Catergoría: Slash.
Rated: NC-17.
Título: Once versus Tom
Autor: kasomicu
Género: Drama, angustia, Twc no relacionado.
Resumen: Tom y su continua lucha con Once.
Disclaimer: Las personas no me pertenecen. Lo demás sí
Capítulo 1: Un nuevo comienzo
Tom estaba nervioso. Iba a recibir los resultados de
la universidad, iba a saber si ingresaba o no. Su madre estaba sonriente, ella
estaba segura que él ingresaría. Tom había actualizado su laptop de nuevo, presionando
f5 para que la página mostrara los ingresantes. Tom empalideció. No veía su
nombre.
—¿Y? ¿Qué salió, mi
amor? —preguntó Anémona, con la garganta seca.
Tom se giró hacia ella
y boqueó. —Má, ingresé —soltó en voz queda.
—¿Qué dijiste?
—Que ingresé, mamá. Ahí
está mi nombre. Tom Trümper Würdig —explicó como si no pudiera creérselo, y
quizá era así.
Había terminado la
escuela arrastrándose, básicamente, y no creía que su preparación para la
universidad había sido buena, estaba deprimido y en eso se resumía todo.
Desde
que Bill se marchó había hecho las cosas con desgano, y se enojaba con todos.
Pero ahí estaba, había ingresado de todas maneras, y sonrió de forma genuina
después de mucho tiempo. Quería llorar, no obstante, no lo haría, ya no era un
niño bobo.
Su madre lo apretó
contra sí, sollozando en silencio. Tom sintió que la situación iba a cambiar,
era un nuevo comienzo.
…
El primer día se
percató que si bien la universidad se trataba de estudiar, no era lo mismo que
el colegio. Ya se lo habían mencionado, pero otra cosa era sentirlo en carne
propia. Suspiró.
No podía perder el
tiempo dibujando entre clases, tenía que tomar apuntes de todo, aunque eso lo
hacía en el colegio.
Se tocó el puente de la
nariz y se fijó que su salón que le tocaría la clase después del receso era en
el quinto piso. Tenía que mejorar su físico sea como sea.
No quería ser frágil en
ningún aspecto.
Se chocó contra alguien
al momento en que iba a subir al segundo piso. Frunció el ceño y soltó un
“ouch”, que se oyó al unísono con el “ay” que dijo la otra persona.
—Lo siento, lo siento
—dijo el chico de cabellos negros que recogía sus libros y los de Tom, el que
se agachó también para que el muchacho no hiciera todo solo.
En parte le hacía
recordar a sí mismo en primaria.
—Fíjate la próxima vez
—aconsejó Tom, sin ser agresivo en su semblante, el moreno asintió y extendió
su mano.
—En verdad que lo
siento, mi nombre es Luca —se presentó. Tom aceptó la mano de Luca, y le
ofreció una sonrisa de cortesía.
—El mío es Tom.
—Un gusto, Tom —dijo
Luca, mirando la hora en su reloj—. Mierda, ya se me hace tarde y sigo sin
encontrar mi salón.
—Bueno, no te quito más
tiempo.
—Más bien, ¿sabes dónde
es el salón 506B? —Tom asintió.
—Como lo indica en su
número, es en el quinto piso de este edificio, el edificio B.
—Soy un idiota —se
culpó Luca, negando con la cabeza. Tom se percató luego de un instante que era
la misma aula a donde se dirigía.
—Te puedo acompañar,
voy a la misma clase.
Los ojos de Luca se
iluminaron y asintió.
…
Tom llegó a su casa
exhausto, y no supo cómo sentirse cuando encontró a su padre en casa.
—Papá, ¿qué haces aquí?
—le pareció ver a su padre sonrojado. Una sonrisa se formó en el rostro de
Jörg.
—Hijo.
Anémona salió de la
cocina, y le sonrió a ambos, esa sonrisa que solía poner cuando aún estaba con
su padre. ¿Acaso…?
—¿Han regresado? —Tom
se había fijado que durante el funeral de Bell, sus padres habían estado muy
juntos, pero no pensaba que hubiera sido algo más que el cariño que se tenían y
el buscar consolarse. Sin embargo, ahora que su progenitor esté ahí, algo
sonrojado y sonriente, solo había una explicación. Y se encontró a sí mismo
riéndose, algo extrañado por todo esto.
