domingo, 1 de mayo de 2016

Fic: L'amour vrai attend. Capítulo 8: Celos.


Capítulo 8: Celos


Tom antes de ir a su universidad, fue a despertar a Robbie para peinarla mientras se cepillaba los dientes. Lo hacía él y no Bill, porque Bill era un desastre, no le sorprendía en realidad, ya que como Bill tenía el cabello corto, a veces ni se peinaba, según él para tener un “estilo natural” con su cabello.

Él no le tomaba mucha importancia a su cabello tampoco a decir verdad, pero sí se peinaba dos veces por día al menos, una al levantarse y hacerse un moño, y una antes de dormir, pero Robbie era una niña, más allá que fuese mujer o no, estaba el hecho de que tenía que inculcarle el ser ordenada y cuidadosa con su persona. Si ella de mayor decidía otra cosa, era su derecho, sin embargo, al menos ellos se lo habían enseñado.

Así que ahí estaba, detrás de Robbie haciéndole una trenza en su cabello, no era muy larga porque su cabellera no lo era, pero hacía que se viera bonita y pulcra.  Robbie le sonrió a Tom y le dio un beso en la mejilla en agradecimiento.

—Pronto yo haré trenzas en tu barba para que no pique mucho —dijo Robbie sonriente. Y tomó su mochila para ir a desayunar, ya que eso Bill sí hacía bien, cocinar.

Tom rió


Bill estaba besando el cuello de Tom mientras lo aplastaba contra la puerta, Tom lo detuvo con mucha fuerza de voluntad ya que estaba derritiéndose por dentro por los besos.

—Bill, Bill, Robbie en cualquier momento llegará, sin hablar de Raziel, y no quiero que estemos haciéndolo cuando toque la puerta. Esperemos a la noche cuando esté durmiendo para hacer lo que queramos. No podemos hacerlo como animales todo el tiempo —exclamó Tom, con el ceño fruncido y sus brazos cruzados sobre su pecho. 

Bill suspiró y cerró los ojos.

Tom era la voz racional de todo en su cabeza, y le dejó de aprisionar contra la pared para besarlo con ternura.


Tom frunció la nariz al ver que la ropa limpia estaba mezclada con la sucia en una silla.

—¡Bill! —llamó enojado.

Bill se dirigió hacia Tom, y arqueó una ceja, interrogándole con la mirada.

—Estás mezclando la ropa limpia con sucia, ¿sabes qué provoca eso? ¡Qué la limpia se ensucie! —reclamó Tom, poniendo todo en la bandeja de la ropa sucia para ir a lavarla.

—Sabes, luces sexi cuando te enojas —molestó Bill mientras lo abrazaba por detrás.

—No jodas, Bill, estás haciendo que gastemos más en detergente y tengamos menos para ahorrar para el carro.

—Ok, ok, pero es que soy un desordenado y lo sabes, me conociste así —insistió Bill sin dejar de abrazarlo. Tom bufó.

—Sí, pero tienes que cambiar tus hábitos, ya no eres un adolescente, tienes una hija, Bill —se quejó Tom.

—Tenemos —corrigió Bill.

—Sí, tenemos —cedió Tom, terminando de meter la ropa en el cesto y Bill seguía pegado detrás suyo—. ¿Me soltarás o tengo que llevarte conmigo a todas partes?

—De hecho, tienes que hacerlo, porque soy tu prometido —fastidió Bill. Tom arrugó el entrecejo y se deshizo del agarre, dirigiéndose al cuarto de Robbie para recoger el resto de ropa sucia.

Grande fue su sorpresa cuando se percató que el cuarto de su pequeña Robbie estaba igual de desordenado que el de Bill.

—¿Estás viendo lo que le enseñas a la bebé? —soltó Tom casi en un susurro para no despertar a Robbie.

—Pero es que el trabajo me absorbe.

—Bill, no follarás hasta que aprendas y le enseñes a Robbie a ser ordenada, porque no puede ser que vivamos así como en un chiquero. Se supone que eres el ejemplo y mira lo que le enseñas —regañó Tom, metiendo los juguetes en los cajones y guardando la ropa sucia en el cesto.

