Capítulo 12: Año Nuevo entre amigos
—Repíteme por qué voy a pasar año nuevo sin mi hija y
sin mi mamá.
—Porque tendremos tiempo para estar solos, aparte la
bebé se lleva genial con las gemelas.
—Y que lo digas —susurró Bill más para sí mismo que
para Tom, este lo miró confuso.
—Andas muy raro desde hace días, en fin. Ponte atento
que tengo una lista inmensa de las cosas que llevaremos al campamento con los
chicos —dijo Tom.
—¡Pumba! —gritó Bill cuando el bulldog se había
soltado de la correa y se iba en dirección a un par de chicos.
—Madre, quiero un perro así como este —dijo un
muchacho de aproximadamente doce años cariñando a Pumba. El chico tenía un
cabello rubio despeinado semilargo, con un skate en mano.
—No me llames madre, dime mamá, para algo te he criado
bien —rezongó la madre del muchacho.
—Mami pero el perrito está bonito, yo también quisiera
un bulldog inglés —mencionó la niña de vestido y cabello negro como la noche.
Bill se detuvo a medio camino, y Tom silbó para llamar
a Pumba, el cual iba corriendo con los cachetes y babas cayéndoseles.
—¿Dunja? —preguntó Bill, sin dejar de mirar a la mujer
entrada en años.
—¿Bill? —interrogó Dunja por el cambio total del Bill
Kaulitz que ella había conocido años atrás.
Tom miró confuso la escena y luego reconoció los ojos
inmensos y verdes de Lilith.
—¡Lily! ¡Tim! —gritó Tom, Pumba jugaba alrededor suyo
y no se podía mover pero los muchachos lo reconocieron igual.
—¡Billybear! —dijo Lilith al reconocer al rubio. Tim
después de procesar lo que dijo su hermana, comprendió que eran su niñero y su ‘amiguito’
del colegio.
Se abrazaron y saludaron.
—¿Cómo están, muchachos? Hace tiempo que no los veía,
pensé que se habían mudado o algo —comentó Dunja.
—No, o bueno sí, temporalmente estamos en Alemania,
pero también estamos en Francia.
Bill aseguró el correaje de Pumba y les sonrió.
—No puedo creer lo enormes que están —cedió Bill—. Tú
todo un rufián, y tú una señorita —molestó.
Tim rodó los ojos pero luego rió.
—¿Qué van a hacer en año nuevo? —preguntó Lilith.
—Vamos a ir de campamento por un tiempo, ya que mi
hija me abandona y se va con su abuela y las hermanas de Tom —masculló Bill,
intentando controlar a Pumba que se quería escapar de nuevo.
—¿Hija? ¿Ya eres papá? —preguntó Tim, en cierto tono
alarmado.
—¿Te casaste? —cuestionó Dunja.
—Es una larga historia, pero no, aún no me caso, crío
a mi hija, y cuido a Tom que está en Francia por estudios —explicó Bill.
Tom lo miró con una ceja arqueada, es decir, ¿en serio
Bill lo cuidaba? Por favor.
Tim bufó y miró a ambos. —¿Ustedes son novios, verdad?
—Deja de ser entrometido, Tim —regañó Dunja.
Tom rió y Bill se rascó la nuca.
—Oh, por eso siempre estaba cuando nos cuidabas —comprendió
Lilith, refiriéndose a Tom.
—Larga historia —resumió Bill.
—Bill, no olvides que tenemos que hacer las compras.
—Chicos, nos veremos, espero, en otra ocasión,
cuídense, ¡y que viva la diversidad! —bramó Dunja, los cuatro la miraron
divertidos.
…
Los chicos llegaron con un montón de cosas, Robbie
emocionada los ayudaba a acomodar todo.
—¿Me trajeron algo a mí?
—Sí, pero es un regalo para compartir —dijo Tom.
—¿Qué cosa?
—¡Caramelos! —le dijo y le dio una bolsa con chuches.
Robbie chilló de emoción y se lanzó a brazos de Tom. O
como lo llamaba “papá”.
—¿No hay un poco de amor para tu viejo y decrépito
padre? —preguntó Bill, Robbie alzó las manos en dirección a su progenitor.
—Tú no eres viejo, papi —refunfuñó Robbie. Bill
apachurró a Robbie, deseando que nunca creciera, pero tenía que ser sincero,
iba a hacerlo algún día, aparte los hijos no son propios, sino son de la vida—.
Papiii, no me aplastes muy fuerte porque sino botaré mis caramelos y las
gemelas no podrán comerlos conmigo.
Bill rió, la soltó y la puso en el suelo.
Robbie corrió en dirección a los escalones para subir
con cuidado, iba al cuarto de las gemelas, con un Bambi que la seguía
protegiéndola.
…
—Extrañaré a mi hija, ¿y si mejor no vamos y nos
quedamos con ellos, Tom?
—Bill, estará con sus abuelos, no debes temer que le
pase algo, ¿verdad? Aparte… quería algo de tiempo para nosotros —farfulló Tom,
acariciando la mano de Bill para no ser muy demostrativo por si entraban a
interrumpirlos.