Cuando ambos
asintieron, Tom quiso rodar los ojos. Había sufrido mucho por la separación de
sus padres. Y, que volviesen lo alegraba, no podría negarlo, no obstante,
tampoco quería regresar a los días donde ellos se peleaban y se hacía algo
insoportable el tolerarlos o estar cerca a ellos cuando estaban juntos.
—¿Y todo será como antes?
—preguntó Tom, sus padres lo miraron confundidos.
—Sí, estaremos juntos
como antes… ¿o a qué te refieres? —cuestionó Jörg, Tom tomó aire e intentó ver
a otro lado.
—No quiero tener que
acostumbrarme a que discutan todos los días, a las miradas esquivas, el que
hablen mal a sus espaldas, el tener que fingir que nada pasa cuando sucede todo
—soltó Tom todo lo que sentía en su pecho.
Anémona se sintió en
parte avergonzada, Jörg asintió en conocimiento, asumiendo que tenía culpa en
aquello.
—Estamos regresando
bajo unas condiciones, hijo. Así que no volverá a suceder eso, o al menos lo
intentaremos —explicó Jörg.
Tom se relamió los
labios y los vio. Se notaba que estaban preocupados, pero al mismo tiempo, aún
estaban enamorados, o al menos eso podría vislumbrar. Y se merecían una
oportunidad, así que Tom asintió y se acercó a ellos, abrazándose los tres.
—Bueno, ya que estamos
todos aquí presentes, tengo que pedirles permiso para algo.
—Dinos, amor —instó
Anémona a que hablara. Tom le sonrió.
—Quiero inscribirme en
natación, para aprender y luego practicar solo. He leído que el agua relaja, y
creo que es cierto.
—Pero estamos en
invierno, dudo mucho que estén dictando clases —acotó Jörg, Tom se mordisqueó
el labio, procesando lo dicho.
—¿Pero aún abren las
piscinas olímpicas verdad?
—Tengo entendido que
sí, aunque casi no las usen —respondió Jörg.
—Entonces practicaré
hasta aprender por mí mismo —sentenció Tom. Anémona lo vio aterrada.
—¿Y si te pasa algo,
Tom? —preguntó su madre.
—No iré al lado hondo
de la piscina, mamá. Tendré mucho cuidado —le tranquilizó con una palmada en su
hombro.
La mujer asintió.
—¿Cuándo irás a averiguar
eso? —cuestionó su progenitor.
—Mañana. ¿Puedo ir hoy
a una fiesta que darán a los recién ingresados?
—Solo no regreses muy
tarde.
Tom parpadeó repetidas
veces, no pudiéndose creérselo. Sus padres estaban dándole permiso sin chistar.
Se apresuró a subir a su recámara antes de que se arrepintieran.
…
Tom se sentía extraño
ahí, en ese ambiente jodidamente familiar, el olor a tabaco inundaba sus fosas,
el alcohol era repartido por doquier y chicos y chicas estaban sobándose entre
sí. Parecía que quizá había llegado un tanto tarde porque el compartir ya había
comenzado. Le recordaba a la fiesta donde Andreas se había presentado con la
banda Alea, un amargor se instaló en la boca de su estómago, ese día había
salido del clóset frente a sus compañeros, y le había pedido matrimonio a Bill,
su costado quemaba con la palabra “Once” grabado en él.
Vio que una chica
estaba pasando con una bandeja de vasos con cerveza y, a pesar de que no era
algo típico en él, tomó uno de ellos, para ver qué tan cierto era lo de que uno
olvidaba con el alcohol en la sangre, al menos momentáneamente.
No quería recordar cómo
Bill lo había besado en un armario confundiéndolo con alguien más. No quería
recordar sus besos, el cómo se sentía su piel contra la suya, su sabor… no,
debía olvidarlo porque lo lastimaba.
No podía ni oír sus propios
pensamientos debido al volumen de la música, pero sí pudo sentir con claridad
cómo alguien le susurraba un “hola” a su oído. Tom arrugó la nariz y giró en
dirección al hombre que le hablaba.