Bill boqueó escandalizado, ¿le estaba acaso negando su…? Es decir, no iban a hacerlo a menos que fuera ordenado. Suspiró pero aceptó que había circunstancias en la vida que hay que convertirse en ordenado.


Tom sonreía mientras hacía las compras para la semana. Normalmente, se encargaba de hacerlo con Bill, pero quería darle una sorpresa así que solo fue con Robbie.

Había tenido en abstinencia a su prometido porque aún no había sido del todo ordenado, y luego simplemente el tema no había salido a colación. Bill en realidad se estaba esforzando, quizá no dejaba todo del todo limpio después de cocinar, igual y se le olvidaba secar los platos o los dejaba con manchas en la parte de atrás. Pero hacía su mejor esfuerzo.

De pronto sintió una bolsa de pan caerle en la cabeza, iba a maldecir a quien no se había fijado, cuando notó una cabellera rojiza y unos ojos claros que reconoció al instante.

—¡Andi! —gritó Tom sonriente, el aludido se rió sonoramente y fue a abrazar a su mejor amigo.

—Tom, cuánto tiempo, joder, creía que no te iba a encontrar aquí, aunque pensándolo mejor, como eres casi un ama de casa normalmente, no me sorprende —bromeó Andreas, Tom rodó los ojos.

—Ya, tarado. Yo también te extrañé. ¿Qué haces acá? ¿Cómo están los chicos, y cómo vas con Joshua? —preguntó Tom.

—Los chicos están bien, durmiendo en el hotel. Estoy de gira. Con Joshua estoy bien, sabe comprender que tengo que viajar —explicó Andreas, mirando sus compras—. Vaya, ¿estás haciendo las compras para todo el vecindario?

—Eh, no, solo para mi casa, para toda la semana —dijo Tom, rascándose la nuca, pensando en si contárselo o no a Andreas.

—Ah, para ti y tus compañeros de intercambio. ¿Verdad?

Irrumpió Robbie en la escena, cargando una caja de cereales con forma de malvaviscos, miró curiosa a Andreas y jaló del borde de la camiseta a Tom.

—Papá Tom, encontré los que quería —mencionó Robbie, Tom le prestó atención y sujetó la caja de cereal.

—Ya, mi amor, ¿no le vas a llevar nada a papi Bill? —cuestionó Tom, Robbie asintió y se dirigió al stand de cereales de nuevo.

—Eh, creo que me perdí de algo —comentó Andreas con una sonrisa de oreja a oreja.

—Es la hija de Bill, y bueno, ahora estoy viviendo con él —explicó Tom en voz baja.

—Está bien que Gustav me rompa los tímpanos en los ensayos con la batería, pero aún puedo oírte hablar en voz baja —molestó Andreas.

—Y eso no es todo, ya tendremos una larga conversación uno de estos días —farfulló Tom. Robbie regresó con cereales del tigre, como ella le llamaba.

—Papá Tom, ¿estos son los que papi Bill come? Porque hay uno rojo también del tigre —preguntó Robbie.

—No, mi amor, ese no le gusta a tu papi porque no tiene azúcar. El azul está bien —dijo Tom, Robbie miró a Andreas y le sonrió.

—¿Quién es él, papá Tom?

—Mi nombre es Andreas, y creo que nos conocimos cuando eras más pequeña. Soy mejor amigo de tu papá Tom —masculló Andreas, poniendo un mechón de cabello de la niña detrás de su oreja.

—Hola, Andreas —saludó Robbie—. ¿Tú también comes cereal de tigre?

—No, a mí me gusta el de hojuelas de chocolate —respondió Andreas. Robbie asintió.

—Tu amigo me cae bien, sabe de cereales —dictaminó Robbie, viendo a Andreas. 

Ambos adultos rieron.


Tom siguió haciendo las compras, luego de haber quedado con Andreas para verse en uno de esos días o que se hablarían por Skype primero para luego acordarlo.

Ahora estaba comprando lubricante, diciéndole a Robbie que era crema para la piel, y luego iría por el helado, uno para su uso específico, y otro para Robbie, sin contar la crema batida y demás.

