sábado, 3 de agosto de 2013

Twoshot: Alea Iacta Est. Capítulo 2. [Terminado]

Bueno, me di un tiempito para terminarlo. Perdón por la demora, es que estoy con clases y demás. La próxima semana tengo exámenes e__e


Capítulo 2



Llovía y Tom observaba las calles siendo mojadas por la lluvia desde la ventana. Georg se puso a su costado, pero no le replicó el que no estuviese trabajando, no es que en ese momento hubieran muchos clientes, y ya estaban atendidos los pocos que habían.

—¿Esperarás a que se materialice o lo irás a buscar? —preguntó el castaño rompiendo el mutismo. Tom se giró en su dirección.

—No sé dónde buscarlo, y dudo que quiera verme —se alzó de hombros tras afirmarlo con una sonrisa amarga.

—Uhm, cansado de tanto insistirte, ¿eh? —“Más bien asustado, diría yo”, pensó Tom.

—Sí. —Georg no tenía que saber.

—Pues será tu turno de insistir —farfulló Georg poniéndole un papel en la mano. Tom abrió el papel doblado y encontró una dirección.

—¿Qué es esto?

—Averígualo —dijo Georg con una sonrisa en los labios—. Ahora vete antes de que me arrepienta haberte dado el día libre, eh.

Tom lo miró perplejo, luego reaccionó, se deshizo de su mandil y cogió sus cosas para tomar un taxi.

°o°

Tom tocó el timbre del departamento al que lo había llevado la dirección. Y su corazón latía acelerado, vería al que le incitó, sin saberlo, a que se deshiciese de su hermano, acabando así con su suplicio. La puerta se abrió mostrando un Bill despeinado que se tallaba un ojo.

—¿Sí? —Cuando reparó en quién era se tensó de inmediato—. No… no se lo dije a nadie.

—Lo sé.

Mantuvieron contacto visual por varios minutos hasta que Bill le sonrió.

—Creo que soy tonto, pero con miedo a que me asesines o te transformes en un monstruo como ese y me comas, eh… pues te digo que pases y que si intentas algo raro, por favor hazlo en tu forma humana —bromeó Bill.

Tom le miró con incredulidad, ¿era normal que una persona reaccionase así y hasta bromease con respecto a un tema tan sórdido como aquel?  O es que en serio ese chico estaba mal de la cabeza, y él aún más por fijarse en alguien así.

Pero contra todo lo que pensaba, sus pies ingresaron en el recinto y se quedó parado sin saber qué hacer.
Tom era controlador, desde pequeño había tenido que aprender a controlar todas las situaciones para que su hermano no corriera ningún riesgo, había tenido que madurar mucho antes que cualquier persona, aprendido a usar a la gente para su propio beneficio, o mejor dicho, el beneficio de Adrian, ayudando en los asesinatos que cometía su gemelo. Sin embargo ahora se sentía confuso, por primera vez en mucho tiempo.
Había tomado la dirección que le había dado Georg, había ido hasta allí y luego… no sabía qué hacer. Lo miraba y titubeaba. Nadie creería que Tom era el mismo chico que hace poco seducía a hombres y mujeres para llevarlos al matadero.

—Puedes sentarte —dijo Bill señalándole el mueble—. No estará muy ordenado pero comprenderás que como vivo solo, todo está hecho un desastre.

—Desde que… —recordó a su bisabuela y su muerte, y todavía con ojos fríos pensó que no sería lo correcto contarle a detalle—, tenía diez años pues tuve que aprender a hacer las cosas en casa porque no había nadie que las hiciera por mí.

—Oh. —Bill se sonrojó—. Pues entonces no tengo excusa.

Tom se había dado cuenta que sin querer lo había hecho sentir mal, no mucho pero sí lo suficiente como para avergonzarlo.

—Eh, no lo decía por ti… solo lo señalaba, me hiciste pensar en ello.

—No, no, no te preocupes —negó haciendo ademanes con las manos—. Digamos que he sufrido de mamitis, recién este año me he ido de casa, y aún no me acoplo a todo lo que es hacer las cosas por tu cuenta. Aunque no lo creas, no solo iba a ese restorán para ir a verte, también iba porque no sé cocinar sin incendiar mi casa, y necesito comer —le ofreció otra sonrisa avergonzada, y Tom comprendió que no era del todo su culpa.

—Quiero comprender algo, Bill. Tú no me conocías de nada, es más, cuando nos vimos en la primera ocasión habías terminado con tu novia. Sin embargo, me asediabas, ahora no me quejo, sí me llamas la atención, al punto de venir aquí después de todo. ¿Me di a entender? —preguntó Tom. Él quería conseguir algo con Bill, y no temía a lo que tendría que lidiar con él, a pesar de no conocerlo, porque después de haber sido hermano de Adrian…

—Pues… estaba ebrio cuando te conocí, Emili había terminado contigo y no sé, podría haber sido que te me hiciste muy atrayente visualmente, y que fuiste amable, o todo junto. Y que me rechazaras supongo que le ponía morbo al asunto, pero tú tienes a… esa cosa en casa —dijo Bill, sonriéndole con nerviosismo. En serio esperaba que Tom no se convirtiese en un monstruo—. Digo, si quieres usarme como comida para él, no cuentes conmigo.

