jueves, 12 de enero de 2012

Oneshot: Extraño.

Resumen: Bill de entre todas las curiosidades de los humanos, decidió que le interesaba conocer lo que era su forma de reproducción. Para eso necesitaba una hembra. Lo que él no sabía es que existía tres tipos de seres en la tierra: macho, hembra y Tom.

Advertencia: Incesto no relacionado, tentacle!rape (violación con tentáculos), violación-non/con.

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, pero la trama juntamente con lo que ellos hagan durante mi historia sí. No se busca ofender a nadie con esto.


**Todavía está pendiente la continuación :3.

Capítulo único

Bill, ese nombre había elegido al escucharlo seguido. Entonces cuando se camuflaba en su forma humana —que no distaba mucho de su forma original, exceptuando por el tono de su piel y los tentáculos que tenía en los costados—, se hacía llamar así, pero eso pasaba muy pocas veces, debido a que no sabía cómo tratar a los humanos. Lo poco o nada que aprendía era mediante los programas por cable que podía ver a través de los muros esos que los humanos llamaban paredes. Tenían un muy rudimentario medio de comunicación, y por él veía todo tipo de cosas que podía aprender del comportamiento humano, entre ellas cómo se alimentaban los humanos, lo que hacían, lo que padecían, incluso su forma de reproducirse, la cual le había llamado mucho la atención a Bill por el gran contacto que establecían entre sí y el placer que se veía reflejado en sus rostros.



Los de su especie no se reproducían así. Era tan simple como dejar sus huevos para que recibiesen su fuente de vida. Nada más. Y todo ello se llevaba a cabo en laboratorios estrictamente especializados en ello. Y, por el contrario de parecerle asqueroso o rudimentario, consideraba las prácticas de los humanos muy interesantes en ese sentido. Demasiado quizá. Ya que parecía poco importar que los fines sean reproductivos, y más bien radicaba la función en provocar placer y recibirlo, claro.

Bill no podría regresar a su planeta. Era un secreto gritado a voces que él quería irse a la Tierra, entonces si regresaba tendría que morir, por robar una de las naves intergalácticas para llegar allí.  Ya sabía cómo obtener nutrientes para no morir de inanición, y se había conseguido un lugar oculto entre los bosques donde vivía cómodamente en su nave —la cual no podía ser vista con facilidad, y tampoco podía ser rastreada, él había sido como un mecánico en su planeta y sabía dónde y cómo sacar los chips de rastreo—.

Lo que él quería experimentar ahora, por razones evidentes, era la reproducción humana. Es por ello que en la noche se paseaba entre sombras buscando un espécimen humano hembra para poder llevarlo a cabo. Por lo que él sabía, las hembras estaban siempre dispuestas, así que no habría problema alguno. Lo que sucedía es que ninguna le llamaba demasiado la atención o había alguna llamativa pero que tenía ya compañía.

Esta noche él estaba dispuesto a conseguir una sí o sí.

Con esa determinación fue con la que se paseó sinuoso entre los pasajes. Las luces ya casi eran escasas, y la copiosa cantidad de personas que andaban por el Boulevard,  se había reducido a unos pocos que andaban con caminar extraño, apestando a alcohol. Bill pasaba de aquellas personas y seguía su recorrido, buscando entre las personas que anduviesen solas un espécimen hembra.

Estaba caminando por un sitio con ruidos un tanto estruendoso. Veía cómo un espécimen macho de apariencia corpulenta besaba a un espécimen hembra para luego cogerle algo del bolsillo trasero y huir.

Se quedó esperando a que el macho regresase. Pero no lo hizo, y la hembra se quedó aturdida mirando a los costados, y luego hurgando sus bolsillos. Después se dejó caer al piso y apoyó su cabeza sobre sus manos.

Bill esperó un poco más. Miró en diferentes direcciones para cerciorarse de que nadie la eligiera, y optó por acercarse.

Paró en seco cuando el almizcle de la hembra le invadió las fosas nasales. No era el aroma de una hembra. 

