sábado, 22 de diciembre de 2012

Fanfic: Colores. Epílogo.

So finally I made it. Quizá no esté bien corregido, es más, me caigo de sueño, pero bueh, si se me pasó algunas cosas pasen de ello xD. Dedicado a mi Frezah que está peshosha, y bueno, a las que esperaron también.



Todos los colores

Dejó caer al moreno sobre la cama mientras se quitaba los zapatos. Le dolían los hombros y la espalda por ayudar a Bill a sostenerse hasta llegar al cuarto, pero lo prefería así. Por ello cuando en el antro su hermano comenzó a beber demás, como si la cerveza del mundo fuese a acabarse mañana, él había aceptado tácitamente su parte, es decir, no tomaba más de la cuenta para así estar sobrio y poder ayudarle en vez de que el guardaespaldas lo hiciera; no quería tener que dar explicaciones de los comportamientos que pudiesen tener estando alcoholizados, y de paso evitar los de Bill por supuesto.

No entendía a su hermano. Podía comprender que bebiese, Tom hacía lo mismo, y no es que fuesen alcohólicos por ello, sin embargo, el problema no radicaba allí, sino que Bill había tomado no con esa tranquilidad con la cual pudiesen tener una borrachera, no, había bebido ansioso y con una expresión nostálgica, podía sentirlo, a pesar de ello, no entendía el porqué.

Hacia poco habían tenido una discusión. ¿Por qué? Porque Tom aún ‘no cedía’, es decir, todavía no tenían sexo, o bueno, no por completo. Bill seguía jugueteando con él con toda la parafernalia incluida, sin embargo, Tom se rehusaba a que hubiese penetración. Su fobia al contacto, ligado a ese miedo propio de quien va a perder la virginidad le invadían al punto de negarse.

No obstante ya tenían diecinueve años, no eran unos niños, ni Tom una quinceañera virginal, y Bill ya no estaba dispuesto a tolerar los ‘peros’ que este le presentaba, no después de negarse rotundamente a llevar una terapia para solucionar aquel problema. Claro que Tom tenía argumentos para decir no, como, por ejemplo, su falsa reputación, player y virgen no podían estar en la misma oración evidentemente. Por otro lado estaba que la prensa podría especular sobre su sexualidad al no verlo con alguna chica (en caso que lo anterior se descubriera), y él no era homosexual, no que lo considerase una ofensa, pero con el único hombre que intimaba era su hermano a quien no lo veía como uno, sino como Bill, por muy extraño que sonara.

Si bien ya atraía la atención de chicos y no sólo de chicas, no podía permitirse que blasfemasen así de él. También había dicho otras razones más, que ahora que cavilaba sobre ello notaba que eran excusas absurdas y no dignas de mención. Así que se mantenía firme con las más creíble, y… a pesar de todo lo mencionado, la discusión se dio no necesariamente por eso; sino por ‘lo otro’ que le había dicho Bill.

Al decir ‘lo otro’ se refería a Bill pidiéndole venia para perder su virginidad con una escort.

Llegaron a los golpes por eso. Era como un trato implícito entre ellos. NUNCA mencionar a terceros, decían que si en algún momento pasaba, tendrían que quitarse así sea a patadas la idea, porque… sería hacer parecer lo suyo a lo que tenían sus padres y eso no era bueno. Infidelidad o mucho peor, Tom dentro de sí sabía que para que Bill llegase a ese punto, era que su situación no estaba yéndole mejor.

—Eres idiota. ¿Sabes que esto te dará terribles consecuencias mañana, cierto? —recibió un asentimiento en respuesta—. Eres retrasado.

—No —le contradijo Bill mientras se acomodaba más cerca de él—. Tú seríassss el retrasssssado… Te quierrrro, te necessssito taaanto taaaaanto…

—Oye, deja ya de moverte —pidió Tom y se levantó para quitarle las prendas al otro que se movía ansioso frente a los roces—. ¡Muy bien! Dormirás vestido entonces, no pienso andar de niñera, y más aún cuando estás todo sudoroso.

—¿Ahora…? ¿También le tendrás assssco a mi sudor? Ssssientes asssco por mi baba, por mi sssemen, por mi cuerpo, por todo lo que yo significo, ¡me aborreces! —escupió las palabras para luego sentarse de golpe sobre la cama y mirarle con los ojos brillosos y el rostro enrojecido.