—Yo también, amor —susurró Bill, sonriendo contra los
labios de Tom, muriéndose de ganas de besarlo—. Pero, y uno que valga, somos ya
una familia y debemos pasar tiempo con Robbie, no vaya a pensar que dejamos de
quererla o algo así…
—Biiill —se quejó Tom, frunciendo el ceño—. Vamos. No
va a pensar que la dejaremos de amar solo por unos días fuera. Quisiera que
hagamos cosas de adultos.
—Hacemos cosas de adultos en Toulouse.
—Bill, no te hagas el listo, sabes a lo que me refiero
—dijo Tom, pellizcándole el brazo.
—Ouch.
—No me hagas ponerme de rodillas.
—Me gusta cuando te pones de rodillas…
—Hablaba de rogarte, malpensado —masculló Tom,
riéndose, Bill alzó y bajó las cejas insinuante.
—Bueno, tengo que dejar mis cochinadas de lado, porque
tengo que hablar algo serio contigo —sentenció Bill, para después suspirar y
Tom le palmeó el hombro, instándolo a que hablara.
—Dime, ¿es por lo que estás raro estos días?
—Sí.
—¿Es por algo que dije?
—No, es más bien por un sueño que tuve —comenzó Bill,
sonrojándose y sintiéndose estúpido—. Lo que pasa es que el otro día soñé con
Robbie y Alina, ambas ya grandes, señoritas, donde… eran pareja.
—Qué sueño tan raro. ¿Eso es lo que te mortifica? —cuestionó
Tom, acariciándole la mejilla ahora.
—Sí, podría decirse, tengo miedo que Robbie crezca
rápido y deje de quererme o algo así. Sé que es tonto, pero no sé, es este
miedo ilógico lo que hace que no quiera que pase mucho tiempo con Alina por
temor a que me deje —expresó Bill, sintiéndose algo ligero por haberlo dicho.
Tom lo miró enternecido.
—Amor, Robbie nunca te dejará de amar, eres su papá,
aún está pequeña y hay que pasar tiempo con ella, pero tampoco hay que
sofocarla, ella tiene sus amigas y no por eso significa que te querrá menos. Va
a estar con nuestros padres, y así podremos disfrutar de tiempo de pareja y de
hacer cosas de adultos, pero luego regresaremos con Robbie y todo seguirá igual
—intentó tranquilizarlo Tom.
—Ay, Once, por eso te amo, eres mi parte cuerda. Te
amo, Tom —susurró Bill contra los labios de Tom, y este le ofreció una sonrisa
ladeada que hizo que los ojos de Bill brillaran y sus pupilas se dilataran para
luego acortar los escasos centímetros y besarse con dulzura, lo hicieron rápido
por si alguien entraba.
—Entonces, ¿estás mejor?
—Contigo siempre.
Con esas pocas palabras, Bill había encontrado lo que
tanto buscaba, el consuelo y lo racional de esa situación. Robbie era su bebé,
pero no siempre lo sería, y él ahora tenía que darle su espacio también, porque
no dejaría de quererlo por tener una novia o novio más adelante.
…
El día del campamento, Bill abrazó a su pequeña con
fuerza y le acomodó su gorrito de gato para que no le diera un mal viento.
Robbie luego fue abrazada por Tom, quien la llenó de besos mariposas y la hizo
sonreír y luego besó a sus gemelas favoritas.
—Los extrañaré, papis —dijo Robbie.
—Nosotros igual, mi amor —dijo Bill, buscando el tacto
de Tom con la mano para tranquilizarse.
Tom le apretó la mano contra la suya y sonrió.
Iba a ser un largo viaje, pero pasarían año nuevo con
la banda y la pasarían en grande.
…
Brianne y
Gustav iban a casarse, lo dijeron mientras iban en el camino al lago en donde
iban a acampar.
—Wow, nunca te
imaginé casado, Gus —dijo Tom, sinceramente feliz por su amigo.
—Yo no pensé que regresarías con el baboso de Bill,
pero mírate —bromeó Gustav, aligerando el ambiente. Todos rieron, menos Bill,
Bill rodó los ojos.
—¿Y ustedes para cuándo? —preguntó Andreas, moviendo
su quijada en dirección a ambos.
—Ehh bueno —farfulló Tom nervioso, Bill le apretó la
mano.
—Para cuando Tom termine su carrera nos casaremos —respondió
Bill.
Tom asintió sonriéndole a Bill, le ponía nervioso todo
pero ya era algo que el resto sabía, que ambos se iban a casar y que estaban
comprometidos.
—¿Y ustedes cómo se conocieron? —cuestionó Brianne.
Bill se lamió los labios para responder.
—Eso, es una larguísima historia.
—Creo que demoraríamos años en narrarla —siguió Tom
con la broma. Brianne arqueó una ceja confundida.
—¿En serio? ¿Se conocen de hace años?
—Sí, desde la escuela —comentó Tom.
—Wow, pero no se llevan años de diferencia, ¿verdad?
—Sí, pero éramos amigos de todas maneras.
—Y así nació Once —dijo Andreas con nostalgia.