Esa cosa, como tú la llamas, era mi gemelo, y lo maté. No creo que hubiera hecho tanta parafernalia con venir aquí, de día, para que él te comiera, simplemente no era mi modus operandi —explicó con tranquilidad.

El sentido común de Bill le decía que no debía fiarse, mucho menos cuando se trataba de una… persona (si es que se le podía denominar así, porque compartía ADN con aquella abominación) que había asesinado a un ser que se veía de temer, y el cual era su hermano. No cualquiera podría matar a su hermano, por más que este fuese antropófago. También estaba el factor de que podría ser mentira, y simplemente estuviese intentando conseguir algo suyo, así como lograba que esas personas pensasen que tendrían un polvo con él, para terminar siendo el platillo de su gemelo.

Pero Bill siempre había sido terco, y no era conocido por hacerle mucho caso a su sentido común, actuando impulsivamente y acarreándose problemas, como con Emili, la cual era hija de un mafioso, y ahora tenía que mantenerse completamente alejado de ella. Bill también sabía eso, aun así, su motto era “Vivir cada segundo”, y en ello se apoyaba todo el tiempo, como plus, Tom estaba demasiado bueno como para que dejase pasar la oportunidad, sin contar que tampoco no tenía manos como para no saber defenderse si es que se presentaba una situación de riesgo, a menos que le saliesen zarpas a Tom, o se abriese descomunalmente su mandíbula.

—¿Entonces salimos? —Fue lo que alcanzó a decir, sorprendiendo a Tom, y ganándose un premio al idiota del año.

—¿A pesar de todo lo que has visto y lo que te he contado me estás invitando a salir? —preguntó Tom, ya tildándolo de chiflado, sin embargo, tampoco podía negar esa sensación agradable que se le instalaba en el pecho.

°o°

Tom siempre había envidiado al resto, desde la escuela, porque él tenía que trabajar y estudiar, aun así, debía alimentar a su hermano. Siempre cumplía, deseando simplemente ser como el resto, y preocuparse solo por sus parejas, qué ropa comprarse, contra qué equipo de fútbol competirían, cosas tan superfluas y cotidianas.

Él simplemente observaba y ciertas actitudes, copiándolas para ser más atrayente frente a sus víctimas, aunque desde temprana edad había notado que atraía a las personas, no sabía por qué, suponía que tenía que ver con que no era humano, al menos no por completo.

Tom nunca se había transformado como Adrian, y por más que esperó deformarse nunca lo consiguió, entonces siempre se sintió fuera de lugar. No era humano, por más que su madre sí, y podía recordar cómo se la llevaron esos hombres vestidos de blanco, porque ella gritaba que él y su gemelo eran hijos de Satán. No tenía más recuerdos de su progenitora.

Pero tampoco era como Adrian, no conocía sus orígenes, no sabía cómo o qué era su padre. Su padre no podía ser humano. Adrian se sentía atraído por la carne cruda, él nunca olisqueó nada especial en Kasimir, ni en sus otras mascotas, mucho menos en carne humana.

¿Qué era? Un híbrido, y se valía de su atractivo innato para que el resto nunca sospechase.

Había algo que quería probar, solo por hacerlo, el hecho de tener algo de normalidad, tener una relación y durar más de unas horas. Lo único que pudo conseguir es sexo apresurado en uno de los baños del colegio.

Daba igual, mujer u hombre, él no se sentía igual a ellos, no se identificaba con nada, y si bien podría atraerles algunos más que otros, solía darle lo mismo. Nunca había demasiado tiempo como para conocer bien a alguien, por más que Tom solía saber desde pequeño qué clase de personas eran con solo observarlas.

Tom no empatizaba con la gente, no era necesario, solo reaccionaba como debía hacerlo, dependiendo de lo que quisiese.

Sin embargo, cuando Bill le preguntó si saldrían, y él lo llamó loco, su idea era que todo sería más lento. Ya no tenía que apresurarse para llegar pronto a casa, y evitar que se desatase una masacre.

—A este paso no llegaremos a la habitación —susurró Bill acezado, Tom lo levantó agarrándolo por los muslos para apoyarlo contra la pared.

—No interesa —respondió Tom, rozando sus labios. Bill rió y lamió su boca, paladeando el aliento del contrario y sintiéndose a gusto con la fricción y necesidad urgente de Tom.

