quizá.

—¿De besito y metida de mano?

—Calla, tarado. —Rió Tom.


Era la salida, y Luca estaba de mal humor, pero Tom lo detuvo agarrándolo por la muñeca.

—¿Qué quieres? —inquirió Luca.

—¿Qué te sucede? Yo no te he hecho nada. Y quiero hablar contigo, ¿puedo?

—No tengo ganas de tener sexo ahora.

—Dije hablar, Luca.

—Lo siento, está bien, vamos a la cafetería.


—¿Qué? —exclamó Luca frunciendo el ceño.

—Lo que acabas de escuchar. —Tom lo miró serio—. Te lo estoy diciendo ahora por si ingreso, y para que no te enteres por terceras personas o leyendo la lista.

—Es más que obvio que sí ingresarás.

Tom se mordió el labio, sintiéndose culpable.

—Siento que nos hemos distanciado, pero quiero seguir contigo. Sabes que te quiero.

—Yo también te quiero, Tom, pero no sé si podremos seguir juntos. No se me dan las relaciones a distancia —confesó Luca—. Cuando empecé contigo, tenía la idea de que no viajarías y seguiríamos juntos así, pero son seis meses y no sé si pueda con eso.

—No quiero perderte. Me has ayudado bastante —dijo Tom, con su rictus descomponiéndose.

—No me perderás, siempre podrás contar con mi amistad. Pero solo eso. —Tom asintió, para luego soltar un suspiro.

Su camino a casa estuvo lleno de recuerdos, de cuando comenzó la carrera y Luca le hablaba con amabilidad, una que transmutó en un comportamiento poco tratable, pero que sea como sea siempre estuvo allí apoyándolo, curando sus heridas por más que no tuviese la obligación.

Le dolía, no era ese dolor abrumador que sintió con Bill, sin embargo, no por eso era menos importante (aunque sí lo era, si se sinceraba consigo mismo).


Tom se encontraba nervioso por el examen, era ese día y el hecho de haber tenido un sueño húmedo como que no ayudaba, porque tenía que haber dormido bien y en realidad tuvo dificultades y despertó con los bóxers manchados.

No tenía ni idea de cómo era Toulouse, pero precisamente el ambiente era lo que menos importaba en su sueño. Se imaginaba que la torre Eiffel estaba afuera. Cosa que no tenía sentido porque esa torre estaba en París. Sin embargo, por la ventana de ese cuarto de hotel se vislumbraba la afamada torre.

Y dentro tenía un paisaje más tentador. Era una habitación iluminada, con un millón de almohadas tiradas por doquier porque no querían que la cama estuviera ocupada por algo más que sus cuerpos.

Era Bill. Bill desnudo mostrando su esplendoroso cuerpo, sus velludas piernas e inmensos pies (Tom también tenía pies de payaso), lo imaginaba como cuando se fue. Cabello corto y negro, piercing en la ceja y un septum en la nariz, ojos maquillados y jodidamente hermoso. Solo para él.

Tom se lanzó sobre él en el sueño y se besaron como cuando se peleaban y se reconciliaban. Con pasión y mucho amor, como si no hubiera sucedido nada entre ellos. Como si Bill no se hubiera ido y le hubiera roto el corazón, con la misma inocencia y curiosidad de antes.

Pronto Bill lo poseyó, y él no opuso resistencia, porque era Bill y lo amaba más que a nadie, porque en otros brazos no sentiría nunca lo mismo que sentía con él.

Más que un sueño húmedo (que sí, se corrió), fue un sueño cargado de emociones y sentimientos que hacia mucho no atravesaban su corazón, sin embargo, estaban ahí, escondidos como las mariposas.

Suspiró y se alentó, él podría dar el examen, por más que lo de su sueño nunca se volvería a repetir.


Tom casi se desploma en ese instante. Había aprobado con una alta calificación el examen. Todo su esfuerzo tenía resultado y ahí estaba.

Era el primer puesto en los que aplicaban para el viaje a Toulouse, Francia. Sus compañeros y amigos de la universidad le felicitaron, él agradeció mucho. No se lo podía creer, pero estaba ahí y sus profesores leyeron orgullosos la lista. Ya tenía fecha para el viaje, sería el segundo día de enero.

Estaba emocionado, empezaría a empacar sus cosas.


—¡Wow! ¡No puedo creerlo, están aquí! —gritó Tom, Paul le sonrió junto con Anis.

—¿Acaso no creías que vendríamos a felicitarte, Tomate? —preguntó Paul.

—Es que aún no me gradúo. No creí que vinieran para felicitarme por mi intercambio, pero se los agradezco. Su presencia me hace muy feliz.

Anis se acercó y le dio la mano, pasándole dinero de esa manera disimulada, como normalmente hacen las abuelas. Tom se limitó a sonreír y vocalizar un “gracias”.



Tom estaba feliz de verdad, después de mucho tiempo, se sentía realizado y feliz con su vida.

Se permitió verse en el espejo confiado, con sus trenzas arregladas y largas, su expresión sonriente y ojos con ojeras, bueno, tendría que dormir mejor porque ahora no había examen, sin embargo, esperaba que no estuviera con esos sueños húmedos.

—Vamos, Tom, ya no tienes catorce años. Debes dormir bien y relajado, nada de despertarte a media noche con los calzoncillos mojados —soltó en voz alta, en la soledad de su habitación.

Suspiró.

—Bueno, una amiga nunca está de más.

Y para dormir a gusto, se masturbó, engañándose a sí mismo, diciendo que no pensaba en nada, cuando en realidad, tenía a un moreno en su cabeza, unos de ojos color avellana y piercings por doquier. Uno que seguía en lo profundo de su corazón dando por culo, sin decirlo literalmente (que también, pero solo en sueños).

2 comentarios:

  1. Bueno debo decir que este ha sido un buen capítulo, Tom y Luca ya no están juntos, pero es mejor, son amigos ahora.

    Y pues una aclaración, las historias buenas también tienen finales felices pero me refería a que no todo se arregla por arte de magia como yo desearía jajajaja

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