Bill tendría una gran noche hoy, pensó Tom con una sonrisa de medio lado.


Tom se acurrucó junto a Bill cuando este llegó de trabajar, sin alcanzarle el tiempo para comer o algo. Bill había tenido una semana ajetreada, y Tom estaba ahí para darle soporte.

Bill lo besó entre lágrimas de cansancio.

—Amor, lo siento, sé que hoy lo íbamos a hacer. Incluso estaba emocionado por la idea, pero no sabes qué tan cansado estoy. Mi vida, quiero que esta noche solo durmamos —pidió Bill en un susurro. Tom asintió comprensivo. Lo amaba, y no era necesario que tuvieran relaciones para demostrárselo.

Lo único que quería Bill es que estuvieran abrazados mientras conciliaban el sueño.


Al día siguiente, Bill sonrió aún sin abrir los ojos, encantándole la sensación de tener a alguien entre sus brazos, y sabiendo quién era intensificaba la sensación por mil. Su aroma, sus cabellos cosquilleándole la nariz, los brazos que lo rodeaban… era perfecto.
Su corazón latía con fuerza por la otra persona, porque se sentía feliz de tenerlo, y que lo apoyara siempre.


Tom miró su laptop ya acomodada sobre su escritorio nuevo y sonrió mientras subía una foto nueva a su Facebook y la ponía como foto de perfil. Ya no era más una interrogante, ahora era Tom Trümper, un chico que estaba saliendo adelante y que era amado y amaba.


Tom llegó a casa de la universidad y comenzó a cocinar para cuando llegara Bill con Robbie.

Aprovechó el tiempo que tenía para hablar con Andreas por Skype.

—Hey bobo —molestó Andreas a través de la pantalla, Tom bufó.

—Calla, tarado.

—¿Qué haces?

—Aquí cocinando. ¿Y tú?

—Ayy, toda una ama de casa estás hecha —bromeó Andreas, Tom rodó los ojos.

—Ja-já, ¿sabes que eres un estúpido, verdad?

—Sí, me lo dicen a menudo.

Bill entró a la casa con Robbie, ella corrió en dirección a Tom para darle un beso en la mejilla, y saludó a Andreas.

—Hola, Andreas, ¿vas a venir a comer cereal? —preguntó Robbie.

Bill frunció el ceño y miró a Tom. —¿Andreas? —preguntó Bill. Tom asintió.

Bill fue a cerciorarse y vio la cara de Andreas.

—¡Hey, Bill! —saludó Andreas.

Bill le enseñó el dedo medio a Andreas y luego vio a Tom. —Sigue hablando con tu amiguito —soltó con veneno y se dirigió a su cuarto.

Robbie no entendió la escena y fue a lavarse las manos para comer.

—Joder, Tom, ¿se lo dijiste? —cuestionó Andreas.

—Tenía qué, recuerda que es mi prometido.

—¿Qué?

—Ah, sí. Me olvidé decirte que estamos comprometidos, ¿me esperas un momento?

—No, arregla tus cosas, luego hablamos —se despidió.

Tom asintió y cortó la llamada. Iba a revisar la comida y luego hablar con Bill.


Tom se encargó de servir la comida, y cuando Robbie y Bill estuvieron sentados, Bill se mantuvo callado. Tom bufó, él estaba actuando como un niño de nuevo, todo por culpa de los celos.

—¿Cómo te fue en el colegio, Robbie? —preguntó Tom.

—Bien, hoy ingresó una nueva compañera a clases, ¡y resulta que era Winni! —mencionó Robbie sonriente mientras se metía macarrones a la boca.

—Oh, ¿tu amiguita del parque, verdad? —cuestionó Tom. Robbie asintió.

—En el recreo comimos juntas, se sentó junto a mí en clases, le presté mi goma de borrar, y ella me invitó su emparedado —contó Robbie emocionada.

Tom sonrió a la pequeña. —¿Es tu mejor amiga?

—¿Qué es eso?

—Es la amiga con quien juegas más y compartes cosas —explicó Tom.

