Capítulo 3: Cambios
No era una cita bajo
ningún concepto, pero ahí estaban, almorzando en la cafetería en una mesa de
cuatro donde solo la ocupaban ambos. Luca estaba emocionado por almorzar junto
a Tom, mientras que él chupaba su dedo rápidamente porque se había manchado con
mostaza, por apretar mucho su hamburguesa sin darse cuenta. Luca comía una
ensalada y seguía muy animado por la charla o, mejor dicho, monólogo.
Tom la verdad era que
no asociaba el almorzar junto a Luca con una cita, pero él sí lo hacía.
—Y dime, Tom, ¿estás
saliendo con alguien? ¿Alguna chica o… chico? —Tom casi se atoró por la
pregunta. Tragó con dificultad y frunció el ceño.
—¿A qué viene tu
pregunta?
—No, por nada. Solo
curiosidad.
—Pues no estoy con
nadie. Y soy gay. Pero no planeo tener una relación hasta que el infierno se
congele por lo menos —respondió Tom, limpiándose con su servilleta.
—Qué lástima —dijo Luca
en voz bajita. Tom arqueó la ceja y lo miró.
—¿Qué dijiste?
—Nada.
Tom sí había escuchado,
pero quería cerciorarse. Se sentía incómodo, porque si bien Luca era guapo, no
buscaba una relación. Lo veía como alguien con quien podría acostarse, sin
embargo, si él tenía la idea de una relación, o sentía un gusto fuerte por Tom
no le parecería justo que lo hicieran.
…
No tenía planeado verlo
de nuevo, pero ahí estaban, Ronald recién bañado después de su práctica de
soccer, y Tom detrás suyo, viéndose ambos en el espejo grande que tenían
delante. Ronald fascinado por las expresiones de Tom, cómo se deformaba su
rictus mientras lo penetraba. Y sentía cada tramo de su cuerpo apoyado contra
el suyo.
Ronald se masturbaba y
sentía cómo con fiereza era estimulada su próstata.
Tom se entretuvo
mordiéndole la unión entre el hombro y el cuello mientras sentía cómo lo
apretaba en su interior. Quería venirse rápido, así que sus estocadas fueron
más profundas y aceleradas, agradecía que no hubiera nadie en el baño, aunque
eso se debía a que era tarde, y que habían trabado la puerta.
Ronald había ido con
esa intención a la práctica de soccer, debido a que había llevado lubricante y
condones.
A Tom no podía
importarle menos. La verdad es que si bien en un principio no iba a tener un
polvo con Ronald de nuevo, el joven lo hacía sentir lo suficientemente confiado
para acostarse con Ronald sin necesidad de establecer lazos afectivos.
Sin necesidad de
enamorarse, sin agradecimientos dichos, sin te quieros, ni te amos, palabras
que al final no significaban nada. Palabras que ya no tenían sentido para Tom.
Se concentró en la
calentura de su cuerpo, la presión contra su miembro, en el desfogue, en
correrse.
Se vino con fuerza en
el condón, soltó una exhalación ruidosa y salió con cuidado del interior de
Ronald.
Se subió los bóxers, y
los pantalones. El rubio de ojos azules, le miró y torció la boca.
—Te quedan bien las
trenzas —halagó.
—Se llaman cornrows. Y
gracias, supongo.
—¿No quieres ir a cenar
algo? —intentó, no muy convencido. Tom negó con la cabeza.
—Sabes que no quiero
salir, recuerda, nada serio. Eres lindo y todo, pero nos irá mejor solo con
polvos, ¿ok? —dijo Tom mientras terminaba de vestirse. Ronald asintió con una
media sonrisa.
—No es que quiera
ahondar en el tema, pero, ¿te lastimaron mucho, verdad? —La expresión de Tom se
endureció.
—No es de tu
incumbencia —respondió cortante Tom.
—Ok, ok, ¿me das tu
número de móvil?