Era un chico quizá unos
años mayor que Tom, pero tenía la misma altura que él, usaba unas rastas que le
hicieron querer reír por recordarle a sí mismo hace unos meses. Solo que era
moreno y le miraba con aire seductor. Tom quiso bufar y rodar los ojos, él no
estaba interesado en coquetear, o tener pareja, y se lo iba a poner en claro al
de rastas.
—Mi nombre es John. ¿Y
el tuyo?
—Eh, Tom. Mira, no
estoy en las condiciones exactas como para buscar una pareja, ¿me doy a
entender?
—Claro, guapo, pero no
es necesario que lo seamos para poder divertirnos.
Tom parpadeó
confundido, hasta que comprendió lo que John trataba de decir.
—No, gracias —respondió
con educación y se alejó.
¿Qué se creía que él
era? Tom no era capaz de hacer algo, si cuando lo hizo fue porque estaba
enamorado. No quería recordar de quién y todo lo demás.
Miró al suelo sintiendo
una opresión en su pecho, luego fue en búsqueda de más alcohol.
…
Pasadas las doce Tom
estaba sonriente, en la parte de atrás de un carro siendo besado con fruición
en el cuello.
—No muy fuerte eh, que
no me quede marca, una persona no es ganado como para que sea marcado —dijo Tom
entre hipidos a su acompañante, John pensaba que era chistoso ya que se le
había negado y ahora John estaba entre sus piernas luchando con sus pantalones
para quitárselos.
A John, Tom le parecía
un chico algo inexperto, demasiado recatado, hasta podía asegurar que era
virgen, si no hubiese sido tan receptivo a los toques por encima de la ropa. Así
que virgen no era, pero sí bastante inexperto.
Estaba bastante ebrio,
pensaba John.
Se besaron, John se dio
cuenta que Tom era bueno besando, aunque estuviese demasiado borracho como para
explotar sus habilidades al máximo. Le gustaba la sensación de su lengua contra
la otra y cómo Tom succionaba su lengua, y luego jugaba con su paladar, para
después mordisquear y lamer, algo adormilado pero tan jodidamente sexy. Como si
estuviera acostumbrado, Tom se hizo hacer cuando John le estaba masturbando, y
Tom cerraba los ojos, mordiéndose los labios, sudando un poco.
John se quitó la ropa
con rapidez, buscando en la parte de adelante del carro condones y lubricante
en sobres. Se puso el profiláctico y echó una buena cantidad de lubricante en
su miembro. Tom abrió sus piernas y las levantó en el asiento del coche, preparándose
para lo que vendría. Ni recordaba el nombre del muchacho, y ni discernía bien
sus rasgos, poco importaba, estaba caliente y Bill había desaparecido de su
mente después de mucho. Se sentía en carne viva, y aunque dolía se sentía bien.
John comenzó a
penetrarlo, y Tom arrugó la nariz, había ardor debido a que hacia mucho que
nadie lo tocaba. Sin embargo, fuera de eso, estaba bien y se buscó masturbar a
sí mismo para excitarse más mientras lo hacía con el chico sin nombre.
Después
de cambiar de posición y casi ponerlo en cuatro para que fuera más fácil la
penetración, aunque había incomodidad debido a que estaban en la parte de atrás
de un carro, se vino fuertemente y entre lágrimas, que no había notado cuando
se le habían salido. Sintió cómo el chico lo penetraba unas veces más antes de
salir de su interior, y quitarse sin delicadeza el condón. Tom comenzó a
vestirse algo avergonzado, porque ya estaba recuperando la sobriedad.
—¿Te llevo a algún
lado, lindo? —ofreció John mientras sacaba un cigarrillo y lo fumaba con
parsimonia.
—Si pudieras llevarme a
mi casa, te lo agradecería —dijo Tom, a sabiendas de que no tenía amigos en la
universidad que pudieran llevarlo y era demasiado tarde para caminar. John le
guiñó un ojo y asintió, saliendo del carro y ubicándose en el asiento del
conductor.
Tom veía por la ventana
sin fijar su vista en nada cuando el coche comenzó su viaje. Le indicó a dónde
tenían que ir y Tom se sintió vacío.
…
—Mi amor, no podía
dormir de la preocupación. Te dijimos que vinieras temprano y no obedeciste,
¿por qué, bebé? —preguntó Anémona para luego abrazar su hijo sin importarle su
respuesta.
