Capítulo 5: Placebo
Andreas miró con tristeza las páginas. Le gustaba lo
que leía, pero el saber la historia que escondía cada frase, cada letra, de las
tres que tenía en manos, lo ponía así. Le sonrió a Tom y este le respondió a la
sonrisa, pero era una sin felicidad.
—Tom, gracias por esto —dijo Andreas. Tom asintió y
se fue.
…
Era un día de semana, y todo estaba tranquilo. Luca
iba a acompañar a Tom a su casa, y él no se quejaba porque justo quería pasarle
unos apuntes.
El problema sucedió cuando Tom reconoció un Audi que
estaba estacionado a la salida de su universidad. Era Ronald. Hasta ahí no
había problemas, lo que pasó fue que cuando Tom fue a darle el alcance a
Ronald, este traía una expresión enojada.
—¿Qué crees que hacías con ese muchacho? ¿Me estás
engañando con él? Estaban muy juntos y riéndose —soltó Ronald entre dientes.
Tom arqueó una ceja y se acomodó en el asiento. Ronald arrancó.
—¿Eh? Es mi amigo. No somos nada, y no sé por qué me
armas una escena de celos, si solo hablábamos —comentó Tom, tranquilo.
—Porque eres mío, Tom, no quiero que nadie te toque
ni hable, no quiero que…
Tom lo miró extrañado y lo interrumpió. —Más te vale
que cambies esa actitud, porque no soy un objeto, soy tu pareja, y tengo todo
el derecho del mundo a hablar con quien se me dé la gana —explicó, con una
pasmosa tranquilidad que hizo parpadear a Ronald, el cual se sintió en parte
avergonzado.
—Pero por favor no me engañes.
El de cornrows asintió, estaba intentando cambiar,
engañarlo no estaba en sus planes.
…
Ordenó su cuaderno de apuntes en su maleta, sacó un
lápiz nuevo de su caja y lo acomodó en su cartuchera, también puso una
cajetilla de cigarros bien escondida y un plátano que le serviría para
disimular su aliento luego, ya que su madre tenía una nariz superdesarrollada
para esas cosas.
Sí, estaba fumando, y junto con el sexo, era su
manera de engañar a su mente lo suficiente como para conciliar el sueño y
concentrarse en otras actividades. Se estresaba mucho, más por su cabeza que
por su universidad, así que lo amargo del tabaco lo relajaba.
Eso sí, no volvería a beber alcohol.
…
Anémona estaba feliz con la pequeña barriga que
tenía. Era un bulto que era sinónimo de todo lo positivo. Su hijo era su
adoración, sí, pero los bebés que venían en camino (sí, porque eran dos) eran
una gran felicidad. No pensó que funcionaría tan rápido, es decir, ella estuvo
con Jörg y a las semanas ya estaba embarazada, no se cuidó, porque, vamos, ya
estaba mayor y como iba a pasar el resto de su vida junto a Jörg no tenía nada
que perder si tenía más hijos, es más le convenía porque Anémona no quería tener
solo un bebé.
Trataría de no cometer los mismos errores que tuvo
con Tom, porque lo sobreprotegió en extremo, de hecho aún lo hacía, aunque con
otra perspectiva debido a que aún recordaba las palabras de los tíos de Tom.
Sabía que su hijo tenía un novio, por ejemplo, no se lo había presentado y ella
no lo forzaba, porque eran cosas de él, aunque sí le enojase un poco que se lo
ocultara. Sin embargo, allí estaba, haciendo trabajo desde casa, incluso
conferencias por medio de Skype con sus administradores y miembros de la
compañía.
Y estaba feliz, que era lo principal. Aunque le
preocupaba que su hijo no sonriera con los ojos como antes.
…
Tom estaba estudiando idiomas actualmente. Quería
aprender inglés, y si bien estaba siendo autodidacta desde su casa, con libros
online y demás, no era lo mismo, así que se inscribió en un taller de la
universidad. De todas maneras era obligatorio por su carrera que lo aprendiera,
así que optó por adelantarlo. El problema era que Ronald seguía celándolo, que
porque estudiaba demasiado y no le daba tiempo, que por qué era así, que aún
era demasiado joven como para matarse de esa forma (por estudiar).
