Le yo en ask: Una pregunta, oh my gato :DDD
Pregunta (citando): ¿Un regalito a tus lectoras por San Valentin?, digo wacala de día comercial y todas esas damiers, pero quiero leer algo tuyo. Otro fuera de tiempo de Catorce, un one shot nuevo o aunque sea una plática amorosa entre Bill y Tom en el ask. Anda dí que ¿síiiiiii?
Le yo: La p*ta. No he escrito nada, mi amiwii viene en unas horas, y tampoco quiero dar algo mediocre *ataque de pánico* ¡Oh, vamos, Anto! Debo tener algo en ese archivo de mis fics terminados.
Mi respuesta: Las pláticas amorosas las hacía con una amiga, o sea ella usaba la cuenta de Once y yo la de Bill ;w; porque así no más no hablo conmigo misma (?). Veré si publico algo, algo que esté terminado, no de la serie De Once y demás números, sino algo antiguo (?). Ay, ni sé ;O; Gracias por preguntar.
Así que sí, pareciera que la respuesta no me la pensé, pero sí lo hice, y hasta me puse casi verde porque ustedes se merecen algo. Así que corregí mi twoshot del rally en que participé en el 2011. Lo que me pidieron fue una historia que tuviera un final que se prestase a continuación. Luego nos dijeron que en la continuación los gemelos deberían ser tener como treinta años o algo así, así que les traigo esto. Tiene mpreg, pero por lo demás es muy realista, con tintes hurt/comfort y y y bullying e.e, ahora que noto no es el primer fic con bullying que hago.
Bueno, entonces que la pasen felices hoy en compañía de su pareja y/o amigos :D ¡Dedicado a todos mis lectores, muah! Los quiero mucho, detasados ;w;
Título: Incondicional.
Autor: kasomicu.
Categoría: Slash.
Género: Drama, Angst, Hurt/Comfort.
Advertencia: Twincest, Violencia verbal, Violencia física, Mpreg.
Resumen: Incondicional es bajo cualquier circunstancia, por más negra que se vea, frente a la adversidad; a pesar de todo ello estar ahí.
Disclaimer: Las personas reales se pertenecen, sus actos, personalidades y demás no. No se busca ofender a nadie con esto.
Parte I: Incondicional
Sus ojos estaban rojos y lagrimeaban. No obstante,
vislumbró esa figura que se había detenido abruptamente al ver la escena, y la
identificó al escuchar un gritito ahogado.
Los golpes cesaron. Toda la atención fijada en el
nuevo sujeto. El moreno intentó sostenerse en sus brazos, y con el rictus
descompuesto lo logró, comenzando a toser al intentar balbucear una
advertencia.
—Pero si miren quién llegó, el hermano mayor del
mariquita. ¿Qué me harás, eh, tú? —interrogó con chanza el matón, el líder de
esa banda de bribones de años mayores que tenían como misión hacerles la vida
un infierno a los menores, en especial a los que eran diferentes, como los
Kaulitz.
El de rastas estaba temblando, pero no por ello
volteó el rostro, sino que lo buscaba enfrentar viéndose como un pequeño gato
en frente de un tigre.
—¡No! … no le hagas nada, Mike… —suplicó Bill entre
tosidos.
El aludido giró el rostro y le pateó el estómago una
vez más.
—Cállate, nadie ha pedido tu opinión —sentenció
Mike. Mientras Bill se aovillaba de nuevo y Tom veía aquello con los ojos como
platos.
—¡No vuelvas a golpear a mi hermano! —Apenas el de
rastas chilló, pares de ojos se posaron sobre él. Tragó saliva.
—¿Qué dijiste? —preguntó amenazante el mismo rubio con
dientes torcidos y el rostro lleno de acné, llamado Mike.
—Dije que no golpearás a mi hermano —avanzó unos
pasos más. No sintiéndose amedrentado a pesar de que el tono de su voz dijese
lo contrario.
Bill ahora escupió sangre y otro golpe fue dado. Y esta
vez no iba dirigido a él.
