Las actualizaciones serán los domingos.
Título: L'amour vrai attend
Autora: kasomicu
Rated: +18.
Categoría: Slash.
Advertencia: Twc no relacionado, Lemon, Lime.
Resumen: (De la serie De Once y demás números) Se vuelven a encontrar, ¿el amor seguirá ahí? De ser así, ¿estarán destinados a estar juntos para siempre?
Disclaimer: Las personas reales no me pertenecen, lo demás sí.
Capítulo 1: ¿Amigos o algo más?
Tom empalideció y sintió que el ambiente perdía su
sonido, no podía coordinar sus movimientos, quería voltear y verlo, quería
mirarlo, quería tocarlo, pero algo dentro suyo lo detenía. Hasta que una
pequeña voz lo sacó de sus pensamientos.
—Tom, él es mi papi —dijo Robbie pestañeando y
sonriendo—. Bueno, me voy a jugar con Winni.
Se retiró dejando a los dos adultos solos, Bill se
situó al lado de Tom, sentándose y posando su mano en su rodilla un tanto
inseguro, Tom miró el gesto y sollozó, no pudiendo creerse que lo tenía ahí
luego de tanto tiempo, cara a cara, tocando su rodilla por sobre la ropa.
—Tom, ¿estás bien? ¿Estás… llorando? —Bill apretó la
rodilla de Tom, sintiéndose terrible por provocar su llanto. ¿Cuánto tiempo su
niño habría llorado así por él?
—Bill… ¿en verdad eres tú? —Se sentía frágil, y Bill
percibió esa fragilidad, al punto de desesperarse y casi morirse por abrazarlo
y consolarlo, a él nunca le gustaba ver a su Once llorar, muchísimo menos
cuando él era quien lo provocaba.
Bill sujetó el rostro de Tom con sus manos, acariciándole, buscándole transmitir
tranquilidad, Tom parpadeó consecutivas veces hasta que las lágrimas dejaron de
ser un impedimento para su visión, y abrazó a Bill con fuerza, casi quitándole
el aire de golpe.
Tom se aferró a Bill como un niño, Bill correspondió
al abrazo, acariciándole la espalda, sintiéndolo demasiado afectado en ese
instante. Como si estuviera roto.
De pronto Tom lo soltó y se vio tentado a golpearlo,
por idiota, pero solo lo empujó, haciéndolo tambalear en su asiento.
—¿Qué te sucede, Tom?
—¿En serio lo preguntas?
—Primero, me abrazas y luego me empujas, me tienes
confundido. —Chasqueó la lengua y Tom frunció el ceño.
—Te fuiste, me dejaste, y crees que puedes venir y
decirme hola, ¿y ya? No, no soy tan tonto como crees.
—Tom, si te dejé fue por una buena razón. No podía
responsabilizarte por un hijo que tuve, no podías cargar todos mis problemas.
Tenías derecho a vivir, a ser feliz…
—Claro, según tú fui feliz, ¿verdad? —Su expresión
era odio puro, pero el odio apasionado que se siente cuando se amó demasiado.
—Lo fuiste con Luca.
—¿C-cómo sabes de Luca? ¿Y tú qué sabes de
felicidad? Si crees que abandonar a quien te ama va a ser feliz a la otra
persona. —Bill sintió que Tom le dio un golpe con sus palabras.
—Lo siento, si es lo que quieres escuchar. Pero yo
te amo y por eso lo hice, no quería que tuvieras una carga familiar a tan corta
edad —explicó Bill.
—¿Crees que cuando te fuiste no tuve problemas?,
claro que los tuve, y lo peor es que no tenía quien me apoyara, porque la única
persona que lo había hecho, me había dejado —soltó Tom con expresión dolida.
Bill no sabía qué responder, cada palabra de Tom era
una daga en su piel. Tom había sufrido en su ausencia, lo suficiente como para
perder esa inocencia en sus ojos y la felicidad también…
—Solo traté de no ser egoísta. No quería que pasaras
por dificultades —se dio a entender Bill, entrecerrando los ojos por la presión
en su pecho.
—Pues lo fuiste, porque solo pensaste en ti y no
como me sentiría o lo que pasaría. —Tom se levantó de la banca dispuesto a
irse, pero Bill lo detuvo agarrándolo de la muñeca.
—Sabes que tenemos que hablar —dijo Bill, con voz
firme. Tom lo miró con fijeza.
—Hoy no es el día.
—¿Cuándo lo será?
—Cuando no tenga ganas de golpearte —se soltó del
agarre y se fue.
Tom se alejó, tomó un taxi y se dirigió a la posada.
