Capítulo 7: Sueño y realidad
—Ven, Once, ven
conmigo. —Tom corrió pero el camino se volvía más largo conforme daba otra
pisada. ¿Qué pasaba? ¿Por qué se estaba alejando en lugar de acercarse?
Robbie extendió su
manita en dirección a Tom, pero iba perdiendo color conforme Tom luchaba con
ese peso sobre sus pies, ya no podía moverlos, era como si cargase cemento.
—Te amo, Once.
Casémonos. ¿Tom? Tomi, para mí serás Tomi porque ya no tienes once, ni catorce.
—Bill, ayúdame.
—Para mí siempre
serás Once, el niño estúpido que sigue creyendo en mí.
—¿Bill?
—¿No entiendes? No
me interesas, por eso no te busqué, porque no quiero saber de ti. Solo quería
estar contigo hasta aburrirme.
—¡Cállate!
—Ya estoy con
alguien más.
—¡CÁLLATE!
—Alguien que sí es
maduro, alguien que no es un niño como tú. Siempre siendo niño, siempre siendo
Tomi, siempre siendo Once…
Le dolía, sentía un
vacío en su pecho, uno lo suficientemente grande que podía llegar a tragarlo
por completo. Era una pesadilla, una con colores definidos, y palabras
hirientes que se oían con claridad. Tom se despertó sudoroso en su cama, solo.
Bill ya no lo
amaba, si lo hiciera lo hubiera buscado, así fuera para recibir un golpe.
Solo vino
por su madre, lo único que lo ataba a Alemania.
…
Tom tocó el timbre,
Luca le abrió y tenía una expresión triste, incluso percibía un aire de
decepción. Él estaba afectado, se sentía culpable. No merecía a alguien tan
bueno como Luca, pero lo necesitaba, más ahora que sabía con seguridad que lo
suyo con Bill ya no tendría más pies.
No estaba bien, no
estaba bien el que buscase a una persona porque otra le dejó el corazón roto,
pero tenía que hacerlo, porque le hacía bien, por más contradictorio que fuese.
Le hacía bien el tener a alguien que se le entrega no físicamente pero sí en
alma, y que le ofrece caricias que lo calman como si se tratase de un cachorro.
Realmente estaba
jodido, no quería ahogarse, lo necesitaba para salir a flote. Más adelante
podría sentir amor por él, podría amarlo y nunca dejarlo, no obstante, ahora lo
necesitaba para que lo consolara.
—Lo siento, Luca.
—Te dije que no
quería estar a tu lado para un momento —musitó Luca. Tom se sintió fatal.
—Lo sé, pero… es
difícil. Yo… lo amaba, y pensé que iba a tener todo con esa persona. Sin
embargo, no fue así y ya quiero salir de esto. Quiero olvidarlo y tener algo
serio contigo.
—Entonces búscame
cuando lo hayas olvidado.
Luca le cerró la
puerta en la cara.
…
El primer semestre
había pasado rápido. Luca lo evitaba, solo hablaba con él de las clases y lo
estrictamente necesario.
Cuando de pronto ya
estaba en el siguiente semestre, y tenía que viajar a Berlín, su mamá no quería
que fuera solo.
Tom se veía tentado
a obedecerla, más teniendo en cuenta que ya estaba casi a nada de dar a luz
porque ella esperaba gemelos.
—Vamos, Tom. Falta
y ya después vas a todos los congresos que quieras, amor —pidió Anémona
acariciando su inmenso vientre.
—¿Así me tenga que
recorrer toda Europa? —tentó Tom.
—No te pases. —Tom
rió.
Decidió no ir, y
cuando preguntó a su profesor las próximas fechas de congresos, dijo que serían
congresos internacionales en Francia, Toulouse, así que tenía que aprender
francés.
…
—Son hermosas —dijo
Tom viendo la incubadora donde tenían a sus hermanas. Se llamaban Alina y
Arabelle, como su difunta abuela.
—Se parecen a ti —soltó
Jörg, Tom rodó los ojos.
—Eh, ¿será porque
son mis hermanas, pá? —rieron ambos.
—Bueno, siendo
sinceros, se parecen a Anémona. Y tú eres idéntico a ella —comentó Jörg.
—Pero tenemos tu
nariz, papá —mencionó Tom, señalando su perfilada nariz.
—¿Qué puedo decir?
Soy bello —fanfarroneó Jörg, Tom bufó.
—Qué humilde.
—La humildad es
para los feos —bromeó Jörg. Tom rió.
…
A los días
regresaron a casa, con las bebés Trümper, su casa se convirtió en algo caótico
desde que ellas llegaron. Había llanto por doquier, baba en ciertos muebles,
juguetes tirados por todos lados, en fin, estaban alegres con ellas. Aunque
fuesen sinónimo de gritos y chillidos de felicidad.