Tom torció la boca y se fue quitando sus propias prendas. No quería hacerle caso. Bill no estaba dentro de él. No podía ponerse en su lugar, no podría entender sus propios demonios internos, sus frustraciones, amaba a Bill, sin embargo todavía había ese ‘algo’ que aún le impedía poder estar juntos del todo. Por supuesto que había tratado, y había avanzado mucho a través del tiempo, ya podía besarlo sin estremecerse por el contacto ajeno, los fluidos de por medio, sino concentrarse en el mero placer y en Bill. Contacto por sobre la tela, ser rozado con tanta dedicación, dejarse llevar por ese sublime momento, Bill, Bill, su Bill. El que ahora lloraba en su delante porque se negaba a volver lo suyo en algo físico.

Se hacía el sordo. Bill no lloraría por ello, no al menos estando sobrio.

Realmente la situación se le escapaba de las manos. Se sentía de repente culpable, frágil y despreciable.

Sintió unos labios con sabor a cigarro y alcohol en contacto con los suyos. A pesar de esas capas amargas, percibía la esencia de Bill. No obstante, era algo forzado, y se tornó peor el cuadro al caer de espaldas al suelo por la presión que ejercía su hermano, el cual intentaba apresarlo con sus manos. Pero el ebrio era Bill, por ende, la torpeza en sus movimientos era tanta como la fuerza que sacaba, así que terminó por empujarlo a un lado mientras intentaba controlar su respiración.

—¿Qué mierdas fue eso? —exigió saber Tom. Temblaba de pies a cabeza mientras Bill se aovillaba en donde había quedado.

—Quiero besarte, sentirte, lamerte, olerte, cada trozo de piel inexplorado, poseerte, que seas mío y yo ser tuyo, quiero… quiero todo solo contigo —soltó Bill como si con el impacto se hubiese puesto sobrio de un momento a otro.

Tom sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo, luego una presión en la boca del estómago. Culpa. Culpa. Culpa. Esa palabra resaltada en letras de neón frente a él. Solo contigo… todo solo contigo.

No imaginar estar con alguien más. No ser algo puramente físico, sino de ellos dos siendo uno. En cuerpo y alma. Sin nada de por medio, lo veía como algo físico, al pensar en todo lo que tenían en contra, el contacto y todo ello resumía aquel acto de amor, de su amor, a eso.

Cerró los ojos con fuerza como si con eso volviese menos real a Bill, a su situación en sí. Siguió escuchándolo sollozar y repetir palabras como ido. Se mordió el labio inferior y se instó a abrirlos, lo abrazó por detrás, ocultando su rostro en su cuello. Respirando su aroma para tranquilizarse como cuando lo hacían de pequeños.

—¿Tomamos una ducha, Bill? —pidió Tom, sin ninguna intención oculta. Sólo tener un momento entre ellos. Bill accedió en un movimiento y lo ayudó a levantarse.

Se dirigieron con cuidado al baño, debido a la casi ausente coordinación en los pasos de Bill. Tom se encargó de despojarlo de sus prendas, dejándolo sólo en sus bóxers, hizo lo propio. Temperó el agua de la tina y entraron en ella.

Bill se removió por el contacto con el agua. Tom se dedicó a sentir las gotas recorrerle el cuerpo, centrándose en eso y sus músculos relajándose.

Tan sumido estaba en aquel estado que no hubiese percibido cuando su hermano se había calmado tanto que estaba hundido hasta sobre la cabeza, sino fuera por el contacto más cercano entre sus piernas.

—¡Bill!

Se apresuró a levantarlo tomándolo por los costados, este sonreía con ese deje de éxtasis de quien ha intoxicado su cuerpo lo suficiente como para no estar del todo en el mundo consciente. Y Tom le correspondió a la sonrisa, más por nerviosismo que por sentir gracia por el asunto.

Apoyó su frente sobre la de Bill.

—Agárrate —casi suplicó al colocar los antebrazos de su hermano sobre el borde de la bañera.

