Pueden, como también no, leerlo, es a elección. Pero mi más seria recomendación es que lo hagan, que al final de éste hay un avance del próximo capítulo (que vendría a ser el capítulo veinte de verdad).
Es algo corto, avisadas quedan, sin embargo, necesitaba ponerlo separado porque tiene una luz propia. Así como el sueño de Bill (véase Once fuera de tiempo I) no hubiera brillado si lo hubiera puesto como parte del capítulo, esta escena no resaltaría si la pusiera dentro de un capítulo real.
Prometo que el capítulo veinte será más largo, eh. Solo denle la oportunidad a este extra.
Capítulo
20: Temor
—Buenas noches, señora —se despidió el portero.
Ella asintió, se subió a su auto, relajándose con el
ronroneo del motor. Se sentía tensa, y no sabía qué hacer al respecto. La
música no la hacía sentir mejor, los libros sí, pero no todos, y tenía que
estar muy antojadiza para leer. Ahora casi no le quedaba tiempo, solo tenía que
encargarse de hojear cuentas, documentos, y demás.
No podía acelerar, no sería prudente, por otro lado,
no había otros carros, al menos por el camino que tenía que tomar para irse a
su casa. Se permitió subir la velocidad, solo un poco, lo suficiente para
mantener su vista fija al frente, mientras mentalmente las imágenes se formaban
sobre las luces que iluminaban la autopista.
Estaba aún en la escuela, lo recordaba, todavía se
sonrojaba con facilidad; y en la salida del colegio, con excusa de que iba a
hacer un trabajo en casa de una amiga, se iba de la mano de su novio. También
solía deshacer sus trenzas, y sacar los bordes de su blusa, que debían estar
dentro de la falda, se aflojaba la corbata y se sentía alegre al ver el rostro
del chico que le quitaba suspiros.
Su pareja estudiaba en otra escuela, una para
varones, era mayor que ella, y siempre le robaba besos debajo del puente, donde
nadie iba a parar. No les convenía ser vistos, porque sino el castigo sería
grande.
Sonrió y de pronto le entraron ganas de fumar, pero
ella no tenía vicios, no señor, los que tenían vicios terminaban mal. Su padre
siempre le repetía eso
Rememoraba también que fue bajo un árbol, cuando él
la llevaba al bosque porque en su casa no iban a dejarlo entrar con una
jovencita, que le propuso que hicieran algo más que besarse y tocarse por sobre
la ropa. “Cosas de adultos —decía—, es como una prueba de que me amas”. En un
principio ella no quiso, pero terminó cediendo, porque sabía que le iría
gustar, y quería mucho a su novio.
Sin embargo, también estaba consciente de que
aquello no le parecería bien a su padre.
Las profesoras habían dado una clase alusiva, y ella
le pidió que comprase los condones. Pero era como si no estuvieran hechos para
su cuerpo, le provocó muchos malestares, y cuando se hizo revisar en el médico,
por suerte no en presencia de su progenitor, descubrió que era alérgica al
látex.
“—¿Entonces
qué? ¿Lo dejaremos de hacer? —Había preguntado el chico.
—No,
simplemente tu semilla no entrará en mí.”
Pensaba que había sido una niña muy tonta en ese
tiempo, como para pensar que algo así podía funcionar.
De casada comprendió
muchas cosas, y aprendió otras tantas. Como que las mentiras tienen patas
cortas, y que cuando uno está tan sumido al tener sexo, se olvida de que se
supone que al final no tendría que sentirse así de “llena”.
Le gritoneó y se fue a llorar a su casa, bañándose
de inmediato, pensando, en su ingenuidad, que todo estaría como antes si se
lavaba bien. “Era tan tonta”, caviló, sintiéndose en parte enojada por el tipo
de educación que le dieron en casa y la escuela. Sin embargo, la molestia en su
garganta era algo parecido a culpa, una llamada de atención que ella prefirió
obviar.
Cuando su padre se enteró que estaba embarazada, la
cacheteó, y luego le pidió que le dijera quién había sido el desgraciado que
había hecho eso. Entre sollozos mencionó que podría abortar, y solo consiguió
que el mayor se enfureciera y le reclamara que tenía que hacerse cargo de sus
irresponsabilidades, pidiéndole de nuevo que le dijera el nombre.
“—Ya
no vas a ser marino, no lo vas a ser, ¡por meterte con una furcia como ella!
—chilló la abuela de su novio, señalándola.
—No
quiero que mi nieto sea un bastardo —exigió su progenitor, sin verla. El chico
miraba al suelo, sintiéndose humillado, sus primos estaban ahí, viéndole, como
buitres, y ella se sentía como un fenómeno de circo.”
Luego vino la boda, y lo quería, tal vez en otras
circunstancias, y no apenas hubiera terminado la escuela, habría aceptado
casarse con él. No obstante, de esa forma era muy difícil que se sintiera a
gusto con el matrimonio. Casándose simplemente porque tenía tres meses de
embarazo de gemelos, con la abuela del novio que ni siquiera se apareció por
vergüenza, con la expresión de decepción en los rostros de todos, pues no se
sentía correcto, ni bien.
