martes, 19 de junio de 2012

Fanfic Once. Capítulo 10: Entre canciones y confesiones.

Capítulo 10: Entre canciones y confesiones.


—Es la segunda cosa que haces, Tomi, ¿por qué, cariño? Primero sales de casa sin mi permiso y luego… —suspiró dramáticamente—. Tomi, no es algo que quiera hacer, sino es lo que debo, ve esto como un acto de cariño —explicó Anémona. Tom asintió decidido a no contradecir nada de lo dicho, darle la razón a su madre significaba eludir otro sermón o llanto con fingida decepción—. Pero, ¿sabes qué, pequeño? Permitiré que te quedes en casa de Andreas después de clases, me alegra que te hayas reconciliado con él y sé que necesitas recuperar el tiempo perdido… de esa forma no te quedarás solo en casa —masculló lo último para sí misma.

Tom bajó la cabeza para ocultar la sonrisa que traía. Se había salido con la suya. Tendría que barrer las escaleras por una semana debido a su castigo pero era un mal menor; lo importante era que se había reconciliado con Bill y esa semana podría verle. Le mentía a su mamá, sin embargo, valía la pena.



Su madre le abofeteó, gritó, lloró y luego se recriminó a sí misma por todo lo que le sucedía. Decía que la culpa era suya por divorciarse de su padre, por ausentarse, por no ser precavida. Ahora, decía ella, tendría que trabajar con el tronco torcido que era su hijo, que en la escuela militar le enseñarían a quitarse esas malas mañas y a aprender a ser un hombre digno de esta sociedad. “Eres escoria”, farfulló furibunda.

Bill fingió que nada de lo que le dijo le afectó, ganándose otra cachetada por ‘descarado’, cuando en realidad lo que Bill sentía era dolor, uno profuso que se extendía en su interior reprimiendo sus lágrimas.

—¿Puedo irme ya a mi habitación? —preguntó al presentir que su progenitora ya se había desfogado. Furibunda, Simone asintió.

Bill corrió hacia su habitación y presionó marcación rápida escuchando una y otra vez la voz de Once en su buzón.



Tom miraba emocionado el reloj de la pared que estaba arriba de su pizarrón. Faltaban unos pocos segundos para la salida. Recibió un golpecito en la espalda y recién reparó en la regla sobre su mesa, la que provenía de su maestra que hacía ese molesto sonido con sus tacones contra el suelo.

—Trümper, la clase y yo seguimos esperando que respondas a la pregunta que te hice —demandó la profesora.

Tom sintió un estremecimiento y balbuceó algo que no se logró entender.

—¿Qué? —instó la maestra con el ceño fruncido.

—Queso —soltó una palabra al azar, consiguiendo que el rostro de la mujer enrojeciera de furia.

El timbre sonó y puso pies en polvorosa. En el portón de la salida se oía la canción “Born to be wild”, por curiosidad siguió el sonido y vio a Bill con una radio a batería.

 La psicóloga los juzgaba con la mirada, Bill alzó su mano libre y le mostró el dedo medio mientras gritaba:

—Ya no me puedes prohibir nada ahora, perra. —Tom sonrió sintiéndose un ‘chico malo’ y después corrieron juntos.

—¿Cuál es esa canción que escuchabas? —preguntó curioso Tom. Bill arqueó una ceja e hizo una mueca con la boca de fingida indignación.

—¿No has escuchado antes “Born to be wild” Es un clásico para los motociclistas. Tienes mucho que aprender, Once. Te haré oír algunas canciones las cuales debes conocer antes de morir, algo así como tener bagaje en la cultura musical —explicó Bill. Tom le miró extrañado—. Supongo que habrás escuchado Pink Floyd, ¿no? —Tom negó—. Por Jebús, Once, tengo que iluminarte, pero por ahora vayamos a mi otro lugar especial.

El pequeño asintió con una sonrisa en los labios.



El viento les recorría el rostro, la humedad se les quedaba en las fosas nasales mientras Major Tom resonaba en sus oídos.

—A ver si entendí… Bowie…

—El señor Bowie, demórate un poco pero dilo bien. David Bowie es… como un dios, es su música, solo suya, no necesita de una banda para ser grande —masculló Bill mientras movía sus pies adelante y hacia atrás sentado en el borde del acantilado, junto a Once.

—Y la película esa que me dices, ese musical, uhmn, ¿no es algo tonto? —interrogó Tom. Bill le miró escandalizado.

—Es EL musical, y tienes-que-verlo.

Tom sonrió y se echó hacia atrás, observando el firmamento maravillado, disfrutando de la compañía de Bill y de aquel lugar, tan pacífico como el claro.

—Oye, Bill.

—¿Uhm? —Tom se sonrojó un poco, el moreno le prestó mayor atención—. ¿Qué sucede?

—¿Puedo hacerte una pregunta? —se mordió el labio.