Llevaba dos meses con Ronald y la situación se ponía
cada día más tediosa.
…
Había recibido un buen dinero por las canciones, así
que lo estuvo juntando para sus viajes por los congresos de ciencias de la
comunicación que podían dar. Iba a ser algunos en Berlín, y otros en otros
países, uno de ellos Francia, y Tom se tensó cuando leyó que se daría en
Toulouse. No sabía dónde carajos quedaba pero sentía que al estar en Francia
estaría cerca de Bill, quisiera o no.
¿Qué pasaría si se lo encontraba?
—Hola, Bill. Me estoy tirando a un chico que es un
obsesivo solo porque me rompiste el corazón, y no puedo dormir si no estoy con
la modorra postsexo. ¿Qué tal, cómo te ha ido?
Como que no era una bonita forma de empezar una
conversación. Lo más probable sería que le superasen las ganas y lo besara,
para luego golpearlo o algo así.
Lo más seguro es que terminarían acostándose, pensó
Tom con pesar.
Suspiró. Debía dejar de pensar de esa manera. Bill y
él ya no eran nada, y ahora Tom salía con Ronald. Aunque no había punto de
comparación entre ambos. Bill era… su todo, Ronald era un maldito celoso de mierda
que le tocaba los huevos con sus escenitas de celos.
Un día se iba a cansar y lo iba a mandar al demonio.
…
Tres meses con Ronald y Tom explotó. Aprovechó un
tiempo libre que tenía el fin de semana para irse y acostarse con Max, un chico
que le hizo ojitos a Tom en una fiesta cualquiera a la cual entró sin
invitación.
No le parecía lo mejor del mundo ir a un hotel de
mala muerte porque no lo dejaban entrar a uno normal por ser menor de edad, sin
embargo, ahí estaba, abriéndose de piernas para un desconocido en aquel hotel.
Qué clase de seguridad tendrían, que cuando Tom
estaba en plena faena, entraron al cuarto, a Tom se le bajó la excitación de
una.
Lo peor (o mejor, según se vea) es que quien había
abierto la puerta de esa manera tan poco educada, había sido Ronald, con los
ojos azules con llamas en ellos, porque sus sospechas no habían sido
infundadas. Aunque era la primera vez que Tom lo engañaba, el moreno no le
refutó cuando gritó improperios y demás cosas sobre que lo había engañado
varias veces y con diferentes personas.
Tom se vistió con parsimonia mientras que Max puso
pies en polvorosa apenas pudo, semidesnudo y con expresión de espanto.
Menudos maricas eran sus ligues.
…
Tuvo que cambiar de centro de natación para no
encontrarse con Ronald, aunque un tiempo estuvo sin hacer ejercicios y se
compró una bicicleta, para ir así a la universidad.
Tal vez cuando tuviera más edad compraría un carro,
por ahora se movilizaba bien así.
…
Estaba llorando en su cuarto, le faltaba el aire de
nuevo y quería gritar hasta perder la voz.
Tomó su celular y con dedos temblorosos quiso llamar
a Andreas, pero se equivocó y llamó a Luca.
—Andi, ayúdame, no estoy bien. Estoy pensando en él
de nuevo —soltó con la voz estrangulada.
—Hola, Tom. No soy Andi. ¿Puedo ayudarte en algo? —Tom
se vio tentado a colgarle, pero la verdad es que necesitaba distraerse, así que
siguió la charla con dificultad.
—Me he equivocado, Luca. Solo háblame un momento
sobre cualquier cosa —pidió Tom.
—Si quieres puedo ir a tu casa. Solo pídemelo.
—No, por favor, solo háblame.
—Está bien. Eh… soy hijo único, no me crié con niños
debido a que mi familia vive en España. Mis primos y abuelos... —Tom temblaba y
no era de frío.
—Gracias por hacer esto —susurró. Luca sintió un
calorcillo en el pecho.
…
Tom estaba saliendo del salón de clases, junto a
Luca, el cual le hablaba sobre su nueva bicicleta que se había comprado. Luca
le estaba acompañando, Tom no sabía que él lo hacía porque se preocupaba por
sus ataques.
