viernes, 11 de marzo de 2016

Fanfic: Once versus Tom. Capítulo 6: Malos entendidos


Capítulo 6: Malos entendidos



Luca se levantó temprano esa mañana, estaba preparando el desayuno, mientras Tom dormía, debido a que había conciliado el sueño tarde y acabó durmiendo en el sleeping bag de Luca.

Preparó huevos revueltos, con tostadas francesas y una jarra de jugo de naranja. Todo lo dejó en la mesa de la cocina, y fue a su cuarto a despertar a Tom.

—Hey, Tom, buenos días —murmuró Luca, empujando con suavidad a Tom, el cual bostezó y entreabrió los ojos.

—Hola —saludó avergonzado, recordando lo de anoche y el rechazo de Luca.

—Bajemos, he hecho el desayuno —avisó el chico. Tom asintió y lo siguió.


—Están ricos estos huevos —dijo Tom luego de tragar, Luca sonrió.

—Se me da bien la cocina. Las nanas me enseñaron mucho —contó.

—Yo pues, también sé hacer algunas cosas, aunque prefiero hacer postres.

—A mí me encanta el mousse de chocolate —mencionó Luca.

—Sé hacer mousse, aunque con chocolate nunca he tratado, me empalaga rápido.

—Mi debilidad es el chocolate —rió—, lo como casi en todo.

—Bueno, cambiando de tema… quería disculparme por lo anoche —expresó Tom—. Pero en verdad, te veo a ti como alguien… especial, que me ha ayudado con mis ataques, y quisiera ser tu pareja. Tener algo serio contigo. Hace meses no era así, era persona completamente distinta a lo que soy ahora. Y tú tienes mucho que ver. Sin embargo, comprendo que no quieras.

—No, no es eso. Tú me gustas, Tom. Solo que anoche… anoche te sentí inseguro, que solo buscabas alguien que esté ahí para ti en ese preciso momento, y yo quiero estar contigo para más que solo un momento, ¿me doy a entender?

Tom asintió. —Perfectamente, pero, yo quiero estar contigo. —“Me haces olvidar a Bill, aunque sea solo por un momento”.

Luca lo besó, y Tom sonrió durante el beso.


Tom había pasado un excelente fin de semana junto a Luca. Nadó bastante, y no fueron más allá de caricias y besos, Tom no lo iba a presionar, y Luca parecía llevarlo bien así.

Tom estaba saliendo junto con Luca de la universidad, y este le tomó de la mano, Tom sujetó la mano que le acariciaba. Luca le dio un beso, y Tom correspondió y le sonrió.

No sabían que alguien les observaba a lo lejos.


Andreas en la tarde se dirigía a casa de Tom.

—Hey, Oskar viene con Gustav, no han regresado pero vendrán en el mismo vuelo. Haremos una fiesta por unir a la banda de nuevo. ¿Me acompañas al aeropuerto? Y por cierto, estás invitado a la fiesta, tú con Luca si gustas —mencionó Andreas. Tom negó.

—Nah, qué flojera ir al aeropuerto. Pero cuenta con nosotros para la fiesta —respondió Tom, mientras se rascaba el vientre plano—. Verdad, ¿me acompañas a comprarme ropa mañana? Estoy harto de tener ropa ancha.

—¿Y qué harás con toda la ropa ancha que tienes?

—La donaré, qué sé yo.

—Bueh, me la puedes donar para usarla como pijama.

—¿Para tener mi olor? Baboso. —Andreas le tiró un almohadazo, Tom le mostró el dedo medio.


Andreas estaba aburrido sentado en la sala de espera, por ello jugaba con su celular. El vuelo de Oskar y Gustav se había retrasado. En serio estaba que se moría de aburrimiento.

De la nada, un gato de peluche apareció a sus pies, y pensó en su gata, iba a sujetarlo cuando vio como una mano miniatura la sujetaba… ¿mano miniatura? Se fijó bien y se percató que era una niña la que lo recogía, una pequeña de ojos que le parecían conocidos.

Tenía tirabuzones, unas coletas mal hechas, y un pañal notorio bajo su faldita tutú. Le sonrió y Andreas correspondió al gesto.

—Hola, niñita. ¿Cuál es tu nombre?

—Dobbie.

Andreas frunció el ceño, pensando en el elfo doméstico de los Malfoy en Harry Potter.

—¡Robbie, mi amor, ¿qué haces aquí?! ¿Qué te hemos dicho de hablar con desconocidos? —regañó una señora que podría ser su madre. El nombre se le hizo conocido. ¿Robbie? ¿Dónde lo había escuchado antes?

—Abu, mida —señaló la pequeña a Andreas, el cual le sonrió.