—Ya estás haciendo una ahora, tonto. Solo dilo —se rió Bill, el rojizo sobre las mejillas de Tom se acentuó.

—Quería saber si tú… tú, uhmn, ¿tú eres gay, no? —No se movió ni un ápice y esperó ser golpeado pero al no recibirlo, giró el rostro para verle. Bill lucía mortalmente serio, tragó saliva y se arrepintió de haber formulado la pregunta.

—Los chicos no se besan, los chicos no son novios, no sé de qué hablas. Debería llevarte a una iglesia a que te confieses por insinuar eso —respondió mientras apagaba la radio. Tom arrugó el entrecejo e intentó sentarse para disculparse, Bill posó una mano sobre su pecho y le hizo echarse de nuevo, se acercó hacia a él y puso su cabeza sobre su vientre. Bill comenzó a reírse y Tom se quedó confundido para luego darle un golpe en el hombro y quitar su mano—. No sabes cuánto me has hecho reír con eso —dijo entre carcajadas aún para luego acomodarse en su sitio. Tom se sentó y le miró enojado—. Y no, no soy gay, me encanta tener un par de cosas suaves entre manos al besar, pero los chicos son menos complicados. Las chicas solían verme como si fuese un niño, quizá porque ellas eran mayores, y odio que saquen a relucir su lado maternal para luego sentir lástima por mí, así que… no soy gay, soy bisexual —alzó un hombro restándole importancia.

Tom procesaba lo dicho, recordando a los chicos que vio besándose el día anterior, uno de ellos había sido novio de Bill. Se preguntaba qué debería tener para que Bill se fijase en él.

—Mi reino por tus pensamientos, Once —ofreció Bill con un ademán. El menor le observó curioso—. Es una forma de pedirte que me digas qué piensas, duh.

—Nada importante, ¿por qué mejor no pones otro casette? —intentó desviar la conversación. Se sentía avergonzado por analizar la intimidad de Bill, aunque a la vez algo tonto, al ya saber que este le gustaba y mucho.

—Ok, pongamos a Nena, me gustaría conocer a esa mujer algún día, está tan buena y qué decir de su voz. Por cierto, ¿has tenido novia alguna vez, Once? ¿O novio? —fastidió Bill mientras comenzaba a sonar 99 Red Balloons.

—Novia, pero no me gustaba en realidad, era algo raro, creo que lo hice solo porque los demás tenían una —se sintió tonto al repasar esa idea porque era cierto.

—Duh, eres un enano aún, no es una obligación el que tengas novia, y fue muy estúpido de tu parte hacerlo porque el resto lo hace, tus compañeros son tarados, tenlo en cuenta. Recuerdo la primera vez que te vi, cuando te di la pelota, tú no debiste ir solo porque el otro era demasiado marica para cruzar la verja —soltó enojado Bill, después deshizo su entrecejo arrugado y le sonrió—. Al menos así te pude conocer, y no olvides esto, nunca permitas que ese grupo de idiotas te haga algo, no pueden obligarte a hacer nada, no dejes que te lastimen, nunca. Tampoco busques problemas, sé gris, pero si los problemas vienen hacia a ti, no dudes en defenderte, ¿entendiste, Once?

—Tú tenías problemas con tus compañeros de salón también, ¿no? Por la sangre, te salía por la nariz —señaló Tom. Bill torció la boca.

—Digamos que me lo merecía. —Tom alzó una ceja—. Fui algo idiota, con muchas personas, no supe pensar con la cabeza y mira cómo terminé, expulsado por mal comportamiento. Que no te pase eso, eh. No me decepciones, tú eres mucho mejor que yo.

—Tú no eres malo, solo que los demás no te ven como yo lo hago —negó Tom, con decisión en la expresión.

Bill le sonrió y luego acarició sus cabellos rubios. —Insisto en lo anterior, y te repito lo que el otro día te dije, eres adorable y es muy de maricas que te diga eso así que no me hagas repetírtelo de nuevo —le jaló de las mejillas para luego lamerle una. Tom se sonrojó y fingió molestia al limpiársela con su rebeca, internamente deseó que le mordiese los labios.

—Tienes un serio problema —se quejó Tom. Bill, con su característica forma de ser, se lanzó sobre él para hacerle cosquillas, luego lamerle y morderle las mejillas—. ¡Basta, basta! —pidió entre risas.

—Es que eres comestible —se justificó Bill mientras se echaba a su costado acezado. Ambos se miraron de reojo sonrientes.

—Estás loco —le dijo Tom riéndose, Bill le guiñó un ojo.

—Puedes apostar por ello.



—¿Qué esperas para entrar? Mueve el trasero, que tienes tarea por hacer, crío, ¿o es que quieres que te dé un beso para que luego me invites a pasar a tu morada? —canturreó Bill lo último para molestarle. Tom negó y entró a su casa, cerró su puerta y se le iluminó el rostro.