Pestañeó un par de veces. Observó con detenimiento el espécimen: Tenía el cabello negro largo amarrado por trenzas adheridas a su cuero cabelludo, unas largas pestañas adornaban sus ojos cerrados, una nariz respingona algo roja por el efecto del alcohol, unos labios carnosos demasiado llamativos junto a un aparato que estaba en la comisura del labio inferior, mejillas sonrosadas y llenas. ¿Por qué olía a espécimen macho, entonces?

—Snif… snif, maldito, snif… ¡Maldito carterista! Snif… No hacía falta que me hiciese ilusiones si tan sólo quería robarse mi dinero snif —susurró el desconocido, mientras se limpiaba la nariz con la rebeca de su casaca.

Bill se agachó para darle frente. No sabía qué hacer. La apariencia de ese macho le atraía demasiado. 
Aparte su aroma, de tan solo olerle se le hacía agua a la boca. Pero sabía que lloraba, porque así se llamaba cuando los humanos botaban ese líquido cristalino de la comisura de sus ojos, lo confundía aquello más. 
Porque significaba que algo no andaba bien.

El de trenzas reparó en la presencia del otro y se retrocedió un poco por la impresión. Después sonrió tímido y miró a un costado.

—¿Vi-viste todo? —preguntó nervioso el chico mientras se mordía el labio. Era la primera vez que iba a un bar de ambiente, y por su propia timidez los resultados habían sido nefastos, cada vez que un chico se le acercaba, terminaba corriendo al baño, o yendo a pedir otra copa. Y cuando por fin uno había tomado mayor iniciativa, y lo había prácticamente jalado a la pista de baile y prometido una noche de estrellas —primordialmente porque estaba más ebrio—, había aceptado, y al salir, había sido besado y dejado a un lado sin su billetera que contenía todo su dinero, identificación y demás.

Quería simplemente que se lo tragase la tierra, o quizá volverse hetero para no tener que lidiar con estos problemas. O al menos así lo pensaba, hasta antes de ver al joven apuesto que lo miraba tan fijamente con esos ojos miel. Sus facciones eran tan bellas que parecía un ser de otro planeta, no sabía cuánta razón cargaban sus pensamientos.

Su pregunta se mantenía en el aire. El joven no le respondía. Tom se sintió un tanto incómodo y se rascó el cuello. Debería verse patético en aquellas circunstancias.

Bill ladeó el rostro. —¿Qué eres? —Acercó su nariz para olisquearle el cuello, queriendo retener más de ese aroma que no era de hembra pero le atraía. Quizá era otro tipo de género. Cual sea, quería experimentar con él las prácticas reproductivas.

Tom se enrojeció por completo. El joven se había pegado a su cuello, y podía sentir su nariz pasando por sobre él mientras dejaba su aliento caliente allí.

—¿Qué qué soy? —repitió notoriamente nervioso, se mordió el labio. No entendía la pregunta pero no buscó alejarse, estaba tan ebrio, y sólo se dejaba hacer— Soy Tom… ¿Qué eres tú?

Bill frunció el ceño. Evidentemente no le preguntaba su nombre, sino su sexo. No se molestó más en hacer cuestionarios innecesarios al notar lo dispuesto que estaba el espécimen, muy a pesar de que fuese macho, y se lo colgó en la espalda para luego escabullirse entre las sombras con una rapidez pasmosa.


Tom casi se orina en sus pantalones por lo sucedido. Sintió como era puesto contra una superficie dura y fría. No entendía cómo habían llegado tan rápido, sin embargo, cuando sintió los labios del desconocido sobre los suyos con fruición, poco le importó.

Se aferró a la espalda del joven, mientras sentía besos cortos en su cuello. La inexperiencia de ambos era notoria, pero eso no fue un límite, sino más bien un hambre de curiosidad.

Tom soltaba grititos de placer mientras los lengüetazos iban siendo dejados en su vientre. Porque Bill no había perdido tiempo y con ayuda de sus garras que estaban saliendo conforme él se iba excitando, le arrancó la ropa a Tom. Ya dejaba por sentado de que no era hembra, pero no le interesaba, simplemente no podía resistirse a esa fuerza gravitacional que lo atraía a él.

