domingo, 28 de febrero de 2016

Fanfic: Once versus Tom. Capítulo 3: Cambios por kasomicu


Capítulo 3: Cambios



No era una cita bajo ningún concepto, pero ahí estaban, almorzando en la cafetería en una mesa de cuatro donde solo la ocupaban ambos. Luca estaba emocionado por almorzar junto a Tom, mientras que él chupaba su dedo rápidamente porque se había manchado con mostaza, por apretar mucho su hamburguesa sin darse cuenta. Luca comía una ensalada y seguía muy animado por la charla o, mejor dicho, monólogo.

Tom la verdad era que no asociaba el almorzar junto a Luca con una cita, pero él sí lo hacía.

—Y dime, Tom, ¿estás saliendo con alguien? ¿Alguna chica o… chico? —Tom casi se atoró por la pregunta. Tragó con dificultad y frunció el ceño.

—¿A qué viene tu pregunta?

—No, por nada. Solo curiosidad.

—Pues no estoy con nadie. Y soy gay. Pero no planeo tener una relación hasta que el infierno se congele por lo menos —respondió Tom, limpiándose con su servilleta.

—Qué lástima —dijo Luca en voz bajita. Tom arqueó la ceja y lo miró.

—¿Qué dijiste?

—Nada.

Tom sí había escuchado, pero quería cerciorarse. Se sentía incómodo, porque si bien Luca era guapo, no buscaba una relación. Lo veía como alguien con quien podría acostarse, sin embargo, si él tenía la idea de una relación, o sentía un gusto fuerte por Tom no le parecería justo que lo hicieran.


No tenía planeado verlo de nuevo, pero ahí estaban, Ronald recién bañado después de su práctica de soccer, y Tom detrás suyo, viéndose ambos en el espejo grande que tenían delante. Ronald fascinado por las expresiones de Tom, cómo se deformaba su rictus mientras lo penetraba. Y sentía cada tramo de su cuerpo apoyado contra el suyo.
Ronald se masturbaba y sentía cómo con fiereza era estimulada su próstata.

Tom se entretuvo mordiéndole la unión entre el hombro y el cuello mientras sentía cómo lo apretaba en su interior. Quería venirse rápido, así que sus estocadas fueron más profundas y aceleradas, agradecía que no hubiera nadie en el baño, aunque eso se debía a que era tarde, y que habían trabado la puerta.

Ronald había ido con esa intención a la práctica de soccer, debido a que había llevado lubricante y condones.

A Tom no podía importarle menos. La verdad es que si bien en un principio no iba a tener un polvo con Ronald de nuevo, el joven lo hacía sentir lo suficientemente confiado para acostarse con Ronald sin necesidad de establecer lazos afectivos.

Sin necesidad de enamorarse, sin agradecimientos dichos, sin te quieros, ni te amos, palabras que al final no significaban nada. Palabras que ya no tenían sentido para Tom.

Se concentró en la calentura de su cuerpo, la presión contra su miembro, en el desfogue, en correrse.

Se vino con fuerza en el condón, soltó una exhalación ruidosa y salió con cuidado del interior de Ronald.

Se subió los bóxers, y los pantalones. El rubio de ojos azules, le miró y torció la boca.

—Te quedan bien las trenzas —halagó.

—Se llaman cornrows. Y gracias, supongo.

—¿No quieres ir a cenar algo? —intentó, no muy convencido. Tom negó con la cabeza.

—Sabes que no quiero salir, recuerda, nada serio. Eres lindo y todo, pero nos irá mejor solo con polvos, ¿ok? —dijo Tom mientras terminaba de vestirse. Ronald asintió con una media sonrisa.

—No es que quiera ahondar en el tema, pero, ¿te lastimaron mucho, verdad? —La expresión de Tom se endureció.

—No es de tu incumbencia —respondió cortante Tom.

—Ok, ok, ¿me das tu número de móvil?

—Si es que no lo utilizas para hablar seguido, claro. Mejor, si quieres encontrarte conmigo envíame un Whatsapp —recomendó Tom, y le dictó el número.

—Ok.


Andreas fue a cenar a casa de Tom, por invitación de Anémona, la cual decía que tenía una noticia importante que decirles.

Y fue algo inesperado lo que les dijo.

—Estoy embarazada —comentó mientras Tom se embutía con macarrones con queso, y su madre comía pescado asado.

—¿Es broma, verdad? —dijo Tom con la voz estrangulada.

—No, hijo. Seremos padres por segunda vez —explicó Jörg, y Tom empalideció.

—Wow, Tom, tendrás un enano o enana a cargo —bromeó Andreas. Tom lo miró con un “ayúdame” en letras de neón en su frente—. Ehmn, ¿puedo llevar a Tom al cine? Hoy estrenan una peli basada en un libro y quiero que él se queje de todo lo que estaba en el libro y no pusieron en la película.

Anémona asintió, Jörg los miró extrañado, como cuando ellos hacían una travesura de pequeños pero no dijo nada al respecto.


