Los que han leído han Maggot sabrán, a menos que no hayan leído Destino, que escribe sado, masoquismo, muerte, sangre everywhere xDDD orgías, tríos, ehem... no sé. Este oneshot es de vampiros y hay ciertas burlas que espero no se tomen personal.
Título: Cruento.
Autor: Maggot y kasomicu.
Rated: +18.
Categoría: Slash.
Género: Supernatural.
Advertencia: AU, Twincest no relacionado, Lemon, Parafilias (leve sado, Vampirismo), Dudoso consentimiento.
Resumen: "La curiosidad mató al humano... o casi"
"Espero tengas buenos recuerdos si sobrevives, los suficientemente buenos para no querer volver a pasarlos en tu vida"
Disclaimer: Las personas reales no nos pertenecen, la trama junto con sus acciones y demás sí son de nuestra autoría.
Capítulo único
Se estaba sintiendo incómodo, todos sus músculos
estaban tensos y de vez en cuando debía obligarse a respirar porque por más que
fingiese prestar su entera atención al libro que tenía entre manos, lo único a
lo que estaba presto a captar era la presencia y el peso de la mirada del
contrario. Se sentía objeto de un escrutinio continuo desde hace días. Esos
ojos color caramelo, que a veces le hacía pestañar al verlos rojos —culpaba a
los reflejos solares—, le aturdían en demasía.
Sabía que ese raro compañero de ciertas clases se
llamaba Bill, y que nadie se le acercaba como si tuviese lepra, aunque eso no
evitaba que el morbo se propagase entre todos y se viese para ellos como un
críptico joven de singular apariencia. Y, para qué negarlo, era guapo, quizá
demasiado. Todo eso le incomodaba a Tom, porque Bill no prestaba atención a
ninguna de las chicas del campus, y tampoco a los chicos; no se le conocía
pareja estable, en realidad, nunca se le había visto socializar con alguien, y
nadie le replicaba la insondable actitud. En conclusión, ser el primero en
quién se fijase aquel fenómeno era algo por lo cual preocuparse, nadie sabía
nada de él así que podría ser un maldito asesino serial que veía en Tom a su
próxima víctima.
Tom frunció el ceño frente a su pensamiento. Ni más entraría
a esa página de asesinos en serie, que por hacer un trabajo había descubierto, y la cual había seguido viendo por morbo.
Él no era tímido, no demasiado, quizá no
extrovertido como lo era el resto, Tom se tomaba su tiempo al cortejar a una
chica, porque lo hacía y no se limitaba a preguntarle por sexo cual prostituta.
No es que las damas no lo asediaran como tales, ese era otro asunto, su trato
no variaba por más que el contexto fuera distinto, aunque evitaba a las damas
tan… urgidas, por decir menos.
Tomó aire y cerró los ojos antes de romper el
silencio armándose de valor. —¿Si sabes lo que es el espacio personal, cierto?
Entreabrió los ojos para observar la reacción del
joven. Y una mueca muy parecida a una risa grotesca y socarrona se le anidó en
los labios.
—Yo sí, desconozco que tú lo sepas puesto que
distinguirías que existen distancias zonales dentro del espacio personal y que
yo estoy rigiéndome bajo la aceptada —respondió con cadencia y aplomo.
Sus ojos relampaguearon. Tom lo miró absorto.
—Eh… a eso no me refería sino… —Se dio cuenta de su
error y se vio atrapado sin saber qué decirle, cómo explicarle que el solo
hecho que le mirase implicaba para él una molestia, y que incluso se
consideraba de mal gusto mirar durante tan largo lapso a otra persona.
Luciría ridículo. Lo más probable es que aquel
extravagante muchacho considerase, entre la variedad de sus excentricidades y
prestándose a una comparación, sus formalidades y reglas de etiqueta como
minucias esnob. Tom lo admitía, sacaba a relucir ese lado muy de vez en cuando,
en especial con una madre que prácticamente lo obligaba a aprendérselos y
repetírselos como mantra cada regla desde que era un infante.
Dudaba que Bill
con sus vaqueros ajustados, camisas abiertas, casacas de cuero, maquillaje y
estrafalaria cabellera rubia pudiera entender lo necesario de una buena
conducta para inspirar aceptación en el resto. Es más, aseveraba que Bill era
la némesis de la búsqueda de aceptación social con esas fachas y comportamiento
aislado.
