domingo, 27 de marzo de 2016

Fanfic: L'amour vrai attend. Capítulo 2: Elecciones y cambios por kasomicu

YA ES DOMINGOOOO.


Capítulo 2: Elecciones y cambios



Fueron al parque, por una entrada que Tom no conocía.

—¿Me vas a secuestrar o qué?

—Desde este punto se puede ver el cielo con las estrellas —comentó Bill, restándole importancia a su broma. Y sentándose sobre el pasto, palmeando a su costado para que Tom se sentara—. Tom, no quiero que te hagas el fuerte junto a mí con tus bromas —farfulló, Tom se sentó y lo miró con fijeza.

—¿Cómo quieres que esté? —preguntó Tom, mordiéndose el labio inferior con nerviosismo.

—Discúlpame por todo, de verdad, de corazón.

—Cuatro años, Bill, cuatro años y, ¿piensas que con una noche se soluciona todo? No voy a ser fácil, Bill. No esta vez. Ya no soy ni Once ni Catorce.

Bill se sentía abrumado, boqueó en búsqueda de decir algo que pudiera recompensar a Tom por todo, sin embargo, no tenía nada.

—No te pido que seas Once o Catorce. Solo pido que seas tú —murmuró Bill, viéndole con ojos brillosos—. Yo te amo, Tom, amo quién eres y quién soy cuando estoy contigo.

—He cambiado, Bill. He pasado por muchas cosas, algunas quizá no te gustaría saber…

—No me importa tu pasado, no me importa lo que hayas atravesado, solo me interesa saber que estás conmigo y que esta vez, aunque me lo pidas, no me iré de tu lado.

—Me acosté con Andreas —mencionó en un susurro, pero Bill lo alcanzó a escuchar y lo miró como si tuviera un tercer ojo.

—¿Qué?

—Sí. Yo… no sé, estaba tan mal y buscaba en otros cuerpos el poder conciliar el sueño sin tener pesadillas, que te incluían, dejándome —explicó Tom.

—Ya no, Tom. Ya no cometeré la misma idiotez —dijo Bill con firmeza.

—¿Y quién me lo asegura, Bill? Prometiste muchas cosas antes, y todas las promesas las rompiste. ¿Cómo quieres que te crea esta vez? —cuestionó Tom con expresión dolida.

—Déjame recompensarte por todo, y hacerte una promesa día con día, para que esta no tenga un futuro incierto. —Bill sujetó la mano a Tom, entrelazando sus dedos, acariciándole con delicadeza. Tom miró su mano entrelazada y sin querer se fijó en la hora.

—Joder, la posada.

—Te dije que tenía un cuarto, ¿o era en serio lo del parque? —Tom rió con nerviosismo.

—¿Vamos?

—Vamos —reafirmó Bill, sonriente.


Llegaron a casa de Bill, tenía un patio enorme donde había un gran árbol que tenía un neumático amarrado como columpio, y una casa del árbol a medio hacer. La casa era de dos pisos, se imaginaba que debía estar ganando bien porque la residencia era bonita.

—Uhmn, Tom, antes que entremos debo pedirte que por favor no hagas ruido porque Robbie está durmiendo.

Tom asintió.


La casa era espaciosa, aún no tenía todos los muebles pero se veía acogedora, con un toque femenino que seguro Simone le había puesto.

Bill caminó hacia el fondo para entrar a un cuarto, que imaginaba era el cuarto principal, el de Bill, Tom tragó saliva. Dentro estaba desordenado, típico de Bill, con una computadora y millones de dibujos regados por doquier, junto con papeles. Ropa de Bill en todos lados, un espejo de cuerpo completo y maquillaje.

—Lo siento por el desastre —susurró Bill en el oído de Tom, haciendo que su piel se escarapelara con su aliento rozar contra su oreja.

—No importa. Siempre has sido así.