…
El de rastas se retorcía en su cama, con una
compresa sobre el ojo izquierdo y sintiendo el cuerpo partírsele. Su acto
fallido de valentía le había brindado una sesión de palizas. A pesar del dolor
que implicaba el ser golpeado, había sido más doloroso aún ver cómo lastimaban
a su hermano por su culpa, su ‘atrevimiento’ les había acarreado consecuencias
a ambos. Sin embargo, Bill seguía a su costado, también adolorido, pero igual
sonriéndole, e incluso ayudándole a ponerse la compresa y a echarse en una
posición cómoda.
Eso le hacía sentirse peor.
¿Por qué tenían esa suerte? Desde pequeños habían
tenido problemas en clases con los otros niños. Nunca encajaban. No entendían
por qué la profesora les pedía con tanto afán que se relacionasen con los otros,
¿qué obtendrían de ello? No les interesaban sus compañeros, ni sus juegos
absurdos donde todos chillaban, se tocaban y reían de cosas sin gracia. Bill y
Tom obtenían toda la diversión que pudiesen desear al jugar entre ellos. Pero
en el resto no podía ver eso al parecer.
Todo eso había provocado que los demás se alejasen
de ellos, y los tildasen de raros. Incluso llegando a hacerles pequeñas
‘maldades’ al ponerles goma de mascar en el cabello, o arruinar sus dibujos.
Sin embargo, a los que llevaban al rincón o llamaban a su mamá, eran a los
Kaulitz, ya que Bill o Tom terminaban adoptando una actitud agresiva frente a
los abusos.
Al crecer, eso no cambió; muy por el contrario,
empeoró. Porque los abusos ya no radicaban en cosas ‘inocentes’ como
arruinarles el pelo, o los trabajos. No, se trataba ahora de golpes, del
maltrato psicológico, entre otros. Hasta el punto de ser para ellos un suplicio
ir a la escuela.
Sus padres: un cero a la izquierda. Jörg, muy de vez
en cuando, hablaba con ellos, y Simone parecía más interesada en sus cuadros.
No les dijeron nada, sabían que solo se exasperarían, como cuando su madre vio
que Tom tenía un golpe en la mejilla, le dio una bofetada a Bill, creyendo que
este había sido el culpable. Ningún incidente parecido se había repetido. Eran
más discretos.
Tom creyó que al vestirse así, podría implantar
alguna especie de temor en el resto. No lo consiguió, au contraire, se hizo más llamativo al igual que su hermano, lo que
añadía una razón más para estar en el blanco.
Suspiró. Seguirían pasando por lo mismo al parecer
toda su vida. Y peor ahora que comenzaban con su banda Devilish, no entendía cómo vivirían hasta antes de los dieciocho
años.
Se sentía miserable. Buscaba justificar sus lágrimas
con el dolor físico, pero no podía engañarse a sí mismo, sufría por lo que les
acontecía, y Bill lo sabía.
—Ey, no llores, esos bastardos no se merecen tus
lágrimas —pidió Bill mientras le acariciaba la mejilla.
Tom se mordía el labio hasta el punto de
lastimárselo al ver cómo Bill había quedado, con la boca destrozada, el cuerpo
amoratado, y magulladuras en todo lado
por haber colisionado contra el suelo de forma violenta. Lo habían pateado y
golpeado, deshumanizando a su hermano.
—Lloro porque los detesto, odio que nos traten así.
Quiero que esto termine, quisiera desaparecer a veces, huir contigo lejos de
todo, me enferman, Bill —susurró débilmente mientras las lágrimas seguían
cayendo con facilidad.
Quería gritar, pero eso no era común en él. Incluso
temblaba por la desesperación, Bill se acercó un poco más, removiéndose con
dificultad por los golpes, y puso su frente contra la de Tom. Pasó su palma por
el costado de su hermano, buscando tranquilizarle, sentía su respiración sobre
su rostro. Podía incluso saborear sus lágrimas. Intentó decir algo que pudiese
consolarle pero no se le ocurrió nada y como un acto reflejo posó sus labios
sobre los de Tom, en un breve roce, uno natural; el de rastas no se movió un ápice.