Por otro lado, seguía mirándole, y ya había
desechado la idea de irse dignamente, no después de ese primer cruce de
palabras.
—Me es… —No sabía cómo describirlo sin sonar
ofensivo o muy directo—. ¿Hay algo en lo que pudiera serle de utilidad, joven
Trümper? —interrogó para salir airoso. Un bufido desestimó sus expectativas.
—Tratarme de usted cuando tenemos la misma edad bio…
física —se corrigió de inmediato como notando algo —. No necesito de tus
formalidades, Kaulitz. Quiero… hacerte una propuesta si es que mi hostigamiento
está dando buenos resultados y no es que fueses demasiado distraído o estúpido
como para no notar que te he estado observando en estos días. Y desde que te he
conocido, sólo que ahora con mayor continuidad.
Tom pestañeó un par de veces y bajó con cuidado su
libro.
—Entonces reformulo mi pregunta si los términos que
utilicé te molestaron… ¿en qué puedo servirte, Trümper?, ¿satisfecho?
—Practica el tono, los aires de niño consentido y de
nariz estirada se pueden hasta olfatear por lo despectivo —explicó con la misma
voz tranquila y melodiosa de alguna forma, tal vez era por cómo él controlaba
su respiración.
El moreno frunció el ceño y se resistió a rodar los
ojos para no darle más razón al otro.
—Pues bien, quiero que salgas conmigo —soltó como si
se conocieran ya de tiempo, o bueno, especificando, como si hubiesen tenido
tacto antes y que demostrase el connato de algo. Eso no evitó que Tom se
sonrojara levemente y abriera la boca por la incredulidad de lo dicho.
—¿Me estás tomando el pelo?
—No, no lo hago, veo que estás disponible, si es que
estás presto a evitarte el tedio de unas tres o cuatro citas más con la muchacha
que estás saliendo ahora, que por lo visto es demasiado tímida, incluso para ti
—expuso Bill con toda la naturalidad del mundo. Sacando al fresco cosas que
eran ciertas porque Diana era un tanto problemática para salir debido a sus
padres sobreprotectores, aparte de que era muy quisquillosa.
El problema era cómo este sabía todo eso.
—¿Me estás vigilando? —cuestionó con voz un nivel
más baja de lo normal, mostrando un semblante endurecido precaviendo cualquier
próxima acción, quizá su hipótesis de ser la víctima de ese muchacho no era por
completo equívoca.
Bill alzó un hombro y sonrió de medio lado. —Los
rumores son como la pólvora.
Tom se sintió escandalizado. ¿Él siendo la comidilla
de todos por sus prácticas en aquel ámbito?, ¿desde cuándo? Miró alrededor como
si temiese que en ese mismo instante estuviesen viéndole hablar con Bill y
pensaran que ya tuviesen alguna relación. Sorpresivamente, estaban solos, la
multitud que se hallaba dispersa se fue alejando de a pocos mientras él tenía
aquella conversación con el pálido joven.
—Entonces… ¿aceptas salir conmigo?
Lo miró de nuevo, el pecho se le cerró
momentáneamente y el ambiente se le hacía muy embriagador sin ninguna
estimulación previa, más que esas palabras resonando en sus oídos y su mirada
fija sobre él. Asintió sin notarlo y Bill se retiró de su presencia, haciendo
que la sensación pasmosa se diluyese y el estruendoso sonido del timbre se
escuchase con intensidad de un instante a otro. Tom dio un brinco en su
asiento, e intentó detenerlo, se había marchado ya, y lo peor es que ahora que
no lo tenía cerca quería declinar de la propuesta al ser muy pronta, y más
teniendo en cuenta que su haber con los chicos distaba mucho en comparación de
las chicas. Ni siquiera era bisexual frente al resto. Se mordió el labio. Debería
ser más cuidadoso… empezaría desde ahora, aclarándole las cosas al muchacho-raro-ese.
…
Tom quería estar a la par del otro. Es por eso que
con su galantería —que no fue mucha y más bien si consiguió lo que logró fue
por su cara bonita y lo muy presta que se hallaba la secretaria de
administración— obtuvo la dirección de Trümper. Así que iría a darle una
sorpresa antes de que se diera la ‘cita’ y principalmente para que no se
llevase a cabo.
Cuando fue a la dirección dada creyó que se trataba
de una broma, debido a que la casa parecía sacada de un cuento de terror. Si el
clima hubiese estado lluvioso y con rayos, el cuadro hubiese estado perfecto.
