domingo, 27 de marzo de 2016

Fanfic: L'amour vrai attend. Capítulo 3: Nuevo por kasomicu

Bambi es él:


Capítulo 3: Nuevo 


Tom revisó su nube en la computadora, donde tenía todos sus archivos guardados por si su laptop o computadora se malograba. Ahí tenía documentos, archivos de la universidad, y sus historias, historias que no se las había mostrado a nadie. Se lo había mencionado a Bill, este le había dicho que existían plataformas para colgar historias en internet, que él entraba seguido a buscar cuentos para niños novedosos, porque Robbie se aburría con facilidad de los que ya tenía.

Plataformas para colgar historias, es decir, dejarlas en línea, pudiendo cualquiera copiarlas y simplemente leerlas sin darte nada a cambio, le parecía una relación tóxica, pero Bill decía que era una buena manera de hacerte conocido y hasta atraer a una editorial, así que aceptó.

Ahora se planteaba mejor el asunto, si bien le interesaba el estar detrás de las cámaras o ser un comunicador, también le gustaba la idea de estar detrás de una computadora escribiendo historias que llegasen al resto.

Tenía de varios temas, sobre suspenso, terror, comedia, las de romance aún le faltaba pulir, ¿sería porque estaba emocionalmente inestable en aquel instante?

—Escribe sobre nosotros —le había dicho Bill—. Sobre nuestra historia…

—No me gusta escribir en primera persona.

—Nadie dijo que lo hicieras.

Tom arqueó las cejas. —¿Entonces?

—En tercera persona pues.

—Me parece un tanto impersonal.

—¿Qué puede ser más personal que alguien que ve todo y lo narra desde atrás? Es pertubadoramente personal, como un voyeur —mencionó Bill, Tom se estremeció.

—¿Alguien que cuente nuestra historia como si fuera ajeno a nosotros?

—Sí.

Tom se mordisqueó el labio y lo besó, acariciando su barba de días de Bill. Sintiéndose tan en casa.

Y esa noche comenzó a narrar una historia con tintes cómicos de Tim y Will, y la tituló: El chico raro y Once.

Cuando colgó en internet el primer capítulo pues recibió varios comentarios. Algunos negativos, cabía decir, pero mayormente de homofóbicos. Bill le explicó que para eso se ponían las advertencias y no volvió a pasar.


—Así que… compusiste canciones sufridas por mí, ¿o me equivoco?

—Jodido Andreas y su bocota. —Bill rió.

—¿Y cuándo podré oírlas?

—Andi me mandó un avance que tenía y bueno, no le tomé importancia, pero si quieres un día lo escuchamos juntos.

—Suena tentador —coqueteó Bill. Tom le sonrió.

—Tenemos una gran tensión sexual entre nosotros, ¿verdad? Al punto que siempre nos mandamos indirectas y nunca terminamos en la cama.

Bill se carcajeó.

—Te lo concedo, me tienes en ascuas, espero eso se acabe pronto —mencionó Bill apoyándose en sus palmas y mirándolo.

Tom se acomodó el cabello detrás de la oreja y miró hacia la mesa.

—No sé, eso dependerá mucho de cómo te comportes… ya sabes, si te portas mal no tendrás tu recompensa.

—Uhmn, ¿sabes que es mejor cuando alguien se comporta mal, verdad? Si se comporta mal en las actividades cotidianas en la cama pues… será un mal chico, y esos, déjame decirte, son los mejores —soltó resuelto Bill.

Tom se relamió los labios y lo miró. —Prefiero que sean obedientes.

—Eso puede resultar aburrido, déjame decirte.

—¿Crees que puedas llegar a aburrirte de mí? —preguntó Tom con fingida inocencia.

Bill chasqueó la lengua y lo barrió con la mirada, para fastidiarlo. —No creo, eh.

—Dudaste —molestó Tom.

El teléfono de Tom sonó y él miró extrañado a quien lo llamaba, era Luca.

—¿Bueno? —saludó Tom, frunciendo el ceño, Bill lo miró interrogante.