Ambos estaban con los ojos abiertos. Bill dejó de
ejercer presión y se alejó unos centímetros, con las mejillas teñidas de rojo,
perdiéndose entre lo morado de las mismas.
Tom frunció el ceño. Bill cerró los ojos, apretando
los párpados como si fuese a recibir un golpe.
El moreno temía más al daño que provocaría el
rechazo de Tom, que a los propios golpes de los matones. Lo había besado porque
le había nacido hacerlo, por querer expresarle con algún gesto que estaba junto
a él, y que quería compartir sus penas, quería ser su soporte, quería verlo
brillar así todo pareciera negro. Lo quería más que a un hermano, no, lo quería
como su gemelo que era, como Tomi, sin embargo, no le bastaba tratarlo como se
tratan los hermanos; y no sabía cómo decirlo, el que hablaba hasta por los
codos, se volvía un niño timorato frente a su gemelo.
—¿Por qué? —eso
fue lo único que pudo decir Tom, sintiéndose también confuso.
Amaba a Bill. Eso lo sabía desde que tuvo uso de
razón. Lo quería más que a nadie. Mucho más que a su madre. Su gemelo siempre
había estado para él, y era intrínseco que también estuviera dispuesto a todo
por él. Era recíproco, desde siempre. Sabían que eso no iría a cambiar con el
tiempo, muy a pesar de los momentos difíciles que pasaron cuando tenían trece
años, en donde se habían alejado pero no soportándolo más seguían juntos ahora.
Ahora que lo pensaba, se había alejado de Bill por
percibir lo extraña que era su relación. Si se establecía un paralelo con el
resto. ¿Era esto acaso? No, no podía ser. Sería… de enfermos. Sería mal visto
por el resto, serían señalados durante toda su existencia hasta ser como leprosos
de los cuales la gente rehuiría… abusarían de ellos, peor que ahora. Serían una
abominación de la naturaleza.
—Porque te quiero para siempre, no como los cuentos
de niñas, sino de verdad. Eres todo lo que podría necesitar, no puedo ser yo si
tú no estás, te necesito. Me encanta que estés cerca, y… —Bill se detuvo.
Dejó
de soltar sus palabras atropelladas y vio la expresión de malestar de Tom. Lo
repudiaba.
Tom no lo repudiaba. Se había convencido de creer
todo eso que ahora pensaba por el resto. Porque por más que sintiese que era
natural, porque se había habituado a necesitar en cierta forma la aprobación
del resto para evitar salir lastimado.
—Olvida lo que dije, no quiero perderte, yo no…
—¿Por qué, Bill? ¡Por qué piensas así! ¿Quieres
destruirnos? ¿Quieres que ellos nos maten, verdad? —interrumpió Tom con la voz
ahogada y las lágrimas volviendo a salir.
Era su propia frustración. Estaba recriminándole a
Bill, lo que no podía decirse a sí mismo. Negándose a lo evidente, buscando
adoptar una postura en contra. Culpándolo. No quería involucrarse, o mejor
dicho, no quería afrontar que ya estaba involucrado en ello. Porque lo amaba y en
eso no daba cabida a un pero que valiese.
Bill se intentó levantar con dificultad, no
queriendo refutarle. ¿Cómo hacerlo? Si era egoísta al pedirle eso a Tom. Era
egoísmo el expresar su sentir y esperar ser correspondido.
Tom sujetó su brazo. —No te vayas, Bill —pidió.
El egoísta era otro.
Bill asintió y se volvió a echar, cerrando los ojos
y tensando la mandíbula por contener el sollozo que buscaba escapar de su
garganta.
Tom buscó la mano contraria y la unió a la suya.
Cerró los ojos también, esperando dormir y al despertar percatarse que todo
había sido una vil pesadilla producto de su subconsciente.
Se mantuvieron calmos por un instante. Tom cayendo
poco a poco en un sueño ligero, mientras que Bill podía sentir el rechinar de
sus propios dientes. No podía callar, no ahora que ya había hablado.
—Tom… —le llamó, mientras ejercía más presión en su
agarre.
—Humn —gruñó en respuesta. No estaba dormido.
