jueves, 6 de diciembre de 2012

Fanfic: Catorce. Capítulo 9: Capullo

Bueno, estos días he estado ocupada con mi blog de Tom uke espero le den un vistazo. Hay de todo, desde zona +18, fan arts, fotos reales, fanfics, recomendaciones en inglés y demás. Y no lo manejo sola, me ayuda Aliss, Angie, Aelilim, Ascanya y espero pronto se unan Kassy y Mina. Así que si te gusta el Tom pasivo, te invito a pasar :)

Por otro lado, estoy ocupada con los concursos de que hay, tanto de Autores de fics como de ToHo Eventos, y me muerdo las uñas por saber quién ganará en ToHo podfics, son grupos geniales si necesitas escribir más o hacer otras actividades. Estoy descuidando algo mis fics, pero se los recompensaré, lo prometo. Más tarde me pongo a hacer betear el epílogo de Colores y bueno, escribir algo de En lo profundo.

Catorce a veces me absorbe bastante, pero no es mi único fic. Sería genial tener solo un fic WIP (work in progress).

Sobre este capítulo, tengo que agradecer a Kath, porque yo escribí la primera parte a mano (ya boté la hoja) y ella tuvo la amabilidad de transcribirlo y sufrir con el uso de la raya, mientras yo sufría leyendo mi letra.También a mi mamá, que me ayudó con la comprensión de los adultos, porque que sea una no significa que los entiende, según yo sigo teniendo once años. En fin, esas dos personitas estuvieron ahí soportándome, así que se los dedico, aunque dudo que mi madre lea algo mío, solo le leí un fic que pronto colgaré aquí.

Ah, sobre cosas raras del fic. Ehmn, en el extra precuela de Once, aparecen datos que se verán aquí y sobre Once fuera de tiempo II o Caramelo naranja, así que si no lo han leído, se los recomiendo, son detalles pero por si acaso. Y sobre las Moiras, son de la época de los Titanes, si mal no recuerdo, una teje el hilo de la vida, otra lo mide y otra lo corta, son tres, según lo que leí son ciegas y comparten un ojo. Lo estudié hace uff, así que no es muy confuso. Son las que determinan tu destino. ¿Se entiende, no?

La verdad es que me muero de sueño, probablemente se me pasó un dedazo. No me odien por poner partes en donde aparece Anémona, que ya se enterarán lo que trama. Y pronto viene el fin de semana (huevona estamos jueves) donde pasarán cosas impensables (?) XD. Hablo incoherencias. ¿Saben? Tengo que escribir a mano un oneshot que hice para el intercambio navideño, que la pobre chica que le toqué sepa algo de jeroglíficos. ¿Quién demonios quisiera una carta con un fic de cuarta escrito con mi fea letra? XD *rueda everywhere*

Me desvié, disfruten. Las etiquetaré más tarde, me muero de sueño x_X Si tienen dudas pregunten, y me alimento de comentarios.

Beso esquimal: Choque suave de narices.


Capítulo 9: Capullo

Tom quería apresurarse para ya salir, a él le había tocado limpieza hoy. Andreas no le acompañó, recordaba que cuando a uno le tocaba quedarse para el aseo, el otro lo acompañaba y ayudaba. Era obvio que eso no iba a pasar desde que se pelearon. Tom suspiro, tendría que hablar con él, pero ahora lo que debía hacer es darse prisa porque Bill lo esperaba afuera.


El rubio platinado seguía quejándose y gritándole al moreno, que era por tamaño y cuerpo muchísimo más grande que él. Bill simplemente quería fumar para hacer la espera de Once más amena (al parecer su vicio por el cigarrillo había vuelto)  pero Andreas no pensaba lo mismo.

—Mira, cerebro de alcornoque, no quiero que estés cerca de Tom si no te alejas de él me veré obligado a decirle a mi hermano mayor que te dé tu merecido —amenazó. Bill botó el cigarrillo y pisó la colilla.