Tom, hola. Disculpa, es que teníamos un proyecto pendiente, y sé que tú tienes ya tus notas, pero la profesora me dijo que me comunicara contigo y que lo terminemos para poder pasar el semestre —explicó Luca con rapidez.

—¿Eh? Pero, Luca, yo ya tengo mis notas. ¿O solo ese trabajo va para ti y quieres que lo haga por ti?

Esto…

—Ok, luego hablamos, Luca —cortó la llamada.

—Con que… ¿Luca te llama con regularidad? —Tom rió.

—¿Estás celoso?

—Sí, ¿está mal?

—Oye, oye, yo no soy quien te presentó como amigo dos veces —soltó con más veneno del necesario.

—Es que Robbie aún no sabe y tengo que explicárselo.

—¿Y tu amiguito del bar? —Bill rió con amargura.

—Aún no habíamos regresado en aquel momento.

—Pero… igual, yo no te negaré frente a nadie. ¿Ok? Y Luca es algo del pasado, no regresaré con él —le tranquilizó Tom.

—Demuéstramelo. —Tom lo miró con fijeza y luego se lanzó sobre él por sobre la mesa, sin importarle botar al suelo sus móviles y el centro de mesa.

Lo besó apasionadamente, sentado sobre su regazo, temblando por la excitación y premura. El manto de cabello negro cubría sus rostros. Robbie no estaba en casa, había salido con Simone y no volvería hasta la noche, así que la casa era para ellos dos hasta que anocheciera. Y sintieron que se les caía el cielo, cuando sus bocas se rozaron lo suficientemente como para intercambiar su aliento, saliva y caricias.

Bill acarició con saña el trasero de Tom por sobre la ropa, imaginándose la sensación que sentiría al estar dentro suyo, recordando sus sueños húmedos. Pero Tom tenía otro plan.

Se levantó de encima suyo, jalándolo por la camiseta, en dirección a la habitación de Bill. Cuando estuvieron en ella, aún estando de pie, Tom le siguió besando a Bill, tocándole por sobre la ropa, metiendo sus manos debajo de ella, acariciándole su vientre plano, quitándole su camiseta viendo sus numerosos tatuajes: uno en forma de un corazón humano en su lado izquierdo del pecho, uno muy extraño en su pecho, unas palmas pequeñas en el otro costado de su pecho (suponía que eran las de Robbie), y una sirena besando a una mujer en su hombro, sin contar el de boxeador y fantasma que tenía en su brazo, y claro, el Catorce en su antebrazo.

Luego mientras le besaba el cuello, le fue quitando la correa y bajándole el pantalón y bóxers, al mismo tiempo que le mordía la piel disponible bajo sus dientes.

Y se bajó a la altura de la entrepierna de Bill, el rubio quiso detenerlo, sin embargo, Tom comenzó a masturbarle mientras ponía su mejilla al costado de su miembro, viéndolo con mirada felina.

—Voy a comerte y tú vas a dejarte…

—Por ti dejo que me conviertas en huesos.

Tom rió y comenzó a engullirse la hombría de Bill, chupándola y succionándole con ahínco. Sintiendo el almizcle de Bill a cada lamida, jugando con la punta para enloquecerlo. Bill quería llevar el ritmo de las estocadas a la boca de Tom, pero este se lo impedía, así que simplemente lo penetraba mientras sentía cómo lo derretían con sus caricias. Bill quería verlo, y estaba haciéndolo, grabándose su expresión a cada minuto mientras chupaba su miembro como un helado, y pronto Tom acarició sus nalgas, permitiendo que un dedo travieso se perdiera entre ellas. Bill se espigó por la intromisión pero no hubo queja alguna, no es que Bill fuera virgen, solo que hacia mucho que no desempeñaba ese papel, y en general, hacia mucho que no tenía sexo. 

Pero era Tom, y con él, lo que fuera, total la idea no le disgustaba.

—Hay lubricante en el cajón —soltó con voz sofocada Bill. Se imaginaba Tom que lo usaba para sus pajas, porque si bien Bill no había tenido relaciones desde Tom, siempre se masturbaba.