Bill haló los pantalones anchos de Tom, viendo cómo estaba excitado el otro bajo la tela del bóxers, que también fue quitado. Entonces se detuvo. El espécimen macho estaba sentado sobre su panel de controles que había desactivado, de piernas abiertas, completamente desnudo y con una notoria excitación contra su bajo vientre.

Repasó mentalmente lo siguiente: era macho. Los machos se reproducían con las hembras. Recordó que su forma humana no poseía un aparato reproductor masculino. Cerró los ojos e hizo crujir su cuello, tomando de a pocos su forma original. Tom lo miraba absorto, se pasó la mano por el rostro, y culpó de todo al alcohol, no iría a beber en su vida, anotó mentalmente.

La piel de Bill se volvió verduzca, espinas gruesas como cuernos salieron de sus omóplatos, largos tentáculos hicieron su aparición en sus costados y sus ojos se volvieron complemente negros y dilatados.

Tom pensó en huir, esto no podía ser culpa del alcohol.

El alienígena sujetó con su palma la entrepierna del contrario, que un principio no quiso, pero después terminó aceptando al sentir las oleadas de placer azotándole la columna. Bill sonrió, le gustaba cómo reaccionaba el humano frente a sus caricias, en especial las expresiones de su rostro, el sudor perlando su frente, la boca entreabierta, las mejillas sonrosadas. Él no poseía un aparato así, los de su especie no tenían uno, pero deseó por un instante tenerlo.

Tom quería venirse ya. No fue lo que tenía planeado, y quizá eran sus traumas por perder la virginidad más el alcohol en su sangre lo que le hacían ver que su joven amante era uno ahora verde. Acercó al otro con las manos y lo estrechó con sus piernas contra sí.

—¿Dónde está tu hendidura, humano? —cuestionó Bill.

Lo que quería probar era eso. La penetración. Al no poseer un miembro, usaría sus tentáculos, para sentir todo lo que ya había visto. Probar cada uno de los agujeros humanos y sentir el placer que demostraban en aquella pantalla. Aunque en este momento ya se sentía placer con sólo brindárselo al otro. Todo esto le parecía tan nuevo y excitante.

Tom se sonrojó todavía más. Y miró a un costado, percatándose recién en qué tipo de lugar estaba.

Bill reparó en ello y lanzó una espina en dirección a la lámpara a gas que había conseguido, no quería ser descubierto. Al menos no del todo.

Tom seguía perdido, así que Bill se encargó de recorrerle el cuerpo con los tentáculos, haciéndole estremecerse por el contacto frío y gelatinoso.

—¿Qué tipo de jueguitos son estos? —preguntó no muy interesado Tom porque Bill había vuelto a besarlo en el pecho.

Iba a reclamarle más cuando sintió esa cosa extraña en su boca, comenzó a retorcerse pero no podía deshacer el agarre, los tentáculos se habían apoderado de su cuerpo en una presa difícil de sacar, y sintió una intromisión igual pero en su parte trasera. Comenzó a querer gritar por el dolor, pero el sonido no salía por evidentes razones.

Bill bramaba como una bestia mientras sentía el calor que les brindaban las asfixiantes cavidades de su humano. Espinas comenzaron a lanzarse en diferentes direcciones por su placer. Tom lloraba al sentir las embestidas en ambos lugares, una repentina náusea le invadió y se arrepintió de todo lo que hizo. Sintió que iba a desmayarse, y Bill reparó en su expresión.

Su pequeño humano ya no tenía más su aparato reproductor alzado. Su rostro no era el de minutos atrás, uno sonrojado y lascivo, no, era de temor, lágrimas y dolor. Eso no había visto en los programas por cable. 
Detuvo su vaivén, y liberó al espécimen humano. No sabía si eso debería sentir al verlo, como molestia en el pecho. Sin embargo, le irritaba ver aquella cara tan bella transmutada por el dolor.

Tom se aovilló apenas fue liberado. El efecto del alcohol al parecer yéndosele de un bajón. Temblaba por el reciente trauma y sangraba. Bill volvió a su forma humana, en definitiva no le gustaba ver al humano Tom así.