—Oh, perdone la molestia, es que mi hijo está haciendo el papeleo y esta pequeña es una bala desde que aprendió a caminar —explicó la señora, Andreas negó.

—No se preocupe, señora.

—Má, ¡¿has visto a Robbie?! —preguntó alarmado un hombre rubio de pelo corto que se parecía a…

—Bill.

—Andi Candi, hola —saludó Bill, expresión demacrada.

—No jodas, ¿volviste a Alemania?

—De hecho, estoy regresando a Francia —se sinceró. La pelirroja lo vio como pidiendo una explicación—. Oh, Andreas, ella es mi madre, Simone, Simone, él es Andreas, un amigo.

—Un gusto, Andreas —dijo Simone mientras sujetaba a la pequeña en brazos.

—¿Tom está aquí? —preguntó Bill en voz baja, nerviosismo notorio. Andreas negó.

—No él tenía cosas que hacer, estoy solo esperando a Gustav y Oskar.

Bill asintió con una sonrisa lastimera, le recordaba más al Bill de dieciséis.

—No le menciones nada, por favor —pidió Bill. Andreas asintió.

—Está hermosa tu enana.

—Gracias.


Tom estaba comprando junto con Andreas ropas que fuesen más ajustadas, o como la gente normal decía, “de su talla”.

—¿No luzco más delgado así? Tengo piernas de pollo raquítico —se quejó Tom, mirando cómo le quedaban los vaqueros que se había probado, Andreas se carcajeó sin importarle la cara de la dependienta.

—De hecho, le estiliza la figura —admitió la chica.

—¿Usted cree? —preguntó Tom, mirándose de costado—. Hey, me hace ver bien.

—Te hace ver como si por primera vez en tu vida tuvieras culo —bromeó Andreas.

—A mí me parece que el joven tiene un buen derrière —halagó la muchacha.

—¿Un buen qué? —preguntó Andreas.

Tom arqueó una ceja. La joven, que al parecer era francesa, negó con un gesto.

—Trasero, tiene un buen trasero.

—Dilo de nuevo.

La chica sonrió y negó.

Lastimosamente, Andreas aún lo recordaba, y se lo repetiría a Tom hasta hartarlo.


—No tienes buen culo, tienes buen derrière —soltó Andreas con retintín.

—Cállate, joder.

—Es que Tom…

—Tengo que comprar camisetas allí —señaló un lugar con camisetas personalizables. Andreas bufó y aceptó ir.

El sitio tenía diversas camisetas de diferentes tipos, colores y diseños. Habían de los Simpsons, de South Park, de personajes de películas, cantantes, entre otros diseños indefinidos. Él buscaba algo básico, con algún diseño que le gustase.

—Hola —saludó Tom. Un muchacho le extendió la mano, emocionado.

—¿Eres el sobrino de Sido y Bushido, verdad?

—Oh, conoces a mis tíos.

—Sí, de hecho les encanta comprar en mis tiendas. ¡Oh, ¿él no es Andreas Listing el guitarrista de Alea?! —soltó en un grito, Andi se rascó el cuello.

—Sí —dijeron Andreas y Tom al unísono.

—Qué genial, un honor que estén en mi tienda.

—Eh, pero el famoso es mi amigo, yo no, mis tíos son famosos, sí —comentó Tom.

—Igual, eres familia de Paul y Anis, y yo les tengo un inmenso respeto. Mi nombre es Lauren.

—Un gusto.


—Fue recontra incómodo comprar ahí —mencionó Andreas.

—¿Quién te manda a ser famoso, eh?

—No solo yo, tú que nada haces también lo eres. Y eso que él no sabía que escribiste las canciones del próximo disco de Alea.

—Ni lo digas.

...


Tom estaba escribiendo prosa en su computadora, se le daba mejor a su parecer, y lo disfrutaba más. No que se quejara de escribir canciones, pero sentía que la prosa era lo suyo, escribir historias que nadie leería y crear mundos alternos donde se enfocara en sus personajes y no en sí mismo.

Todo lo guardaba en su computadora bajo el seudónimo de Once, aunque fuese algo doloroso, no podía negar que en parte seguía siendo como ese chiquillo.

Decidió que necesitaba distraerse y, de paso, avisarle a Luca sobre la fiesta para Oskar y Gustav, así que tomó su móvil y marcó.

—Hey, hola Luca. Andi me dijo que harán una fiesta mañana y quería saber si querías ir conmigo.

—Claro. Dime la hora e iré a tu casa.


Se miró al espejo y sonrió satisfecho. Seguro Andreas le diría alguna broma como… que estaba de luto o algo así, que se veía pálido, pero le daba igual. A su parecer se veía muy bien con sus vaqueros negros y su camiseta negra estampada con una frase que le gustaba. Se puso una pañoleta blanca con puntos negros que formaban un cráneo en la cabeza.

