miércoles, 8 de abril de 2015

Oneshot: El secreto de Gustav (GxG)

Bueno, participé en el concurso de Autores de fics, que era un intercambio, así que esto va para Bibiana Ponce :)

Gracias a C (Aelilim) por la beteada y a Estelita (Luminous Trace), por el hermoso banner :D

Título: El secreto de Gustav

Rated: +18.

Categoría: Slash.

Género: Comedia.

Advertencia: Crossdressing y leve twincest.

Resumen: Georg aceptó una apuesta sin plantearse el poder perderla.

Disclaimer: Las personas se pertenecen a sí mismas, yo solo juego con ellos en mi imaginación. No busco lucrar con esto.



Capítulo único



Georg se preguntó por qué había aceptado aquella apuesta. Ah, sí, no contaba con que Gustav hiciera trampa, porque se suponía que él era el más honesto de los cuatro, sin embargo…

Ahora estaba vestido como mujer, y no cualquier mujer, sino una con rasgos exagerados: plumas en las pestañas, labios voluminosos gracias al maquillaje, uñas postizas (con las cuales no tenía idea qué pasaría cuando fuera al baño para limpiarse), peluca de color rojo, y tacones inmensos con plataforma. Se estaba dando valor con unas cervezas en mano para caminar toda la cuadra hasta casa de Gustav, tal y como había dicho que lo haría si es que los gemelos follaban. Una idea que sonaba remotamente lejana, ya que eran hermanos, no obstante, no había contado con que Gustav sabía de la relación de estos.

―Mierda ―soltó Georg y eructó con toda la gracia que se podía tener en esas fachas.

Esperaba ser irreconocible, no por gusto había visto tutoriales para drag queens.

Se preguntaba también por qué había puesto tanto empeño en arreglarse, y recordó que Gustav había dicho:“vestirse de mujer lo puede hacer cualquiera, pero de drag es un arte”. Y él no quería quedarle mal, por más que fuese un castigo por perder. Quería perder con honor.

Tomó una sexta cerveza y se preguntó si acaso se estaba pasando con el alcohol, porque las cosas iban teniendo sentido en su cabeza.

Las miradas que se daban los gemelos, esa canción que aún no tenía nombre y se trataba de su extraña relación, el que sus novias no durasen.

Chasqueó la lengua y recordó con acidez el día que Gustav fingió sorprenderse cuando entraron a la cochera de la casa de los Kaulitz y los halló a medio vestir, frotándose entre sí. Gustav había sabido que los encontraría así, por eso le dijo que fueran más temprano a la práctica. Georg se sintió entre dolido y sorprendido, pero no asqueado. Quizá le parecía la forma más ‘natural’ de darse las cosas y si estaba dolido era porque sabía lo que habían apostado.

Al principio le gustó la idea de ver a Gustav vestido de mujer, solo para tomarle fotos y burlarse un rato. Pero como siempre, dio todo por sentado y no se le ocurrió que podría darse al revés.

Cerró los ojos y suspiró. Al menos habían sacado algo bueno de esto, Gustav ganó, y los gemelos se sabían apoyados por sus amigos.

Se dio impulso y se levantó, ahora teniendo que caminar un pie sobre el otro para no caerse, no solo por llevar tacones sino por estar un tanto ebrio.

Era como si Gustav hubiera armado eso solo para verlo vestido de drag. Pero, ¿no tenía sentido, verdad?

En el camino a casa del rubio le silbaron, le gritaron sandeces y Georg siguió caminando en una pose demasiado masculina para su indumentaria.

Cuando llegó, rogó que su amigo no hubiese llamado a los gemelos y que no se encontrasen sus padres y hermana.

Para su suerte quien le abrió fue Gustav, el cual lo miró de pies a cabeza y sonrió aprobatorio.

―Te ves bien ―calificó el rubio. Georg rodó los ojos y le mostró el dedo medio.

―Chúpamela, Schäfer.

―Es la idea.

―¿Qué? ―preguntó Georg algo azorado.

―¿Has bebido, Georg? Lo digo por tu olor.

―¿Crees que estando sobrio iba a venir vestido así? Oye, me estás cambiando de tema.

―¿Te vas a quedar ahí o entrarás? ―preguntó a su vez―. Preparé ñoquis en salsa de queso gorgonzola, tu favorito ―añadió Gustav y Georg ingresó tras él sin titubear, por un momento no importándole cómo iba vestido y lo que dirían los papás de Gustav.