Besó sus labios al sentirlos tan cerca, en un suave roce mojado que bastó para que Bill le obedeciera, aunque no del todo porque una de sus manos fue a parar sobre la nuca de Tom, en búsqueda de profundizar la unión.

Tom sonrió contra los labios de Bill y permitió que su lengua se metiera entre sus ellos para jugar. Con esa innegable tensión dentro de sí, pero no pudiendo eludir tampoco los hechos recientemente suscitados.

La mano de Bill serpenteó desde la nuca de Tom hasta su espalda, recorriéndola hasta situarse entre lo estrecho de esta y acercarlo contra él, haciendo chocar sus vientres y sintiendo la creciente excitación. Incrustó las uñas en esa zona mientras intercambiaba la posición, ahora Bill acorralando a Tom en la bañera, el agua salpicando fuera. Sus respiraciones se tornaban aceleradas. El sudor se perdía en lo cristalino, que por un momento parecía convertirse en vapor para ellos.

Lengua, con dientes, y saliva. Era mucho más de lo que en otras oportunidades hubiesen intentado hacer. Tom pasaba una y otra vez sus manos sobre los costados de Bill, no atreviéndose a bajar todavía más aunque su hermano le restaba importancia a ello y se ponía a tocarle con descaro las nalgas aún cubiertas por tela.

Besos fugaces sobre el rostro de Tom, en su cuello, una pequeña mordida allí que le hizo soltar un quejido por la sorpresa. Bill estaba dispuesto a todo. Tom lo sabía y quería fingir que no para simplemente dejarse llevar. El agua seguía meciéndose, cubriéndoles y borrándoles relativamente los rastros de roces que se daban. Sin embargo, era eso, agua, sólo agua, sin necesidad de pañoletas, toallas o impermeables de por medio.

Bill empujó contra él y gruñó al mismo tiempo que Tom. El de trenzas siseó por la fuerza con la que se golpeó en la bañera.

—Quizá… debamos… —intentó sugerir con la voz acezada. Y, bendita conexión, Bill pudo entenderle.

—Sí… sí —respondió Bill al buscar salir de la tina sin morir en una aparatosa caída.

Tom le siguió, y lo jaló consigo hacia la ducha, resistiéndose a dejar el agua, todavía. Sujetó con sus manos su rostro y siguió el beso, para después abrir el grifo y que el agua les hiciera estremecerse tenuemente por el cambio de temperatura. Siguieron con los roces, embestidas sobre encima del bóxers hasta que su hermano, por iniciativa propia, decidió quitarse los suyos. Tom volteó el rostro al sentir directamente contra su vientre a Bill, a Bill en toda su longitud.

Ahogó un gemido y su rictus se tensó por completo. Tom estaba atrapado entre sensaciones contradictorias; por un lado el placer físico, y por el otro las trabas mentales, sus fobias. No pensaría, no lo haría ahora. Se fundió en su boca, quería saborearlo y centrarse en ello, con el agua recorriéndoles, entremezclándose con sus fluidos, creando una cuasi capa entre ellos.

Las caricias se seguían dando, y pudo notar cuando Bill tanteaba en la orilla de sus interiores. Pegó sus torsos y se dejó desprender del último trozo de tela que los separaba. No, aún quedaba el agua, no estaba ‘del todo desprotegido’. Se mordió la lengua para no decir lo que estaba pensando.

Gruñó sin querer al sentir la mano de Bill acariciando sus testículos, no supo en qué momento tenía el flequillo del moreno contra su vientre, y su lengua serpenteando sobre este y…

—¡Ahh! —gritó al sentir la intromisión sin preparación previa. Lanzó una patada por acto reflejo que hizo caer a Bill sentado—. ¡No seas bruto!

Bill asintió para levantarse y, con manos trémulas por la excitación, abrió el cajón de la repisa del lavadero, de donde sacó un envase de lubricante y condones.

—¿Por qué tenías…? —comenzó a preguntar Tom y luego al verle los ojos brillantes, desechó la idea—. Olvídalo.

En un visto y no visto tenía a Bill besándole el cuello de cuenta nueva. Sonrió por sentir su calor corporal de nuevo. No sabiendo qué más hacer, cerró los ojos y se limitó a acariciarle los costados, no sintiéndose lo suficientemente suelto como para tocarlo por completo, aunque Bill pareciera que quisiera sentirlo desde todas las formas posibles, dándoles roces de mariposa, besos húmedos en cada trozo de piel que encontrase a su paso.