Escuchó sus pasos alejarse y se dirigió a su cuarto a hacer sus deberes. Su padre llegaría pronto y tendría que comer para ese entonces; sin contar que su madre vendría más tarde y las escaleras deberían estar limpias ya. Tenía mucho por hacer.



—¿Dónde estabas? —preguntó Simone con la cabeza latiéndole y un cigarro en mano.

—La pregunta sería qué haces aquí, se supone que trabajas —evadió la interrogante y dejó su radio sobre la mesa.

—Basta, Bill. Hoy me pedí el día para ir donde Gordon, hemos hablado de ti y… ambos estamos de acuerdo con la idea de que entres a una escuela militar, no quise preguntárselo porque prácticamente de desligó de ti cuando nos divorciamos, y no ha cumplido con las mensualidades pero ahora sí lo hará, por eso se lo he dicho. Este nuevo colegio es caro, Bill, lo es, no quiero que lo arruines, no creo que puedas tampoco —sorbió otra calada.

—De puta madre que concuerden al menos en algo, ¿no? ¿Así será cada vez que la cago? —cuestionó con sorna.

—Vete a tu cuarto —ordenó Simone. Bill tomó su radio en mano y se fue hacia su habitación.

Simone siguió fumando con los dedos temblorosos y con lágrimas silenciosas formando surcos en sus mejillas.



—Deja de llamar a su casa y mejor ve a visitarlo, dudo que te conteste, su madre se lo prohíbe, ya sabes, no seas terco, enano —avisó Georg, Andreas suspiró y alzó levemente la barbilla en señal de orgullo.

—Él prefiere a Bill, no iré a buscarle, aparte… se supone que debería estar conmigo —se quejó remilgoso. Georg bufó.

—No sé si sepas, pero Bill se irá a una escuela militar, Tom no lo verá en mucho tiempo. Déjalos que disfruten este tiempo. —Andreas abrió los ojos en toda su extensión—. No me mires así, Andy, ¿no lo sabías?

—No, entonces… Tom sufrirá, aunque seguro ya sabe, no lo entiendo, qué caso tiene que se viesen ahora, ¿cuánto tiempo le queda?

—Una semana o menos, su madre le tiene jodiéndole con lo mismo desde hace mucho y ahora que lo expulsaron pues lo hará, no sé si se lo haya dicho a tu amigo, no creo que debas decírselo tú —le miró con aprehensión y el rubio asintió; aunque por dentro se alegraba de que pronto esa amistad dañina se acabase de cuajo.



Tom se ubicó en la mesa después de servir la comida. Las escaleras de madera rechinaban por el estado de pulcritud en el que estaban y la tarea de literatura había sido un pan comido al tener internet en casa.

—¿Ya terminaste los deberes?

—Sí —asintió Tom con una sonrisa cansada pero con la satisfacción de haber cumplido con todo, y con el eco de su día junto a Bill.

—Te noto distinto, hijo, ¿hay algo que quieras confiarle a tu padre? —cuestionó Jörg, sintiéndose feliz por su vástago, a pesar de que su situación con Anémona no estuviese bien por completo.

—Uhmn —pensó en qué decirle—, es por Andy, antes me sentía mal por no hablar con él, y que se pusiera raro conmigo, sin embargo, ahora somos amigos como siempre —sonrió aún más, no era mentira, al menos no del todo; Andreas era su mejor amigo de toda la vida y la idea de estar peleados le hacía sentir mal. Caso aparte era que Bill fuese parte fundamental de la mayoría de esas sonrisas espontáneas que se le formasen en el rostro.

Jörg le acarició los cabellos rubios y le correspondió su sonrisa.

—Me alegro mucho, Tom. —Siguió comiendo tranquilo, eludiendo el hecho de que Anémona no regresase temprano simplemente para no verle durante la cena.

5 comentarios:

  1. Hey!! terminé de leer tu fic, la amé, es la que más me ha gustado!!! dices que harás una continuación, cierto? pero la publicarás aquí? es que vi que cerrarán el foro de twc kaulitz D= ... bueno, en fin, Once es lo máximo!!! <3<3<3<3 reí y lloré mucho mientras duró, y la recordaré con mucho cariño ^^

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    1. Sí L, tengo la continuación y apenas termine de subir Once aquí por completo la publicaré ^^. Gracias por comentar.

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  2. Adoro tu fic *-* me lei todo hasta Catorce antes de que cerraran tokiohotelficcion, la seguirás en algún sitito? tienes pensado seguir aquí? de verdad que echo mucho de menos tu fic, era una de las que más seguía en el foro :)

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  3. Me ha fascinado por completo vuestro fic,"Once" espero pronto os puedas colgar "Catorce" ya que el THF no se puede ver, en fin; muchos saludos. :)

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  4. Oh, oh... se va... ¡se va! -da vueltas-

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