—¿Once? —interrogó Brianne.
—Ya te dije, rubito, que Once solo le digo yo a Tom —le
chistó Bill, medio en broma y medio en serio. Tom clisó la mirada sobre Brianne
y le sonrió.
—Es un mote cariñoso que me dice Bill desde hace años —explicó
Tom.
—Pero, ¿por qué?
—¿Qué no le contaste nada, GusGus? —preguntó Bill.
Gustav arrugó el ceño frente al apodo. —Bah.
—No, no me dijo nada.
—Ni que fuéramos el centro del mundo, es normal que
Brianne no sepa —respondió Tom, rascándose la nuca.
—Sí pero…
—Díganme, me causa mucha curiosidad.
En todo el camino hacia el lago, mientras Georg bajaba
el volumen de las canciones que puso para amenizar el momento, Bill y Tom iban
contándole la historia de cómo se conocieron entre risas y acotaciones del
resto.
…
—La verdad, soy muy inútil para armar tiendas de
campañas —dijo Bill, cuando hubieron llegado y sacaron todo para que cada
pareja tuviera su propio espacio, exceptuando Georg y Oskar, que iban a
compartir tienda por falta de espacio.
Andreas rodó los ojos y bufó. —¿Para qué cosa no eres
inútil, Bill?
Bill sonrió con socarronería. —Para follarme a tu
mejor amigo.
—Demasiada información.
—Uy sí, uy sí —fastidió Bill. Tom les dio un golpe a
ambos en la cabeza a lo soltaron al unísono un “ouch”.
—Entonces, ¿será esto como una despedida a la soltería
de Gusti? —preguntó Georg.
—¿Con la novia presente, es en serio? —dijo Oskar,
luciendo de mejor humor.
—Solo decía.
Todos rieron. Al parecer Oskar ya había superado a
Gustav, y a Tom le emocionaba que fuese así porque se podían llevar mejor y
compartir momentos entre todos.
…
Se bañaron todos y jugaron a salpicarse agua en el
lago, como si fueran unos críos. Cuando empezaron a tomar y fumar, Bill se la
pasó abrazando por detrás a Tom, mientras tomaba una cerveza y luego le besaba
el cuello. Le gustaba pasar tiempo exclusivo de pareja, claro que amaba a su
pequeña, pero a veces venía bien momentos como este donde estaban entre amigos
disfrutando del paisaje y de su piel contra la suya, ya que estaban en
bañadores.
Se acordaba cuando intentaba quitarle los nervios a un
Tom pequeño en el lago, no el mismo, pero sí uno parecido. En cómo era de
frágil Tom en ese entonces, pero aún así se aferró a su corazón y nunca lo dejó
ir.
Le gustaba la sensación del césped húmedo bajo su
cuerpo, el sol que ya no era abrasador dándole algo de calidez y estar junto a
sus personas queridas.
Estar junto a Tom principalmente lo hacía feliz.
…
Cuando el resto armó una fogata más dentro de los
árboles, como colindando con un claro, Tom y Bill permanecieron cerca al lago,
besándose y riéndose por tonterías estando ebrios de amor.
—Deberíamos acercarnos al resto, ya será Año Nuevo y
seríamos unos aburridos si estamos acá metiéndonos mano en lugar de compartir
el momento con nuestros amigos.
—Nah, prefiero quedarme aquí, la luna sobre el lago se
ve hermosa, pero nada superará a la imagen de ti estremeciéndote bajo mi roce.
—Biiill —soltó Tom a modo de queja. Bill rió.
—Once. —Tom se giró para verlo y darle un beso casto
en los labios, uno que fue tomando fuerza conforme pasaban los segundos.
—Seguimos así y terminaremos haciéndolo cuando den las
doce.
—¿Y no te parecería genial pasarla haciendo el amor
durante lo que queda del año viejo? —Tom se mordió el labio inferior y negó.
—No que me parezca mal, pero vinimos a pasarla con el
resto también. Fácil y hablan mal de nosotros por ensimismarnos en nosotros
mismos en lugar de pasar tiempo con ellos.
—Me la chupan.
—No, yo te la chupo.
—Oye, no me tientes —volvieron a reír.
—Bill, vamos con el resto.
—Ok, pero respóndeme a esta pregunta seria.
—Cuál.
—¿Por qué te amo tanto?
Tom rodó los ojos y se lamió el labio para responder. —Porque
sabes que soy perfecto.
—Epa, eso sonó a algo que yo diría.
—Se me pegó de tanto juntarme contigo —bromeó Tom—.
También te amo, Bill.
—Ok, vamos, amor.
Se levantaron y tomados de las manos se unieron a la
celebración por el año nuevo junto con los otros, que les chiflaron cuando
llegaron diciendo cosas como “búsquense un hotel” o “no coman pan frente a los
pobres”.
Ambos se miraron con la ilusión del amor que dura
años, de ese que te habitúas a la otra persona y sabes que será tuya para
siempre, por más que tengas muchos recuerdos donde hay distancia entre ustedes,
siempre perdurará lo mejor y siempre estarán el uno para el otro.
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