Capítulo 5: Peleas y reconciliaciones
Ya
había pasado un mes, y las clases habían dado comienzo. Tom estaba bostezando
durante toda la clase, porque había tenido la genial idea de aceptar que Bill
le hiciera una despedida a sus vacaciones, y terminaron en la cama con mucha
crema batida y fresas. Así que básicamente no había dormido.
Porque
cuando tuvo sueño tuvo que entrar a hurtadillas a su posada.
Tenía
moretones en el pecho y mordidas rojizas en su vientre. Al menos sabía lo mucho
que le gustaba la crema batida a Bill, y qué tal manera de gustarle, tuvo un
estremecimiento de solo rememorarlo.
Tenía
ganas de sacar a Bill de su clase, y que lo empotrara en una de las paredes del
baño. Sin embargo, eso no iría a pasar porque al menos dentro de su
universidad, no debían enterarse que estaban saliendo, había una norma que le
impedía a Bill meterse con los alumnos, así estos no fueran técnicamente sus
alumnos.
…
A
la salida, Tom esperó a Bill porque él iba a recoger a Robbie del nido. Luego
los vio a ambos llegar con helados, con tres helados de hecho, y Bill le dio
uno a Tom.
—Toma, de vainilla, para recordar viejos tiempos
—dijo Bill sonriente, y claro que Tom se acordaba, recordaba la perfección la
vez que cuando él tenía once años, Bill, de dieciséis, le dio su helado porque
a él se le cayó. Luego lo lamió y mordió, pero eso era otra historia.
—¿Y a dónde vamos? —preguntó Tom, recibiendo el
postre y lamiéndolo mientras tomaba la mano de Bill, que a su vez, estaba
sujeto a la de Robbie.
—A recoger a Pumba —respondió Bill.
—¿Pumba?
—Ese nombre decidió Robbie que era adecuado para el
cachorro que iremos a recoger.
—Sí, como el puerquito de El rey león —mencionó
Robbie emocionada.
Tom asintió y de pronto Bill sintió que su mano que
sujetaba a Tom era soltada. Lo vio extrañado y notaba que su mirada estaba
pendiente en otra dirección, siguió la mirada de Tom y vio a Anémona, con unos
años más encima, un par de bebés y el que suponía era el padre de Tom.
—Ma-má —dijo Tom afectado.
Las bebés gritaban “Dom, Dom” queriendo
correr hacia él, pero Anémona cargó a Alina, y Jörg a Arabelle.
—¿Esas niñas llaman a papá Tom, papi? —preguntó
Robbie, frunciendo el ceño, algo celosa.
—Sí, amor —dijo Bill y vio cómo Tom se alejaba en
dirección a sus padres sin despedirse, arrugó el entrecejo y decidió tomar el
camino contrario.
…
Bill estaba resentido por el comportamiento de Tom,
pero su hija no tenía la culpa, y mucho menos esa pequeña bola arrugada de
pelos.
—Entonces tienen que llevarlo a una veterinaria para
que empiece su etapa de vacunaciones. Y estaremos haciendo seguimiento una vez
por mes —explicó la chica.
Bill asintió sonriente, cargando al cachorro que lo
olisqueaba con dificultad porque tenía la nariz chata.
—Sí, todo conforme —respondió Bill, acariciando la
cabecita del perrito.
…
—¿Ese era Bill? —preguntó Anémona una vez que se
hubieron acomodado en un hotel de Toulouse.
—Sí —dijo Tom, rascándose la nuca.
Jörg jugaba con sus gemelas, no quería meterse en el
asunto porque ya le parecía que su mujer estaba exagerando, y que si bien lo de
su hijo con ese muchacho había atravesado las barreras del tiempo, pues bien
valía la pena que siguieran juntos. Aparte los veía felices juntos. Solo
opinaría cuando viera a Anémona pasarse.
—A ver si entiendo, ese muchacho te rompió el
corazón y se fue y tú lo aceptaste como si nada, como si no te hubiera dejado,
¿es eso cierto?
—De hecho, no conocemos la versión de Bill —acotó
Jörg mientras Alina le metía el dedo en la nariz.
—Es que no me parece justo. Nuestro hijo cayó en
depresión por culpa de… ese muchacho, y no solo eso, que también tiene una
hija, que seguro la tuvo cuando aún estaba contigo, te engañó, Tom —sentenció
Anémona, Tom se resistió a las ganas de rodar los ojos.