Lo apretó contra sí, y comenzó a moverse para sentir esa fricción que lo desesperaba y nublaba todo pensamiento coherente que pudiese arruinar aquel momento. Bill y él, haciéndolo de verdad, por completo, entregándose del todo.

Bill fue bajando su mano de forma tímida, como pidiendo permiso a cada pedazo de piel por el que pasaba, dejándole besos cortos y miradas fugaces en búsqueda de una señal aprobatoria. A Tom eso le hizo sentirse amado, de esa forma total y única, solo como Bill podía hacerlo. Le mordió el cuello cuando comenzó a tantearle la entrada, no era la primera vez que jugaban así, sin embargo, no era igual que las anteriores.

—Mírame —pidió Bill con voz ronca.

Era una petición que significaba mucho más. Bill quería verlo, también ser observado. Perder el contacto visual sería romper ese ambiente único, ese instante, ese acto en donde fundirían sus cuerpos para por fin ser uno.

Un Tom jadeante levantó el rostro sonrojado y con los labios entreabiertos lo miró, las pupilas dilatadas de Bill le brindaban una fuerza de esas que le hacían temblar de vez en cuando, y que le dedicase esa mirada en ese momento le hacía derretirse por completo. Sus alientos se combinaron y mantuvieron una unión de sus labios sin besarse. Tom quería encontrarle el placer a todo eso, creía que si el agua no corriese hubiese muerto por el ardor asfixiante. El agua le protegía, sí, le permitía definir los límites entre sus cuerpos, entre su placer y su miedo, el dolor, y la excitación creciente frente a los bamboleos que le brindaba Bill con un movimiento rápido de su muñeca.

No era dolor, o quizá un poco, lo más notorio era la incomodidad, esa sensación gelatinosa en su interior, los movimientos extraños que se suscitaban allí y… escuchó una especie de chillido que le hizo espigarse y marearse de nuevo. Algo, algo tenía dentro que al moverse así o ser tocado de forma casi superficial consecutivas veces le hacía perder la estabilidad y tener que aferrarse a los hombros de Bill.

—Creo que estás listo —mencionó Bill con la voz acezada. Tom buscó más contacto cuando su hermano dejó de prepararlo.

—Tócame, haz… haz algo —suplicó Tom mientras intentaba tocarse a sí mismo aún con la mano de Bill sobre su miembro. La irritación siendo un mal menor y la sangre serpenteándole en diversos puntos que le dejaban con los ojos ennegrecidos por instantes.

—Espera… —Bill detuvo su bamboleo y con las manos temblorosas recorrió los muslos de Tom, besando su pecho y bajando a pasos torpes hacia su abdomen, mientras sus manos se ubicaban sobre los reverses de sus rodillas; se aferró a estas consiguiendo que Tom se alarmase y dirigiese la mirada hacia abajo.

—¿Qué mierda haces? —soltó con voz grave por la libido.

—Shhh —buscó callarlo Bill con la boca sobre su vientre, lamió su ombligo y le sonrió—. Sujétate de mis hombros.

Bill instó a Tom para que se apoyase sobre él por completo, si bien en un principio dudó, luego se dejó hacer y permitió que el menor lo cargase por las piernas terminando por penetrarse a sí mismo. Mordió el hombro de Bill y abrió sus ojos por completo, lo sintió estremecerse y reparó en que no podía acariciarle para calmarlo hasta que se acostumbrase a la sensación.

—Tom… Tom… ¿vamos al cuarto? —preguntó Bill con la voz empequeñecida, sintiendo que su hermano podría arrepentirse o, peor aún, llegar a lastimarlo. Sintió los talones del rubio golpearle—. Si te ayudo a bajarte y…

—No… —pidió Tom. Lejos del agua no, era su forma de protegerse—. No quiero hacerlo fuera de aquí…

Se fueron separando de a pocos y Tom se sentó en el inodoro cuando las cosas parecían haber perdido la magia del momento.