Bill hizo espacio en la cama y la tendió a su manera… es decir mal. Tom soltó una risilla silenciosa pero se echó en el colchón. Bill se acomodó a su costado y se quedaron viéndose en un silencio que no era incómodo, hasta que el sueño los cogió con las manos agarradas.


Aún de madrugada, se escuchó como tocaban la puerta del cuarto de Bill, haciendo que el rubio se despertase y fuera a ver.

—Papi, ¿puedo dormir contigo? Es que tuve una pesadilla —preguntó Robbie, sobándose un ojo. Bill pasó su mano por su cabello, mirando de reojo a Tom dormir con tranquilidad en su cama, volvió la vista a su hija—. ¿Y puedo traer a Peluso conmigo?

—Sí, ve por él, mientras yo hago que un amigo que no tenía dónde dormir vaya al mueble.

—Oki —dijo Robbie, corriendo en dirección a su habitación.

Bill se echó y acarició a Tom en la mejilla, para luego besarle la nariz. Tom arrugó su nariz y parpadeó acostumbrando sus ojos al ambiente.

—Bill —dijo con una sonrisa.

—Sé que estabas durmiendo placenteramente, pero Robbie ha tenido un mal sueño y quiere dormir conmigo, ¿puedes ir al sillón de la sala? —pidió mordiéndose el labio. 

Tom lo sujetó por la camiseta y le robó un beso sin profundizar.

—Pero que conste que me prometiste dormir en un cuarto.

Bill sonrió y le dio una almohada con una colcha.


Bill se despertó y notó que su cama estaba sin Robbie, frunció el ceño extrañado y salió de su habitación, escuchando una risita que venía de la sala.

Encontró a Robbie sentada junto a Tom en el sillón.

Se puso las manos en la cintura y miró con fingida desaprobación a su pequeña.

—Robbie Kaulitz, ¿has despertado a mi invitado?

—Es que quería hacerle preguntas, papi —se justificó Robbie.

Simone salió bostezando de su cuarto. —Y no fue al único que despertó —dijo la pelirroja.

—Buenos días, Simone —saludó Tom sonriente.

—Buenos… espera, ¿no me crucé contigo en la panadería?

—Él es Tom, mamá, ¿lo recuerdas?

—Oh, Tom. El pequeño Tom, vaya que sí creciste —comentó Simone—, entonces, ¿sí me crucé contigo, verdad?

—Sí —admitió Tom, Bill lo miró interrogante pero no dijo nada.

La puerta se abrió, dando paso a que entrara Raziel con el pan bajo el brazo, miró la escena y vio extrañada a Tom.

—¿Ves Raziel? Tom no era un desconocido, era amigo de papá —dijo Robbie.

Bill sonrió mirando a su hija. —Robbie, primero se saluda —regañó con cariño.

Robbie se acercó a Raziel y le dio un beso en la mejilla.

—Buenos días, señor y señora —saludó Raziel—, y buenas, joven Tom.

—Raziel, Tom es un viejo amigo que ha venido a Francia a estudiar. —Raziel asintió.

Tom no dijo nada porque Robbie estaba presente y se imaginaba que tenía que hablar con ella antes de llamarlo algo más que amigo.


Tom aprovechó cuando Bill se metió a su cuarto, para acompañarlo y hablar con él.

—Hey, me voy a cambiar —dijo Bill, como si sintiera vergüenza, Tom rodó los ojos.

—Ay, por favor, como si fuera la primera vez que te veo en paños menores —restó importancia Tom, Bill sonrió y se desvistió, y aunque no fuese la primera vez que lo veía desnudo, Tom seguía sintiendo lo mismo que la primera vez, excitación y calor en el pecho. Un tirón en su entrepierna también, pero no lo mencionaría. Tosió y miró a otro lado.

Bill se percató del nerviosismo de Tom y bajó la vista, notando, gracias a los pantalones de su talla de Tom, que estaba muy feliz de verlo.