Cuando al fin se sintió seguro en las cuatro
paredes, lloró, lloró como un niño siendo hombre. Lloraba desconsoladamente. No
podía creer todas las cosas que le dijo a Bill, su verdadera intención había
sido abrazarlo y besarlo con toda la pasión y amor que guardaba en su corazón,
sentir esos labios que era los que había buscado en tantas bocas y en tanto
tiempo. Pero una parte de Tom había sido la que había actuado, y esa parte era
Once.
Se duchó, permitiendo que el agua se llevara sus
penas y lágrimas momentáneamente, se durmió sin necesidad de haberse acostado
con alguien.
…
Tom se levantó algo asustado, creyendo que todo
había sido un sueño, producto de su imaginación. Se vistió y salió a buscar
aire fresco.
Estaba haciendo algo de viento, por lo que, se puso
la cazadora que se había puesto el día anterior. Metiendo sus manos a los
bolsillos se percató que tenía una tarjeta de presentación, de un maestro de
arte, era la tarjeta de Bill.
Se vio tentado a arrugarla y botarla, sin embargo,
necesitaba verlo de nuevo. Así que lo llamó, pero fue directo a la casilla de
voz.
—Hola, soy
Bill Kaulitz. Si es urgente, llámame dentro de cinco minutos, si no llego a
contestarte, deja el mensaje —escuchó Tom, y colgó.
Esperó y lo volvió a llamar, escuchando la misma
casilla y volviendo a colgar.
Caminó hasta la cafetería donde vendían los
profiteroles, se sentó y pidió para desayunar.
Mientras se demoraban en atenderlo, sonó su celular,
vio el mismo número de la tarjeta y contestó.
—Hola, ¿hay
alguien ahí? —dijo Bill.
—Hola —saludó Tom con la garganta apretada.
—Tom.
—Creo… creo que ya podemos hablar.
—¿Dónde estás?
—En una panadería donde hacen profiteroles.
—Hay muchas
panaderías donde hacen profiteroles, Tom. — Tom se vio tentado a golpearse
la frente, pero se aguantó y siguió la charla.
—Se llama Le
Paradis Gourmand —mencionó Tom.
—Oh, sí
conozco. En quince minutos estoy allí —aseguró Bill.
—¿Quieres algo de desayunar? —farfulló Tom algo
nervioso.
—Pídeme un
croissant, y una taza de café —exclamó Bill.
—Ok.
…
Bill llegó algo apurado al encuentro, teniendo miedo
que Tom se echase para atrás y se fuera. Pero grata fue su sorpresa cuando
entró a la panadería y lo vio sentado en una mesa con su orden, y tomando un
chocolate caliente.
—Tom —dijo a modo de saludo, Bill, sentándose frente
al moreno.
—Ahí está tu orden —soltó Tom con sequedad, Bill
chasqueó la lengua y se relamió los labios, viendo en sus ojos esa expresión
que ponía cuando hacía berrinche años atrás.
—¿Vamos a hablar o vas a seguir haciendo tus
berrinches? —cuestionó Bill mientras se miraba las uñas.
Tom lo miró ofendido. —Soy un adulto, no hago
berrinches.
—Lo dice quien tiene un bigote de chocolate y no
responde al saludo —mencionó Bill, Tom se lamió sobre el labio quitándose el
bigote y se rió, ya rindiéndose.
—¿Cómo has estado?
—Bien, terminé de estudiar y como mis calificaciones
eran altas la universidad me consiguió un trabajo. Este año será mi primera
clase —explicó Bill.
—Pero ya tienes tarjeta.
—Fue para mis prácticas.
—Ahora entiendo. Vi que Robbie está grande, ¿qué
edad tiene?
—Va para los cinco años. Está creciendo muy rápido,
pensar que hace poco le cambiaba los pañales, y ahora tengo que correr tras de
ella ya que es mi pequeño tesoro —comentó Bill, con orgullo y sonriendo.
—Sí, la vi muy feliz contigo. Se ve que eres buen
padre —halagó Tom.
—¿Y tú, cómo has estado?
—Estoy actualmente en un intercambio por seis meses
aquí debido a mis altas notas, depende de esto si me quedo acá a terminar mi
carrera o regreso a Alemania —contó Tom.
—¿Y Luca?
Tom rió, percibiendo los celos en su voz. —¿Cómo es
que sabes de Luca? —Se cruzó de brazos y arqueó una ceja—. ¿Andreas?
Bill negó. —Los vi.
—Eso no me dice cómo sabes su nombre.