Tom detuvo sus actividades, incluyendo la mamada, para ir en pos del lubricante, luego siguió embadurnando con su saliva el sexo de Bill y jugando con su agujero, ahora con dos dedos y una copiosa cantidad de lubricante.

Las piernas de Bill querían flaquear, Tom se percató de ello y lo lanzó a la cama, con medio cuerpo dentro y la otra mitad afuera, aferrándose con las piernas a la espalda de Tom, posando sus pies sobre sus nalgas.

Bill empezó a gimotear cuando Tom jugaba con la punta de su miembro por fuera de su hendidura, tentándole con el grosor, debido a que la parte más grande del pene era la punta y Bill quería sentirlo todo ya, incluso estaba botando preseminal de su miembro.

Pronto la hombría de Tom ingresó en el interior de Bill y Tom sintió que se iba a venir de solo sentir el calor que lo abrasaba. Estaba disfrutando del camino a venirse, no solo esperando correrse como había pasado con sus ligues y sus anteriores relaciones. 

Disfrutaba de ver a Bill estremeciéndose por las sensaciones, de masturbarlo, y sentir sus entrañas calientes albergando su pene.

El rictus de Bill estaba descompuesto y soltaba soberanos gritos, no de dolor, sino de placer, de un placer enloquecedor, que remecía su vientre y serpenteaba por su pecho implosionando allí. Dejaba que sus piernas se movieran solas mientras era penetrado, lo sentía tan adentro suyo, al parecer ya tenía experiencia en ese papel, porque lo estaba desempeñando de puta madre. Le dolió el que no hubiera tenido esa experiencia con él, sin embargo, disfrutaba a plenitud el sentirlo así y le animaba la idea que si bien no era el primero con quién había jugado ese rol, sería el último.

Se vinieron en un tiempo discorde pero seguido, el miembro de Bill explotó y eso hizo que su interior se contrajera y Tom se viniera con fuerza en su interior. Bill se mordisqueó el labio y lo vio como quien aprecia una joya.

—Joder, como amo tu cara de follador. Aunque me encanta más ver tu cara de recién follado —admiró Bill. Tom sonrió y se echó sobre Bill, dejándole besos en el cuello y un beso corto en los labios.

—¿No quieres verla ahora?

—¿Es broma, verdad? No siento mis piernas.

Tom se carcajeó y le dejó un beso sonoro en la mejilla.

—Te doy diez minutos —mencionó Tom. Bill lo miró con fijeza.

—Lo tendré en cuenta, no te eches para atrás.

Tom le guiñó un ojo.


Estaba hablando con su mamá por vídeollamada, cuando de pronto su móvil empezó a sonar, era Bill. Se mordisqueó el labio y miró a su madre por Skype.

—¿Algo de la universidad?

—Sí, y debo contestar ahora —se justificó, Anémona asintió y dio por terminada la llamada—. ¿Hola, amor? ¿Pasó algo?

—Sí, tengo un percance. Mi madre ha salido, Raziel está enferma y tengo una junta en la universidad. ¿Puedes cuidar a Robbie mientras tanto?

—Claro. Deja me visto y voy para allá.

—Te espero.


Bill le abrió la puerta a Tom y sonrió. Robbie apareció detrás de Bill con orejitas de Minnie Mouse.

—Hola, princesa —saludó Tom. Robbie le sonrió y negó.

—Yo soy un rey.

—¿No será una reina?

—Noup.

Bill sonrió a ambos y le dejó un beso a Robbie en su coronilla.


Con Tom fueron al zoológico. Robbie se emocionó con todos los animales que vio allí, y le contó un secreto a Tom, que ella quería tener un elefante.

—¿No querrás mejor un perro? —Robbie lo miró curiosa.

—¿Y puedo verlo desde bebé?

—Eh, no sé, supongo que sí, digo, en las tiendas o perreras hay cachorritos y ahí puedes ir a buscar uno y adoptarlo.

—¿Cómo a un bebé? ¿Tendría mi apellido? —Tom rió.

—No, los perritos no llevan apellido, pero sí, se adoptan como a un bebé porque son un ser viviente, que también siente y todo eso.

