Fanfic: Tokio Hotel World. Capítulo 1. Segunda parte.

Dedicado a Noe :D Aquí termina el primer capítulo. 

Capítulo 1. Parte dos.

“—Ok, tú abres la puerta del coche y yo te echo barras. —Bill jaló a su amigo, este tuvo que ceder; los dos sujetaron la manija del coche y la subieron lentamente…”

—Joder, Bill, está con seguro —bufó Andreas.

—Es que pensé que estaría abierta. El asesino fue astuto —observó Bill, agarrándose la barbilla.

—No sé porque pienso que el asesino eres tú y buscas que sea tu próxima víctima —soltó alarmado Andreas—. Bueno abrámoslo. —Volvieron a bajar la manija que ahora estaba sin llave y el rubio se carcajeó, Bill estaba con los ojos abiertos como platos—. Creo que con lo único que atravesaron a esta víctima no fue un cuchillo —dijo sin aguantar su risa.

Bill seguía idiotizado.

—¿Qué demonios hace una muñeca inflable en mi carro? —Las cosas tuvieron sentido para Bill—. ¡TOM KAULITZ TRüMPER!

—Ahora hazte el loco, bien que eres un pervertido que quería compartir sus cochinadas conmigo —musitó Andreas.

—¿Estas mal? Yo no hago esas cosas —se defendió Bill.

—¿Eres virgen? —arqueó una ceja Andreas.

—No —respondió fastidiado—, me refería a que no ando con…una de esas —señaló a la muñeca inflable.

—Tú eres pura Manuela Palma —se burló Andreas, Bill chasqueó la lengua.

—Esto es obra de Tom Kaulitz, y el muy maricón no va a venir aquí, así que si el cerdo no va al chiquero, el chiquero va al cerdo —sentenció decidido.

—¿Que no era esa frase con Mahoma y la montaña? —interrogó un Andreas confuso.

—Es que me gustan más los puerquitos —respondió Bill emocionado. “Gemelos anormales de mierda”, pensó Andreas por tal respuesta.

—Eh… vamos, amiguito —instó.

—Tú sí que eres un buen amigo Andreas —aseveró Bill, sonriente.

—Sí, lo soy —coincidió, aunque por su cabeza pensaba “¿Qué me queda si siempre que escapo, encuentran la nueva dirección de donde me mudo?”. Los dos entraron a la casa de los Kaulitz en Berlín, se encontraron con el ambiente oscuro—. Joder, tu casa da miedo.

—Sí, perdón es que Tom no pagó la luz. —Andreas pisa algo suave y se escucha un chillido desgarrador.

—¡Mierda!

—Que malo eres Andreas, pisaste al pobre de Kasimir.

—¿También lo trajiste aquí?

—Sí —respondió cariñando al gato.

—¿Y dónde está Tom? —interrogó curioso.

—No lo sé, ¿en su cuarto?

—Igual no vemos nada. —Usaron sus celulares como linternas y se encontraron con un cuchillo con sustancia roja.

—¡Eso es sangre! —gritó alarmado Bill.

—Joder, Tom en verdad mató a alguien —bramó Andreas, en parte asustado.

—¡No! Ya sé lo que pasó.

—¿Qué?

 Bill se puso a llorar. —Tom sabía lo que hizo con mi carro, y pues se metió a la casa y de seguro escuchó mi grito, se sintió culpable, cogió un cuchillo y…

—¿Estás diciendo que Tom se mató? —Bill asintió, aún lloroso, y se apoyó en la mesilla—. Bill yo no pensé que Tom fuera capaz de eso.

—Yo tampoco lo pensé, pero mira —señaló el cuchillo—, es mi culpa, prácticamente ¡maté a mi hermano!

—Bueno, Bill, esas cosas pasan. No, tienes razón es tu culpa. —Bill lloró aún más—. ¡Joder! ¡Eres un cabrón! ¿Qué dirá Simone? Eres una mierda, mataste a tu propio gemelo. Así que te mataste en cierta forma –dijo Andreas también sollozando, él quería a Tom como a un hermano—. Bill nos lo quitaste. Ahora la cosa es ¿de dónde sacarás guitarrista nuevo?

Bill lo fulminó con la mirada. —¿En serio?