—Él embarazó a la madre de Robbie antes de estar
conmigo, y no tuvo una relación con ella, por lo que luego se hizo cargo de su
hija. No lo juzgues sin saber, mamá y como dijo papá, no conoces su versión.
—Entonces quiero que él me diga su versión —comentó
Anémona. Tom llamó a Bill por celular pero de frente se iba a buzón.
—Creo que está ocupado.
—Tenemos una semana para hablar con Bill, espero se
pueda dar la charla —exclamó Anémona.
—Se dará —aseguró Tom.
…
Tom intentó hablar con Bill durante la
semana, pero por a o b motivo no podía, intentaba llamarlo, sin embargo,
parecía que Bill lo evitaba, por lo que Tom decidió ir a su casa a buscarlo y
lo encontró de salida.
—Tengo que ir a hacer sellar unos documentos —dijo
Bill.
—Tengo que hablar contigo.
—Oh, qué raro, pensé que te había comido la lengua
el ratón, y que por eso no tuviste ni la delicadeza de presentar a Robbie a tus
padres —soltó Bill, con veneno en la voz.
—Por favor, Bill, no te pongas así, me tomó de
sorpresa la llegada de mis padres. Y ahora mi mamá quiere hablar…
—No tengo tiempo. Adiós —se despidió Bill para
hacerse a un lado y tomar un taxi.
…
La semana pasó y Anémona no habló con Bill.
—Hijo, yo sí confío en ti y apoyo tu relación, me
gusta que sientes cabeza —comentó Jörg, una vez que estuvieron a solas.
—Mi madre no entiende que quiero casarme con Bill y
tener hijos. Según ella, está mal, ahora no dice que es porque soy gay, sino
por lo que me hizo. Y sí, se lo cedo, Bill me dejó, pero ya hablamos de eso y
ahora queremos comprometernos, sin embargo, si mi madre me pone trabas va a ser
difícil. Habla con ella, ¿está bien?
Jörg asintió.
…
A la semana siguiente en que sus padres volvieron a
Alemania, Tom se enojó y fue decidido a la oficina de Bill, sin interesarle el
perderse su clase. Tenía que aclarar las cosas y poner las tildes sobre las
íes.
Entró sin tocar la puerta y la cerró con seguro tras
de sí.
—Bill, necesitamos hablar —sentenció Tom, sin dejar
de apoyarse en la puerta, como para evitar que saliera. Bill dejó de leer las
pruebas y frunció la nariz.
—¿Y por eso entras sin tocar? ¿Te recuerdo que soy
tu superior al ser un maestro y tú un alumno?
—Hey, ni siquiera me enseñas —se defendió Tom, con
una media sonrisa en los labios.
—Pero eso no me impide castigarte si lo veo correcto
—mencionó Bill, relamiéndose los labios y levantándose de su escritorio.
—Bill, vamos, tenemos que hablar, deja de hacer eso
—se quejó Tom cuando lo sintió respirándole en los labios.
—¿Qué se supone que estoy haciendo? —preguntó
haciéndose el inocente. Tom rodó los ojos, para luego tragar saliva con
dificultad.
—Sabes muy bien lo que estás haciendo.
—Dímelo.
—Me estás seduciendo —farfulló Tom, sintiendo cómo
sus labios eran cepillados por los contrarios. El interior de su vientre se
estaba derritiendo—. Y vine aquí a hablar, no a esto.
—Está bien —cedió Bill, sentándose y mirándolo.
—Ehmn pues… quería disculparme contigo por haberme
ido abruptamente ese día, sin presentar a Robbie y eso. Aparte… no nos hemos
visto, solo aquella vez donde fuiste un idiota y me hablaste mal —comentó Tom,
como si no le afectara.
—Ajám. ¿Y qué más? —Bill arqueó una ceja, instándolo
a que siguiera hablando.
—Y… bueno, hablé con mi madre sobre los planes que
teníamos y… ella no estuvo mucho de acuerdo, quería conversar contigo al
respecto, escuchar qué tenías que decirle, pero jodido tú que no me contestabas
las llamadas —mencionó Tom, algo resentido. Bill gruñó.