Georg era de temer si se enojaba, solo lo vio una vez así, no con él por suerte, y era más jodido porque es difícil hacerlo enojar, Georg es por naturaleza tranquilo. No eran cercanos ni amigos pero se conocían el tiempo suficiente como para saber cómo era el otro.

—Mira, criajo. Georg,  a diferencia tuya, no es un metiche y dudo que sea un problemático toca cojones como tú —mencionó Bill y se amarró el cabello en una coleta —. Otra cosa, así yo esté lejos de Tom, él no se  fijará en ti.

Andreas le hizo un gesto grosero con la mano a Bill, el moreno se la quería doblar, de verdad que sí pero entonces Once apareció.

—Andreas —saludó Tom. Él eludido fingió no oírlo y Tom rodó los ojos—. Bill —dijo en un tono meloso que logró sacar una sonrisa de la boca de Bill, él cual lo abrazó. Se dieron un beso y Andreas ya se había ido.

Tom se sintió un poco triste porque era su amigo, y él quería arreglar las cosas, de verdad que sí.

—¿Y te dieron permiso? —preguntó Bill mientras tomaba su mano y lo guiaba en dirección a la casa de Dunja.

—Hablé con mi papá, dijo que sí. ¿Algún plan en especial? —mencionó Tom.

—Llamé a mi amigo, después de acosarlo un poco aceptó que estuviéramos en el ensayo de su banda —masculló Bill sonriente, la idea de un lugar así lo emocionaba. Tom parpadeó confuso—. Ah, bueno, él toca la batería, el hermano del rubito el bajo por lo que entendí, hay un tío que canta. Va a ser genial —animó el moreno, y acarició con su mano.

—Creo que Andy me mencionó algo así. Sobre Georg y su banda —comentó Tom, imaginándose que el rubio baterista debería ser el amigo de Bill, recordando también que ese mismo chico había empujado a Bill en el colegio.

—Y por lo visto el rubito sigue sin hablarte —acotó Bill acariciando la mano de Tom y jalándolo para caminar porque tenía que cuidar a Lilith y Tim.

—Sí, bueno, la verdad es que quisiera arreglar las cosas con él, pero a veces es tan… —chasqueó la lengua—. Intentaré hablar con él el fin de semana.

—No olvides que el sábado eres mío.

Tom se sonrojó y sonrió como un bobo.


Bill regresó a su departamento más tarde lo que creyó, porque se entretuvo besuqueándose con Once en la puerta de su casa para luego caminar entre nubes, básicamente. Se sentía un colegial y eso le hacía reír. Pero ahora estaba cansado y no tenía ganas de nada, así que cuando entró al edificio caminó en dirección al ascensor con la firme idea de dormir, ni siquiera bañarse porque lo había hecho temprano, aparte dormir con un poco de harina por haberle ayudado a Once a hacer unos pasteles no le haría mucho daño.

Sin embargo justo cuando las puertas del ascensor se abrieron, el anciano dueño de los departamentos lo detuvo. Bill vaciló pero se quedó junto al hombre. Él no respetaba a las autoridades, ni a las personas mayores, sin embargo, ese anciano era tan amable que era imposible no responderle con el mismo buen trato con el que te hablaba.

—Buenas noches, señor, ¿sucede algo? —preguntó Bill curioso. Por lo que le contó Once, era un hombre mayor viudo, que tenía hijas y nietas que casi nunca le visitaban, quizá quería que lo ayudara con algo pesado.

—No, mi buen joven. Solo quería tener una plática con usted. Si me acompañas por favor, tengo té y galletas por si gustas. —Bill de verdad que quería simplemente dormir, pero no pudo negarse así que asintió y siguió al anciano.

Ya en el departamento de este, vio con mayor detenimiento el lugar, no estaba muy bien cuidado, pero era acogedor. Al menos para él, que estaba habituado a no tener hogar. Se veían las fotos de la que en vida fue esposa del hombre, una señora muy bella de cabello entrecano y ojos azules.

—Y bueno, para qué soy bueno, señor Zimmerman —farfulló Bill después de darle un sorbo a su té.