Bill se metió un tenedor con macarrones, evitando opinar. Tom tenía ganas de golpearlo por idiota.

—¿Y tú tienes una mejor amiga? —preguntó Robbie.

Tom iba a contestar, cuando Bill le interrumpió. —Andreas, seguro —mencionó el rubio y se limpió con la servilleta—. Bueno, me retiro, ya terminé.

Tom frunció el ceño. Robbie miró confundida la escena.

—Sí, Robbie, Andreas es mi mejor amigo, el que te presenté en el supermercado.

Raziel llegó de sus clases, a hacer la limpieza de la casa. Saludó a Tom y a Robbie.

—¿Dónde se encuentra el señor Kaulitz? —preguntó Raziel confundida.

—Eh, Robbie ha tenido un día ajetreado en la escuela, ¿puedes llevarla al parque antes de que empieces a limpiar? Por un par de horas —pidió Tom poniendo una expresión de circunstancia.

Raziel asintió y se la llevó.


Tom entró al cuarto con expresión furibunda, Bill estaba leyendo unos libros de su clase y ni se inmuto, fingiendo que no nadie había entrado.

—Joder, Bill. ¿Vas a hacer eso cada vez que escuches el nombre de Andreas? —gritó Tom enojado. Bill seguía fingiendo que nada pasaba. Tom se acercó a él y le quitó el libro—. ¡Ponme atención! —pidió.

Bill lo miró con los labios en una fina línea. —¿Qué quieres que haga? ¿Qué te aplauda? —dijo, para luego levantarse e irse de la habitación.

—¡Entiende que eso fue en el pasado! Si tú te hubieras quedado conmigo nada de eso habría pasado —soltó Tom apretando sus manos en puños.

Bill se detuvo en seco. —Disculpa por no haber frustrado tu vida, dándote una familia que no era tu responsabilidad. Solo quería saber si estabas dispuesto a vivir conmigo a pesar de todo —explicó.

—¿Acaso no te diste cuenta que aunque eras el chico problemas del colegio yo estuve detrás de ti? ¿No te diste cuenta que yo estaría contigo en las buenas y malas? —cuestionó Tom dolido.

—No quería que Robbie se acostumbrara a ti sin saber si te quedarías, no quería que ella sufriera el abandono como yo lo pasé… —dijo Bill con la garganta seca—. Desde que Robbie está conmigo ya no pienso en mí, solo en ella.

—Yo los amo a ambos, y ella se volvió parte de mí desde que la conocí. Entonces no los dejaría jamás, porque ambos son mi vida —rebatió Tom, acercándose a Bill.

—Y Robbie y tú son mi vida. Pero no me pidas que esté contento cuando alguien puede quitarme una parte de ella —explicó Bill, Tom lo abrazó.

—Andreas no me separará de ti. Nadie lo hará. Pero tampoco puedes alejarme de mis amigos —mencionó Tom mientras acariciaba el cabello de Bill. Bill apretó a Tom por la cintura.

—Rétame, puedo hacerlo si quisiera —comentó Bill en tono de broma, ya sonriendo.

Tom dejó un beso sobre su cuello y respiró allí, sonriendo contra su piel. —Eres un tonto —masculló.

—Así me amas —refutó Bill.

—Sí, no puedo negarlo.

—A todo esto… ¿dónde está Robbie? —preguntó Bill, ahora mirando en todas las direcciones.

—Raziel llegó, y le pedí que fuera al parque con Robbie, no quiero que ella escuche todos nuestros problemas —dijo Tom, jalándolo de nuevo para abrazarlo. Bill correspondió al gesto y lo miró con cejas insinuantes.

—¿Y cuánto tiempo nos queda?

Tom se mordió el labio inferior. —Hora y media. Más o menos.

—No hay que desperdiciarlos…


Se dieron un beso y caminaron en dirección al cuarto.

3 comentarios:

  1. Jajajaja Yo me pondría igual o peor que Bill, pero la reconciliación sería igual de genial!

    Hasta el próximo

    Saludo

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  2. Porfavor continuala pronto!!!

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  3. ME ENCANTA!! No puedo esperar al próximo cap. ALEX.

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