—Yo… solo necesitaba
salir y relajarme. La próxima vez vendré temprano, lo prometo —dijo Tom. Su
madre no dijo nada respecto al olor que traía, porque pensaba que era mejor no
preguntar. Solo esperaba que no viniera con otro noviecito que le rompiera su
corazón como Bill lo hizo.
Tom fue como zombi a su
habitación, a entonar su guitarra después de tiempo.
Se sentía como una
mierda. Se sentía roto, pero era de otra forma. Como si fuera algo que pudiera
volver a hacer, a pesar de la sensación que le venía luego, porque la
adrenalina que sentía durante el acto le hacía olvidar a Bill, como si pudiera
fundirse en otro cuerpo y borrar momentáneamente todas sus heridas.
Le dolía, sí, pero no
más que cuando pensaba en Bill.
Lo volvería a hacer,
una y otra vez hasta que las cicatrices que había dejado Bill desaparecieran.
Hasta que sus besos se esfumaran. Hasta que su amor por él muriera, tal y como
el amor de Bill por Tom murió.
Se miró en el espejo de
su baño, no reconociéndose. Con ojos tristes, cabello negro y por los hombros,
con un piercing que quería quitarse. Y quizá lo haría, o tal vez no, tal vez…
se lo dejaría y se haría otro más en el mismo lado, para que le quedase esa
lección, el no volverse a enamorar.
Tenía que hacer algo
para cambiar su aspecto. A la tarde del día siguiente vería si iba donde un
estilista para cortarse el cabello o hacer algo al respecto.
Ahora debía dormir.
Se fijó en su celular,
tenía mensajes de texto de un número desconocido. Y por lo que decían, parecía
ser Andreas, seguro estaría en otro país y trataba de comunicarse con él.
Dejaría un momento de pensar en descansar y hablaría con su mejor amigo.
Prendió su computadora
y abrió el Skype.
Andreas estaba
conectado, con una foto sonriente sacando la lengua en su imagen de perfil.
La suya solo tenía una
lechuza, no quería saber de fotos de su rostro. En su Facebook era lo mismo,
una imagen impersonal y que tenía que ver con sus gustos en la lectura. Dejó de
divagar y presionó en vídeollamada.
El rostro de Andreas,
ahora teñido de rojo el cabello lo sorprendió. No sabía que su amigo había
cambiado de look.
—Wow, Andi, hola. No
sabía que eras pelirrojo ahora —saludó Tom. Andreas rodó los ojos.
—Se supone que era
rosado, y salió rojo. Bleh, la cosa es que no soy rubio —dijo Andreas para
luego encogerse de hombros.
—Y según he leído la
banda hace unas semanas, la banda sigue en auge. Aparte dicen rumores sobre que
Gustav ha terminado con Oskar, ¿es verdad? —Andreas asintió.
—Sep, ha habido
problemas entre ellos, y pues decidieron cortarlo por lo sano. Y, ¿cómo estás,
Tomi? —preguntó Andreas, apoyando su mandíbula sobre sus manos.
—Bien, ya sabes que
ingresé y hoy hubo una fiesta para los recién ingresados y, aunque no lo creas,
asistí —soltó Tom, Andreas arqueó una ceja, extrañadísimo.
—¿Y ese milagro?
—No sé, quería cambiar
de aires, y bueh, me divertí sí, para qué negarlo.
—¿Tú divirtiéndote en
una fiesta? ¿Es que acaso este es el fin del mundo? —Tom rió.
—No, creo más bien que
es el comienzo.
—¿Ah?
—Nada, tonterías mías.
pobre Tom, Bill lo dejó muy herido y de una u otra forma trata de olvidarlo ... :'( espero con ansias el proximo capitulo, no alargues la espera please :)
ResponderEliminar@Unknown, cada semana actualizaré. Gracias por comentar ^^
EliminarComo entiendo a Tom, querer olvidar y no poder, no importa como...
ResponderEliminarMás vale tarde que nunca! Por fin lo leí, estoy super feliz de que estés volviendo a escribir amo esta serié y me encanta como escribes.
ResponderEliminarMe dio un poco de pena el capítulo pero supongo que más adelante Tom no estará tan triste, gracias por escribir eres realmente maravillosa!