—¿Necesitas un baño, quizá? —molestó Bill, terminando de cambiarse, Tom enrojeció y no dijo nada.

—Venía a decirte que quiero que me acompañes a hacer unas compras de libros para mis clases —murmuró luego de un momento. Bill asintió.

—Claro, pero tendré que ir con Robbie porque es domingo y paso tiempo con ella esos días —explicó Bill.

—No me molesta la idea de estar los tres juntos, como antes —acotó Tom, el corazón de Bill se enterneció.


Entraron a la librería, Tom buscó unos libros de su carrera, y luego buscó algunos para distraerse ya que no había empacado ninguno. Mientras que Bill era jalado por Robbie hacia la sección de niños, pidiendo libros de dinosaurios y de ponis.

—Robbie, no, esos libros los tienes en casa —negó Bill.

—Pero esta versión no —contratacó Robbie poniendo puchero.

Tom la cargó y señaló los dos libros.

—¿Cuál de los dos quieres?

Robbie sonrió y señaló ambos.

—Escoge solo uno.

—La estás malcriando —se quejó Bill.

—Los libros nunca son un desperdicio —refutó Tom. Robbie cogió el de dinosaurios.

Fueron a pagar y la cajera le coqueteó a Tom, el cual reía frente a sus indirectas. Bill agarró las bolsas y soltó un: —Vamos, cariño. —Que consiguió que la chica se quedara con los ojos cuadrados. Robbie simplemente miraba la escena un tanto confundida, porque su papi solo le decía cariño a ella.


Ya estaba anocheciendo y Robbie quería comer algodón de azúcar, pero Bill no quería dárselo porque se iba a poner hiperactiva, y ya casi era la hora de dormir.

Tom la cargó y comenzó a mecerla mientras le cantaba como cuando era bebé.

—Duérmete, mi niña, duérmete, mi amor, duerme pedacito de mi corazón… —cantaba Tom arrullándola, Bill sentía que le aplastaban el corazón con esa escena.

Pronto Robbie comenzó a cerrar sus ojitos y conciliar el sueño en brazos de Tom. Bill abrió sus brazos para recibir a su nena, y Tom se la dio con sumo cuidado.

—Aún recuerdas como arrullar a una bebé —susurró Bill.

—Tengo dos en casa —comentó Tom sonriente.

—¿Qué?

—Mi mamá y mi padre regresaron y bueno, el resto es historia. Se llaman Alina y Arabelle.

—Como Bell.

—Bell… falleció —soltó con un nudo en la garganta.

—Lo siento mucho, yo le tenía estima. Hubiese querido estar contigo cuando pasó.

—No te preocupes —dijo Tom, tomando la mano de Bill y acariciándole. 

Compartieron una mirada y se ofrecieron una dulce sonrisa.


—Tengo que irme, Bill. Sino se preocuparán en la posada donde estoy —explicó Tom, Bill soltó un suspiro y asintió.

—¿Nos veremos mañana?

—Sí, no lo dudes, hazme un espacio en tu día para vernos —pidió Tom y entrelazó sus manos en la nuca de Bill, acortando la distancia y girando el rostro, relamiéndose los labios, tentándolo. Bill saltó los escasos centímetros que los dividían y lo besó, en esta ocasión con pasión, no un simple roce de labios, sino labios, dientes y lengua. 

Acariciando con su lengua su paladar, jugando con la contraria, mordisqueándole los 
labios llenos, dejándolos rojizos por el beso reciente, y luego succionándolos con fruición. Cuánto amaba esa boca, esos labios, al dueño de todo.

—Sabes que lo haré.


Tom sujetó su móvil y marcó al número de Bill.

¿Tom? —preguntó una vocecilla diminuta y chillona, Tom rió.

—Hola, bebé. ¿Está tu papá por ahí?

Sí, él me dijo que eras tú y por eso quise contestar —dijo Robbie con una inmensa sonrisa.