—Wow, estás guapo —halagó Luca. Tom sonrió.

—Tú también —correspondió al cumplido. Tom agarró de la mano a Luca y lo guió a casa de Andreas. Los roces simples pero íntimos se estaban volviendo algo común. 

Dentro de sí, sentía que traicionaba a Bill, sin embargo, trataba de convencerse de lo contrario porque ya no eran nada.


—¡Llegó la parejita feliz! —bromeó Andreas apenas ingresaron, el pelirrojo ya había tomado unas copas de más.

Se saludaron entre todos, y se presentaron.

Oskar ahora lucía un look diferente, su cabello era morado, largo y en coleta, y se veía más maduro, con una cazadora de cuero, pantalones de su talla y no millones de tallas más ajustadas. Su contextura era delgada, pero estaba más fibroso, ya no tan cuerpo de fideo como antes.

—Me gusta tu nuevo look, Tom —mencionó Gustav, Tom asintió.

Gustav tenía el cabello largo y negro, también en una coleta, mostraba unos músculos formados en sus brazos por tocar la batería.

—Es un chico muy guapo —se admiró Brianne, la novia de Gustav que estaba a su lado.

Luca no llamaba mucho la atención en ese ambiente, solo por sus tatuajes, aunque Gustav también tenía algunos, pero le emocionaba la idea de estar compartiendo más con Tom.

Andreas casi se pegó a Tom y le sonrió.

—Me alegra que estés con Luca, no lo arruines —dijo Andreas entre hipidos. Tom arqueó una ceja.

—Eh, no te preocupes por eso —respondió Tom, acariciando la mano de Luca.

—Nada de volver con Bill, por más que regrese o venga de vacaciones a Alemania —soltó Andreas con seriedad.

Tom rodó los ojos. —Él no volverá, y no regresaré con Bill.


Luca iba apuntando mentalmente lo que sucedía, los datos que descubría, como que el ex innombrable se llamaba Bill y al parecer no vivía en Alemania.

—Nunca digas nunca.

—No dije nunca…

—A lo que voy es que Bill puede regresar sin avisar en cualquier momento.

—¿Por qué lo dices? —preguntó Tom con el corazón latiéndole con fuerza, una sonrisa desinteresada retratada en sus labios, pero la esperanza se escondía dentro de él.

—Porque cuando recogí a estos idiotas, y Brianne, me lo encontré. ¡Su hija es una dulzura! Y le gustan los gatos como a mí —mencionó más para sí mismo que para Tom.

Tom se paralizó.

—¿Qué?

—Tom dijiste que no regresarías con Bill… —dijo Luca, un tanto confundido por el repentino interés de Tom, este lo chistó y tomó a Andreas de la camiseta.

—¿Bill está aquí? —preguntó con la expresión enojada—. ¿Por qué no me lo dijiste antes?

—Ya se fue, solo vino a recoger a su madre.

Tom lo soltó y comenzó a temblar. Luca se había ido.

Andreas intentó abrazar a Tom, pero estaba demasiado ebrio como para coordinar bien. 
Georg apareció en escena e hizo que Tom se sentara, brindándole un vaso con agua para que recuperara la compostura.

—¿Dónde está Luca? —preguntó Tom cuando “despertó” de su ataque.

—Se fue hace un rato, cuando preguntabas por Bill —respondió Georg, palmeándole la espalda en búsqueda de tranquilizarlo.

—Mierda —soltó Tom con la expresión decayendo—. Soy un estúpido.

—Sí, lo eres —cedió Andreas.

Tom lo fulminó con la mirada y salió de allí.

5 comentarios:

  1. Jajajaja ya sabía que al estúpido de Andy se le saldría que vio a Bill, no podía no saber Tom, jajaja y pobre Luca, aunque no lo merece, la verdad es que cuando alguien ya tuvo ese amor por quien daría todo, nunca lo olvidas ni vuelves a amar igual...

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    1. @Lily, Andi es boca floja :v y sí, como el primer amor, o el amor que te marca no hay otro igual.

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    2. Espera!! Ya iba a empezar el siguiente capítulo cuando esta idea me golpeo el cerebro... Era Bill quien los veía a lo lejos?? Era el? Si había ido a buscar a Tom pero como lo vió con Luca no se le acerco??? Me mueroooo!!! Respondeme por favor!

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    3. Ahhh sufro aun más :'(

      Es una pena, es como pensar en el hubiera, pero ni modo...

      Y bueno este es mi capítulo favorito hasta ahora jajajaja

      Besos

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