Bill se rascó la nuca, nervioso. —Georg me llamó
cuando te pusiste mal. Ya que Andreas soltó un secreto que no supo guardar. Me
explicó todo lo que había sucedido.
—¿Celoso?
—No tengo por qué estarlo, si es que terminaron esa
noche, ¿verdad o me equivoco?
—No terminamos esa noche.
Bill lo miró con fijeza, tratando de dilucidar
alguna mentira.
—¿Está acá contigo? —Y miró a los costados como si
fuera a aparecer de la nada.
—No alcanzó las notas que yo tuve, así que se quedó
en Alemania. Aún hablamos —narró Tom.
—Ah, siguen juntos a distancia —completó con
tristeza y celos notorios.
—Tenemos una relación moderna.
—¿Relación?
—Sí, de amigos. —Tom sonrió de medio lado.
Bill se vio tentado a bufar, pero se resistió.
—¿Entonces puedes salir en la noche?
—No creo, tengo una hora límite de llegada.
—¿Cuál?, ¿a qué hora tiene que llegar el nene a
tomar su leche?
Tom rodó los ojos.
—A la una de la madrugada.
—Pff, a esa hora recién comienza la diversión —fastidió
Bill.
—Supongo que puedo dormir en el parque.
—Bueno, yo tengo un cuarto, no es tan cómodo como el
parque, pero suple su función —bromeó Bill.
—¿Dónde iremos?
—Conocerás Toulouse de verdad.
—Sorpréndeme —coqueteó Tom.
Bill le guiñó un ojo.
…
Tom se estaba alistando, poniéndose colonia en las
zonas correctas, y echándose crema corporal. Algo dentro de sí le decía que esa
noche recuperaría a Bill.
Su celular sonó, y él contestó.
—Te espero en el parque, no llegues tarde.
—Sabes que siempre soy puntual.
—No sé si eso también has cambiado.
—Está bien, ahí te veo.
…
Tom llegó y vio a Bill, sentado en una banca. En su
mente Tom cuestionaba: “¿Cómo es que llegó tan temprano, si vine quince minutos
antes?”.
—Señor, ¿me indica la hora? —alardeó su francés. Bill
se giró y le sonrió.
—¿Ves que no eres el único que puede llegar
temprano? —Tom rió.
—La primera vez que llegas temprano en tu vida y lo
presumes —bromeó.
—Hey, cuando salíamos en Alemania siempre era
puntual.
—Relájate, era una broma. Por cierto, tengo hambre.
—¿Quieres comer caracoles o pastas? —preguntó Bill,
Tom puso expresión de espanto y asco.
—Pastas, mil veces pastas.
Caminaron, pero esta vez no hubieron manos
entrelazadas, solo dos amigos andando muy juntos, y con un pasado que los unía.
…
Terminaron de comer, Tom estaba con una de sus
necesidades suplidas, las demás estaban por verse.
—¿Y ahora?
—¿Discoteca o bar? —preguntó Bill.
—Bar, sabes que no soy bueno bailando.
—Pero puede haber…
—Nah, hay cosas que nunca cambian. —Ambos sonrieron.
…
Entraron al bar y Bill saludó a un amigo que se
encontró, presentando a Tom como otro amigo, hecho que hincó a Tom en su
orgullo y miró a Bill con desaprobación cuando el tercero se hubo ido.
—¿Amigo?
—Es un compañero de universidad. ¿Celoso?
—Olvídalo —sentenció Tom.
Pidieron unos tragos.
—¿Ya tienes la edad suficiente para tomar?
—Ja-já, qué gracioso, como si no supieras que edad
tengo.
—¿Diecisiete? ¿Dieciocho?
—¿Y tú treinta?
—Ouch —rió Bill.
…
—¿En qué universidad vas a trabajar?
—Paul Sabatier —informó Bill.
Tom se sorprendió. —¿Hasta en la universidad tengo
que verte?
Bill lo miró y arqueó una ceja. —¿Carrera?
—Ciencias de la comunicación.
—Ni tanto, yo enseño Arte.
—En algún momento tendremos que encontrarnos.
—¿Esta vez seré yo quien cruce la verja?
—¿Cómo amigo?
Bill lo miró con los ojos entrecerrados.
—¿Cómo?
—Se está haciendo de noche, ¿dónde más iremos?
—masculló Tom, dando el tema por terminado.
Noooo que felicidad! Por fin hablan, la verdad envidio su madurez, de tratar de verse, de detener el primer contacto antes de golpearse entre ellos, ya quiero saber más! Será una larga semana 😣
ResponderEliminarEl domingo vendrá el otro capi >w< gracias por tu comentario :3
Eliminar