—¿Qué mierda, Andi? Tendrán un bebé. Hace poco regresaron… ¿no crees que regresaron porque tendrán un bebé? Joder, ya ni sé qué pensar —farfulló Tom, mientras Andreas comía unas patatas fritas.

—No creo. ¿O desde cuándo ha estado comiendo saludable?

—Recién la he visto hacerlo hoy, porque ella no es de cuidarse. Por nuestra contextura como que no le hace falta. Sin embargo… no sé, yo quiero a los niños. En verdad que sí. Recuerdo que Bill cuidaba unos niños llamados Tim y Lilith cuando aún estábamos, sin contar su hija, Robbie, que era un amor. Pero es diferente, sería mi hermana o hermano. Y no creo ser un buen ejemplo —habló algo atolondrado mientras chupaba de su pajilla la gaseosa que había pedido. Andreas lo miró y sonrió.

—Me gusta que te preocupes así. Aunque tener hermanos no es muy complicado, al menos no cuando eres el menor. Solo que seguro te será difícil al principio porque eras hijo único. No obstante, tienes experiencia con niños, así que sí, te irá bien.

—Menuda mierda, en serio.

—Va a ponerse hormonal, así que tendrás que lidiar con ella. Suerte, amigo —rió Andreas. Tom rodó los ojos.

—Ya no tiene con qué amenazarme por lo menos. —De nuevo se iban por temas escabrosos. Una cosa era mencionar algo de Bill, otra mencionarlo directamente. 

Ahora hablaba de él, se refería a cuando sus padres le ponían trabas para que no estuviese con él, como  si hubiera hecho falta, Bill se fue sin necesidad de que se lo pidieran.

—Ay, por favor, Tom. Deja de mencionar a Bill por un instante. Cuanto te apuesto que él ni siquiera piensa en ti —soltó sin pensar y se arrepintió al momento—. Lo siento, Tom, no quise decir eso. No soy nadie para opinar. No conozco lo suficiente a Bill y…

—No, tienes razón.

—Tom, por favor. Hablé por hablar —se disculpó Andreas. Tom se limpió la nariz con una servilleta y miró hacia otro lado.

—Es que tienes toda la jodida razón. Bill no piensa en mí. Por eso me dejó.

—¡No! Bill lo hizo porque no quería que no tuvieras experiencia, sin contar que tiene una hija, entonces lo hace más pesado —dijo Andreas rápidamente.

—Lo amo. Y su hija es ningún impedimento. Ella era como mi propia hija.

—Puedes decir miles de cosas, pero no es así. Un hijo es una responsabilidad grande, y en parte comprendo el que Bill haya tomado esa decisión. Yo por ejemplo, no planeo tener hijos —dijo Andreas. Tom negó.

—Pero yo sí planeaba hacerlo, más adelante, con Bill, tener hijos con un vientre de alquiler, casarnos, joder, quería todo con él. Era mi todo —dijo Tom, con las manos temblándole. Mirando a la mesa con fijeza.

—Tom, él ya no está. —Andreas intentó calmarlo posando su mano sobre la de Tom, pero no funcionaba, Tom ya estaba alterado.

—¿Crees que se arrepienta y vuelva aquí? —Andreas torció la boca y rehuyó la mirada desesperada de Tom—. Bill me ama…

—No, Tom. Ya no lo hace.

—¡Cállate!

—¿Qué hacía Bill en Dresden?

—En ese momento no éramos pareja…

—Te dejó, Tom. Ya no son pareja. —Las palabras de Andreas le dolían como dagas, pero tenía razón y Tom lo sabía, por lo que cerró los ojos con fuerza para no llorar e intentó concentrarse en algo más.

—Vámonos —exclamó con otro semblante, uno sin vida.

—¿A dónde? —preguntó Andreas extrañado.

—Al castillo del Conde, tarado. Vamos a tu casa —bromeó Tom sin chispa de felicidad en su rostro—. ¿O prefieres que vaya a un antro yo solo?

Andreas entendía lo que implicaba eso. Significaba que Tom quería acostarse con él, y que si no lo hacía con él, lo haría con cualquier desconocido en un antro.

Era como un chantaje, y Andreas bien podría mandarlo al diablo, pero lo quería y era su mejor amigo. Y, siendo sinceros, le tenía ganas hace un buen tiempo.


—¿Tienes condones? —preguntó Tom una vez que estuvieron en el cuarto de Andreas, este bufó.

—Obvio, ¿pero para qué los quieres tú? ¿Me lo pondrás con la boca? —mandó la indirecta. Tom rodó los ojos.

—No, idiota, para ponérmelo yo —aclaró Tom. Andreas arqueó una ceja.

—No jodas, ¿eres activo? —cuestionó Andreas realmente sorprendido.

—Oh. —Tom recién entendió lo dicho hace un rato por Andreas.

—¿Qué?

Se miraron confundidos.

—Es que a mí me da igual, dar o recibir, solo que pensé que tú eras pasivo —esclareció Tom. Andreas rodó los ojos y se cruzó de brazos.

—¿Es en serio?