—Verás, hijo. Cuando tú eras un pequeño niño y todavía eras rubio —dijo el señor Zimmerman haciendo el rictus de Bill demostrase que se había tensado por lo dicho—, yo conocí a tu madre, Simone, una muy buena mujer. Y ella vino hoy a preguntarme por ti.

Bill sintió que un baldazo de agua fría le recorría el cuerpo y tuvo los deseos de querer romper cosas, de fumar, de tomar hasta no recordar ni su nombre, de meterla en caliente para tener un polvo culposo que lo hiciese sentir vacío pero pudiendo olvidar su pasado.

El sueño en definitiva se le fue. Se le secó la garganta y pudo ver una expresión triste en el contrario.

—Hijo, podré ser viejo, pero no tonto. Bien dice el dicho que el diablo sabe más por viejo que por diablo. —Bill asintió algo ausente—. Lo que quiero decir es que si tú no quieres que le diga a tu madre algo, lo respetaré y diré que te fuiste o algo por el estilo, o ya sabes, la memoria de un viejo no puede ser confiable a veces —le guiñó un ojo. Bill parpadeó—. Sé que si ella no sabe de ti, es por algo, pero te recomiendo, joven, que si decides hablarle, será lo mejor  no solo para ella. Tómate el tiempo que quieras.

Bill se metió una galleta a la boca y tragó sin saborearla, se terminó su té y agradeció. Se retiró del departamento y caminó como zombie en dirección al ascensor donde el sonido de esa caja metálica le parecía un chiste.

No pudo dormir, el recuerdo de su madre, las palabras del señor Zimmerman, incluso pensó en su infancia, en su pubertad cuando decidió teñirse el cabello. Se sentía realmente frustrado. ¿Qué si quería a su madre? Por más que dijese lo contrario, sí la quería y mucho, por más que hubiese sido una madre ausente, y que nunca estuvo ahí para enseñarle qué hacer y qué no, seguía siendo su madre, la que lo arrullaba cuando era pequeño, incluso la que le pedía que cocinase los fines de semana donde era casi una ley almorzar juntos así no hablasen de nada. La misma que había permitido que lo llevasen a la escuela militar que fue una pesadilla. La amaba, pero eso no era sinónimo de que quisiera verla y tratarla como si nada de eso hubiese pasado. Ahora todo lo que le sucedió era parte de su vida, algo escrito en piedra que nada ni nadie podría borrar.

Cuando eran más de las tres de la madrugada tuvo que hacerse una paja sin emociones solo para tener la modorra después del orgasmo y así poder conciliar el sueño.


 Tom estaba aburrido, se puso a jugar con Lilith pero cuando a la pequeña le dio sueño, dejó de lado a Tom y se fue a dormir con Tim. Y Bill andaba en un universo paralelo porque ni le volteaba a ver.

Así que Tom cansado de no ser el centro de atención de su novio, comenzó a elucubrar un plan para llamar su atención. Pero como no se le vino nada a la mente decidió sentarse en sus piernas haciendo que casi ambos se cayesen al suelo debido a que Bill al parecer estaba muy ensimismado, pero el moreno reaccionó a tiempo y cogió a Tom por las caderas y se enderezó en el mueble.

—Porlaputamadre —dijo Bill rápidamente, con el corazón latiéndole porque estuvieron a punto de caer aparatosamente.

Y Tom rió histéricamente, más por los nervios que por otra cosa. Bill arqueó una ceja y lo miró.

—¿Planeabas matarnos? —preguntó Bill aún con las manos sobre las caderas cubiertas por ropa ancha de Tom.

—Solo quería que me hicieras caso —se justificó Tom, sintiéndose seguro sobre las piernas de Bill, entrelazó sus dedos sobre la nuca del mayor y le dio un besito esquimal.

—Bueno trata de hablarme antes de acercarte a mí cuando estoy concentrado, pude haberte golpeado o algo. —Bill acarició a Tom por encima de la playera y él se estiró sobre Bill, presionándose contra sus muslos sin notarlo.

