Capítulo 8: Intercambio
Las pesadillas y
terrores nocturnos habían desaparecido, el rezago de la relación con Bill, y
los años de espera aún estaban ahí, sin embargo, solo dolía si pensaba en ello.
Odiaba que las mariposas convalecientes aletearan en su vientre, justo donde
tenía el tatuaje, haciendo que lo recordara cuando menos quería. Pero Bill era
su pasado, y Luca su presente y futuro.
O de eso quería
convencerse.
…
Con Luca fueron al
claro, Tom quería saber cómo iba a reaccionar al ver ese hermoso paisaje.
Quería tener recuerdos ligados a ese lugar que no fueran con Bill.
—Sí, es un sitio
bonito pero, ¿qué podríamos hacer aquí? Sin contar que hay mosquitos y es
molesto —dijo Luca—. ¿Puedes dejar de fumar, por favor?
Tom soltó el
cigarro y aplastó la colilla con su pie.
—Hay muchas cosas
que podemos hacer aquí.
—¿Con los mosquitos
molestándonos con su ruido y picándonos hasta donde la espalda pierde su santo
nombre? No lo creo, Tom.
—Arruinas la magia.
Luca lo miró y
sonrió.
—Está bieeen, si
quieres, hagámoslo aquí. Pero si me pican los mosquitos te responsabilizarás tú
—dijo Luca.
—No se trata de
eso, yo tenía alergia a los mosquitos y ahora no la tengo. El punto es que… no
quieres hacerlo, y no quería tampoco tener sexo aquí. Lo que buscaba es… no sé,
algo especial, leer aquí, escuchar canciones, jugar, qué sé yo —explicó Tom,
Luca torció la boca.
—¿Leer aquí? No le
veo el chiste, hay mucha luz, sí, pero no lo encontraría cómodo. ¿Escuchar
canciones? Suena bien, pero no traje computadora o un iPod. ¿Jugar? Ya estamos
grandecitos, ¿no crees? Mira, ese sitio es bueno para relajarse, sí, pero no
para pasar una tarde aquí. Pero depende de cada percepción supongo, y si
quieres podemos quedarnos.
—¿Sabes qué?
Vámonos a mi casa.
—No te resientas,
Tom.
—No, no te
preocupes —soltó evasivo.
…
Tom estaba
estudiando con Luca, y él en lugar de estudiar, estaba jugando con su móvil.
—Se supone que es
trabajo en grupo, eh —mencionó Tom, Luca bufó.
—Tomi, te falta
relajarte. Te tensas mucho queriendo ser el primero en todo. Es la universidad,
todos aprenderemos, solo que a un nivel distinto —comentó
Luca, restándole
importancia con un gesto.
—Bueh, pero no
pondré tu nombre si no haces nada en el trabajo.
—Está bien, pásame
la laptop.
…
Si bien Luca subió
sus calificaciones no logró el mismo puntaje alto que Tom, por lo que Luca no
iba a hacer los viajes internacionales, sin contar que Tom estaba interesado en
hacer un intercambio en Francia debido a que allí habían museos de la ciencia
de comunicación, y sus maestros le habían dicho que se desperdiciaría si se
quedaba en Alemania a terminar su carrera.
Así que eran seis
meses en un país donde no dominaba del todo el idioma y tenía que saberlo para
poder comunicarse y dar las mejores exposiciones.
Era un reto
personal que planeaba cumplir.
…
Encerronas en la
biblioteca, noches sin dormir, leer libros que eran hasta tediosos y no por su
grosor, sino por su contenido, el hecho es que se estaba matando estudiando,
así nunca hubiera sido así ahora quería aplicar para el intercambio.
Cuando quería
dormir, se ponía los cascos y subía la clase de francés al máximo volumen, para
que mientras dormía absorbiera el francés de forma inconsciente.
También tenía que
prepararse para el examen que daría, ese determinaría si él aplicaba al
intercambio o no. Y el jodido examen era en francés, para variar.
Merde.
Sí, también había
aprendido groserías en francés, aunque eso su madre no supiera por su salud
mental. Rió ante su idea de rebeldía tan infantil.
No tenía tiempo ni
para pensar en sí mismo, pero su madre sí lo hacía, por lo que lo obligaba a
comer junto con Alina y Arabelle. Ellas se encargaban de jalarle de las
cornrows para que él hiciera caso. Tenían poder de convencimiento.
En Francia,
quisiera o no, tendría que hacer ejercicio porque estaba perdiendo su
musculatura.
…
—Mamá, papá, tengo
que hablar con ustedes —dijo Tom, luego de haberlos reunido.