—Oye, ni que fuera un insulto —bramó Tom.

—¿Vamos a follar o me darás clases? —Tom rió.

—Quizá te dé clases de cómo follar —bromeó Tom moviendo su piercing del labio.

—Entonces en qué quedamos, ¿quién arriba y quién abajo? —preguntó Andreas como si no le hubiera afectado ver el gesto de Tom.

—No necesariamente quien es el pasivo va abajo…

—Ok. Entonces tú serás el pasivo —dictaminó Andreas, comenzando a quitarse la ropa.

Tom se alzó de hombros y empezó a quitarse la camiseta. Andreas apreció el tatuaje de Tom, que decía “Once” y le pareció sexi. Nunca antes se lo había visto, sin contar que Tom estaba formando un six pack por los ejercicios que estaba haciendo. Ya no quedaba rastro, al menos físico, del niño que era antes.

Cuando Tom se quitó los pantalones, se percató que había hablado muy pronto, sus bóxers eran de Ravenclaw, una de las casas de Harry Potter.

Quiso rodar los ojos, pero mejor se abstuvo. La vista que tenía era demasiado buena como para arruinarla.

Pronto los bóxers desaparecieron y Tom tuvo que sacarlo de su ensoñación. Para que terminara de desvestirse. Andreas hizo caso y se apuró, mostrando una erección bien erguida, estaba muy excitado. Se puso el condón.

Tom rió y le palmeó la cama.

Cuando Andreas se dispuso a besarlo, Tom no quiso. Se lanzó sobre el cuello de Andreas, el cual perdió el equilibrio y Tom se aferró a él por los hombros.

Tom se sentó sobre su regazo, estimulándolo con su trasero sobre su miembro. 

Andreas se agarró de las caderas de Tom y puso los ojos en blanco por el placer. Y eso que aún no lo penetraba.

Tom empujó a Andreas en la cama. Se dilató con los dedos y le dio la espalda, para penetrarse a sí mismo a sentones.

Andreas pasaba los dedos por la espalda de Tom, queriendo rasguñarla por cómo apretaba su miembro de una manera única, tan jodidamente placentera, cómo sus cornrows se iban a un lado, dejando a la vista un cuello largo y sensual que besaría de no ser por la posición. Prefirió quedarse echado mientras Tom tenía la batuta, empalándose a sí mismo, buscando ese punto que si era estimulado muchas veces le hacía estremecerse, mientras se masturbaba. Tom era un puto sueño erótico, uno que Andreas no pensó que conseguiría algún día.

Bill era un idiota al perderse eso.


Andreas fumaba un cigarrillo después de haberse venido con fuerza en el condón. Tom se levantaba en su esplendorosa desnudez para abrir la ventana, debido a que no toleraba ese olor.

—En fin, ya estoy cansado, así que ya me voy. Nos vemos mañana —se despidió Tom, mientras se vestía. Andreas frunció el ceño y lo miró.

—¿Cómo? ¿Y qué somos ahora?

—¿Follamigos?

—Wow. Pensé que… en fin. Descansa bien, Tomi.


Al menos por esa noche no tuvo pesadillas, estaba lo suficientemente agotado como para soñar. Su madre tampoco hizo preguntas, se le veía tan satisfecha que Tom sospechaba que ella creía que estaba saliendo con Andreas. Bueno, tampoco estaba como para decirle a su madre que no, que en realidad solo Andreas se lo había follado, y bueno, eso no arruinaba su amistad, pero tampoco le agregaba títulos.

Al siguiente día estuvo animado como para que no le interesase las indirectas de Luca, el cual parecía que no le hubiesen dado una negativa, porque seguía insistiendo en tener algo con Tom.

Era el único chico que quería algo serio con él, así que creía que podría tener una bonita amistad con él, porque el resto solo quería follárselo. Y poco le importaba que lo viesen como un pedazo de carne. Ya había llegado al nivel de descaradez suficiente como para alarmarse por ello.

La vida era simple de esa forma. Follar con quien quisiera, sin ataduras de por medio y protegiéndose, claro estaba. Lo principal era no enamorarse. Y olvidar a Bill. Oh, y claro, matar a Once, y no revivirlo por ningún motivo, ni aunque tuviese todas las esferas del dragón. Rodó los ojos frente a su pensamiento. Ni siquiera le gustaba Dragon Ball.

Estuvo tomando apuntes de la clase y pensando en que debería hacer más ejercicio y cambiar de outfit. Se lo consultaría a sus padres para juntar de sus mesadas.

Si comenzaba a fijarse más en esas superficialidades, la vida sería más fácil. Menos llena de intensidad, quizá no era lo idóneo, pero joder, era lo que por ahora no dolía.



2 comentarios:

  1. Hola!

    Pues este capítulo me ha dado en el mero sentimiento :(

    Creo que Tom y yo deberíamos unirnos en contra del amor y de seguir pensando en quien ya no está, espero lograrlo también?

    Bueno, Saludos.

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    1. Hola, Lily, pobre Tom, aún no supera a Bill. Gracias por comentar y saludos :)

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