—¿Tú me quieres como yo a ti? —él necesitaba saberlo.
Lo poco que Tom le había dicho era a la defensiva, y no le esclarecía nada.
El de rastas entreabrió los ojos, arrepintiéndose en
el acto, al sentir ese par de ojos sobre sí mismo. No eran idénticos, no
podrían serlo, Tom jamás podría mirar a alguien como lo hacía Bill, y menos
poder hacerlo cuando él lo mira. Ese detenimiento estremecedor, como si lo
contemplara. Intentó rehuirle la mirada, pero no pudo.
—Yo…
Bill se mantuvo expectante. Tom no podía mentirle,
no teniéndolo frente a sí y sujetándole una mano. Bill podría leerle y saber
que mentía. Su pequeño castillo de cartas se estaba desplomando sobre sí mismo.
—Tú sí sientes lo mismo que yo —afirmó Bill con
confianza y un rasgo de decepción—. Y a pesar de ello, no piensas estar
conmigo…
—No es así de fácil —trató de defenderse Tom.
—No, nadie dijo que sería fácil. A eso voy, yo no he
elegido esto, no me he planteado opciones y decidido cuál sería más o menos
difícil. Yo siento esto Tom, aquí —se señaló el pecho—, y en mi piel. En todo
mi ser, en mi carne, en mis huesos, en mi sangre, la que comparto contigo. Lo
siento, Tom. Por eso no me importa, no me interesa que el resto nos miren mal,
o nos busque linchar como monstruos. No me interesa, mientras tú existas.
El labio de Tom tembló. Su corazón, lo sentía en la
garganta. La mano que sostenía la de Bill estaba sudando. Su respiración era
acelerada.
—Lo quiero, Bill. Quiero pasar contigo todo lo que
deberemos pasar a partir de ahora.
—Juntos —dijo Bill con una sonrisa iluminándole el
rostro.
Tom asintió.
awww que hermozo esta gjhgjfdsjfb
ResponderEliminarme gusto muchoo Nadirsss ya quiero la otra parte no te pass de verga y sube lo heeeeeee
Hermoso.!! *-* y pues como siempre Tom tratando de ocultar sus sentimientos por el que dirán u.u pero por lo menos lo reconoció y no dejo ir a Bill jkajakajakajak me encanto y espero subas pronto el próximo :))
ResponderEliminarFeliz San Valentin para ti también c: <3
Muy lindo....un amor casi imposible, pero ellos lo quieren...solo necesitan estar juntos. Muy bueno.
ResponderEliminarEspero que subas la próxima parte pronto. :-D
Recién lo leo XD
ResponderEliminarahh es HERMOSO! demuestra el amorsh que se tienen ambos,juntos.No les importa como los miren las personas si ellos se aman y están juntos:33
awww es ¡HERMOSO!
espero subas la próxima parte *w*
saludos y besos :3
Triste, pero hay la esperanza de que todo saldrá mejor. ¿y la segunda parte, tardaras mucho en subirlo?.
ResponderEliminar¡Qué hermoso! Amo la forma en que escribes, y la ternura con que plasmas las palabras. En verdad, me enamoré de esta historia.
ResponderEliminarEllos siempre en su burbuja... Tom siempre tan inseguro y Bill, Bill todo lo contrario. Es muy guay leer este tipo de shots... Te hacen "identificarte" y sentir lo que ellos "sintieron", ver que no siempre las decisiones que se toman son las mas beneficiosas, pero no por ello dejan de ser las correctas.
ResponderEliminarMe llena de emociones. Muy pocos autores logran hacer eso. Gracias Playa, por permitirnos con tus creaciones olvidarnos/distraernos un poco de las cosas que nos pasan. Ir a otro lugar, despejar y abrir la mente. D-A-N-K-E.
Espero estés bien. Saludos y besos~
T^T
ResponderEliminarEs hermoso y triste... es HERMOSO! Ahora quiero escuchar a Chopin y llorar...
Te pasas de verga, es genial esto. Ya no sé qué más decir, salvo que cuando leo lo que escribes, en verdad me transporto a ese lugar.
Te quiero! <3