—Dijiste que no me lastimarías, confío en ti —respondió Tom y se encogió de hombros. Bill lo miró con dulzura y le dio un beso en la frente.

—No deberías confiar tanto.

—¿Ahora me dirás en qué andabas pensando?  —cuestionó Tom jugueteando con los cabellos de la nuca de Bill, con la otra mano ahora acariciando su cuero cabelludo.

Tom lo sintió tenso como cuerdas de guitarra.

—Boberías mías.

—No te creo. —Tom le jaló un mechón de cabello y Bill rió—. ¿Es sobre tu papá? —Bill dejó de reír, sin notarlo apretó más las caderas de Tom, haciendo que se removiese un poco.

—No.

Tom ahora tomó su rostro entre sus manos y lo obligó a que lo mirara. Cuando sus ojos conectaron decidió hablar.

—Bill, puedes confiar en mí. Es bueno que alguien suelte las cosas que lo molestan o acongojan, yo muchas veces tuve que tragármelas, ni siquiera podía acudir a Andreas. Yo sé que tú también necesitas  a alguien y yo estoy aquí, para ti, para lo sea —intentó animarlo Tom, sonriéndole dulcemente y acariciándole las mejillas.

Bill sintió algo caliente instalarse en su pecho, vio esos ojos limpios color miel tan fijos en los suyos. 
Pensó que en serio algo así podría ser real, en donde alguien se fijase en él y se ofreciese a escucharlo, cuando nadie antes más lo había hecho, razón por la cual Bill pensaba pésimo sobre las personas, y siempre se callaba todo.

Se mordió el interior de su mejilla y vio a un lado. ¿En serio le pasaba eso a él? Tom volvió a instarlo a que lo mirase, y él obedeció sumiso. Sí, le pasaba a él. Sonrió como idiota, acercó a Tom en su dirección con las manos puestas en su talle y lo besó.

El calor que Bill encontró en esos labios, el beso mismo, era una alegoría de lo que Bill hallaba en su relación con Once, desde que algo simplemente platónico e inocente hasta que se convirtió en algo tangible y con nombre.

Podía sentir la suavidad en sus labios, percibía una intimidad que no había atinado ni en el sexo. Bill se sentía lleno con su aliento, colmado, en paz, cuando profundizaron fue algo sublime porque él se decía a sí mismo que podría permanecer unido a esa boca hasta que le doliera la mandíbula.

Entonces Bill entendió, que ni el lago, ni el claro en el bosque eran los mejores lugares donde Bill podría refugiarse para encontrase a salvo y huir del mundo. Sino era la boca de Tom.

Jugó con su labio inferior una vez más, mordisqueándolo y luego soltándolo para después lamerlo cuando detuvo el movimiento y lo observó con ojos y labios brillantes, rojizos. Era hermoso, la mejor imagen que tenía de su Once, recién besado con sus mejillas sonrosadas.

—¿Y?

—Creo que te besaría hasta dejarte los labios cuarteados —respondió Bill con sinceridad. Tom se enrojeció aún más.

—No hablo de eso, sino que… ¿me dirás qué pasa por tu cabeza? —interrogó Tom. Bill acarició los costados del de rastas—. Si quieres te doy algo a cambio…

Una sensación de déjà vu lo invadió.

—¿Tuvimos esta conversación antes?

—Algo así —rió—. Me diste un caramelo de naranja a cambio. Solo por decirte que me sentía genial a tu lado.

Bill asintió en comprensión y sonrió. Por supuesto que lo recordaba. Esa vez en el claro.

—No creo que tengas algún caramelo por ahí, ¿o sí? —preguntó Bill mientras seguía haciendo formas imaginarias con sus dedos por los costados de Tom.

—Me haces cosquillas. Uhmn, no sé. ¿Qué quieres? —Bill se lo pensó seriamente, la verdad es que no tenía idea. Pero la costumbre de obtener algo a cambio siempre le hacía pedirlo.

—Luego te lo diré. Me la deberás.

—Bueno, suéltalo —pidió Tom hundiendo su rostro en el cuello de Bill.