—Si es que no lo
utilizas para hablar seguido, claro. Mejor, si quieres encontrarte conmigo
envíame un Whatsapp —recomendó Tom, y le dictó el número.
—Ok.
…
Andreas fue a cenar a
casa de Tom, por invitación de Anémona, la cual decía que tenía una noticia
importante que decirles.
Y fue algo inesperado
lo que les dijo.
—Estoy embarazada —comentó
mientras Tom se embutía con macarrones con queso, y su madre comía pescado
asado.
—¿Es broma, verdad? —dijo
Tom con la voz estrangulada.
—No, hijo. Seremos
padres por segunda vez —explicó Jörg, y Tom empalideció.
—Wow, Tom, tendrás un
enano o enana a cargo —bromeó Andreas. Tom lo miró con un “ayúdame” en letras
de neón en su frente—. Ehmn, ¿puedo llevar a Tom al cine? Hoy estrenan una peli
basada en un libro y quiero que él se queje de todo lo que estaba en el libro y
no pusieron en la película.
Anémona asintió, Jörg
los miró extrañado, como cuando ellos hacían una travesura de pequeños pero no
dijo nada al respecto.
…
—¿Qué mierda, Andi?
Tendrán un bebé. Hace poco regresaron… ¿no crees que regresaron porque tendrán
un bebé? Joder, ya ni sé qué pensar —farfulló Tom, mientras Andreas comía unas
patatas fritas.
—No creo. ¿O desde
cuándo ha estado comiendo saludable?
—Recién la he visto
hacerlo hoy, porque ella no es de cuidarse. Por nuestra contextura como que no
le hace falta. Sin embargo… no sé, yo quiero a los niños. En verdad que sí.
Recuerdo que Bill cuidaba unos niños llamados Tim y Lilith cuando aún
estábamos, sin contar su hija, Robbie, que era un amor. Pero es diferente,
sería mi hermana o hermano. Y no creo ser un buen ejemplo —habló algo
atolondrado mientras chupaba de su pajilla la gaseosa que había pedido. Andreas
lo miró y sonrió.
—Me gusta que te
preocupes así. Aunque tener hermanos no es muy complicado, al menos no cuando
eres el menor. Solo que seguro te será difícil al principio porque eras hijo
único. No obstante, tienes experiencia con niños, así que sí, te irá bien.
—Menuda mierda, en
serio.
—Va a ponerse hormonal,
así que tendrás que lidiar con ella. Suerte, amigo —rió Andreas. Tom rodó los
ojos.
—Ya no tiene con qué
amenazarme por lo menos. —De nuevo se iban por temas escabrosos. Una cosa era
mencionar algo de Bill, otra mencionarlo directamente.
Ahora hablaba de él, se
refería a cuando sus padres le ponían trabas para que no estuviese con él,
como si hubiera hecho falta, Bill se fue
sin necesidad de que se lo pidieran.
—Ay, por favor, Tom.
Deja de mencionar a Bill por un instante. Cuanto te apuesto que él ni siquiera
piensa en ti —soltó sin pensar y se arrepintió al momento—. Lo siento, Tom, no
quise decir eso. No soy nadie para opinar. No conozco lo suficiente a Bill y…
—No, tienes razón.
—Tom, por favor. Hablé
por hablar —se disculpó Andreas. Tom se limpió la nariz con una servilleta y
miró hacia otro lado.
—Es que tienes toda la
jodida razón. Bill no piensa en mí. Por eso me dejó.
—¡No! Bill lo hizo
porque no quería que no tuvieras experiencia, sin contar que tiene una hija,
entonces lo hace más pesado —dijo Andreas rápidamente.
—Lo amo. Y su hija es
ningún impedimento. Ella era como mi propia hija.
—Puedes decir miles de
cosas, pero no es así. Un hijo es una responsabilidad grande, y en parte
comprendo el que Bill haya tomado esa decisión. Yo por ejemplo, no planeo tener
hijos —dijo Andreas. Tom negó.