Al sentarse en la cocina, se percató que estaban solos y que el ambiente era un tanto oscuro.

―Dicen que los ambientes de luz tenue incitan a tener hambre pero esta vez te pasaste, Gustav, más pareciera que quieres ahorrar en tu recibo de luz ―se quejó Georg, sentándose aparatosamente y con las piernas abiertas, mostrándose todo al detalle (al menos su ropa interior no era de mujer).

―Bonitas piernas, aunque creo que te faltó depilarlas ―chanceó Gustav.

―Tampoco te pases, Gustav. ¿Y la comida? Aparte, si vas a tomar fotos te sugiero que te apresures antes deque me arrepienta ―dijo Georg.

―Ya, ya, tampoco es para que te enojes, y no necesito fotos, me basta con mi buena memoria.

―A ver dónde está el truco ―quiso saber Georg cuando Gustav le sirvió su plato―. ¿Acaso los gemelos están escondidos por algún lado grabando todo?

―Me temo que mis gustos son de otra clase, Hagen ―musitó Gustav, sentándose al costado de Georg.

―¿Qué eres? ¿Caníbal? ―preguntó Georg mientras se embutía con los ñoquis, que le habían quedado riquísimos a su mejor amigo.

―Uhmn, no es que coma literalmente hombres, pero vamos, que viene a ser lo mismo.

―No entiendo.

―Soy gay.

Georg casi se atoró, y le empezó a dar un tic nervioso en el ojo de tal manera que su párpado derecho se movía varias veces, haciendo parecer el aletear de un pájaro por las plumas que traía encima.

―¿¿Tú también??

―Sí… ¿te molesta? ―cuestionó, sonando un tanto tímido.

―No, pero no me lo esperaba de ti. Solo eso ―respondió Georg.

―Te diré la verdad, yo armé todo esto para verte así porque me gustan las drag queens. Y mi segundo sueño húmedo siempre ha sido hacerlo con una.

Se le subieron los colores al rostro a Georg y lo único que atinó a decir fue:

―¿Y cuál es el primero?

―Hacerlo contigo.

Georg se levantó como un resorte y fue en dirección a la despensa donde sabía que guardaban los licores. Sacó dos botellas de vodka, junto con dos vasos, y sirvió el líquido hasta el tope.

―Si quieres, trae tu vaso ―dijo Georg para luego tomarse el vodka de ambos vasos.

―Pensé que el segundo era para mí.

―Necesito algo fuerte.

Tomó del pico de la botella de vodka de frente, sin pausas, luego arrugó la cara y chasqueó la lengua. Había sido demasiada información para procesar en muy poco tiempo.

Se imaginaba a sí mismo en la cama con Gustav y la idea no le desagradaba, ¿sería por el alcohol en sus venas o simplemente algo oculto en su interior? Tan oculto como el saber que Bill y Tom se lo montaban de lo lindo, o tan oculto como su homosexualidad que no le había contado a nadie aparte de su madre.

Pero el amor no se trataba de que algo no te desagradara, se trataba de más.

De estar para la otra persona cuando te necesitase, de sonreír por los chistes del otro y no por cumplir sino porque el individuo te divertía y te hacía feliz. Desear pasar bastante tiempo con ese sujeto. Pensar en lo que al otro le gustaría. Tener detalles, fuesen grandes o pequeños, no importaba.

Se acabó la botella de vodka y él ya veía dos Gustav.

―¿Y ahora quéee hagooo? ―soltó Georg, arrastrando las palabras.

Gustav se sintió rechazado.

―Hubieras comido todos los ñoquis para que resistieras.

―Es que no sabía que me dirías eso. Dime ahora qué hago, Gus. Es muy confuso, tú y tu gemelo, o clon, no sé qué es.

―¿Ah?

―¿Un ménage à trois? ―soltó una risa histérica Georg. Gustav al principio no entendió, pero luego comprendió que Georg se refería a un trío con él y su “clon”. Se besaron con dificultad debido a los tacones.

Se separaron por aire, Georg se sacó los tacones y rió antela imagen de Gustav con lápiz labial.
Sí, el amor era más complicado y al menos estando ebrio, él podía hablar con su yo interno y entender que estaba enamorado de Gustav.