—Sabes, si sigues así no podré hablar. Detente —mencionó Bill con voz grave. Tom se enderezó y parpadeó—. Bueno, es sobre mi madre, al parecer se enteró dónde vivo y quiere verme. Y antes de que digas algo, mi relación con ella no es muy buena, no lo fue antes de que entrara a la escuela militar, ni tampoco durante por eso cuando me escapé en la graduación, no le avisé después.

Bill se sentía extraño, porque era raro, diferente, quizá en un buen sentido, el soltar algo que él sabía y que le afectaba. Tom asintió y comenzó a acariciarle las orejas.

Arqueó una ceja.

—¿Qué haces?

Tom se sonrojó y dejó de hacerlo intentando levantarse del regazo de Bill, este no lo dejó.

—Uhmn, ¿intentaba tranquilizarte? Ya me voy a sentar a otro lado, peso de seguro —soltó Tom 
intentando deshacerse del agarre del mayor.

—No es un peso molesto, en realidad, puedes pasar el tiempo que quieras sobre mí —mencionó Bill y Tom se cayó sentado en el suelo. El moreno se paró y lo ayudó a levantarse. Al parecer de la impresión el de rastas había hecho mucha fuerza pudiendo salirse las piernas de Bill, pero una manera muy poco digna, estaba rojísimo.

El corazón de Tom latía a mil. Jodida mente la suya, malinterpretó la oración de Bill, se imaginó “sobre Bill” en otra circunstancia que no venía al caso. Maldito momento en el que leyó esa historia y aprendió sobre qué era pasivo y activo, y que un pasivo no necesariamente iba abajo.

Cuando se hubo sentado en el mueble sintió que sudaba frío. Él en serio se estaba poniendo en el papel del pasivo. ¿Qué diablos? ¿En serio estaba pensando eso? Tom ya sabía lo que eso significaba, por otro lado, en el relato que leyó, el pasivo se llevó la mejor parte. Sin embargo, había una preparación… y Tom pensaba que debía jabonarse exhaustivamente si iba a tomar ese rol.

Ahora que lo pensaba, era bastante obvio. Ya que Bill era mayor, tenía experiencia y la tenía más grande. Mierdamierdamierda. ¿En serio se estaba imaginando el tamaño del miembro de Bill? Se cubrió el rostro con el cojín. Bill lo observó extrañado.

—¿Te sientes mal? —Tom al mirar en dirección a su novio no le vio el rostro precisamente. Mordió el cojín—. ¿Te doy té o algo?

—¡No! —Ahora se cubrió la boca con las manos temiendo despertar a los niños—. No, solo recordé algo… y nada, pasa de mí, tengo problemas.

Bill se rió con ganas.

—¿Estás seguro que el que tiene problemas eres tú? Porque podría apostar a que yo tengo más problemas que tú —farfulló Bill como si se tratase de una competencia, y Tom sonrió.

Pero la verdad es que no se sentía muy feliz que digamos.

—¿Dónde iremos el sábado?

—Ya te lo dije, a casa de un amigo —respondió Bill desperezándose. La verdad es que quería que los días pasasen para relajarse con sus amigos y con Once, desconectarse de su realidad. La idea de encerrarse con Once a solo besarse también lo seducía, pero el problema era que su novio era un adolescente hormonal, por lo que no estaría quieto de manos, y quién sabe las cosas que podría hacerle a Bill.

Quiso reír ante el pensamiento de que Once pudiera hacerle algo que Bill no quisiera.

—No, me refiero a qué amigo. —Tom quería hablar con él y distraerse, distraerse del discurrir de sus elucubraciones.

—Georg, cabello castaño rojizo, ojos verdes… el hermano mayor del rubito de tu amigo —masculló Bill. Tom por supuesto que conocía Georg, si prácticamente había crecido viéndolo. Él era quien los cuidaba a Tom y a Andreas de pequeños.

—Uhmn, sí, Georg. Andreas y yo somos amigos desde hace mucho, Georg se encargaba de ser nuestra niñera —mencionó Tom recordando lo irrisorio que era el ver a un Georg algo angustiado porque a veces ambos lloraban, ni recordaba por qué, pero lo hacían.