—¿Qué pasa? —cuestionó el moreno. Realmente estaba ansioso, algo decepcionado por las repentinas lágrimas y tozudez del mayor en aquel momento cumbre, pero no por ello dejaría de preocuparse por él.

—Yo… —tomó aire y tosió después para mirarle con los ojos enrojecidos. Bill le pasó una toalla para que se secara—. Juro que quería hacerlo, no pensé que me dolería tanto… hace un momento me gustaba, y… no puedo hacerlo Bill.

Tom no sabía cómo explicarle que se sentía desprotegido sin algo que estuviese entre ellos, primero la pañoleta magenta, después la toalla cían, luego el impermeable amarillo, ahora… el agua.

Bill sin decir nada cogió otra toalla para sí y salió del baño. Tom pestañeó frente al retumbar de la puerta.

Ahí iba de nuevo esa molestia en el pecho. Culpa.

Alzó la vista y la posó en dirección a los cajones de la repisa.


Bill se echó de costado en la cama, de espalda hacia el baño, cuando sintió un peso sobre el lado contrario de la cama fingió dormir, otro caso era el de su miembro todavía despierto que fue tocado por sobre la tela.

—Sé que no estás dormido, tu amiguito me dice que no lo estás —susurró Tom en la oreja de su hermano.

El menor bufó y de un manotazo deshizo el agarre. —No me jodas Tom, en serio, si piensas burlarte de mí, humillarme o algo, paso. Estoy cansado, diga lo que te diga mi ‘amiguito’ —soltó Bill con mal humor.

—Perdón, perdón, lo arruiné, lo sé, pero… quiero hacerlo, de veras que sí —aseguró Tom. Bill se giró en su dirección no creyéndoselo.

—¿En serio? ¿Nada de toallas, pañuelos, disfraces de pollos gigante…?

—Impermeable Bill, no disfraz de pollo.

—El punto es que… ¿en serio? —otra vez ese brillo extraño en sus ojos, como si se tratase de un niño pequeño ilusionado con un dulce.

Tom asintió. Eso bastó para que Bill se lanzase sobre él y le comiese la boca con ansias.

—Whoa, qué rápido cambias de un ‘estoy cansado’ a quitarme casi todo el aire con un… —intentó decir Tom para luego ser callado por esos labios de nuevo—. Ok, supongo que quieres que no diga nada y existen formas eh, aunque esta me encante por cierto. —Bill sonrió y comenzó a besarle el cuello, lamiéndole y dejándole mordiscos que hacían que Tom dé brincos en la cama—. Bill, Bill, Bill —pidió Tom acezado mientras lo separaba de sí y acercaba su rostro al suyo.

—¿Qué? —preguntó Bill con los ojos brillantes y con el miedo oculto, de haber hecho algo mal y que Tom buscase retractarse… otra vez.

—No pongas esa cara —se quejó Tom con el ceño fruncido, le dio un beso rápido para infundirle confianza al leerle los pensamientos y lo observó de nuevo—. Estuvieron ya buenos los preámbulos, suficientes con los del baño, ahora quiero sentirte.

Bill parpadeó al discernir el significado de esa palabra. Tom sabía lo que decía, estaba seguro, tanto tiempo había pasado y ahora tenía que suceder. Sus corazones latían al unísono, sus mentes estaban conectadas, en un punto exacto por el que podrían sentir la excitación del otro casi a la perfección, donde realmente, y en todo el sentido de la palabra, podrían ser ‘uno solo’. Tom abrazó a Bill y sofocaron un gemido por el contacto.

—Tom… —Bill embistió contra él y luego se deshizo de las ropas, acariciándole los muslos a Tom por mientras. El de trenzas alzó algo con los dedos, un condón. Bill arrugó la nariz—. Sé que te dije sobre lo de la escort pero no he estado con ninguna, ni con nadie.

Tom negó con la cabeza. —No hablo de eso, uhmn, ¿por favor? Es… es lo último, al menos por esta vez, solo por esta vez. Prometo que a la siguiente será diferente. —Tom necesitaba que así sea, porque al tener sexo rompería con esa última barrera, lo haría con preservativo y quizá ya no lo querría más después de haber atravesado todas las trabas.

Bill asintió. Por Tom lo que fuera; Tom pensaba lo mismo, solo que en relación a Bill, es por eso que se permitía superar todo por él, así que se acomodó y alzó sus piernas, dejándole a Bill una vista que no tardó en halagar.