Cogió una manta y se la puso encima, creyendo que temblaba por frío. Tom tembló aún más al tenerlo cerca.

Miedo. Olía a miedo. Bill sabía distinguir ese olor.

—Yo no quería lastimar a Tom… —masculló dubitativo, no sabía si estaba dándose a entender.

El aludido lo miró temeroso. ¿Cómo decirle eso después de lo ocurrido? No sabía ni lo que era, ahora lo veía humano, pero empezaba a creer que no habían sido imaginaciones suyas las de verlo verle y con… tentáculos gelatinosos como los que sintió en…

No era humano. Entró en pánico, buscando arrastrase a pesar de su desnudez y dolores.

Bill frunció la nariz. No entendía ese comportamiento. Se acercó de nuevo a él y recibió un manotazo en respuesta. Eso era rechazar.

—Tom humano yo… no querer lastimar a humano. No saber si lastimó a Tom… Yo… prometer no volver a hacer eso, Tom sonreír —intentó imitar el gesto de una sonrisa, viéndose esta demasiado exagerada.

Tom lo miró con los ojos como platos.

Bill corrió aún desnudo en dirección a un rincón del cual sacó un recipiente extraño que contenía una mezcla verdosa y se la puso sobre Tom. Este cerró los ojos con fuerza como temiendo a salir lastimado, sin embargo, la crema esa estaba siendo rápidamente absorbida por su piel para después sentir todo entumecido.

Vio un pequeño destello y después se desvaneció.


Tom se despertó entre mantas, todavía desnudo pero sin más dolor, como si aquello hubiese sido una simple pesadilla. Se sobó los ojos y vio que efectivamente estaba en aquel lugar raro de la noche anterior. Sólo que ahora sí había luz porque era de día, y que tenía alrededor un montón de objetos. Había globos, juguetes, osos de peluche y una cajita feliz de MacDonald. Frunció el ceño. Buscó con la mirada al extraterrestre. 
Sólo se encontró con el joven atractivo de la noche anterior, lo relacionó, era el mismo sólo que en versión humana, lo miraba igual de fijo y se abrazaba las piernas, viéndose esta vez frágil.

—Bill no saber lo que hacer Tom sonreír. Bill traer todo lo que vio que podría hacer Tom sonreír —murmuró bajito.

Tom sintió su estómago apretarse. Extrañamente no sentía miedo, no cuando ya no había más dolor, y más que un horroroso recuerdo. Y no podría sentirlo al ver esos ojos sobre él con tanta devoción. Le había conseguido de todo para verlo sonreír. Lo había lastimado, sin embargo no lo hizo sabiendo. Miró a un costado, encontrándose de nuevo con los regalos.

—¿Tom sonreír para Bill? —preguntó mientras se señalaba a sí mismo sonriendo. Tom soltó una risilla boba.

A Bill le brillaron los ojos.

Tom sintió que podría darle una oportunidad a ese ser extraño que se había fijado en él. No podría ser tan malo, si después de todo lo había sanado y brindado tanta atención.

—Estaré mejor si me das ropa —ofreció con una sonrisa, Bill asintió.

Esto sería el comienzo de algo interesante, tanto para Tom que en una noche cambió por completo su vida. 
Como también para Bill, que por su curiosidad por saber lo que es el placer, terminó descubriendo algo mucho más adictivo, el ver sonreír a su Tom humano.

5 comentarios:

  1. es algo interesante..y tambien adictiva,,, subiras otro cap. pronto????

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. @Soffia, ehm es un one shot, por ahora no tiene continuación segura solo es una idea :D

      Eliminar
  2. Ahh lo amé! Cómo habla Bill, ternuritaaa! Ojalá si le hagas alguna continuación (=

    ResponderEliminar
  3. Aeweewedctdx me gusto pinchi nadir escribes de puta madre. Te pasa de verga weeee

    ResponderEliminar
  4. primera vez que leo tentaclerape .___. hgshjdkfa quiero la continuación, quiero saber qué pasa con ellos :))

    ResponderEliminar