Bill lo miró extrañado.

—¿Sí? Es que yo también soy conocido de Georg, no somos mejores amigos pero… se podría decir que sí “amigos”, no de los más cercanos, sino de los que se ganan el título al pasar toda la escuela juntos. Me parece raro que no te haya visto antes —confesó Bill. Tom se encogió de hombros, tampoco recordaba mucho.

—Será el destino, ¿no? —dijo por decir. La verdad es que Tom no creía mucho en eso, y no creía mucho en nada, su madre había construido un mundo que él debía seguir, pero al darle libros no solo le quitó el problema que tenía para hablar, y por el cual lo molestaban en la escuela, sino también le hizo darse cuenta de muchas cosas, quizá no todas las necesarias pero sí algunas que le sirvieron de mucho.

—Sí, claro. Las Moiras están tejiendo justo ahora el hilo de nuestras vidas, ¡es algo tan tonto! —exclamó Bill. Tom ariscó la nariz y le mostró sus dientes al reír—. Oh, vamos, ¿qué es lo chistoso?

—Que te estés haciendo hígado por la mitología griega. Deberías verte la cara, todo ofuscado, es gracioso —comentó Tom.

Bill comenzó a hacerle cosquillas y no se detuvieron porque cuando los pequeños despertaron los encontraron así y se les unieron.


Anémona se mordisqueó el labio inferior y marcó de nuevo el número, esta vez como número privado. 
Más le valía que le contestase si no quería que ella se presentase a su casa, o lo que es peor, al trabajo para encararlo, al parecer del otro lado del teléfono le leyeron los pensamientos puesto que le contestaron.

—¿Qué sucede Anémona? Creo que aclaramos las cosas lo suficientemente bien en presencia de nuestros abogados —contestó de mala gana Jörg. La rubia quiso chillar de frustración, pero al menos le había hablado.

—Necesito hablar contigo, Jörg, personalmente. Y mira que ya planeé todo por si te niegas, y créeme, no te gustará lo que tengo planeado —aseguró la mujer, escuchando claramente el bufido del otro lado.

Manipuladora hasta el final, Anémona. Como siempre. ¿Quieres amenazarme con nuestro hijo? Él vendrá a visitarme, así lo estipula el acuerdo que ambos firmamos. Así que hazme el favor y ahórrate tus incordios —soltó Jörg con el enojo palpable.

Anémona podía imaginar claramente a su marido rojo por la furia. La imagen la hizo querer reír. 
Recordando los tiempos en que se enojaba con ella pero Anémona conseguía quitarlo de ese estado de una forma u otra. Quizá sí, tal vez ella era algo manipuladora, tenía que cedérselo.

—No le diré a Tom que deje de verte. No sé por quién me tomas, Jörg. La separación fue conmigo no con Tom. Él es hijo de ambos —acotó la blonda.

Y Tom es lo único que nos une, así que…

Anémona sintió la ira llegar a ella.

—Es sobre Tom, así que debes ir. No sabes lo insistente que puedo ser, Trümper —bramó con seguridad.

Hemos estado casados por más de diez años, Anémona, comprendo a la perfección lo insistente que puedes ser, por ello mismo, por esa terquedad, camuflada como perseverancia, que no admite opinión de nadie ajeno a ti es que me separé. —Anémona quiso colgarle en verdad que sí, pero lo necesitaba, no tenía opción, más allá de que siguiese queriendo a su exmarido, tantos años no dejaban de pesar así como así, lo supo con Gordon porque no encontraría a alguien como Jörg Trümper.

Sin embargo, a pesar de ello, era el padre de su hijo y era su única alternativa.

—Creo que ya hemos tenido esta conversación, Jörg. Pero como te digo, esto no se trata ni de mí, ni de ti, ni de nuestro matrimonio fallido. Se trata de Tom, así que debes ir —ordenó Anémona, con una voz suavizada, que decía un imperativo pero, a la vez, no te lo mostraba así, sino como algo que debías hacer porque era lo correcto, porque te conviene, porque no tienes opción.