—Pero yo sí planeaba
hacerlo, más adelante, con Bill, tener hijos con un vientre de alquiler,
casarnos, joder, quería todo con él. Era mi todo —dijo Tom, con las manos
temblándole. Mirando a la mesa con fijeza.
—Tom, él ya no está. —Andreas
intentó calmarlo posando su mano sobre la de Tom, pero no funcionaba, Tom ya
estaba alterado.
—¿Crees que se
arrepienta y vuelva aquí? —Andreas torció la boca y rehuyó la mirada
desesperada de Tom—. Bill me ama…
—No, Tom. Ya no lo
hace.
—¡Cállate!
—¿Qué hacía Bill en
Dresden?
—En ese momento no
éramos pareja…
—Te dejó, Tom. Ya no
son pareja. —Las palabras de Andreas le dolían como dagas, pero tenía razón y
Tom lo sabía, por lo que cerró los ojos con fuerza para no llorar e intentó
concentrarse en algo más.
—Vámonos —exclamó con
otro semblante, uno sin vida.
—¿A dónde? —preguntó
Andreas extrañado.
—Al castillo del Conde,
tarado. Vamos a tu casa —bromeó Tom sin chispa de felicidad en su rostro—. ¿O
prefieres que vaya a un antro yo solo?
Andreas entendía lo que
implicaba eso. Significaba que Tom quería acostarse con él, y que si no lo
hacía con él, lo haría con cualquier desconocido en un antro.
Era como un chantaje, y
Andreas bien podría mandarlo al diablo, pero lo quería y era su mejor amigo. Y,
siendo sinceros, le tenía ganas hace un buen tiempo.
…
—¿Tienes condones? —preguntó
Tom una vez que estuvieron en el cuarto de Andreas, este bufó.
—Obvio, ¿pero para qué
los quieres tú? ¿Me lo pondrás con la boca? —mandó la indirecta. Tom rodó los
ojos.
—No, idiota, para
ponérmelo yo —aclaró Tom. Andreas arqueó una ceja.
—No jodas, ¿eres
activo? —cuestionó Andreas realmente sorprendido.
—Oh. —Tom recién
entendió lo dicho hace un rato por Andreas.
—¿Qué?
Se miraron confundidos.
—Es que a mí me da
igual, dar o recibir, solo que pensé que tú eras pasivo —esclareció Tom.
Andreas rodó los ojos y se cruzó de brazos.
—¿Es en serio?
—Oye, ni que fuera un
insulto —bramó Tom.
—¿Vamos a follar o me
darás clases? —Tom rió.
—Quizá te dé clases de
cómo follar —bromeó Tom moviendo su piercing del labio.
—Entonces en qué
quedamos, ¿quién arriba y quién abajo? —preguntó Andreas como si no le hubiera
afectado ver el gesto de Tom.
—No necesariamente quien
es el pasivo va abajo…
—Ok. Entonces tú serás
el pasivo —dictaminó Andreas, comenzando a quitarse la ropa.
Tom se alzó de hombros
y empezó a quitarse la camiseta. Andreas apreció el tatuaje de Tom, que decía
“Once” y le pareció sexi. Nunca antes se lo había visto, sin contar que Tom
estaba formando un six pack por los ejercicios que estaba haciendo. Ya no
quedaba rastro, al menos físico, del niño que era antes.
Cuando Tom se quitó los
pantalones, se percató que había hablado muy pronto, sus bóxers eran de
Ravenclaw, una de las casas de Harry Potter.
Quiso rodar los ojos,
pero mejor se abstuvo. La vista que tenía era demasiado buena como para
arruinarla.
Pronto los bóxers
desaparecieron y Tom tuvo que sacarlo de su ensoñación. Para que terminara de
desvestirse. Andreas hizo caso y se apuró, mostrando una erección bien erguida,
estaba muy excitado. Se puso el condón.