—Ok. Lo siento por haberte hablado así antes, Tom,
pero tienes que entender que estaba enojado por tu actitud. Ahora, sobre lo
otro, tendremos mucho tiempo para conversar con tu madre porque iré a Alemania
—dictaminó Bill, Tom sonrió.
—Entonces te vienes conmigo, ¿verdad?
—Sí, aunque déjame decirte que me meterás en
aprietos porque ya tenía trabajo seguro, pero estoy buscando empleo en Leipzig
y de que hay, hay, solo está en saber buscar —comentó Bill sonriente.
—Joder, no puedo creerlo, entonces… se van a hacer
realidad todos nuestros planes —musitó Tom, con los ojos brillosos. Bill
asintió y se paró de nuevo, yendo en dirección a Tom, acorralándolo contra la
puerta y dejándole un beso profundo en la boca.
Quería sentir sus labios después de muchos días,
quería sentir su piel, lo que Bill quería, era morderlo y no dejarlo ir. Tom
gimió durante el beso, le excitaba la idea de hacerlo en la oficina de Bill, y
en una semana no lo había tocado, así que sus manos quemaban bajo su tacto,
cada zona que era profanada por Bill, ardía.
Tom lo tomó por el rostro y giró el suyo, para
profundizar el beso, paladeando el sabor de su novio, disfrutando cuando sus
lenguas se entrelazaban en una danza dulce y discorde. Cuando Bill detenía el
beso para respirar y mordisquearle el labio con saña, con esa expresión de
enamorado perdido al verle.
Era perfecto.
Bill comenzó a recorrerle el cuello a besos y
mordidas y Tom sentía que se iba a morir ahí mismo.
Los dedos hábiles de Bill estuvieron quitándole el
pantalón a Tom y luego lo apoyó contra el escritorio, para que estuviera con el
trasero al aire.
Besó con cariño la espalda baja de Tom y sacó un
condón lubricado, poniéndoselo en su miembro, no pensaba hacerlo así pero la
verdad es que no había traído lubricante, y era la única forma de que no
lastimase a su novio.
Acarició el tatuaje en el vientre que tenía Tom y
luego buscó su pene para estimularlo con un bamboleo y un movimiento ágil de
muñeca.
Tom se movió contra la erección de Bill, mordiéndose
el labio inferior por las ansías.
Bill ingresó en Tom con cuidado, haciendo un siseo
por la estrechez en la que se metía.
Y disfrutó la vista de ver a su miembro
ingresar y salir de Tom con rapidez, el cómo Tom se espigaba, y pasaba sus
escasas uñas por la madera del escritorio de Bill. No podían gruñir, ni soltar
gemidos, así que estaban en una situación engorrosa, sin embargo, les
encantaba.
Estaba tan dentro suyo cuando de pronto escucharon
el aporreo de la puerta y casi rompen el escritorio por el movimiento brusco.
—Carajo —dijo Bill, saliéndose de Tom con
delicadeza. Tom lo miró interrogante—. No sé quién coño será —se quejó,
acomodándose la ropa y vocalizó un “vístete” a Tom, que hizo que se moviera
como un resorte.
Tom se sentó con dificultad en la silla que estaba
contra la pared y se cruzó de piernas para que su trasero no rozara mucho la
silla y no se viera su erección. Es decir, joder, que estaba follando con su
novio y luego se tuviera que sentar…
Bill se aclaró la garganta y abrió la puerta con el
cuerpo para adentro para que no viera su pene erecto.
—Profesor Kaulitz, aquí está mi prueba —dijo el
muchacho, extendiendo las hojas y viendo con algo de preocupación a Tom, como
si se viera a sí mismo en Tom, como un alumno castigado por el duro profesor
Kaulitz, que tenía un genio terrible más allá de su look moderno. Qué
equivocado estaba.
—Aaron, está bien, pero la próxima vez no lo
toleraré, y trata de terminar las pruebas en el salón de clase —advirtió Bill.
Tom arqueó una ceja, queriendo reírse porque si bien era otro con sus alumnos,
era totalmente diferente cuando estaba con Tom.
—Está bien, profesor —dijo Aaron—. ¿Y él qué hizo?
—¿Quién? ¿Trümper? No quisieras saberlo, y ya deja
de andar de cotilla y vete —dijo Bill con dureza, Aaron asintió y se fue.
Tom rió. —Así que lo que hice fue tan horrible que
no puedes ni decirlo —molestó.