El de cornrows se congeló en su sitio cuando vio una
silueta delgada, de cabello corto y negro. Esa forma de vestir, la manera en la
cual estaba parado… se parecía a Bill. No podía ser él, ¿o sí? Tom corrió en
dirección a esa persona y la sujetó por el hombro, fue un impulso estúpido,
pero ahí estaba, sin sentir vergüenza porque era alguien más cuando el muchacho
se giró y lo vio con desinterés.
Empezó a hiperventilar, su cuerpo temblaba. Luca
apareció y lo separó del chico, hablándole sin obtener respuesta.
—Tom. ¡¿Tom?! —gritó
Luca, zarandeándolo. Tom tenía los ojos en blanco, pero de pronto enfocó la
vista y respiró con dificultad—. Ven, acompáñame, tengo una idea.
Tom se apoyó en su bicicleta mientras caminaba como
zombi, dejándose llevar.
Pronto su ambiente estaba llenándose de colores verdosos,
y el aire que llegaba a sus pulmones era puro… como el del lago, como el del
claro, como los paisajes que tenían el nombre de Bill grabado en él.
Quiso correr, huir de ello, pero Luca lo mantuvo ahí
sujetándolo con firmeza de la muñeca.
—Calma. Solo estamos los dos. No tienes por qué
temer —le tranquilizó Luca, haciendo que se sentaran en un tronco caído.
—Yo… —Luca le chistó y lo abrazó. Las lágrimas de
Tom caían con fluidez mientras sentía que trataban de unir sus pedazos aunque
no lo consiguiesen.
Tom después de un momento dejó de llorar, y se
concentró en cómo el halo de luz le llegaba de lleno al rostro de Luca,
haciéndolo ver etéreo, como un ángel, uno que lo protegería y que lo estaba
haciendo de hecho.
…
No lo amaba, pero
tampoco le era indiferente. Con Luca no sentía lo mismo que con Ronald, Luca lo
ayudaba a superar sus miedos sin necesidad de acostarse con él, Luca era
paciente y no lo presionaba, no lo veía solo como alguien atractivo. No era lo
mismo que sentía con Bill, pero siendo sinceros, tampoco estaba mal.
Con ayuda de Luca y
sus llamadas, o videollamadas en Skype, Tom si bien no erradicó las pesadillas
vívidas, por lo menos las disminuyó.
…
Tom estaba hablando
con Andreas sobre el nuevo ligue del pelirrojo, un hombre que tenía más de
treinta años. Tom le decía que era su “sugar daddy” y Andreas lo llamaba
estúpido por eso.
—Andi, sé que
estábamos hablando sobre ti, pero quisiera hacerte una pregunta.
—Dime.
—¿Qué harías si aún estás enamorado de tu ex, y
alguien, que sabes que es bueno y casi perfecto, se te cruza en el camino y
está interesado en ti? —cuestionó Tom mordiéndose el labio inferior.
—Creo que la respuesta es obvia, Tom. Lo sabes, pero
estás buscando que alguien te dé el empujoncito, ¿verdad? —preguntó Andreas.
Tom miró a un costado, evitando verle—. Me iría con quien está tras de mí, como
dice la canción que compuso Oskar, ama a
quien te ame.
Amar a quien te amara. Sonaba algo fácil, sin
embargo, no lo era, ¿cierto?
—Es Luca —confesó Tom, mientras se rascaba el cuello
algo avergonzado. Andreas alzó las cejas sugestivamente.
—¿No qué no? —molestó Andreas y Tom le dio una
patada en la pierna.
Andreas le aconsejó que no se lo tomara a la ligera,
que no jugara con el chico como lo hizo con Ronald, que no lo engañara.
Tom dijo que sería más fácil no hacerlo porque Luca
era diferente.
—Uy, cuidado y te enamores, Tom —molestó Andreas,
aunque le alegraba la idea.
Tom rodó los ojos. —No seas idiota —restó
importancia.
—Recuerda, da lo que esperas recibir —aconsejó
Andreas, con el rictus serio.
—Está bien, mamáaa —bromeó Tom. Andreas le dio un
puñetazo en el hombro, a lo que rio después de soltar un “ouch”.