Tom rió y le palmeó la
cama.
Cuando Andreas se
dispuso a besarlo, Tom no quiso. Se lanzó sobre el cuello de Andreas, el cual
perdió el equilibrio y Tom se aferró a él por los hombros.
Tom se sentó sobre su
regazo, estimulándolo con su trasero sobre su miembro.
Andreas se agarró de las
caderas de Tom y puso los ojos en blanco por el placer. Y eso que aún no lo
penetraba.
Tom empujó a Andreas en
la cama. Se dilató con los dedos y le dio la espalda, para penetrarse a sí
mismo a sentones.
Andreas pasaba los
dedos por la espalda de Tom, queriendo rasguñarla por cómo apretaba su miembro
de una manera única, tan jodidamente placentera, cómo sus cornrows se iban a un
lado, dejando a la vista un cuello largo y sensual que besaría de no ser por la
posición. Prefirió quedarse echado mientras Tom tenía la batuta, empalándose a
sí mismo, buscando ese punto que si era estimulado muchas veces le hacía
estremecerse, mientras se masturbaba. Tom era un puto sueño erótico, uno que
Andreas no pensó que conseguiría algún día.
Bill era un idiota al
perderse eso.
…
Andreas fumaba un
cigarrillo después de haberse venido con fuerza en el condón. Tom se levantaba
en su esplendorosa desnudez para abrir la ventana, debido a que no toleraba ese
olor.
—En fin, ya estoy
cansado, así que ya me voy. Nos vemos mañana —se despidió Tom, mientras se
vestía. Andreas frunció el ceño y lo miró.
—¿Cómo? ¿Y qué somos
ahora?
—¿Follamigos?
—Wow. Pensé que… en
fin. Descansa bien, Tomi.
…
Al menos por esa noche
no tuvo pesadillas, estaba lo suficientemente agotado como para soñar. Su madre
tampoco hizo preguntas, se le veía tan satisfecha que Tom sospechaba que ella
creía que estaba saliendo con Andreas. Bueno, tampoco estaba como para decirle
a su madre que no, que en realidad solo Andreas se lo había follado, y bueno,
eso no arruinaba su amistad, pero tampoco le agregaba títulos.
Al siguiente día estuvo
animado como para que no le interesase las indirectas de Luca, el cual parecía
que no le hubiesen dado una negativa, porque seguía insistiendo en tener algo
con Tom.
Era el único chico que
quería algo serio con él, así que creía que podría tener una bonita amistad con
él, porque el resto solo quería follárselo. Y poco le importaba que lo viesen
como un pedazo de carne. Ya había llegado al nivel de descaradez suficiente
como para alarmarse por ello.
La vida era simple de
esa forma. Follar con quien quisiera, sin ataduras de por medio y
protegiéndose, claro estaba. Lo principal era no enamorarse. Y olvidar a Bill.
Oh, y claro, matar a Once, y no revivirlo por ningún motivo, ni aunque tuviese
todas las esferas del dragón. Rodó los ojos frente a su pensamiento. Ni
siquiera le gustaba Dragon Ball.
Estuvo tomando apuntes
de la clase y pensando en que debería hacer más ejercicio y cambiar de outfit.
Se lo consultaría a sus padres para juntar de sus mesadas.
Si comenzaba a fijarse
más en esas superficialidades, la vida sería más fácil. Menos llena de
intensidad, quizá no era lo idóneo, pero joder, era lo que por ahora no dolía.
Hola!
ResponderEliminarPues este capítulo me ha dado en el mero sentimiento :(
Creo que Tom y yo deberíamos unirnos en contra del amor y de seguir pensando en quien ya no está, espero lograrlo también?
Bueno, Saludos.
Hola, Lily, pobre Tom, aún no supera a Bill. Gracias por comentar y saludos :)
Eliminar