—Le diré a mi papi y a abu que quiero un perrito.

—Yo también quisiera uno, yo tengo hermanitas a las que les gustaría. Nunca he tenido una mascota —mencionó Tom, sorprendiéndose por el hecho.

—Entonces podemos ir por tu perrito y verlos —dijo Robbie.

Tom pensó en las repercusiones que eso tendría, adoptar una mascota y todos los gastos que tendría que hacer en alimento, vacunas, desparasitación, papeleo, su pasaje porque se lo llevaría a Alemania. Tendría que llamar a su madre… pero, ¿qué demonios? Si él estaba manejando su propio dinero al componer canciones, ya era mayor de edad, y si bien no se independizaba aún, de todas formas podía tener un perro.

—Sí, Robbie, vamos. Tendré un perro —lo dijo con determinación y Robbie sonrió.


Fue a la perrera y después de conversar con la asistenta, ella estuvo de acuerdo en que podía ver a los perros. Claro, le hicieron preguntas sobre si tenía dinero para mantenerlo, si tenía espacio, si así viajara se lo llevaría, si es que tenía una embarazada en casa igual se quedaría con el cachorro y todo salió bien.

A Robbie le llamaron la atención unas pelotitas peludas que eran unos bulldogs inglés que hacia poco habían rescatado de morir de frío abandonados en una caja de cartón. 

Actualmente eran alimentados con biberón y dentro de un mes ya podrían estar en su nuevo hogar.

Tom vio entre los cachorros a ver si le llamaban la atención, pero sus ojos se iluminaron cuando vio un perro cachorrón, es decir adulto con poca edad, que parecía un braco alemán de pelo corto. Solo que Tom no sabía de razas, y poco le importaba en realidad, él solo quería saber si aquel perro grande, porque no era del tamaño de un chihuahua ni mucho menos un yorkshire terrier, sino era tamaño de un samoyedo, grande, con ojos marrones inmensos, color negro en su mayoría y puntos negros por sus patas, que se notaban porque tenía blanco en esa zona.

Robbie miró curiosa al perro, el cual se escondía detrás de su comedero como si con eso pudiera desaparecer.

—Creo que tiene miedo —farfulló Robbie. La asistenta se acercó a ellos y lo miró con ternura.

—Él es Bambi —lo presentó la muchacha—. Quisieron enviarlo a dormir porque sus dueños lo abandonaron y es muy grande, en tamaño porque tiene tan solo un año. Es muy temeroso, no es agresivo pero por ser de raza grande da esa impresión. Se lleva bien con otros perros y gatos, pero aún no confía lo suficiente en un humano, parece que tiene antecedentes de maltrato por cómo actúa. ¿Estás interesado en adoptarlo?

—Sí, solo necesita mucho amor, supongo —explicó Tom.

—Sí, de hecho lo necesita. Es un caso especial, porque como siempre se aleja de los humanos, pensamos que no iría a ser adoptado, pero si estás tan dispuesto pues… está bien, hagamos el papeleo y nada, compras una pechera para llevártelo —comentó la chica, Tom asintió sonriente.


Parecían unos niños pequeños jugando en casa de Bill. Bambi resultó ser mucho más amigable una vez que estaba fuera de un kennel o jaula. Y botó sin querer a Robbie un par de veces, pero era para darle abrazos y lamidas de agradecimiento, y con Tom, bueno, se comportaba como un bebé engreído, llenándolo de lamidas en agradecimiento y apoyando sus patas delanteras sobre él, parándose en dos patitas.

—¿Tú crees que a mi papi le guste tu perrito?

—No lo sé, nunca lo he visto interactuar con animales.

—Bambi no es un animal, es un bebé grande —soltó Robbie resuelta.

Tom asintió sonriente.

Bill entró a la casa y fue recibido por el abrazo efusivo de Bambi.

—¿Qué demonios…?

Robbie y Tom se carcajearon al ver a Bill en el suelo porque había caído cuán largo era al piso.