Las cosas se dieron mejor cuando su padre le había
regalado una casa, donde podrían vivir solos. Su ahora esposo, sin estudios al
igual que ella, tenía que trabajar para mantenerlos, aunque también había
cierta ayuda de su progenitor que no podía dejar desprotegida a su hija.
Dejó que corrieran ciertas lágrimas, a sabiendas de
que en su casa no podría llorar, permitió que el viento que se colaba por la
ventana las limpiara, y en su mente seguían reproduciéndose los recuerdos como
si se tratase de una película.
Se acordaba cuando tenía que leerse libros de manejo
de empresas, porque tendría que hacerlo más adelante, y también de cuidados
para bebés. Le había elegido ya los nombres: Fabian y Victor.
Dentro de todo se sentía feliz, cuando se quedaba
sola, o cuando él llegaba y le dejaba un beso en los labios y su vientre.
Aunque cuando venía la abuela, todo se ponía tenso, o al haber almuerzos
familiares, donde tenía que soportar a un montón de personas que la veían por
debajo, por ser la que había arruinado el futuro de su esposo.
El momento cumbre llegó cuando entró en labor de
parto, un tanto prematuro al ser dos. Sufriendo por las horas que tenía que
soportar las contracciones, y esperaban la dilatación también debido a que el
doctor no quería hacerle cesárea. “Es muy joven como para que la corten”, había
dicho. Sin embargo, cuando hubo complicaciones, tuvieron que hacerlo.
Recordaba la sensación de aletargamiento, el
levantarse y no haber recordado oír ningún llanto de bebé cuando aún estaba
drogada. El que él la viese con ojos llorosos y le besase en la mejilla, le
repitiese acariciándole el cuero cabelludo que todo estaba bien, le decía todo
lo contrario. Nada podía estar bien si la trataban así. “Y nada estuvo bien”,
pensó.
Uno de sus bebés había nacido muerto, porque se
había ahorcado con el cordón, y el otro bebé no podía respirar bien, por lo que
no lloró al nacer. Tendría que estar unos días en la incubadora, y poseería una
predisposición a tener enfermedades respiratorias.
“—¿Entonces
qué nombre le pondremos? ¿Fabian o Victor?”
Recordaba que su esposo le había preguntado eso,
pero no era lo mismo. Fabian y Victor eran los dos, si uno había muerto ya no
lo serían más. Por eso fue que lo llamó “Tom”, porque recordaba que en la
escuela habían dicho que en otra lengua aquel nombre significaba “gemelo”.
Sería un recordatorio para que ella nunca olvidase que tenía que cuidar por
siempre a su hijo, que era tan frágil y pequeño cuando estuvo por fin en sus
brazos.
Tom no sabía nada de eso, y no se lo mencionaría
nunca. Porque sucedió antes de que él naciera, y si bien al principio demostró
un comportamiento algo retraído y solía balbucearle a su sombra, o donde
hallase su reflejo, ella le dio todo el amor que pudo. Pero Anis había dicho
ciertas cosas que podrían ser ciertas, y en parte Anémona no quería que la
historia se repitiera. Tenía tanto en qué pensar. Dio un giro, moviendo el
manubrio, y su casa se pudo vislumbrar.
También tenía que meditar sobre Bell, a la cual
dejaba estar en su morada solo porque iba a morir pronto.
“Quiero
recuperar el tiempo, Mona. Sé que no será lo mismo, pero nos servirá.”
Y ella no quería, solo lo hacía por compromiso, sin
importarle que llegase más tarde para no tener que lidiar con Bell. Pero a
veces Bell le daba la bienvenida y le preparaba un té, le preguntaba por su
día, como si realmente intentase ser ahora la madre que nunca fue en su vida.
Anémona tenía ganas de reclamarle, de decirle con qué derecho venía ahora, sin
embargo, se callaba, porque Bell moriría, eso tendría que pasar. Se iría como
su padre.
Era mucho lo que la atormentaba. No había pedido que
su hijo fuese gay, no supo en qué momento cometió un error para que eso
sucediese; y ya resignándose, se preguntaba entonces por qué Tom no se había
fijado en alguien mejor, uno que no diese problemas, que no fuese como Bill,
alguien como Andreas, u otro chico de su clase.
Detuvo el motor, se miró en el espejo retrovisor,
permitiéndose llorar un poco, se apoyó contra el timón y siguió desahogándose.
Solo eran unos minutos, y cuando salió del auto, con el maquillaje retocado, y
fingiendo que nada había pasado, recordó que tenían que enviarle un correo,
revisando así su buzón, percatándose que no estaba vacío pero tampoco había
nada para ella.
Era un disco, para Tom, y Anémona sabía que el
regalo había sido hecho por Andreas, por la letra ladeada y pulcra. ¿Cuándo se
lo había dejado? Debían revisar más seguido puesto que algo de polvo traía
encima.
Decía que el presente era por su cumpleaños, y haciendo memoria notó
que Andreas no había estado en la reunión por el cumpleaños de Tom.