Fueron dejando las prendas de Gustav en el recorrido, solo las de él, porque al niño le hacía ilusión hacer el amor con Georg vestido así. Lo que sí hizo fue quitarse las pestañas-plumas porque le estaban haciendo lagrimear los ojos.

En el camino todo fue besos y amor, o eso fue lo que se alucinaron, debido a que se golpearon varias veces contra la pared debido a su inestabilidad al caminar. Luego al llegar al cuarto de Gustav, Georg se ganó con el pase de estar en el cuarto de un fanático de RuPaul. Pero poco le importó, en ese instante estaba centrado en los besos de Gustav, y en lubricar bien al rubio, que no sabía si su cara era por placer o por dolor. Quizá no fue una buena idea el tener sexo estando ebrio… cosa que le recordó que seguía con las uñas postizas.

―Perdón.

―Cuando me toque me voy a vengar.

―También te amo.

Después de aquel incidente, y quitarse con los dientes las uñas postizas (luego le dolería), masturbó y penetró con los dedos a su amante. Le encantaba esa expresión en su rostro de alivio al sentir el lubricante, de seguridad bajo sus manos, de paciencia ante todo. Amor, eso podía ver en los ojos de Gustav, y su reflejo, porque en esos instantes, sentía que su mundo era él.

°o°

Al día siguiente Georg se despertó junto a un Gustav dormido y sonriente que tenía plumas rosas encima y llevaba puesta su peluca. Y se sonrojó por encontrarlo así. Aunque no tenía de qué avergonzarse ya, debido a que él también estaba desnudo.

Intentó recordar y a su mente vinieron las escenas de la noche anterior. Lo había hecho con Gustav, él se le había declarado y Georg había aceptado.

Le había dicho en solo un acto que era gay y que estaba enamorado de él. Y le dolía horriblemente la cabeza y el cuerpo.

―Buenos días, Gus… ―empezó a decir Bill, apareciendo de pronto y sobresaltándolo.

―Saben, creo que deberíamos dejar esa costumbre de darnos las llaves de las casas, porque ya se está haciendo molesto ―dijo Tom antes de tirar la sábana encima de los chicos.

―No sé quién tuvo la genial idea de hacer intercambio de llaves ―musitó Georg, mirando de soslayo a Bill, el cual bufó.

―¿Y me pueden explicar por qué están pintarrajeados? ―soltó Bill para quitar la atención del tema de las llaves.

―Larga historia.
―Wow. Creo que tiene sentido si vemos el cuarto de Gustav, en serio, wow, retiro lo dicho, Bill, el cuarto de Gus es más gay que el tuyo ―mencionó Tom. Georg le tiró un almohadazo.

―Jódete, Tom ―manifestó Bill.

―Jódeme ―molestó Tom levantando las cejas.

―Oh no, no empiecen con su tiempo de gemelos y menos en una habitación donde ya estamos desnudos. Es… incómodo ―opinó Gustav, que acababa de despertar.

Los gemelos rieron. Después de un rato los chicos notaron que, de hecho, la situación era risible y se unieron a las risas.

―Ya estuvo buena la cosa, ahora sí, lárguense para la sala que debemos cambiarnos ―ordenó Gustav y ninguno de los gemelos lo refutó ysalieron del cuarto, no sin antes decir:

―Pero dígannos, ¿quién estaba disfrazado de mujer, eh? ¿Tú, Gustav?

―Creo que fue Georg, Tom, porque míralo cómo está maquillado…

―WOW. Georg con tacones. ―Tom se desternillaba.

―¡VÁYANSE!

La puerta se cerró.

―Lo siento, Georg, no quería que pases por ese momento incómodo en frente de los brujillizos esos.

―No te preocupes, Gus. Sabes, hubiera preferido que lo nuestro se diera en otras circunstancias…

―Creo que así como se dio está perfecto ―le sonrió. Georg le correspondió a la sonrisa y lo sujetó por el rostro.

―Solo lo dices por tu fetiche, pervertido.

―No. Lo digo porque fuiste tan desinhibido al estar ebrio, tan… tú en tu máxima expresión, a pesar de tu vestimenta ―dijo Gustav, tocando el talle de Georg con delicadeza, a pesar de ser consciente de que anoche le arañó hasta la espalda. Georg le acarició la mejilla y lo besó.

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