Las paredes en evidente deterioro y de matices grisáceos, la puerta alta y de
fino acabado, el toca puertas de fierro, el camino de piedras de decoración
acomodadas especialmente para suplir esa función, toda vegetación próxima estaba muerta, y
parecía que en el interior de la casa no hubiese nadie. Se le ocurrió tocar la
puerta, sin embargo, no lo hizo y sin querer la empujó, hallándola abierta. El
chirrido le hizo ponerse nervioso y la carencia de luz no ayudaba.
Al intentar buscar el interruptor de la luz se
tropezó con algo y cayó de rodillas al suelo, un fuerte hedor impregnó sus
fosas nasales, tan pútrido ese aroma que le hizo toser. Al apoyarse en el piso
para levantarse sintió algo duro y frío. Se levantó de un brinco y se puso
contra la pared, apretando en ese movimiento el switch y observando aquella
escena en todo su esplendor.
Un cadáver estaba allí, lo que había tocado era el
brazo del hombre.
Había tocado a un muerto… le dieron arcadas de
inmediato, que si no fuera porque no había comido nada más que un jugo hubiese
regurgitado todo.
Estaba en lo correcto antes de entrar, esa no era la
casa de Bill. Agarró el pomo de la puerta dispuesto a abrirla y salir huyendo,
no obstante, su cuerpo no reaccionó al oír una voz susurrante aterciopelada
tras de él. Se desplomó.
…
Olor a óxido fue lo que le llegó primero a la nariz,
y le entró de frente, por lo que comenzó a escocerle la garganta y al querer
sujetársela por acto reflejo se dio cuenta que tenía las manos atadas a la
silla; sí, estaba sobre una, y los tobillos entumecidos también estaban contra
las patas.
Abrió los ojos en toda su extensión y sintió pavor.
—¡SUÉLTAME HIJO DE PUTA! —Y mandó su recato a la
cloaca—. ¡Sabía que tenías algo malo!, ¡asesino…!
La estancia se llenó de un sinfín de improperios que
ni el propio Tom conocía en su haber. Bill sonreía viéndole impacientarse y en
tal estado de desesperación. El olor a muerte impregnaba el espacio, los
cuerpos carentes de vida, miembros mutilados, es decir, sangre en cantidades
industriales.
Tom tosió por tanto gritar. Bill se acercó a él, y
sujetó su quijada entre sus dedos, con el gesto torcido en su rostro le susurró:—No
debiste venir aquí.
El moreno intentó forzar las ataduras e incluso
responderle, sin embargo, parecía como si ese simple agarre fuese tan fuerte
como hierro. Bill no era un enclenque no obstante tampoco podría poseer tal
fuerza… inhumana.
—¿Alguna petición en especial? Tu cuerpo comenzará a
ceder si es eso lo que te tiene preocupado, será una velada cruenta de la cual
espero tengas buenos recuerdos si es que sobrevives, los suficientemente buenos
como para no querer volver a pasarlos en tu vida —expuso Bill dejando de
agarrarle con truculentas manos para luego situarse raudamente junto al cadáver
que se dispuso a abrir frente a Tom.
—¡¿Qué demonios eres?! —interrogó Tom mientras se
retorcía buscando deshacerse de las ataduras y girando el rostro para no
observar cómo el cuerpo inerte estaba siendo cercenado.
—¿No sabes qué soy? —cuestionó Bill con falsa
compunción en el rostro. Sacó un pañuelo tejido de su bolsillo en un ágil
movimiento y se limpió la sangre que tenía cayéndose de las comisuras de su
boca. En un visto y no visto se hallaba junto a Tom de nuevo—. Pues me siento
confundido al respecto, es casi una falta de respeto el que me observes abrirle
el canal al alguien, para después beberme su sangre y que desconozcas qué soy.
Te puedo aseverar que demonio no, solo por mencionarlo. —Bill con una mano
detuvo el movimiento de Tom sobre la silla, con la otra le obligó a verle—. ¿No
te haces ninguna idea de lo que podría ser?
—Un monstruo —escupió Tom las palabras al ver sus
ojos rojos centellar.