Tomó aire para darse ánimos a seguir y sacó las
llaves, abriendo la puerta.
u.u
ResponderEliminarPOR LA PUTA MADRE
ResponderEliminarMe hizo llorar eso de que el gemelo de Tom murió, y que hablaba con su sombra o cualquier superficie reflejante ;-;
Eso explicaría... en fin O_O
Y tampoco me esperaba que fuera Anémona de la que se estuvo hablando, en realidad era una muchachilla normal. Ahora la entiendo más, y entiendo que se haya vuelto tan sobreprotectora, la ha cagado mucho .-.
No quiero que muera Bell u.u
Y me muero de curiosidad por saber qué viene en ese disco.
Wow...
Entonces agreguemos ''capítulo falso'' al glosario de Kasomiculand xDDD
Me gustó mucho, ahora todo tiene más sentido.
Besitos *3* <3
;___;
ResponderEliminarMe hizo que sintiera un nudo en la garganta con lo del gemelo de Tom y que hablaba con su sombra...
Ahora entiendo el porque Anémona es así con Tom,ella era una chica muy sencilla.
Ahora entiendo el porque ella es así,debió ser duro para ella ;___;
La verdad me gustó mucho,ahora entiendo lo que pasa en realidad.
Espero estés bien,saludos y besos! :3
Oh... aunque pensé que sería otraaa cosa este cap ya me lo veía venir, Anémona no es mala, simplemente trata con su pasado y aunque un poco pre-juiciosa ella solo trata de proteger a su bebé ya que quizá no pudo hacerlo con el otro. Ay gay este estuvo triste...
ResponderEliminarK.
Ummms yeah, estuvo triste pero bueno, eh. Me dio penita el gemelo de Tom, pero bueh... Si hubiera nacido no seria lo mismo e.e Bell me cae, ojala que se demore en morir, y pues... Estare pendiente del proximo.
ResponderEliminarNooo ¿por qué me haces esto? Casi lloro con lo del gemelo de Tom y justo estaba estudiando eso de embarazos múltiples :'(( malvada! Ahora se entienden muchas cosas, ahora sí todo me queda más claro. Y ahora comprendo a Anémona u.u... ¿qué será que tiene el disco? Andreas no se rinde :O
ResponderEliminarMierda, no me esperaba esto u.u
ResponderEliminarTom se quedó sin gemelo :c okay, de ahí viene la sobreprotección de Anémona para él, y pues la historia de como fué engendrado tampoco me lo esperaba, jamás de los jamáses(? se me hubiera cruzado por la mente! ya que ella trata de tener una fachada pulcra .__.
No peh, fué algo triste el capítulo, ahora medio entiendo a Anémona, eso del porqué tiene un carácter de mierda. xd
Saludos Nad :))
NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! WHYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY???????????????????????????????!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminar¿Dime cómo putas un matrimonio así, obligado pero querido, termina por arruinarse de semejante manera? Pero antes ¿¡Explícame por qué te empeñas en hacer sufrir a Tom!? T-----T ¡Me cago en los putos adultos!
Recapitulando el capítulo anterior, sabemos que Bill está todavía en casa de Tom, así que tal vez él vea el regalo de Andreas...espero que no se venga un problema nuevo entre ellos y también espero que solo haya sido Bell y no Anémona, la que haya escuchado las hmmm" actividades" de los chicos.
ResponderEliminarSe dice que en cierta manera, a veces repetimos ciertos círculos, o mejor dicho hay círculos que no se pueden romper. Aunque no lo quiera la madre de Tom, está siguiendo el mismo patrón que le daban a ella.
Sobre el relato de Tom y su gemelo, nunca me lo hubiera esperado. Me imaginé a Tomichu chiquitito, con sus problemas de habla, hablándole a ese "alguien", fue conmovedor.
Un vistazo más al pasado de otro personaje en Once, se agradecen estas historias, porque nos permite conocer un poco más la historia de los personajes.
Saludos Nadir!
Adriana.
*-* Se me formó un nudo en la garganta ._. O sea que Tom no era hijo único T-T Ahora comprendo un poco más la actitud de Anemona. Me da tristeza que algo así le haya "pasado", sé que es una historia ficticia, pero no puedo evitar sentirme ahí :3
ResponderEliminarGracias Playa, nos leemos en el siguiente el cual espero con muchísimas ansias ♥_♥
Besos.
O: ... Qué penita :c Ya no detesto tanto a Anémona. Jiji, Gracias por otro bello capítulo, (Aunque sea una ''falso'' xD). <3
ResponderEliminarwoaaaaa recién lo leo porque quería esperar al capi real y asi leerlo de corrido...
ResponderEliminarAhora me pongo a pensar que Anémona no la ha llevado fácil, lo de los gemelos fue muy triste T_T no me lo imaginaba, esto ayuda a aclarar muchas cosas y tal vez un poco del rechazo que tiene Anémona a su madre es algo excusable ya que era como alguien ausente en su vida, al menos eso creo yo...
Genial el capi aunque algo triste :(