—Mierda, deja de mirarme… así —advirtió Tom dándole un golpe con el tobillo.

—Créeme, haré más que solo mirar. —El sonido del plástico se hizo presente al estar el preservativo en su lugar, y Tom se sonrojó a pesar de que no tenía por qué hacerlo, después de todo era Bill, y no había nada entre ellos que pudiese opacar ese momento.

Bill arremetió contra Tom y este cogió aire. Exhaló, Bill se mordió el labio y no se cambió de lugar. Tom le instó a que se moviese en cuanto se acostumbró a la intromisión y lamió su boca, buscando ser besado y que Bill emplease sus dientes en morder otros labios. Tom tenía que hallar ese punto intermedio entre el dolor y el placer, el placer suyo, el placer de Bill, esa exclamación que retumbaba en su mente y vibraba por todo su cuerpo.

Se acarició a sí mismo, Bill posó su mano de inmediato sobre la suya y ayudó al vaivén de su muñeca, sentir su miembro henchido de sangre, y un algo dentro de sí, algo que tocaba Bill que al parecer serpenteaba un placer inexplicable y nunca antes sentido. Espigó su espalda, gruñó en la boca de Bill. Apretó los dedos de sus pies, empujó con sus tobillos en la espalda baja de Bill, quería que ese lugar fuera tocado, no una, sino más veces, se sentía por demás estimulado, cegado por las corrientes de gozo a través de su cuerpo. Creía que sería capaz de volverse un volcán de un instante a otro y simplemente explotar. Saboreaba la boca de Bill, su sudor que le resbalaba del rostro, no había miedos, solo deleite puro.

—Te amo… —fue lo que susurró Bill al terminar, logrando que el remolino que se expandía desde su vientre hacia su entrepierna hiciera explosión, soltando su esencia entre sus cuerpos luego de un largo suspiro.

—Yo también te amo —masculló Tom casi sin voz, haciendo amago de abrazar a Bill, estando demasiado exhausto como para hacerlo.

—Lo sé —afirmó el moreno antes de ser empujado a un costado—. ¿Y eso por qué fue?

—Porque pesas, costal de huesos —fingió quejarse Tom mientras giraba sobre su cuerpo. Bill le mordió la unión entre el cuello y el hombro, y sonrió.

—¿Ahora empezamos con las ofensas pequeña Lulú? Porque tengo miles de nombres por si quieres hacerlo —chanceó Bill, recibiendo un codazo en respuesta.

—Jack Skellington.

—En ese caso tú serías mi Sally…

Así se la pasarían insultándose mutuamente, porque aún eran adolescentes y, sobre todo, todavía mantenían eso único que los unió desde hacia años atrás. Se podría decir que quedaba entre ellos ciertas brechas que zanjar, pero ambos estaban dispuestos a sacrificar lo que fuese para atravesarlas juntos. Sabían que la vida no sería color de rosa, pero quizá sí de magenta, cyan y amarillo y no tenían quejas al respecto.

3 comentarios:

  1. awwwwwwww es hermoso!!!!! hermoso!!!!!!!!!! me dejas con la piel de gallina... Dios! es genial lo que haces enserio, me encanta como escribes y ya no digo más porque me quede sin palabras, realmente es genial...

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  2. ''Tócame, haz… haz algo'' ... Me suena, me suena xD, en fin lalala.

    Me encantó! Aunque me decepcioné mucho ese momento en el que Tom se arrepintió y Bill mejor se fue. Pensé que ahí terminaba, pero no muajaja.

    Me sigue dando risa lo del ''pollo gigante'' y ''disfraz de pollo'' x'D

    Amé este fanfic, de verdad que sí.

    Te quierou, besitos! ^^

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  3. cnoicnhdoifjdoissdf~ ésto lo leí hace mucho XDDDDDDD solo que no recuerdo donde ._. y como no soy de las que les guste mucho repetír psolo diré que recuerdo que esa escena erótica me gusto mucho y me puso la piel chinita amó la parte de "En ese caso tú serías mi Sally…" awww... suena tan lendo.
    ahora shi ya lo leí todo ^^

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