…
Luca alcanzó a Tom
en la salida, el cual lucía apurado, debido al cumpleaños de su abuela que
había fallecido y tenía que dejarle flores en el cementerio.
—¡Tom! Espera —llamó Luca, Tom se giró y lo vio—.
Mis padres van a salir el fin de semana. Me preguntaba si tú quisieras venir.
Haríamos comida en la parrilla y tengo piscina, así que no olvides llevar traje
de baño, sé que te gusta nadar —invitó. Tom le sonrió.
—Claro, solo dime en dónde queda.
—Yo te recogeré el sábado de tu casa e iremos juntos
con las bicicletas. ¿Qué dices?
—Genial —respondió Tom sonriente, y se despidió con
un gesto. Luca hizo casi un baile de felicidad.
…
—Mamá. Por favor, solo es un amigo, no somos nada y,
¡tiene piscina! Podré nadar y relajarme, sabes que me hace bien. Y las veces
que Luca ha venido aquí ha sido muy respetuoso contigo, má —intentó convencerla
a Anémona, la cual fruncía el ceño y se cruzaba de brazos.
—Pero muchas cosas pueden pasar en un fin de semana.
Me gustaría hablar con sus padres…
—Han viajado, por negocios. Por eso es que me
invita.
—Está bien, hijo, pero por favor, con cuidado, eh.
No quiero que te metas en problemas, ¡y tampoco quiero enterarme de cosas
desagradables! —advirtió Anémona, Tom arqueó una ceja y se abstuvo de
responder, simplemente asintiendo.
…
Tom parecía un niño en una dulcería apenas entró a
casa de Luca, tenía todo lo que un muchacho podría querer, el play station 4,
diversos juegos de donde escoger, una cocina inmensa, escaleras para corretear,
una mesa de billar, tenía de todo. Sin contar la piscina grandísima que tenía.
Apenas la vio quiso quitarse su ropa para quedarse solo en ropa de baño. Y lo
hizo.
—Disculpa, que no te haya pedido permiso. Es que no
he podido practicar mi nado en unos meses. No me gusta la piscina donde me
inscribí —explicó Tom, moviéndose como pez en el agua. Luca le restó
importancia con un gesto.
—No te preocupes. Oye, más bien, no sabía que
también tenías un tatuaje —mencionó Luca, con los ojos fijos en el vientre de
Tom, el cual se alzó de hombros.
—Sí, me lo hice un par de años —comentó Tom, sin
querer hablar más de la cuenta.
—Wow, eras menor de edad aún. Claro, si aún lo somos
—notó luego de un rato. Se rieron ambos.
—¿Y tú cuándo te hiciste los tuyos?
—Pues lo hice como rebeldía desde los quince —contó
Luca.
—Ah, yo no lo hice por eso, yo… —se calló. Luca no
lo presionó porque suponía que el número once tenía mucho significado para él y
que estaba relacionado con su ex.
—Oh, bueno. Si te dijera los significados de todos
mis tatuajes, creo que nos faltaría más días juntos —bromeó Luca.
—Entonces para la próxima será.
—Sí.
…
Tom durmió en el cuarto de huéspedes, pero tuvo
pesadillas, y con vergüenza fue al cuarto de Luca, este le abrió la puerta, con
expresión de preocupación. Tom necesitaba un abrazo, de esos que se dan fuertes
y sientes que tu cuerpo se recompone, de esos que se dan de corazón, de esos
que parecen cicatrizar las heridas en carne viva.
Luca le dio la
bienvenida a su pecho y Tom se fundió en su abrazo. Se sentía pequeño en sus
brazos, por más que fuesen iguales. Se sentía un niño con su herida de haberse
caído, y que el beso de su mamá en la herida era el abrazo de Luca.
—Sé mi novio, sé mi
refugio. Quédate conmigo, Luca —pidió Tom en un susurro.
Luca
abrió los ojos en toda su extensión y le acarició la espalda con suaves roces.
—Tienes que pensar bien las cosas, quizá mañana lo
hablemos.
Yo también quiero un Luca!! Donde lo encuentro?? Jajaja
ResponderEliminarEn serio, me hace falta uno...
@Lily, creo que lo venden en supermercados okno XD
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