Aún le costaba a
Tom habituarse a que tenía hermanitas y que si escuchaba chillidos de bebés era
por ellas, y no porque alguien se hubiese accidentado.
…
Alina tenía un
temperamento fuerte, fue la primera en aprender a hablar, antes que caminar,
mientras que Arabelle, era más calmada y callada, era aprendió a caminar antes
que a hablar. Ambas sentían afición por leer, eso tuvo que ver con que Tom les
leía cuentos de Christian Andersen desde que nacieron.
Tom ya estaba más
centrado en sus estudios, y practicar con la bicicleta, así que tenía tiempo
para ellas. Aún no iba a los congresos internacionales porque se habían
aplazado. Sin embargo, Tom a sus veinte años ya había viajado a Berlín y en ese
ciclo iban a viajar a otras ciudades de Alemania.
Lo que temía es que
en el sexto ciclo iban a comenzar los viajes internacionales, e ineludiblemente
iría a Francia.
…
Múnich era un
bonito sitio como para vivir, no era como Leipzig que más parecía un pueblo
olvidado de la mano de Dios, pero Múnich era mucho más vivaz, como una capital,
no tanto como Berlín pero bastante parecido, lo suficiente como para no
hastiar.
Tom se había ido en
el bus al lado de Luca, por más que este le repitió que los asientos a su lado
eran para sus maletas.
Le estuvo sonriendo
todo el tiempo que estuvo despierto, como si le pidiera todas las disculpas del
mundo con los labios. Luca se hizo el desentendido, como si con él no fuera la
cosa, por más que se estaba derritiendo por dentro.
—Hey, perdóname,
¿sí? —pidió Tom con ojos de cachorrito apaleado. Luca bufó.
—Tom, deja de
ponerme esa cara.
—¿Cuál cara?
—La de borrego a punto
de morir —respondió Luca, cruzándose de brazos.
—Ok, ok, ¿pero me
perdonas? —cuestionó Tom, Luca negó.
—Eres terco.
—La perseverancia
es una buena calidad. Pero lo siento, es que me di cuenta que te quería muy
tarde —comentó. Luca lo miró con fijeza.
—¿Me quieres?
—Sí.
—Pues lo mismo
dijiste de Bill según tengo entendido —soltó Luca, Tom suspiró.
—No hables más de
él, por favor. Eso fue en el pasado. No te lo niego, aún me duele, pero debo
superarlo —contó Tom, Luca torció la boca.
—Sé lo difícil que
es olvidar a tu ex. El problema es que no te quiero compartir —dijo Luca y Tom
sintió que ya estaba perdonado.
Acortó la distancia
y lo besó, acariciándole la mejilla y sin buscar hacer bulla, porque aún
estaban en el bus. Por suerte estaban al fondo y nadie los veía.
Llenó de besos
cortos el rostro de Luca, agradeciéndole con una media sonrisa por la segunda
oportunidad que le estaba dando.
…
Cuando llegaron a
Múnich, se registraron con sus otros compañeros, tenían que compartir cuarto.
Eran dos por cuarto, y a Luca no le molestó la idea de dormir (o no hacerlo)
con Tom.
—Así que…
—Compartiremos
cuarto —dijo Tom, sonriéndole pícaro.
—No te hagas ideas —susurró
Luca, en su oído.
Tom sonrió con
suficiencia, a sabiendas de que eso iba a suceder en algún momento.
…
A medio viaje
tenían programada una fiesta de confraternidad. Hubo mucho alcohol pero Tom no
era de hacerlo y Luca prefirió estar sobrio, así que solo fueron a comer y
bailar, aunque Tom en lo personal, no era tanto de bailar, no le gustaba.
Se retiraron de la
fiesta antes de que terminara porque Luca estaba cansado de la larga excursión
de la mañana.
—Hace un clima
terrible aquí —comentó Tom mientras se quitaba la camiseta. Luca asintió, aún
no habituándose al tatuaje de Tom en su vientre bien formado y los brazos que
se cargaba.
—Sí…
—¿No quieres
quitarte la camiseta?
—Uhmn, yo no tengo
qué presumir —mencionó alzándose un hombro, Tom negó.
—Eres hermoso con
tu piel blanquecina y tu cuerpo fibroso. No tiene nada de malo, aparte que
nunca está de más lucir tus tatuajes. —Tom le guiñó un ojo. Luca se sonrojó.
Se fue
desprendiendo de sus ropas, comenzando con la camiseta y quedando en
calzoncillos, Tom aprovechó eso y también se quitó sus pantalones, esta vez
había elegido bóxers que no fueran sobre libros o cómics, sin contar que Luca
tenía unos bóxers de Iron Man.
—¿Qué?
—Nada —dijo Tom con
una risilla.