—¿Me pasas con él?

Hola, Tom —saludó Bill.

—¿Estás en altavoz?

No, ya no.

—Ok, es que quería decirte cómo estaba vestido. —Bill chasqueó la lengua y Tom se rió—. Nah, la verdad es que quería saber si estabas disponible en la tarde.

Para ti siempre.

—Bueno, ¿me acompañas?

¿A dónde?

—Es una sorpresa —soltó con ligereza Tom.

¿Sorpresa? Apenas y conoces Toulouse. —Tom rodó los ojos y bufó.

—¿Me vas a acompañar o no?

Ok, ok, dime la hora y el lugar.


Tom encontró a Bill solo, y arqueó una ceja.

—¿Y Robbie?

—Se fue con mi mamá a hacer unas compras —respondió Bill—. Este parque se está volviendo nuestro punto de encuentro —bromeó.

—Sí, y ahora, vámonos —dijo Tom, sujetándolo por la mano.

Bill vio el gesto con el corazón apretado, le emocionaba en demasía que Tom lo tomase de la mano, y lo seguiría hasta el fin del mundo si lo tenía así.


—¿Qué hacemos en una peluquería? ¿Te has confundido? —cuestionó Bill, viéndolo extrañado, Tom negó con una sonrisa pícara.

—He venido a cambiarme de look.

—¿De nuevo las rastas? Di que sí, te veías tan sexi con ellas…

—No, aún mejor. —Bill arqueó una ceja—. Espérame aquí y vuelvo, qué sé yo, hazte una manicure.

Bill le enseñó el dedo medio.

—Oh, veo que aún las tienes bonitas.

Ambos rieron y Tom se perdió dentro de la peluquería.


Bill se fue a comprar un frappé, y casi se le cae cuando vio a Tom de brazos cruzados afuera de la peluquería, moviendo un pie con insistencia en el piso, y una coleta. Con el cabello suelto en su totalidad, no más rastas, no más trenzas, solo Tom al natural, exceptuando el color de su cabello, que naturalmente era castaño claro y ahora estaba negro. Se le veía jodidamente sexi.

 —Wow, ¿y ese cambio? —cuestionó Bill, comiéndoselo con los ojos, a Tom le gustaba esa reacción.

Había hecho el cambio debido a que cuando se quitó las rastas y probó con las trenzas y cabello negro lo había hecho a modo de rebelión contra Bill, contra Once, y ahora… simplemente quería ser Tom.

—Estoy antojadizo hoy —exclamó Tom, con una sonrisa imborrable en el rostro.

Bill casi se atora al succionar de la pajilla su frappé.

—No me digas que… —vio el vientre cubierto de Tom y le miró a los ojos—, estás embarazado.

Tom le tiró un puñete en el hombro y se rieron.

—¿Qué clase embarazo sería? Si no me acuesto sin protección desde que estoy contigo.

—Embarazo de elefante —bromeó Bill.

—¿Es en serio?

—Ok, no tienes la contextura de uno, y tú luces mucho mejor —intentó arreglar lo dicho. Tom bufó y lo llamó con un dedo seductor—. ¿Qué cosa?

—Eres un idiota —le dijo, sujetándolo por la camiseta—. Y me encanta que lo seas.


Bill lo agarró por la cintura y lo besó, sintiéndose el ser más afortunado del planeta, sin importar todas las adversidades que había pasado, sin importar del todo el pasado, sin importar los errores, las idioteces… se amaban y eso era difícil de borrar, sino pregúntenselo a Tom que había intentado de todo para olvidar a Bill y no podía, lo tenía bajo la piel, en sus huesos, apoderándose de su ser.

1 comentario:

  1. Están juntos de nuevos, ni siquiera se si estoy feliz o sorprendida de eso, espero leer más para saber.

    Nos vemos en el siguiente capítulo.

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