—Sí, en parte lo soy, pero preferiría que
especifiques, un monstruo también podría ser Frankenstein y ruego no estar
incluido en el término si se da el caso, él es la creación de simples
elucubraciones del pensamiento humano, ¡es un sinsentido! Podrá ser temido por
los hombres pero no tendría mi respeto, se nota que la humanidad no tiene
gusto, por eso también pierden mi respeto, son como pequeñas presas frente a
mis ojos, corriendo desesperadas y dejándose llevar por los instintos, si no
fuese así sería más difícil el cazarlas y es por ello que para hacerlo más
divertido las mato lentamente, y juego a quitarle los miembros de uno en uno. —Bill
suspiró dramáticamente y su mirada felina le penetró—. Si lo piensas más podrás
descubrir la respuesta.
—Te crees superior a los humanos, pero nos
necesitas, para lo que sea que hagas con nuestros cuerpos, somos tus presas y
necesitas alimentarte —dijo Tom. Bill rodó los ojos.
—Buen punto, moriría de hambre, pero aún así, mi
vida sería más larga que la de un simple mortal —se agachó y le miró de frente,
sin rozarle, solo haciéndole estremecer con sus orbes rojizos y expresión
neutra.
—¿Qué eres? —preguntó ahora con una tranquilidad
pasmosa que le había llegado de lleno sin descubrir el porqué.
—Mi elixir para no dejar esta tierra es el calor que
recorre tus venas —respondió Bill. Tom palideció.
—¿Me estás diciendo que eres un vampiro? —Bill sonrió en respuesta.
—No te oigo convencido, repítelo más fuerte —pidió
el rubio. Tom arqueó una ceja.
—Pero lo estoy, tiene sentido, eres un maldito
chupasangre —afirmó Tom. Bill torció la boca y el miedo que sentía antes el
moreno volvió a discurrir por su cuerpo.
—Vampiro, no chupasangre.
—No me interesa lo que seas, yo solo quiero irme de
aquí, ten por seguro que no diré qué diablos eres a nadie y todo será como si
esto nunca hubiese pasado —negoció Tom, lamiéndose los labios por el
nerviosismo.
—No me parece justo, ¿qué corona traes puesta para
tener pleitesía contigo? —señaló Bill, ahora de pie, mientras caminaba
alrededor de Tom.
—Te gusto —mencionó Tom acezado, se sentía
repentinamente caliente. Los ojos escarlata de Bill brillaron.
—Nunca dije eso, solo te invité a salir, podría
haberte matado al hacerlo. —Bill ladeó la cabeza y luego le dio la espalda.
—Podrías, tú mismo lo has dicho pero no era esa tu
intención, cuando... cuando me encontraste aquí me dijiste que no debí haber
venido, eso en sí es la implicación de que… no querías lastimarme porque sino
te hubiese dado igual el que hubiese venido ahora o más tarde… ¿Por qué mierda
hace tanto calor? —Tom ya no era más el joven que se abstenía de soltar
groserías, y no es que en esa situación pudiera ejercer control, incluso sobre
su propio organismo.
—Podría violarte, si es que me gustases y luego
magullar todo tu cuerpo, miembro a miembro, o hacerlo ahora y cuando estés
inconsciente recién violarte, todo eso sin necesidad de matarte, eh. —Tom
sintió terror frente a la amenaza, ya que podía concretarse, Bill giró en su
dirección—. Eso prefieres a morir, no me lo tomo mal. Ah, y el calor pues solo
eres tú, que como te mencioné ustedes se dejan llevar por sus instintos, y tu
cuerpo está obedeciendo lo que le incito sin necesidad de tocarte, digamos que…
estoy estimulándote, ¿está funcionando, cierto? Te sientes excitado ahora.
Tom no quería responder a eso, porque lo estaba y
mucho, eso podía verse en sus pantalones. En un primer momento se sintió
avergonzado por ello, ahora al saber que no era obra suya se sintió mejor, al
menos no era tan descarado de excitarse habiendo visto cadáveres y recibido una
amenaza de tortura con violación incluida todo al mismo tiempo. Eso no quitaba
que ahora necesitase tocarse, a pesar de las arcadas que le provocaba el
nauseabundo olor del ambiente.
—¿No vas a hablarme ya? Qué pena, tan entusiasmado
que te veía en la negociación, entonces ¿qué dices? Porque te he dado opciones
que sí me gustan y, al parecer, tú no te la pasarás tan mal —comentó al ver su
erección.