—Me gusta Tony
Stark pues. Y no estoy hablando de Robert Downey Jr., que me encanta —acotó
Luca con una expresión seria.
Terminaron
riéndose.
Después de un
momento se percataron que estaban cerca, y Luca vio la boca de Tom, el cual
estaba mordiendo su labio inferior.
Luca fue quien
acortó la distancia y comenzaron a besarse, Tom lo tomó por la cintura y esta
vez no se detuvieron para reírse, sino que profundizaron el beso, siendo boca,
lengua, dientes y saliva.
Tom quería dar todo
de sí para enamorarse, o siendo más realistas, amarlo sin enamorarse, quererlo
lo suficiente como para curar del todo sus heridas que tenía en el corazón, que
ya no supuraban pero aún no se cicatrizaban.
—No traje condones, ni lubricante —susurró
Luca después de un rato, rompiendo el beso y la magia del ambiente, Tom se
mordió el labio inferior y miró hacia un lado.
—Yo los compré ayer
—confesó avergonzado.
—Pillo —molestó
Luca, haciendo que soltaran carcajadas.
—¿Cómo quieres que
sea?
—¿Cómo?
—Sí, o sea… cómo
quieres que lo hagamos.
—No seas tonto,
estás echado encima mío, es obvio que quiero que seas el activo —soltó Luca.
—El activo no
necesariamente…
—Va arriba, lo sé.
Pero es mi deseo —interrumpió Luca, Tom asintió y comenzó a prepararlo luego de
sacar el lubricante del cajón.
El momento se tornó
íntimo, debido a que Luca estaba con las piernas levantadas y Tom entre ellas,
dilatándolo. Su interior se sentía un tanto tenso, estaba nervioso, le acarició
el interior de sus muslos para relajarlo.
También recordó que
otra manera de relajar a alguien era dándole sexo oral. A la única persona que
se lo había hecho era Bill, pero él ya no estaba aquí.
Bajó su rostro y
comenzó a jugar con la punta, lamiéndola y succionándola, lo estaba haciendo
sin condón porque confiaba lo suficiente en Luca, aunque de todas maneras fuera
a penetrarlo con uno puesto.
Luca gimoteó,
derritiéndose por dentro por la mamada, y la estimulación a su próstata. Tom
sabía cómo girar los dedos, cómo doblarlos para encontrar ese punto que
enloquecía a Luca.
Pronto estuvo
embistiéndolo mientras se aferraba a sus caderas, de todas formas no
disfrutando todo el trayecto, sino buscando correrse, eso tenía que cambiar, y
lo sabía.
Luca se vino con
fuerza, tanto así que salpicó en el pecho de Tom, el cual le sonrió y salió de
su interior con cuidado.
…
Luca y Tom no iban
agarrados de la mano porque estaban sus maestros, y preferían mantener un perfil
bajo, aunque ambos estuvieron más unidos desde que lo hicieron y no podían
negarlo.
Los congresos
fueron interesantes y muy acorde con su carrera. Cada día estaba más convencido
de que había elegido la carrera correcta.
Tom llamaba por
Skype a su madre, y veía a sus hermanas ahí, jugaba con ellas a distancia, y se
las presentó a Luca, ellas simplemente se mantenían risueñas y gritonas como
siempre.
—Son hermosas, ¿no?
—Sí, lo son. Tu
mamá ya no siente tanto odio por mí, hasta se despidió de mí con amabilidad,
aunque me dijo Lucas. —Tom rió.
—Es que se
confunde.
—¿Me las
presentarás cuando estemos en Leipzig?
—Sí, te encantarán,
aunque lo más probable es que te llenen de baba. Las extraño demasiado —masculló
Tom.
—Debe ser bonito
tener hermanos.
—Pensé que iba a
ser complicado, ¡y no me equivoqué! Pero es maravilloso tener esa experiencia. Son
criaturas que cambian tu mundo por más gris que esté. Llenan todo de vida.
Luca lo besó.
—Me encanta que te
apasiones por todo. Eres una lindura, Tom. —Tom chasqueó la lengua, pero igual
se sonrojó.
Día con día lo suyo
iba fortaleciéndose, y eran inseparables, esperaban que durase por siempre.
Que bueno que Tom este poniendo de su parte y que Luca se arriesgue un poco, espero que en los próximos capítulos ellos estén aun mejor!
ResponderEliminar@Lily xd no sé si te gustarán los siguientes capítulos entonces.
EliminarBueno en un mundo ideal desearía que Bill volviera y se reuniera con Tom, se besaran y olvidaran el pasado y fueran felices comiendo perdices, pero eso no pasa ni en los fics (los que son buenos y realistas, como los tuyos), así que por eso esperaba que sea feliz con Luca... si eso no pasa, si sufriré jejeje
Eliminar