—Bill, él es Bambi, Bambi, ya conoces a Bill. —El perro dio un ladrido mientras movía la cola.

—No entiendo, ¿de dónde lo sacaron? —preguntó Bill confundido, acariciando con cuidado a la cabeza del can.

—De la perrera, Robbie y yo hablábamos sobre mascotas y su deseo por tener un elefante como una, pero pensé que yo nunca había tenido un perro y bueno, quise adoptarlo —explicó Tom, ayudando a Bill a levantarse.

—¿Papi, nosotros podemos tener un perrito así?

—Es muy grande, amor, tenemos patio, pero no sé si pueda.

—Hay unos chiquititos en ese sitio, y son gorditos con rollitos, color blanco con marrón. ¿Puede ser uno bebé?

—Eh, luego hablaremos, amor.

—Anda, di que síiii. ¿Sí?

—Luego, Robbie.

Robbie puso un puchero y se concentró en cariñar a Bambi.

—Es una preciosura cuando hace berrinche —acotó Tom, Bill rió.

—Espero no te haya provocado muchos problemas.

—Para nada, comimos en el zoológico y luego nos compré unos helados mientras terminábamos de ver todo. —Bill se mordió el labio inferior y miró a Robbie.

—Eres tan lindo —comentó Bill en un susurro.

—No lo soy. Pero bueh, ya tengo que irme junto con Bambi, para explicarle a la dueña de la casa que tendré un amigo más en la casona donde vivo, ya le compré junto con Robbie una casita para armarla en el patio para que duerma ahí, junto con su cama, claro.

—Estás emocionado, como un niño pequeño. —Tom rodó los ojos.

—Ya, tengo que irme. Adiós Robbie —se despidió con un beso en la mejilla la pequeña, y también le besó al perro en la cabeza.

—Adiós, Tom, adiós Bambi.

Bill acompañó a Tom afuera y cerró la puerta tras de sí.

—¿Un beso de despedida tal vez estaría bien? —cuestionó Bill, Tom sonrió y lo besó castamente.

—Y no te doy otro porque tienes que hablar con Robbie y explicarle quién soy para ti.

—Lo haré, mi amor, te lo prometo.

Bill acarició su mejilla y Tom deshizo el contacto porque Bambi lo estaba jalando.

—Hasta luego.


Tom tuvo una reprimenda por parte de la dueña de la casa, la señora Lemoine, pero el perrito era tan cariñoso que simplemente se rindió ante ello y le permitió que durmiera en su casita en el patio.

El moreno le contó a su madre emocionado y ella puso el grito en el cielo, pero finalmente aceptó cuando las pequeñas dijeron “guau guau”.


Bill estaba bañando a Robbie y esta jugaba con las burbujas en la tina, sonriéndole a su papá.

—Estás muy feliz porque saliste con Tom, bebé. Me alegro que se lleven bien.

—¡Sí! ¿Él es mi nuevo papá? Yo quiero que tú sigas siendo mi papi, pero también quiero que él sea mi papá. —Bill dejó de tallarle la espalda y la miró, con espuma en su nariz respingona.

—¿Qué?

—Tom te quiere, ¿verda’? Es como cuando los padres se quieren, como cuando una mamá quiere a un papá. Pero él no puede ser una mamá, así que es un papá, y tú eres mi papi —explicó Robbie con su lógica aplastante.

—Si tú quieres que él sea tu papá, pregúntaselo —tentó Bill, sonriéndole a su pequeña hija. Robbie le tiró espuma a Bill.

—¿Tú crees que él quiera?

—¿Quién no querría ser papá de una pequeña como tú? —preguntó Bill, haciéndole cosquillas a Robbie, la cual reía sonoramente.


2 comentarios:

  1. Que bonito! Robbie es mas inteligente que todos jajaja que lindo, ella tendrá un papá y un papi :3

    Espero en el próximo capítulo ver la respuesta de Tom.

    Saludos.

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  2. Que bonito! Robbie es mas inteligente que todos jajaja que lindo, ella tendrá un papá y un papi :3

    Espero en el próximo capítulo ver la respuesta de Tom.

    Saludos.

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