—No te hagas el sentido que quien mató a su hermano fuiste tú, no yo.

Como es normal la luz del celular se apagó, pero ellos se asustaron, apretando las teclas e iluminando todo de nuevo, encontrándose a un Tom con el rostro blanco y sustancia roja colgándole de un lado del labio. El par gritó, haciendo que Tom diera un bote, perdiéndose su chillido de niñita entre los gritos.

—Tu hermano se suicidó, se convirtió en vampiro y, ahora viene a vengar su muerte y me matará de paso porque estoy a tu lado. Joder, Bill me la pagarás en el más allá —aseguró Andreas, resignándose a su muerte a temprana edad.

—¿Cómo que me morí? —dijo Tom levantando el cuchillo de la mesilla y lamiendo la sustancia roja, lo que provocó los alaridos de terror de Andreas y Bill.

—Y encima no está consciente de que se suicidó, nos va a descuartizar y luego chupar la sangre —soltó de nuevo Andreas y Bill se desmayó.

—¿Qué mierda tienen? —preguntó Tom levantando a su hermano y poniéndolo en el mueble, con algo de dificultad porque los huesos pesaban, y no es que Tom tuviera mucha fuerza—. Yo esperaba que me golpeara, gritara o hiciera berrinche, ¿pero que se desmayara?

—No seas malo Tom, quédate con Bill, véngate de él, pero déjame ir —pidió arrodillado Andreas.

—Ayúdame trayendo alcohol —farfulló Tom, sin prestar atención a la locura temporal de Andreas y Bill.

—¿Lo vas a desinfectar primero? ¿O sea que te lo comerás? ¡Canibalismo! ¡Ay no, yo me voy! —gritó Andreas corriendo asustado hacia la puerta

—No sé de qué se han fumado estos. —Tom tose y se sacude el polvo blanco de la cara—. Maldita harina —se levantó, busco alcohol y se lo pasó a Bill por la nariz, su gemelo entreabrió los ojos y se le pusieron como platos.

—Tom, ¿todo fue un sueño? —cuestionó Bill, viendo que la cara de su hermano estaba color carne de  nuevo.

—¿De qué hablas hermanito?

—¿O sea que no te metiste en mi coche con una muñeca inflable? —preguntó, Tom sonrió nervioso.

—Sobre eso hermanito —comenzó Tom, rascándose la nuca.

—Entonces, ¿sí pasó? Es decir… —sus ojos se abrieron como platos.

—Mira andaba algo ansioso, y pues no había groupies cerca y pues me compré la muñequita y como sabes que soy desordenado, no sé dónde puse las llaves de mi coche así que tome las tuyas. En el camino a casa vi a mi muñequita y tuve una idea, que sería emocionante hacerlo en un carro y pues…

—Pero, ¿no me vas a matar? ¿No te mataste? —interrogó confundido, y alegre al mismo tiempo.

—No, ya sabes Don’t jump, y eso. Saltamos los dos, moriremos juntos —le recordó Tom a Bill.

—Pero te vimos pálido y con san- —se percató de la sustancia roja aun en su labio—. ¡Sangre!, ¿dónde está, Andreas? ¿Te lo comiste?

—Él se fue ¿yo tengo la cara pálida? —se tocó el rostro y cayó más harina—.¡Ah, esto! Es que…

—¡¿Cambias de piel?! —exclamó Bill para luego chillar de nuevo.

—Joder, Bill deja de gritar que ya no estamos en concierto —se quejó Tom, rascándose el oído.

—Debo morir, fue mi culpa. Mátame —se resignó Bill cerrando los ojos

—Ya estás recontra mal, ¿cómo que me cambio de piel? Es solo harina, ya sabes… quería que me perdonaras por lo del coche, pensé en hacerte una tarta de fresas y me olvidé el cuchillo aquí. Me gusta lamerlo después de cortar fresas, sabe rico; y estaba con lo de la masa cuando gritaste, me asuste y la harina se me cayó en la cara… pues ahora sé que soy pésimo en la repostería y que tengo adicción por las fresas —terminó Tom su relato.

—Mierda —musitó Bill enojado.

—No, mierda te gustará a ti puerco, a mí me gustan las fresas —farfulló Tom con ojos brillantes, Bill le mostró el dedo.