—Dinos, hijo.
Tom se rascó la
nuca y miró el suelo.
—Ustedes saben que
estoy con muy buenas calificaciones en mi carrera…
—Y estamos
orgullosos de ello —acotó Anémona sonriente, Alina también sonreía, al mismo
tiempo que babeaba. Arabelle jalaba de la barba a Jörg mientras todo sucedía.
—Lo agradezco en
verdad, y bueno, para mi carrera es muy importante el viaje que tengo que hacer
ahora, y quería saber si ustedes me iban a dar el permiso, porque estoy
interesado en hacer un intercambio, duraría seis meses, seis meses que estaría
en Francia —explicó Tom, rogando internamente que sus padres aceptaran.
—El dinero no sería
un problema —farfulló Jörg—. Pero no tienes familia allá, ¿cómo estarás tanto
tiempo solo?
—Por el dinero ni
se preocupen, yo aún tengo mis ahorros de las canciones que compuse. Sobre lo
otro, pues íbamos a estar en una casa de familia de uno de nuestros maestros,
ellos acogen a alumnos y pagándoles una cantidad, nos dan comida y habitación —explicó
Tom.
—¿Pero te
comunicarías con nosotros, no bebé? Porque sabes que nos preocupamos por ti.
Sería una vídeollamada diaria, sin importar la hora —ordenó Anémona, Tom sonrió
porque eso era un sí.
—Sí, sin falta,
para ver a mis princesas —exclamó Tom, acariciando la mejilla de Arabelle y
jugueteando con un mechón de cabello de Alina.
—Y a tu reina —bromeó
Anémona en alusión a ella. Tom asintió.
…
Llegaba a
comprender muchas cosas que sus profesores y compañeros en ciclos superiores le
habían contado, como que se confundiría a hablar en alemán, inglés y francés. A
veces se le escapaban ideas, e incluso pensamientos, en otros idiomas ajenos a
su lengua natal.
…
—Tom, ¿por qué
estás como zombi y casi nunca te veo? —preguntó Andreas.
—Porque estoy
estudiando y preparándome para el examen para aplicar a un intercambio.
—¿Intercambio? ¿A
dónde?
—Francia.
—Uhmn, ¿no será que
quieres ir por Bill?
—No seas idiota —exclamó
Tom, con el ceño fruncido. Tom no tenía ni idea de en qué ciudad estaba Bill, y
tampoco quería averiguarlo, él estaba bien con Luca, bueno, no del todo bien
porque chocaban mucho y básicamente solo se encontraban para tener sexo, y
ahora casi ni eso porque no tenía tiempo.
—¿Y si te lo
encuentras? —insistió Andreas. Tom rodó los ojos.
—Nada, lo saludaré
quizá.
—¿De besito y
metida de mano?
—Calla, tarado. —Rió
Tom.
…
Era la salida, y
Luca estaba de mal humor, pero Tom lo detuvo agarrándolo por la muñeca.
—¿Qué quieres? —inquirió
Luca.
—¿Qué te sucede? Yo
no te he hecho nada. Y quiero hablar contigo, ¿puedo?
—No tengo ganas de
tener sexo ahora.
—Dije hablar, Luca.
—Lo siento, está
bien, vamos a la cafetería.
…
—¿Qué? —exclamó
Luca frunciendo el ceño.
—Lo que acabas de
escuchar. —Tom lo miró serio—. Te lo estoy diciendo ahora por si ingreso, y
para que no te enteres por terceras personas o leyendo la lista.
—Es más que obvio
que sí ingresarás.
Tom se mordió el
labio, sintiéndose culpable.
—Siento que nos
hemos distanciado, pero quiero seguir contigo. Sabes que te quiero.
—Yo también te
quiero, Tom, pero no sé si podremos seguir juntos. No se me dan las relaciones
a distancia —confesó Luca—. Cuando empecé contigo, tenía la idea de que no
viajarías y seguiríamos juntos así, pero son seis meses y no sé si pueda con
eso.
—No quiero
perderte. Me has ayudado bastante —dijo Tom, con su rictus descomponiéndose.
—No me perderás,
siempre podrás contar con mi amistad. Pero solo eso. —Tom asintió, para luego
soltar un suspiro.
Su camino a casa
estuvo lleno de recuerdos, de cuando comenzó la carrera y Luca le hablaba con
amabilidad, una que transmutó en un comportamiento poco tratable, pero que sea
como sea siempre estuvo allí apoyándolo, curando sus heridas por más que no
tuviese la obligación.