—Tú me estás haciendo esto… ahora, yo no quiero,
déjame ir, por favor —juntó sus rodillas para hacer fricción entre sus muslos y
su entrepierna despierta, Tom necesitaba contacto.
—Te soltaré —masculló y le quitó con cuidado las
ataduras. Tom se mordía el labio frente a los roces, era lo que quería, quizá
no de esa forma pero de todas maneras lo estaba consiguiendo.
Bill podría ser un vampiro sádico, sin embargo, en
lo que pensaba Tom en ese instante era en desfogarse, con su mano, con Bill,
sin él, con una chica, con un mueble, como fuese.
Cuando las manos de Tom se vieron libres las posó
directamente sobre su miembro, enceguecido como nunca antes para buscar saciar
los deseos irrefrenables que sentía. Bill vio maravillado cómo Tom se bajaba el
cierre y luego el bóxer. Más calor, mucho más calor.
—¿Necesitas una mano? —ofreció Bill al poner la suya
sobre la de Tom.
No negó ni afirmó, solo gritó de dolor cuando sus muñecas
crujieron y se movieron bruscamente.
—Serénate, no me obligues a usar la fuerza, aunque
en realidad no me cueste ni un poco —musitó. Tom gimió. Bill sonrió, adoraba
jugar con los humanos—. Póstrate en el suelo —ordenó y, como si el cuerpo de
Tom estuviese fuera de su poder, obedeció de inmediato. Lágrimas se
entremezclaban con sudor así como el deseo se combinaba con el dolor, sirviendo
el último como lo único que lo ataba a su realidad.
Tom siseó sintiendo cómo su miembro era manipulado
por los dedos largos y finos de Bill. Esa bamboleo lo estaba haciendo
retorcerse, iría a venirse en cualquier momento, por más patético que sonase
para su ego. No pensaba en nada en ese instante. El pulgar de Bill se posó
sobre la punta de su pene y se mordió el dorso de la mano para no gritar.
—Esto sería demasiado fácil y unilateral si te
corres ahora, Tom. —El de trenzas intentó volver a tocarse pero recordó, de
mala forma, lo que sucedía al intentar acariciarse. Bill negó—. Trata de pensar
con la cabeza de arriba o esto acabará muy pronto, y déjame decirte que no te
convendrá en nada.
Bill levantó una mano y esta comenzó a crujir
descubriendo ahora garras en donde antes había uñas. El moreno solo advirtió el
sonido extraño cuando de pronto sintió una presión en su vientre, un ardor, una
quemazón que le hizo hacer un vaivén con la mano de Bill aún en su miembro.
Bill se lamió las garras ensangrentadas y masajeó el pene del de trenzas con su
sangre.
—¿Qué me estás haciendo? —resolló Tom mientras se
rozaba la herida abierta en su vientre y miraba casi espantado su sangre.
Estaba herido y, a pesar de ello, sentía esa necesidad casi febril que buscaba ser
saciada.
—Masturbándote, por si no era obvio —mencionó y
detuvo sus actos—, tendremos que deshacernos de tus ropas y también de las mías
para evitar que se ensucien más por el desastre. Ya sabes —observó a Tom con
los labios rojizos de su sangre y los ojos oscurecidos—, todo terminará en un
gran caos. —La mirada de Bill aunada a su sonrisa le hicieron estremecerse, no
distinguiendo si era por un espasmo o por el pavor que le recorría el
organismo.
Bill le rasgó la ropa con sus garras y luego la
lanzó a un lado hecha añicos, el delgado pero formado cuerpo de Tom se mostraba
en todo su esplendor. Se lamió los labios con lascivia mientras le recorría con
los orbes.
—Una buena presa, excelente tendría que decir —cedió
Bill y se fue desprendiendo de sus prendas, enseñándole a Tom sus formas
pálidas que parecían pulidas en mármol y su miembro erguido orgulloso.
Tom sintió su vientre retorcerse y también el dolor
que esto implicaba al estar lacerado. Se quiso patear por excitarse con aquel
monstruo psicópata.
—Mátame y luego haz lo que quieras conmigo —soltó
Tom con aire resignado. No quería sentir más dolor, ni placer, menos placer
entremezclado con dolor.
Bill resopló. —No tengo nada en contra de contraer
relaciones con alguien que no respire, aunque sería mejor decir que no tiene
vida; sin embargo, quiero que lo estés. —Bill le sonrió divertido y Tom cerró
los ojos cuando le alzaron las piernas.