El mismo tono que usaba con su unigénito cuando hacía cosas que no debía. El mismo que ya no le funcionaba al menos con su primogénito, debido a que parecía haberse vuelto inmune a ella, a sus tonos de reproche, de alarma, de todo. Ese muchacho era una mala influencia. No podía ser alguien bueno si iba en contra de lo que ella decía. Anémona solo quería el bien de su hijo, aunque fuese incomprendida por el resto, quería verlo bien, protegerlo de todo, permitir que fuera un hombre decente mañana más tarde.

Nadie podía velar por la seguridad de su retoño más que ella. Porque Anémona era la única que lo había tenido en su vientre por nueve meses y cuidado desde entonces. Era su vida.

Está bien, mujer, está bien, dime la dirección a donde debo ir —cedió Jörg. Anémona sonrió a sabiendas de que su exmarido no podría verla.

Le dijo la dirección y colgó después de quedar. Todo lo hacía una madre abnegada por el bien de su bebé.

6 comentarios:

  1. Me hagarras llendome lol ¡Luego te digo! Me encantó!!!! Ahhhhh Tom traumado por que él es el pasivo muahahahahah xDD

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  2. Me encanto:D
    Pobre de Bill,sufrió mucho,pero aun así quiere a su madre,aunque bleh,lo que le pasó no se le olvidará,¿y a quien no verdad?
    Tom XDD todo pasivo,todo uke *w*
    y lo más chistoso es que pensó en el tamaño del pajarito de Bill *digamos que no es un pajarito* e_e
    que pajarito ni que nada,en la bestia de Bill xD ok ya ._.
    y es que Tom es la luz que lleva a Bill al bien(?
    bleh...Anémona aveces estoy de tu lado *siclaro* y aveces me caes mal XD es que,bleh,yo no soy adulto y no sé,aveces los entiendo y aveces me dejan con cara de ¿que carajo? pero bleh,adultos,adultos everywhere.
    ¿no me encantó,ni me gusto el capitulo...LO AMÉ,LO ADORÉ *w*
    espero con ansias el siguiente
    Saludos.~

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  3. ¡EL DESTINO! <333 dsfgsdf, siempre lo supe (?)
    Y también sabía que todavía no debía dejar de detestar a esa mujer... ni a aquella otra, ni al tipo ese...!!!
    Detesto a los adultos~ se complican tanto la vida y de paso se la complican a uno.

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  4. Las coincidencias no existen, sólo lo inevitable~
    Que Bill conociera a Tom lo era, Tom tan... ta... frustrado por lo del asunto "activo-pasivo" xD Ya Bill, cogetelo de una buena vez~

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  5. al fiiiiiiin! al fin me pongo al día :') creo que voy a llorar sólamente porque ahora sí estoy actualizada jajaja xd Maldita Anémona (es como un pescado? o algo del mar o no?) que los quiere separar!! por qué? estoy segura de que quiere hacerle algo a Bil :C creo que lloraré si eso pasa, soy una niña!! me identifico tanto con Once (ahora Catorce xd) :') me encanta tu fic :33 <3

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  6. Rayos, últimamente he tenido tan poco tiempo .__. ... reuniones familiares y demás. No me agradan mucho...

    Después de varios días lo vengo a leer D=
    No creas que ya no te amo xD

    Me gustó mucho. Entiendo a Bill, eso de amar a tu madre pero no querer verla por el daño que te hizo... No es sencillo.

    En verdad que estoy disfrutando mucho cómo va cambiando Tom, cómo va dejando de ser ese niño sobreprotegido. Poco a poco, ''Towi'' xD

    No sé si no capté bien y sí se mencionó, pero muero de ganas por saber qué es eso que tanto le insistía Anémona a Jörg... ¿es acaso la dirección del lugar a donde va a ir Tom con Bill? Ok, ya veremos en el próximo capítulo ^^

    Hoy estoy algo atarantada, ¿se nota mucho? xD

    Besitos!! ^^

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