Le dolía, no era
ese dolor abrumador que sintió con Bill, sin embargo, no por eso era menos
importante (aunque sí lo era, si se sinceraba consigo mismo).
…
Tom se encontraba
nervioso por el examen, era ese día y el hecho de haber tenido un sueño húmedo
como que no ayudaba, porque tenía que haber dormido bien y en realidad tuvo
dificultades y despertó con los bóxers manchados.
No tenía ni idea de
cómo era Toulouse, pero precisamente el ambiente era lo que menos importaba en
su sueño. Se imaginaba que la torre Eiffel estaba afuera. Cosa que no tenía
sentido porque esa torre estaba en París. Sin embargo, por la ventana de ese
cuarto de hotel se vislumbraba la afamada torre.
Y dentro tenía un
paisaje más tentador. Era una habitación iluminada, con un millón de almohadas
tiradas por doquier porque no querían que la cama estuviera ocupada por algo
más que sus cuerpos.
Era Bill. Bill
desnudo mostrando su esplendoroso cuerpo, sus velludas piernas e inmensos pies
(Tom también tenía pies de payaso), lo imaginaba como cuando se fue. Cabello
corto y negro, piercing en la ceja y un septum en la nariz, ojos maquillados y
jodidamente hermoso. Solo para él.
Tom se lanzó sobre
él en el sueño y se besaron como cuando se peleaban y se reconciliaban. Con
pasión y mucho amor, como si no hubiera sucedido nada entre ellos. Como si Bill
no se hubiera ido y le hubiera roto el corazón, con la misma inocencia y
curiosidad de antes.
Pronto Bill lo
poseyó, y él no opuso resistencia, porque era Bill y lo amaba más que a nadie,
porque en otros brazos no sentiría nunca lo mismo que sentía con él.
Más que un sueño
húmedo (que sí, se corrió), fue un sueño cargado de emociones y sentimientos
que hacia mucho no atravesaban su corazón, sin embargo, estaban ahí, escondidos
como las mariposas.
Suspiró y se
alentó, él podría dar el examen, por más que lo de su sueño nunca se volvería a
repetir.
…
Tom casi se
desploma en ese instante. Había aprobado con una alta calificación el examen.
Todo su esfuerzo tenía resultado y ahí estaba.
Era el primer
puesto en los que aplicaban para el viaje a Toulouse, Francia. Sus compañeros y
amigos de la universidad le felicitaron, él agradeció mucho. No se lo podía
creer, pero estaba ahí y sus profesores leyeron orgullosos la lista. Ya tenía
fecha para el viaje, sería el segundo día de enero.
Estaba emocionado,
empezaría a empacar sus cosas.
…
—¡Wow! ¡No puedo
creerlo, están aquí! —gritó Tom, Paul le sonrió junto con Anis.
—¿Acaso no creías
que vendríamos a felicitarte, Tomate? —preguntó Paul.
—Es que aún no me
gradúo. No creí que vinieran para felicitarme por mi intercambio, pero se los
agradezco. Su presencia me hace muy feliz.
Anis se acercó y le
dio la mano, pasándole dinero de esa manera disimulada, como normalmente hacen
las abuelas. Tom se limitó a sonreír y vocalizar un “gracias”.
…
Tom estaba feliz de verdad, después de mucho tiempo, se sentía realizado y feliz
con su vida.
Se permitió verse
en el espejo confiado, con sus trenzas arregladas y largas, su expresión
sonriente y ojos con ojeras, bueno, tendría que dormir mejor porque ahora no
había examen, sin embargo, esperaba que no estuviera con esos sueños húmedos.
—Vamos, Tom, ya no
tienes catorce años. Debes dormir bien y relajado, nada de despertarte a media
noche con los calzoncillos mojados —soltó en voz alta, en la soledad de su
habitación.
Suspiró.
—Bueno, una amiga
nunca está de más.
Y para dormir a
gusto, se masturbó, engañándose a sí mismo, diciendo que no pensaba en nada,
cuando en realidad, tenía a un moreno en su cabeza, unos de ojos color avellana
y piercings por doquier. Uno que seguía en lo profundo de su corazón dando por
culo, sin decirlo literalmente (que también, pero solo en sueños).
Bueno debo decir que este ha sido un buen capítulo, Tom y Luca ya no están juntos, pero es mejor, son amigos ahora.
ResponderEliminarY pues una aclaración, las historias buenas también tienen finales felices pero me refería a que no todo se arregla por arte de magia como yo desearía jajajaja
Jajajajaja es verdad, se demora pero se arregla :)
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