—¡Ough! —gruñó Tom mientras las garras de Bill
ingresaban en su cuerpo. Su espalda estaba contra el suelo como si posasen un
peso invisible, pero no por ello menor, sobre su pecho impidiéndole movimiento
alguno. El placer haciéndose mayor al sentir cómo tanteaban sobre sus entrañas,
estimulando su próstata de forma agresiva.
Las aletas de la nariz de Bill se abrían y cerraban
conforme iba escuchando a Tom gemir, sacó los dedos y le hizo otra herida en el
vientre para que la sangre surgiera y empapara su ombligo, el cual lamió con
fruición para después embadurnarse los dedos con el líquido rojizo y caliente e
ingresarlos en su entrada de nuevo.
—Ahora, me abriré paso, prepárate —avisó Bill junto
con el movimiento de tijeras dentro de Tom que lo hizo chillar tan alto que terminó
en un sonido ronco cuando los dedos fueron remplazados por el miembro
ensangrentado (con la sangre de Tom) de Bill.
Tom se mordió el labio conforme el ritmo de las
embestidas aumentaba, y no podía creer cómo es que entre el dolor inimaginable
podía encontrar un placer que lo llevaba al punto de cuestionarse su salud
mental. El sentirse lleno de esa brutal forma, con casi calambres en las
piernas por la posición forzada, el sentir rompérsele la espalda al estar
postrado, el escozor de su herida abierta, todo aquello aunado le era
placentero, más allá de estar consciente de que esto superaba con creces un
estado de sumisión y que si bien había sido en contra de su voluntad, al parecer eso había cambiado
ahora; aunque no estaba seguro de que pudiese controlar sus movimientos por el
momento y, a su pesar, en ese preciso instante en moverse, o específicamente,
alejarse de ese estado era lo último en lo que pensaría, o lo que querría.
La fuerza con la cual Tom se mordió el labio,
demostrando así su frustración y cúmulo de contradicciones, que comenzó a
sangrar haciendo el vaivén fuera un poco más lento al Bill hallarse distraído
mirándole absorto la boca. Y lo besó, no era un beso convencional, no había
rastro de ternura en ello, tampoco sensualidad y búsqueda de placer, o al menos
no enteramente sexual, esto era hambre, lujuria pura, pasión por la sangre, por
la sangre de Tom, el cual ahora sentía cómo se la absorbían de los labios, y
simplemente no podía quejarse de ello porque le encantaba el contacto con los
del contrario. En ese instante, bajo cual sean los efectos a los que lo tenía
sometido Bill, adoraba esa ansiedad con la cual era deseado en medio de ese
caos. Incluso el hedor se le hacía perfecto para el cuadro, la perdición
escenificada y completa.
Aprovechando el ensimismamiento de Bill, posó sus
manos en sus hombros y cambió de posiciones, ahora él meciéndose con violencia
sobre el contrario, y si bien en un principio Bill había puesto fuerza al
rasgarle el cuello con sus garras y seguir comiéndole la boca todo siguió su
curso.
Las lenguas hambrientas comenzaron a necesitar
espacio propio después de un momento y con un pequeño distanciamiento y una
mirada umbría por parte de uno y centellante del otro, tomaron aire. Como si el
oxígeno fuera el antídoto del intoxicante ambiente Tom fijó su mirada en la
pared cercana a ellos, era de madera y estaba siendo comida por las polillas
por lo vieja de la casa. A pesar de estar siendo penetrado, a pesar de lo que
le dijesen sus instintos y ese placer que lo obnubilaba, pensó que podría huir.
Bill se lamió los ahora dedos ensangrentados y luego
miró a Tom intentando leerle sin poder conseguirlo y terminando por desertar de
ello para simplemente forzarlo a aumentar el ritmo de embestidas. Tom lo besó,
de forma distinta a como Bill lo hacía, sin hambre, con más sosiego y lentitud,
tanta que era empalagosa e incomodaba a Bill, y con esa distracción arrancó un
trozo de la madera apolillada para incrustársela en el pecho a Bill.
—¡AHHH! —Un grito gutural y un movimiento brusco
hizo que se separasen. Tom cayendo sentado en el otro extremo de la habitación
y Bill comenzando a soltar humo junto con sangre negra de la abertura en el
pecho.
—¡Jódete! —gritó Tom para sujetar las ropas de Bill
y dejarlo atrás.