—De hecho sí, enamoraste al profesor —bramó Bill con
cejas insinuantes.
Tom se levantó de la silla y lo obligó a que se
sentara en su silla rotatoria. Sentándose sobre él, empalándose a sí mismo y
tomando como apoyo los hombros de Bill, el cual le acariciaba los costados con tortuosa
cadencia. Tom se masturbaba mientras se penetraba a sí mismo y los ojos se le
ponían en blanco por el placer que estaba sintiendo, Bill le besó el cuello y
comenzó a morderle ahí, en esa zona erógena que tenía Tom ahí.
Continuaron el vaivén con movimientos frenéticos y
arrítmicos hasta que se vinieron.
…
—Tomi malo, ya no me quieres —sentenció Robbie
haciendo puchero y con ojos inmensos queriendo llorar.
—Sí te quiero —rebatió Tom.
—¿Y vas a seguir siendo la novia de mi papi y seguir
siendo mi papá?
—No soy su novia, sino novio —explicó Tom.
—Bueno, ¿pero sí?
—Sí, mi amor.
…
Tom estaba viendo cómo Robbie jugaba a perseguir a
Pumba y a Bambi, y estaba riéndose por ello.
—¿Te imaginas tener a dos o tres más tras Robbie?
—preguntó Bill, ubicándose detrás de él en el sillón y Tom lo miró extrañado.
—Creo que con dos perros está bien.
—No, tonto, me refiero a niños.
—No creo que tantos, pero la idea de tener uno más
pues me llama la atención —mencionó Tom, Bill se mordió el labio.
—Pronto, amor, de verdad que sí.
—Primero hay que casarnos…
—Sobre eso… —empezó Bill, arrodillándose frente a
Tom y sacando una cajita pequeña de terciopelo rojo—. ¿Quisieras ser mi
compañero para toda la vida?
Tom balbuceó y se enrojeció, para luego rascarse la
nariz y voltear.
—¿Es en serio? ¡No preparaste nada!
—¿Qué querías, miles de globos o una frase en el
aire?
—Joder, no, no soy una chica. Pero sí algo más
romántico.
—¿Qué es más romántico que tenerme de rodillas para
ti solito? —Tom le dio un golpe en la cabeza—. Ouch, ok, no debí decirte eso en
frente de Robbie. —Robbie se acercó a ellos y cargó con dificultad a Pumba.
—Papi, ¿qué haces en el suelo?
—Esperando una respuesta de papá Tom.
—Sí —dijo Tom de brazos cruzados y enfurruñado. Bill
se levantó y bufó.
—Wow, qué lindo de tu parte poner esa cara al decir
que sí aceptas casarte conmigo —molestó Bill.
—Es que quería algo más romántico.
—Te prometo que te recompensaré —dijo Bill
convencido y le dio un casto beso sobre los labios.
…
Tom miraba feliz su alianza en su mano, era de plata
y tenía las iniciales de ambos. Era un bonito detalle. Bill también tenía una.
Y, a pesar de que ya tenían los anillos, Bill lo
llevó a un lugar descampado con los ojos cerrados y cuando los abrió, vio a un
señor inflando un globo aerostático. Tom lo miró y besó a Bill.
Estaban ya sobre el globo cuando pasó una avioneta
con un letrero en la cola que decía: “Disculpa por ser idiota, ¿quieres casarte
conmigo de nuevo?”. Y Bill no tuvo que hablar, Tom gritó mil veces sí y se
aferró a Bill, sin importarle la mirada del señor que manejaba el globo.
…
Era una cena como cualquier otra, solo que Robbie
estaba presente, también Simone y los comprometidos no paraban de mirarse con
amor.
—Dejen de comer pan frente a los pobres —bromeó
Simone, estando feliz por su hijo y su yerno.
Tom ya tenía la suficiente experiencia y no le había
muy bien según le había contado, y Bill, Bill era como un zombi cuando perdió a
Tom. Así que si su destino era estar juntos, ella no se interpondría.
Bueno, estoy algo contrariada, el Tom de ahora no es infantil, más bien actúa como si fuera una mujer. a caso es transgenero y no lo sabe, esta sería la primera historia que leería donde esta temática se aborda, sino es así entonces es que sólo parece que es el rey del drama...
ResponderEliminarBueno apenas he podido leer y comentar, espero sigas leyendo comentarios.
Saludos.