Pero por más que su idea en un principio haya sido otra, no se arrepentía del resultado de salir todo un día con Bill para llegar al departamento y despojarse de prácticamente todas la parte superior de sus ropas.
Bill acarició su cuero cabelludo con sus uñas, que no eran demasiado largas como para molestar, y se sentía bien, porque las trenzas mantenían esa zona presionada, y las caricias eran tortuosamente excitantes.
Tom tenía unos labios invitantes, que estaban rojizos por la previa sesión de besos en la puerta de su departamento. Así que Bill accedió a mordisquear y besar esa boca de nuevo, acercándolo más al tenerlo sujeto con la cabeza, y en una posición curiosa, debido a que aún se encontraba suspendido en el aire, de espalda en la pared, con sus piernas alrededor de la cintura del de trenzas.

—Podríamos movernos mejor si me bajaras —comentó Bill, después de jugar con la lengua de Tom. Con los ojos ya oscurecidos, acentuados por el maquillaje leve.

―Pero no quiero hacerlo ―susurró Tom, con un brillo especial en la mirada y ejerciendo más fuerza en el agarre a sus muslos.

Bill pudo percibir la electricidad que emanaba del contacto del moreno, era como si su tacto se expandiese por todo su cuerpo, haciendo más apretados sus pantalones y casi gritándole a su cerebro que tenía que obedecer, no que se tratase de una orden muy difícil de cumplir, en especial por el resultado placentero; ergo, Bill se apretó más contra Tom. El de trenzas fue ascendiendo, para tocarle la retaguardia, Bill bajó su mano, abriéndose paso entre ellos y sonriéndole lascivo.

―Vamos, bájame y te estoy obligando ―impuso Bill, palpando la virilidad de Tom, el cual asintió, mordisqueándose el labio.

Cuando los pies de Bill tocaron el suelo, lanzó a Tom contra este y se despojó de lo poco de ropa que le quedaba. Tom, ni tonto ni perezoso, se sacaba los pantalones, masajeándose el miembro que goteaba de la antelación. Hacia mucho tiempo, desde la escuela, que Tom no había podido follar, y por más que dijo que quería conocer primero bien a Bill, llevar las cosas con calma, la tensión sexual prácticamente podía sentirse.

Tom gruñó cuando Bill le acomodó el condón con la boca, separándose de su pene con una sonrisa lascivia.

°o°

Al parecer Tom sí tenía ciertas particularidades en su organismo, pues cuando le tocó ser el pasivo, y ya no usaban profilácticos al ser una pareja establecida, se embarazó de gemelos. Bill no se hizo problemas, y aunque fue difícil estaban juntos, y si pudieron con Adrian podrían con todo.

°o°

El sol resplandecía en lo alto, y Tom con Bill y sus hijos habían decidido tener un día de campo para relajarse del estrés del día a día y disfrutar en familia. Los pequeños estaban sentados sobre una manta, algunas veces intentando levantarse y cayendo o en otra ocasión dando escasos pasos, sus padres observándoles como si fuese el show más interesante que hubiesen visto.

Después de comer, Bill y Tom bebían vino entre sonrisas coquetas y flirteos que dejaba claro que entre ellos las cosas no cambiaban a pesar del tiempo y más bien se intensificaban, como si por el hecho de haberse conocido una noche de San Valentín hubiera tenido que ver.

Estaban ocupados besándose, dejando a sus hijos con sus juguetes a un lado. Uno de los niños observó un insecto en el piso arrastrándose y se lo metió a la boca, un brillo extraño resplandeció en los ojos del infante tras el suceso.

N/A: Alea iacta est significa «La suerte está echada».

3 comentarios:

  1. DDDDDD: OTRO MOSTROOOOO *vmm* xDD

    Estuvo genial y debo confesarte que ya ni recordaba este twoshot hasta que lo colgaste de nuevo xD *zape*

    Por un momento me tallé los ojos y pensé ''¡por Yisus Cat! ¡¿Tom activo?!'' LOLOLOL. Pero estuvo bueno, uke hasta el fin ele eme ele (?)

    Lalala, pues creo que la historia se repetiría con los hijos, quién sabe... Recordé al niño de The Omen LOLOLOL.

    Bueno ya, ya extrañaba leer algo tuyo que no fuera ola k ase (?) No es que me moleste :3
    Ok, ya paro de divagar. Besitos geis *3*

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  2. ¡Caray, caray! Agradezco la terquedad de Bill que hizo lo posible de algo que parecía imposible, ok dejo mi trabalenguas y vamos.

    Y resultó que Tom por su naturaleza pudo engendar, waaaaaaaa, me emocionó, me emociono ya sabes que amo los mpreg, aunque dudo que pueda amar a un bebé que al parecer heredó los genes malditos de su tío.
    Muy buen final, me gusto ese final abierto y esa pareja que formaron.

    Geme, mucha suerte en tu examen, que de antemano sé que pasarás con buena calificación.
    Besotes Nadir.

    Adriana.

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  3. No lo puedo creer!! Ha sido un final genial! Ha quedado el suspenso, a caso la historia se repite? Tom esta condenado a vivir por siempre ese suplicio y que hizo su madre para merecer tan terrible distino...

    Pues me quedate con estas preguntas, pero te felicito, te quedo genial.

    Atte. Lily V.

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