Quería irse. Ahora que no estaba bajo su control y
simplemente sentía dolor, quería huir lejos.
…
Lo había matado. Había matado a un jodido vampiro.
—Me siento como el jodido Van Helsing —masculló
acezado luego de correr casi un kilómetro desnudo en el bosque por el susto,
antes de percatarse que nadie lo seguía.
Acompasó su respiración cuando unas lágrimas
comenzaron a salírsele de los ojos. Se sentía vejado, con su hombría herida y
su orgullo también. Había sido una situación bizarra en la cual él había la
jodida víctima y simplemente se sentía como un adolescente al preguntarse “¿por
qué a mí?”. Se puso a llorar, como hacia mucho no lo hacía. Se aovilló
adolorido y siguió llorando, sin percatarse que sus heridas comenzaban a curarse
solas.
…
Pum.
Pum.
Era su corazón. Se había quedado dormido en el
bosque. Abrió los ojos y todo se veía iluminado. Se preguntaba cuánto habría
dormido al percatarse que la luna era la que alumbraba. ¿Cómo es que todo se
veía tan nítido como si fuera de día?
Pum.
Pum. Pum. Pum.
Sentía el pecho cerrado. No se había cambiado, pero
tampoco tenía frío. ¿Qué estaba sucediendo? Por la sorpresa dejó de respirar y,
por unos minutos, se dio cuenta que ya no necesitaba hacerlo puesto que no se sentía
mareado al no hacerlo. Su corazón dejó de latir.
—¡No! —Su grito desgarrador se escuchó en todo el
bosque.
Perturbador, es la palabra con la que puedo resumir esta historia.
ResponderEliminarMenciono que fue grata la lectura, me metió a fondo a la historia y en cierta manera me fue un agradable descubrimiento el leer dos estilos de escritura diferentes, aunque creo dominó más el estilo de Maggot ¿no es así? .Un breve paréntesis sobre esto, ese chico tenía la facilidad de crear a sus "Bill" tan enigmáticos y fascinantes, dentro de lo retorcidos que pudieran ser( principálmente en Destino y esta historia), terminan siendo entrañables. Insisto lástima que ya no este vigente en el fandom.
¡Y Tom que se nos vuelve un Vampiro! ¿pero sería ese el plan de Bill desde el inicio? o ¿para qué citarlo? porque estaba entendido que por lo menos Bill no quería que Tom supiera que era un Vampiro al principio, las circunstancias se dieron para que Tom lo descubriera, pero hubiera sido interesante leer el origen de lo que iba a ser esa extrañaa relación.
Nunca he leído mucho sobre Vampiros, salvo algunos libros, pero agradezco que este Bill Vampiro sea lo más cercano a el "esquema" de lo que es un Vampiro y no lo hayan distorcionado como ahora muchos nos quieren hacer ver a los chupasangre. Ese lemon donde el placer, la lujuria y el dolor se combinaban fue grato de leer y es aquí donde Bill hace gala de sus dotes, de sus encantos de vampiro, aunque me quedé con la duda sobre si realmente él murio.
Muy buena historia.
Adriana
Wow, ya quería algo con sangre (?)
ResponderEliminar¿Qué puedo decir? Me gustó mucho. No me esperaba ese final, pero por lo mismo fue que me encantó.
Me imaginé a Tom gritando ''¡NOOOOOO!'' como Darth Vader xDDD. Pero ya en serio, pobre Tom u.u. Pero al parecer nada le puede ganar a las hormonas :S
Me hiciste pensar en un dibujo de Allegator inspirado en el photoshoot que hicieron para Peta *w*.
Bill, el forever sádico. Me sorprendió el hecho de que en esta historia pusieran a Tom tan machito xD.
Como mencionaron en el primer comentario, es genial que hayan hecho así a este Bill, un vampiro en serio, no una mariquita que brilla como hada gay xDDD.
Besitos gays *3*
O____O Me dejante así de "pop", parpadeando y en estado de shock. Mierda, tengo que leer Destino. Que mal que no se haya podido continuar esta historia, sería tan kjhgfdsasdfghj que se pudiera, pero bueno. Nomás paso a dejarte mi "pobre comentario" y eso. Es que la mayoría de las veces los fics me hacen querer decir TANTAS cosas que no busco cómo explicarlas, y me jode. Tsk.
ResponderEliminarNos leemos. Besos ♥